✺ Capítulo 9 ✺
"Toc toc, soy malas ideas"
Blow- Kesha.
Mallory:
Tenía resaca.
¡Resaca!
Y en pleno jueves. Me iba a morir.
Pero eso me pasaba por no pensar antes de hacer las cosas.
Que bueno que lo sabes.
Generalmente soy una chica centrada —al menos la mayoría del tiempo— no me gusta cometer errores, porque con ellos viene la ansiedad, y definitivamente es algo que no me gusta experimentar si puedo controlarlo. Pienso antes de actuar, dos, tres, cuatro, incluso cinco veces, porque no disfruto el sentimiento que viene con las equivocaciones.
Pero supongo que todo el mundo mete la pata de vez en cuando sin saber que lo hará. Y por eso ahora estaba implorándole al cielo que acabara con mi vida y se la llevara de una buena vez.
Poco más dramática y te mueres.
Pues eso quería precisamente, morirme.
La profesora Nat daba una explicación extensa sobre la selección natural, que me interesaba lo mismo que ver un programa de entrevistas malas a las nueve de la mañana.
O sea, nada.
—Te ves fatal —murmuró James a mi lado, frunciendo el ceño—. ¿Quieres que diga que te sientes mal?
No respondí.
No solo porque no quería que todo el mundo se enterara de las actividades fuera del colegio que llevaron a la mejor calificación de la generación a estar en esa posición. Sino porque ver a James me revolvía el estómago.
—¡Vamos Molly! Somos amigos desde hace años...
—¿En serio? —pregunté entonces, mirándolo con una ceja arqueada—, no me pareciste tan amigo cuando decidiste ocultarme el pequeño detalle de tu mejor SI amigo, acostándose con alguien más.
—No tenía ni idea —susurró frustrado—, he tratado de explicarle lo mismo a Laura, pero no ha querido escucharme.
—Eso no es mi culpa.
—Yo sé qué no, y también sé que es increíble créeme, pero te juro que digo la verdad.
—A mí no me jures nada, no soy un sacerdote.
—Molly, lo digo en serio, parece que en cualquier momento te vas a desmayar.
—No te preocupes, será mi problema.
—¿Qué quieres que haga para que me creas?
—Nada, no me interesa honestamente, Mark es tu amigo.
—Tú también.
—Lo dudo —Decidí enfocar el único miligramo de atención que tenía en ese momento en la pizarra, y comencé a anotar en la libreta lo que Nat escribía.
No dejaba de parlotear sobre los organismos mejor adaptados, cambios genéticos y chorradas de ese estilo que estaba segura no ocuparía para nada al graduarme.
Para eso le pagan...
Pues qué trabajo tan horrible.
—¿Sabías que Henderson nos pidió ayuda antes de entrar a clase?
Y eso si qué captó mi atención.
Y el imbécil lo notó, porque no trató de disimular la sonrisa de triunfo que le apareció en el rostro.
—Veo que no sabías nada.
—No me interesa.
—Yo creo que sí.
¡A si! También era una pésima mentirosa.
Pero eso no era una novedad.
Estuve la mitad de la noche y parte de la mañana pensando en todo lo que hablé con Jasper por la noche.
La manera en la que me miró cuando dijo que, de querer hacer todo lo que quería, me daría cuenta de lo poco que habían hecho en el pasado por mí. Bueno, esa parte no la dejó muy clara exactamente —como todo lo que decía últimamente— pero por supuesto que me dio material para sobrepensar una y otra vez al respecto.
La cosa era que, no quería que me viera ni se diera cuenta de mi estado. Pero ni siquiera lo pensé cuando le envié el primer mensaje.
Fue por inercia.
Como si mi mente tuviese vida propia y decidiera por mí en ese momento.
¿Sabía decisión? Por supuesto ¿Me trajo consecuencias? Claramente ¿Me sentía mal al respecto? Un poco ¿Lo admitiría? Obviamente no.
Estaba enojado, cuando desperté y bajé al salón a reunirme con todos para desayunar, solo gruñó un buenos días, sin mirarme.
Ni siquiera cuando estuvimos quince minutos enteros en las mesas del jardín parloteando sobre el partido de mañana posó su atención en mí.
Su silencio me molestaba.
Nunca había experimentado el rechazo de un amigo, porque nunca antes había tenido uno.
Al menos no uno que me importara tanto y me hiciera sentir como niña de preescolar.
Y ahora no tenía idea de cómo arreglarlo, porque no sabía exactamente qué parte de todo lo que sucedió en el trayecto del parque a la casa, lo hizo enfurecer.
Mi primera idea fue pensar ¡Al carajo! Si se quiere molestar porque decidí ser una adolescente idiota por una vez en mi vida, era su problema. Pero la otra, la que últimamente no dejaba de nublar mi juicio, decía que los buenos amigos se interesaban por estas cosas y por lo tanto, idean formas de arreglar el conflicto.
Que difícil era ser buena amiga.
—Es por la recolecta del sábado, no puedo decirte que lo pidió de manera amable, porque el cabrón utilizó a mi novia para llegar a mí.
Eso me hizo disparar las cejas al cielo. ¿Laura ayudando a Jasper? Mala combinación.
—Pero al final me convencieron, y tuve que hablar con el equipo para reunirnos todos después de clases.
—¿Todo tu equipo? —asintió—. ¿Con su equipo?
—Sí.
Eso iba a terminar muy muy mal.
—¿Qué era lo que quería?
—Primero dime que me disculpas.
—James.
—Molly, en serio, no quiero ocupar el chantaje en este momento, pero no me estás dejando otra alternativa.
Tenía razón.
James era un chico amable, interesado y muy caballeroso. Nos trataba a todas con respeto, y procuraba que su novia se diera cuenta que nos cuidaría sin pensar o querer algo a cambio porque éramos parte importante de su vida.
Y si la tenía a ella, nos tendría a nosotras.
Un novio excelente.
Pero aún no sabía si entraba en el rango de enemigo o amigo.
Lo único de lo que si estaba segura, es que, si no le decía que lo disculpaba, no abriría la boca.
—Está bien, te disculpo, cuéntame.
—Ahora nos comenzamos a entender —Dio una rápida mirada a la pizarra para cerciorarse que no nos pillarían charlando—, no sabía que le importabas tanto.
—¿A quién?
—A Henderson —Se aclaró un poco la garganta—, quiero decir, cuando lo vi junto a su grupo ayudándote con la mudanza, fue toda una sorpresa, pero después me di cuenta que era como tu mejor amigo.
—No es mi mejor amigo, no tenemos cinco años.
—Que lo niegues no significa que no sea verdad, ya toda la escuela lo sabe.
—¿De qué estás hablando?
—Molly, en serio, a veces parece que no estudias aquí.
—Cállate y explícame.
—No creo que sepas con certeza cómo es realmente Jasper Henderson, pero te juro que con los demás no es ni remotamente parecido a la persona que es cuando está contigo.
—No te estoy siguiendo, la verdad.
—Tiene un genio terrible, camina con cara de matón todo el rato, es fiestero, se mete en problemas constantemente, y no se interesa en nadie más que en él y en su equipo. Sin mencionar que tener una moto le suma peso en la etiqueta.
Sí, eso definitivamente no sonaba al Jasper que yo conocía. Ni de lejos.
Ya comienzo a comprender.
Pues yo no.
—Eso no lo hace un farsante, claramente —aseguró sonriente—, simplemente actúa como cualquier mejor amigo cuando se trata de su mejor amiga.
—¿Qué fue lo que hizo?
—Mauro quería ocupar tu imagen de chica estrella para darles visibilidad, la necesitan. Al menos si quieren quitarse la mala reputación que los del sur tienen.
—¿Qué Mauro quería hacer qué? —fruncí el ceño, el cabreo no tardó en aparecer.
Esa pequeña y escurridiza cucaracha. No le importaba lanzar al fuego a sus mejores estudiantes solo para librarse de una manada de padres furiosos.
—Obviamente Jasper no lo iba a permitir, así que me secuestró cuando llegué al estacionamiento.
Esa parte de la historia ya encajaba con los veinte minutos en los que se desaparecieron cuando yo fui a buscar a las chicas.
Interesante.
—Se dio cuenta, que a pesar de lo estúpido que puede llegar a ser Mauro, tenía un punto en querer utilizarte. Pero fue más listo —Negó con la cabeza fingiendo escribir en su libreta—, así que me pidió de manera muy poco amable que convenciera a Mark y a los demás de trabajar juntos el sábado.
—Les daría la imagen de compañerismo que tanto intenta vender Mauro...
—Exactamente, y aunque me pese decir esto, es un genio. Mark no se puede negar porque necesitamos esa parte para que los cazatalentos se interesen.
—¿Entonces es por mí?
—Se puede decir que es por todos, pero fuiste un gran incentivo para que abandonara sus ideas ególatras y lo llevó a pensar en alternativas que no te perjudicaran.
—No lo sabía...
—Encontraste uno de los buenos Molly —susurró sonriente—, sospecho que no es ni remotamente lo único que haría por ti.
Si, yo también lo sospechaba.
Al terminar la clase, me lancé directamente a los vestuarios. Necesitaba encontrarlo, pedirle explicaciones sobre su reciente gilipollez y preguntarle sobre lo que James me había dicho. Sabía que los jueves reservaban las dos primeras horas para hablar sobre estrategias de juego y esas cosas.
Pero el lugar era un desierto.
Fruncí el ceño y arrugué la nariz. Tanto por la soledad como por el extraño aroma que abundaba por el lugar. Calcetines sucios, sudor, testosterona y mucha, mucha humedad.
Decidí abrir su casillero tan solo para cotillear, pero cuando lo hice, en la repisa de arriba encontré la pequeña servilleta en la que hice garabatos cuando nos conocimos.
Confundida, la tomé para poder observarla mejor. Estaba mi nombre, mi firma repetida una y otra vez, estrellas, corazones y una mano mostrando el dedo medio en el centro. Sonreí al darme cuenta de que Jasper siempre que salíamos o iba a algún lugar que le llamaba la atención, buscaba algo que pudiera llevarse consigo para recordar el momento.
También estaba la moneda deforme que pidió como forma de pago, la pajilla mordisqueada de nuestra primera salida en Weston, el boleto de cine, y otras cosas más.
Aunque me pareció tierno, no tenía idea de por qué decidía guardarlas en el vestuario. Podría perderlas o alguien robarse...
Di un respingo en cuanto escuché pasos, risas y las puertas abriéndose. Presa del pánico, hice a un lado la camiseta que tenía colgada y me encerré en el pequeño recuadro sin meditarlo dos veces. Al menos llevaba mi móvil conmigo, si me quedaba atrapada, solo bastaría llamarle a Salma para que viniera a aporrear la puertecita y me sacara de allí.
Pero cuando lo saqué para revisar la hora, me di cuenta de que no había señal.
¡Mierda!
Toc toc, soy malas decisiones, mucho gusto.
¡Maldita sea!
Mi tren de pensamiento vagaba de manera preocupantemente rápida. Tendría que gritar antes de que todos se fueran para que me ayudaran a salir, si no, me quedaría encerrada allí todo el santo día.
Pasaría la vergüenza de mi vida.
Pero mi mente se bloqueó en cuanto las voces se escucharon peligrosamente cerca de mi escondite.
—Entonces, ¿qué te dijo Cap? —preguntó una voz.
—Qué se lo iba a decir a Mark y nos veríamos a la salida en el campo.
—Creo que es mejor idea que ocupar a Hindsley —Ese era Keith, el chico al que Valerio le reclamó por no darle un ramo de flores, recordé.
—Aún sigo sin entender cuál era el problema con eso —añadió otro.
—Que no está bien, niño de la selva —Izan como siempre tan pacífico y respetuoso—, es la reina del Norte, todo el mundo la adora, nos haría quedar como gilipollas.
—¿Y no lo somos? —preguntó otra voz desconocida con clara sorpresa.
—Sí, pero no con las mujeres —ahora fue Ander quien respondió.
—Y al decir "toda la escuela la adora" me imagino que también entras tú en la oración Cap.
—Cierra la puta boca.
Ese era mi querido presuntuoso hablando. Y si, definitivamente no se escuchaba para nada como cuando hablaba conmigo. Añadí eso en una nota mental para analizarla después y contuve la respiración
—No sabía que eras tan cercano a la chica de Birk.
—Ya no es la chica de Birk —aclaró Griffin y pude imaginar sus ojos en blanco.
—Siempre será la chica de Birk, fue quien la tuvo primero.
—Me importa una mierda, Mallory ya no está con él.
—¡Vamos Cap! ¿Y no crees que probablemente vayan a regresar?
—Y tú, Chuck, ¿No crees que a veces es mejor pensar antes de soltar estupideces que hagan que tu madre se avergüence? —Ese fue mi preciado Harvey entrando a la conversación.
—Por lo visto ahora somos protectores de Hindsley.
—Es una buena chica Erick, cuando la conozcan se darán cuenta —añadió Griffin.
—Sabemos que es una buena chica, todo el mundo lo sabe, el problema radicaba justamente en el gilipollas que tenía de novio.
El desconocido tenía razón. Habría que investigar quién era para darle un beso de recompensa por decir tantas verdades en una sola oración. Aunque me sentí demasiado intrusiva por estar escuchando una conversación que claramente no tenía que escuchar, me calentaba el corazón darme cuenta de que los chicos en serio me querían.
Y estaban dispuestos a defender mi nombre con todo su equipo para demostrarlo.
Antes solía pensar que era imposible que los hombres pudieran ser amigos de las mujeres. No solo por su comportamiento, sino también por su forma de pensar.
Pero junté a todos en un mismo costal y aunque la mayoría si que creía que eran cortados de ese árbol, había pequeñas ramas que se salvaban y rompían el molde.
—A mí me parece genial que ya no esté con Mark —cortó mis pensamientos otro—, parece amable y centrada. Y aunque también creo que nos hubiese ayudado mucho su imagen, considero que fue buena táctica juntarnos con Mark y los imbéciles.
—Lo es, ahora, les pido explícitamente, que se mantenga respetuosos y alejados de Mallory, es una orden —dijo Jasper en un tono nada amable—, lo digo en serio.
—¡Vamos Cap! Ya está en el mercado, no somos los únicos que se enteraron.
—No me importa, yo los veo cerca y les corto la puta lengua, he sido... —Y cerró la boca.
De no ser porque abundó el silencio en el lugar, hubiera meditado más a fondo sus órdenes. Cerré los ojos con fuerza, rezándole hasta al santo más irreal del mundo que no fuera porque ya se había dado cuenta de mi presencia.
Pero como siempre, mi vida estaba llena de sorpresas.
Porque sentí un tirón en la esquina de la falda del uniforme, que hasta ese momento no me sabía que quedó atrapada fue del casillero.
¡Carajo carajo!
—¡Coño! Se me ha olvidado, el entrenador quería que acomodáramos los balones antes de irnos.
—¡Qué! —gritaron todos poniéndose rápidamente de pie.
Cuando creí que me libraría de ellos, la puerta de abrió y la cara de Jasper con una sonrisa maquiavélica apareció en mi campo de visión. No pude hacer nada más que sonreírle fingidamente y alzar la mano para saludarlo, arqueó una ceja como respuesta.
—No sabía que te gustaba ser tan traviesa y cotilla —murmuró acercándose peligrosamente a mi cuello, se incorporó de nuevo—, apresúrense o nos va a cortar lo único que podemos utilizar para nuestra posible descendencia —ordenó sin dejar de mirar.
Escuché los chillidos de las zapatillas de deporte en el suelo y la manada de sudor desapareció del lugar dejándome sola con don risueño.
—Pero miren que ha traído el gato.
—¿Mal olor?
—No sabía que te gustaba espiarme Rockstar —contestó con una ceja arqueada—. ¿Comenzamos con los besos? ¿O nos saltamos esa parte y nos deshacemos de la ropa?
Contuve la respiración. Porque en ese instante me di cuenta que estaba sin camisa.
¡Oh madre tierra! Apiádate de mi alma.
Joder...
No estaba sudado, al menos no mucho, su pectoral marcado y sólido me imposibilitó tragar saliva como las personas normales. Recorrí lentamente su cuerpo con la mirada, desde sus clavículas saltadas hasta sus brazos delgados pero fuertes. Llevaba un pequeño tatuaje con una fecha grabada en el lado del corazón y los cuadros del abdomen peligrosamente definidos.
¡Oh mierda!
Era la primera vez que lo veía desnudo del torso. Y al parecer no me disgustaba para nada estarlo haciendo.
—¿La estás pasando en grande tragándome con la mirada? Si quieres puedo posar para una foto, no soy penoso.
Fue en ese momento, en que el peso de la realidad me cacheteó haciéndome regresar, fruncí el ceño y salí del escondite. Al menos un poco, porque su brazo apoyado en la esquina me tapó el paso.
—Pero sí un presuntuoso.
—¿Qué haces aquí?
—Estudio, como cualquier persona en un colegio, pero creo que esa es la parte que tú no vienes a hacer.
—¡Oh por supuesto! Eso hacías metida aquí, claro, ¿Y qué tal va la clase? Espero te gradúes con una A enorme en cotilla.
—Apártate.
—Oblígame.
—Creí que estabas enojado —Sus cejas se juntaron y rodó los ojos—, y veo que aún lo estás.
—Yo no dije que estuviera enojado.
—Tu silencio si.
—No estábamos hablando de eso.
—Quítate Jasper.
Nuestras miradas conectaron y algo parecido a la tensión se presentó a nuestro lado con una ceja arqueada y un mensaje de "estoy a punto de joderles la vida".
Al menos avisó, porque justamente eso sucedió.
Yo no me aparté y él no se alejó. Lo único que se escuchaba, eran nuestras respiraciones erráticas.
—Vamos Rockstar, oblígame.
—Tus traumas sobre la autoridad no funcionarán conmigo, no tengo que obligarte a hacer nada, lo haces sin que te lo pida.
—¿Tan segura estás?
—Tan segura como que acabas de amenazar a tu equipo con no acercarse a mi —Tragó ruidosamente y sus ojos azules comenzaron a oscurecerse—. ¿Por qué fue eso exactamente? Estoy en el mercado.
—No eres un trozo de carne como para hablar así.
—¿Te molesta Jasper? —contesté arrullando las palabras—, si quieres también calienta un fierro y márcame el culo con tu inicial.
—No sabía que te ponía tanto el BDSM.
—No, me ponen más los chicos posesivos.
Di un paso al frente, causando que nuestros pechos se rozaran y por consecuencia nuestras respiraciones se dispararan todavía más.
Eso me iba a costar...
Enséñale hermana.
—Pero... eso solo me gusta en los libros, con las personas normales lo detesto, no soy tu puto perro, deja de alejar a mis futuros polvos.
—No te acostarás con ninguno de ellos.
—¿Es una clase de reto?
—No, es una verdad, ya lo dije, no se atreverán a tocarte ni a intentar entrarte.
—Estás olvidando un minúsculo detallito Jaspercito —Recorrí su pecho sudado con el dedo haciéndolo contener la respiración, su mirada se quedó pegada en mi mano, que trazaba líneas con el sudor, volví a subir la mirada—, son hombres, en algún momento tendrán que pensar con la de abajo.
—Mallory.
—Y cuando lo hagan, verás que tus órdenes no son tan fuertes como te lo estás queriendo creer.
Me tomó de los hombros con delicadeza, pero con determinación, empujándome hacia atrás de modo que quedara recargada en la taquilla.
—No hagas una estupidez.
—Define "estupidez"
—Mallory. —gruñó.
—Esto será divertido presuntuoso, yo estaba dispuesta a buscar a un folla-amigo y tú me diste una larga lista de personas a las que puedo utilizar para esa tarea.
—Antes me ahogo en un charco de agua puerca que permitirte hacer eso.
—¿Permitirme? —pregunté arqueando una ceja y dominando la situación, destensé los músculos para que su agarre se debilitara y le di la vuelta.
Lo azoté y el sonido sordo reinó por las cuatro paredes del vestuario, presioné la mano en su pecho, con fuerza, quitándole las futuras escapatorias que pudiera tener.
—No necesito pedirte permiso para follar, pero, si quieres ser el primero en ser considerado —Me acerqué, poniéndome de puntillas, quedando peligrosamente cerca de sus labios carnosos—, tendrás que hacer más que ordenar a tu equipo que se aleje de mí.
—Rockstar...
—Tranquilo, no necesito que digas nada —Lo solté y me alejé, pero antes de salir, di la vuelta para añadir—, no tardes Henderson, porque como ya te lo dijeron, hay una fila enorme esperando.
Espero que recuerdes esto hasta el día que tú estupidez nos envíe al infierno.
No habría forma de olvidarlo, aunque me lo propusiera. Y ahora tenía que idear un plan para que se tragara el dichoso cuentecito del folla-amigo.
¡Mierda!
Necesitaba aprender a cerrar la boca.
Las personas solían criticar constantemente el porrismo, algunas ni siquiera lo consideraban un deporte. Lo que honestamente era el insulto mas grande que nos podían decir, porque por supuesto que éramos atletas.
Con dietas estrictas, sesiones en el gimnasio obligatorias, el riesgo de una lesión, porque aunque la consideres pequeña, puede terminar con tu sueño en un abrir y cerrar de ojos. Siempre en constante movimiento y riesgo.
Por supuesto, la estética era preciosa, la rivalidad adrenalina pura, las competiciones un sueño, pero no hay nada sencillo en este mundo, por eso siempre hay que preguntarse antes de cuestionar a una persona sobre sus pasiones, que tuvo que sacrificar para llegar a donde estaba.
Ser capitana era trabajo de tiempo completo.
Agotador, fastidioso, estresante, ansioso, y muy, muy competitivo.
Y aunque lo sabía, no me hacía daño recordar que, si quería llegar a cumplir mi sueño de ser una All Star, tenía que hacer sacrificios. Aunque en este momento estuviera reconsiderándolo y la idea de volverme vendedora de tomates me llamara.
Llevaba más de dos horas tratando de organizar la escuadra que se presentaría mañana por la noche, en el primer partido desde que nos reasignaron.
Pero por lo visto la ausencia de los chicos en la alineación estaba alterando a más de una.
Éramos de pirámides, lanzadas y más acrobacias de las que podía mencionar en este momento. El suelo no era lo nuestro, éramos amantes del aire.
—No va a funcionar, tendremos que hacerlo nosotras con Mica y Nai. Mía, Cora, Nadya y True son flyers, no les gusta el suelo, nunca han sido muy disciplinadas cuando se trata de aprenderse una coreografía completa.
—Lo sé Laura, estoy pensando.
Estaba siendo un verdadero dolor de cabeza.
Teníamos cuatro coreografías disponibles para presentar, elegir cual seria ya de por si era complicado. No solo se trataba de movimientos sexys y buena música. Detrás de cualquier composición de rutina, había pautas que seguir.
Pero lo que más odiaba de esto, era la elección de posiciones y tener que aguantar quejas cuando no se sentían conformes.
Todo tenía que verse perfectamente sincronizado. Los fallos, olvidos o atrasos podían mandar a la basura días enteros de ensayo.
—¿Y si añadimos a Trenton? —preguntó Salma acomodándose la venda de la rodilla por enésima vez.
Justo cuando llegamos al campo, se le ocurrió la maravillosa idea de hacer un mortal hacía atrás sin estirar antes, y terminó tirada en el suelo como cosa que no servía.
Ahora tenía mal humor y nos lo había contagiado a todos.
En algo tan disciplinado y unido como era el porrismo, cualquier emoción fuerte que no pueda ser controlada, contagia a cada miembro haciéndonos perder la cabeza.
Por suerte, Tommy, Ronan, León, Valerio y Jonathan no tuvieron ningún problema con el reposo que les di al no meterlos en la primera presentación. Ya tenía a un grupo calmado, me faltaba el mas difícil.
Porque si, a nadie le gustaba el suelo, pero a todos nos encantaba el protagonismo.
Y colocar a mis amigas siempre en la primera línea, me había llevado a tener más discusiones de las que me permitiría admitir frente a la entrenadora. Pero no era mi culpa que fueran las mejores marcando pasos.
Así era esto.
Si lo querías, te lo ganabas, y si no, te ibas para atrás. No se trataba de preferencia, sino de perfección.
Y Salma, América y Laura lo eran.
—¿Crees que sea buena idea? Las coreografías con la mascota eran algo llamativo del campo.
—Tu fuiste quien lo trajo en primer lugar, es algo nuestro, si Rose también quiere hacerlo, está en su derecho, pero no les daremos a Trenton para seguir con nuestras dinámicas —respondió Laura lanzándole una mirada de odio a la escuadra de Rose al otro lado del campo, que también se encontraba practicando.
Y bastaba decir que no se veían muy coordinados que digamos.
Rita Jones apareció en nuestro campo de visión, colgada del cuelo de Mark, mientras la mirada de este se encontraba pegada a mí, como si esperara ver una reacción negativa.
Idiota narcisista.
—Entonces así quedará, júntense —Se acomodaron en un círculo alrededor de mí, dejándome en el medio—, Salma, Laura, América, Mica y Nai saldrán mañana con Countdown.
Las miradas volaron y las cejas se arquearon.
Countdown no era ni de lejos nuestra coreografía más sencilla, de hecho, contaba como una de las más difíciles y la que más trabajo nos había costado terminar, no solo por los tiempos rápidos y las marcaciones aceleradas, sino por la gran presión que era llegarle a una canción de Beyoncé. Y añadiendo que tendría que quitar las pirámides y levantamientos, el código Da Vinci parecía más sencillo.
Pero confiaba en que funcionaria.
—¿Eso significa que yo también estaré? —preguntó Trenton arqueando una ceja.
—Sí, haremos la presentación con botarga.
—Me parece bien —contestó True alzando los hombros con desinterés—, la entrada de Trenton siempre llama la atención y es lo que necesitamos.
—En cuanto a la formación para la competencia, la organizaremos conforme saquemos la coreografía. Comenzaremos con los ensayos en lunes, las posiciones serán ganadas, ya saben cómo es —aclaré, daba hasta risa notar que todos estaban en silencio colectivo, se sabía, que cuando la elección de posiciones llegara, la sangre se derramaría.
>>Los que no se presentarán mañana, estarán en las gradas con los gritos, así todos trabajamos.
—Me gusta, soy bueno gritando —respondió Valerio abrazando a Mica quien lo intentaba alejar con cansancio.
—Bien, entonces, si no van a bailar, pónganse a elegir las porras, y si necesitan inventarse nuevas, háganlo. No quiero que esto se vuelva una repetición de nuestras presentaciones aquí.
—¡Sí capitana!
—Mía, estás a cargo, todos tuyos —Ella asintió y se alejó con el grupo B, mientras que las demás se quedaban a mi lado, esperando indicaciones—, sacamos Countdown en el último partido que tuvimos aquí.
—Sí, y nos faltó perfeccionarlo demasiado, muchas nos perdimos en la segunda mitad, pero creo que Trenton es un punto clave, sobre todo porque el partido será televisado —confesó América con una sonrisa entusiasta.
—Entraremos en los puntos ciegos, la entrenadora se encargará de hablar con los técnicos para las luces, toda la escuadra se alineará para las volteretas de presentación, y cuando la canción comience, los demás se abrirán hacia las orillas y nosotros bailaremos.
—Necesito una camiseta de Básquetbol —añadió Trenton—, no puedo ocupar la de americano.
—Yo me encargo de eso —respondió Salma.
—¿Tú? —preguntó Nai sorprendida, pero el ceño fruncido de Salma la hizo enrojecer de inmediato—, jeje, pues bien, Salmita, que bueno que nos ayudes.
—¿Estás insinuando que no lo he hecho antes?
—No yo...
—Porque soy excelente haciendolo, un ángel se podría decir, siempre facilitándole todo a los demás.
—Claro, como el contagio del mal genio, tu siempre tan compartida —dijo Mica rodando los ojos con una sonrisa.
—Yo soy compartida.
—Se nota —murmuró Nai conteniendo la risa.
—Nai, por lo visto quieres saber lo que se siente tener la huella de un zapato en la cara.
—Salma, cállate —guardó silencio mostrándole la lengua a Nai—, céntrese por favor, o las mandaré para atrás.
Las tres cerraron la boca asintiendo como soldados.
—¿Cuáles son las posiciones? —preguntó Mica—, somos seis, tres y tres en los costados, Trenton en medio ¿Así?
—Sí, haremos un rombo—contesté dibujando en la pizarra—, las de enfrente seremos América y yo, enlas puntas estarán Mica y Salma y atrás Laura y Nai.
Después de una hora y media de perfección, órdenes, regaños y quizá algunos gritos, el entrenamiento por fin terminó.
Estaba molida, y por suerte hoy no trabajaba, porque de ser así, probablemente hubiera considerado renunciar.
No estaba con humor de aguantar niños, aunque me gustaran mucho.
Justo cuando las chicas y yo llegábamos al estacionamiento, los chicos salieron por las puertas de la entrada.
Y mi mirada cayó directamente en Izan quien se burlaba de Jasper por algo que no alcancé a escuchar.
Y entonces supe qué haría para alterar a Jasper con el tema del amigo con derecho.
Al subir a la camioneta de Salma, me apresuré a sacar el móvil y teclear rápidamente. Necesitaba que él estuviera al tanto antes de llegar a casa.
Mallory:
Necesito que me hagas un favor que no le va a gustar nada a Jasper.
Izan:
Esto suena a que estás a punto de pedirme una estupidez.
Mallory:
Que comes qué adivinas.
Izan:
Te esperamos en casa, ahí me cuentas todo.
Mallory:
No, sospechará si nos ve charlando, mejor te lo digo por aquí.
Izan:
Apresúrate, porque ya están preguntando con quien tanto hablo.
Mallory:
Necesito que me ayudes a hacerlo creer que eres mi folla-amigo.
Izan:
JAJAJAJAJAJAJA ni de puta coña. Valoro mi vida Rockstar.
Mallory:
Si no lo haces tú, se lo pediré a otra persona.
Izan:
😡
No.
Compórtate y se lista.
Sea lo que sea que tú y él estén pasando en este momento, no es para que hagas una estupidez.
Mallory:
No es una estupidez.
No me gusta que me den órdenes y mucho menos que se crea con el derecho de decirme a quien si y quien no puedo follarme.
Izan:
No es el único.
Si no se nos hubiera adelantado, todos lo hubiésemos hecho.
Mallory:
No te estás ayudando.
Izan:
Estaba molesto en la mañana, no quiero que pague conmigo toda su frustración.
Mallory:
¿Ya terminaste de mentir?
Izan:
Por supuesto.
Mallory:
¿Eso significa que me ayudarás?
Izan:
Cuenta con ello. 😏
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