✺ Capítulo 8 ✺
"Malita del corazón"
Middle of the night- Loveless.
Jasper:
El entrenador nos quería matar.
Pero ¿Cuándo no quería hacerlo en realidad?
Tuvimos que salir del gimnasio por la falta de luz en el colegio, y ahora estábamos calentando en el estacionamiento porque nos rehusábamos a tener que pedir prestado el campo.
Así de maduros éramos.
Keith, Erick y Levi llegaron diez minutos tarde, y por su culpa nos habían puesto a correr por todo el lugar, hasta que, y cito las palabras del entrenador —alguien terminara desmayado—, tranquilo como siempre.
—Voy a matarlos —dijo Izan a mi lado sin perder el ritmo—, primero, tengo una resaca de sueño horrible, segundo, siento que todavía huelo a carne por su estúpida guerra de comida en casa, y para terminar de colocar la cereza en el pastel de mierda, parece que estos estúpidos no saben lo que es una jodida alarma.
—El pequeño Izan está de malhumor —canturreó Harvey uniéndose a la conversación—, la verdadera pregunta es ¿Cuándo no lo está?
—¡Qué te den!
—¡Dios Izan! Tienes la amargura de un viejo soltero lleno de gatos, y eso que apenas cumplirás los dieciocho —añadí negando con la cabeza—, necesitas un polvo, o un psicólogo.
—Aporto dinero para el psicólogo —dijo Ander—, Cristo no quiera que se le vuele la cabeza un día de estos y nos apuñale mientras dormimos, o peor, mientras follamos.
—Es momento de empezar a acomodar tus prioridades —respondió Griffin negando con la cabeza—, no entiendo cómo para ti es peor que te maten mientras follas.
—Imagínate que no he terminado de complacer a la preciosa señorita, quedaría como un egoísta.
Ignorando por completo el debate de Ander, entendía la molestia de Izan.
La temporada estaba en su apogeo, al ser inicios de febrero y época de reclutamiento universitario, los nervios y la ansiedad por conseguir una beca eran mortales. La NFHS —la federación nacional de asociaciones de escuelas secundarias—, no es una broma. Era un privilegio ser de las escuelas que poseían el financiamiento para estar en un nivel alto dentro de la federación. También nos ayudaban las donaciones de los antiguos alumnos jugadores que ahora estaban en la NBA.
Varios de los partidos de casa incluso eran transmitidos por un canal deportivo local, una de las razones por las cuales la escuadra de Rose no quería dejar el gimnasio. Ya que los partidos grabados de americano sólo se enfocaban en el juego y no en lo demás. Perdieron su punto de visibilidad. Uno que Mallory no necesitaba al ser la campeona nacional actual de porristas, pero que le haría demasiado bien al final.
Llamar la atención de los reclutadores de por si era un problema, sobre todo en un deporte tan rentable como el Basketball.
El año pasado tuve la fortuna de obtener dos llamados por becas deportivas y aunque se me pedía adelantar el año, decidí esperarme. Por suerte, las ofertas aún seguían en la mesa. Watson y Princeton eran un sueño, por supuesto, pero mi tirada desde pequeño siempre fue Brown y era la que esperaba conseguir.
Izan necesitaba destacar en los siguientes dos partidos si quería obtener al menos una oferta buena. Harvey y Ander ya tenían una, Griffin estaba buscando saltarse el ultimo año, pero la posición que ocupaba Iz era de las mas peleadas.
Por lo tanto, de las más difíciles para llamar la atención.
—Relájate, estoy seguro que nos hará parar cuando se cumplan cuarenta y cinco minutos —murmuré rezando porque aquello fuese verdad.
También estaba a punto de tirarme al suelo y besarle los pies al entrenador para que nos tuviera clemencia. Era horrible correr como idiota por más tiempo del estrictamente necesario.
—No me interesa, parecemos estúpidos corriendo a través de los autos.
—Izan, ¿Quieres un té? Para tranquilizarte, o ahogarte, lo que tú desees hacer —dijo Ander rodando los ojos.
Decidimos por nuestro bienestar físico alejarnos de Izan hasta que el castigo terminara y para cuando el silbato se escuchó, a ningún miembro del equipo le funcionaban las piernas de manera correcta.
Estaba sudado, cansado y apestaba a ratón muerto.
¡Puajj!
—¡Bien niñitos! Espero que con esto aprendan que la puntualidad es tema serio, y no voy a permitir faltas cómo estas de nuevo, si vuelven a romper las reglas, su sanción será un partido entero en la banca.
—¡Qué! —gritamos a unísono.
—Con su reciente comportamiento dentro de los pasillos, Mauro cree que motivarlos mejor nos ayudará a que pongan de su parte.
—¿De qué está hablando entrenador? —pregunté frunciendo el ceño y siendo obligado con las miradas de los demás a hablar—, hemos hecho todo lo que se nos ha pedido.
—No me refiero solo a comportarse con la escuadra del norte. Sus cositas de "quien es más importante" tienen que terminar.
El equipo volvió a mirarme como si esperaran que yo volviera a decir algo, rodeé los ojos.
—Hemos tratado de evitar a Mark y su equipo, aparte de ellos, nos pidió que, si el alumnado del norte se acercaba a pedir ayuda, la diéramos y eso intentamos.
—Chicos, yo les creo, lo digo en serio, los conozco, se que de querer ponerse rebeldes ya lo hubiesen hecho, pero Mauro está pidiendo mucho más.
—¿A qué se refiere con más? —Ahora fue Izan quien preguntó.
—A que los quiere ver involucrados, este sábado, antes del partido de americano, habrá una recolecta de víveres para una casa hogar de huérfanos en el norte, se espera que cada equipo consiga víveres suficientes.
—Ajá, pero no comprendo que tiene esto que ver con la división de la escuela y nuestro comportamiento —dijo Keith arrugando la nariz.
—Mauro piensa que al equipo le falta esa pizca de ayuda a la comunidad.
—Pero si hemos hecho colectas monetarias, las ganancias del último partido se dieron literalmente a la caridad —contesté frunciendo el ceño.
—Déjeme adivinar, va a poner cómo incentivo la sana competencia —respondió Griffin cruzándose de brazos—, me parece bajo ocupar la caridad para demostrarle a los padres que sabe controlar a los sectores juntos.
—Tampoco me gusta, pero tendrán tiempo también para convivir con la escuadra de Hindsley fuera del gimnasio, ella ha sido la encargada de las últimas recolectas en el lado Norte, y he escuchado que se agradan.
Las miradas volvieron a posarse en mi y yo tuve que hacer un esfuerzo gigante para no volver a poner los ojos en blanco.
La cuestión era justamente esa, yo podría ser el ser más encantador a lado de Mallory, probablemente si me pidiera que me disfrazara de pollo pelado, lo haría, pero, como persona, como capitán y cómo popular del sur, mi comportamiento era muy diferente.
No era normalmente conocido por saber comportarme, quedarme callado o volverme un defensor de las almas perdidas por los pasillos. Era todo lo contrario. Y por las calles de la ciudad la cosa no era muy diferente.
—Sí, hemos conversado con Hindsley —respondí presionando la boca en una fina línea.
Lo que más me molestaba de esto era ver los ojos preocupados del entrenador por lo que sea que fuese a decir después. Esto no pintaba bien.
—Mauro piensa que Hindsley puede ayudarnos a mejorar nuestra imagen como equipo en la prensa, la reputación que se tiene de Weston Sur no es buena y los últimos reclutadores lo dijeron. Tener de nuestro lado a alguien tan llamativo en la comunidad escolar nacional, nos ayudará.
—No vamos a ocupar la imagen de Mallory para nuestro beneficio —ordené subiendo la voz y en ese momento todo el mundo dejó de respirar, el entrenador lanzó una ceja hacia arriba y me miró expectante—, me parece muy bajo, incluso para nosotros. Si quiere que hagamos una recolecta, perfecto, pero creo que es tiempo de que Mauro comience a hacer su trabajo como principal de manera correcta.
—Es justamente lo que está haciendo Henderson, une las partes diferentes de los dos lados para formar un vínculo que antes no existía. Es por eso que Mark y Rose están organizando una convivencia.
Esa rata. Ahora tenía sentido, Mauro no tenía un pelo de estúpido.
—Aunque nosotros tengamos una buena convivencia con Hindsley, entrenador, me parece incluso grosero que Mauro quiera utilizar su fama para quedar bien con los padres de familia. Una recolecta ya es lo suficiente llamativa por su cuenta.
—Se dijo que le explicarían a Hindsley sobre esto, Mauro añadió que dudaba que se fuera a negar.
—¿Qué otra opción tiene si se lo pide el principal del colegio? —pregunté, pero fue más bien un grito y todos abrieron los ojos con sorpresa—, pídame lo que sea, sabe que lo haré, todo menos aprovecharnos de Mallory.
—Bueno Jasper ¿Qué problema hay con eso? Nunca te ha supuesto dificultad unir fuerzas si se trata de dar visibilidad al equipo.
—Que ella no es Rose, entrenador, tiene sus propios asuntos y responsabilidades. Está preparándose para un competencia importante y no sabe decir que no.
—Entonces de eso se trata ¿Qué hay entre tú y Hindsley, Henderson? Creí que el reglamento de cero tolerancia con las relaciones entre deportistas y porristas era muy claro.
—El reglamento era para la parte sur, el nuevo no dice nada sobre ello.
—Henderson —sentenció frunciendo el ceño.
—Pero esto no tiene nada que ver con eso entrenador —añadí frunciéndole el ceño de regreso—, es mi amiga y la respeto.
—No es mi decisión, ni la tuya, mucho menos la de ella, Mauro ya dió la orden, si prefieres informarle antes, por mi está bien, pero eso no evitará que Mauro venda su buena imagen para nuestro beneficio.
—Tengo una mejor idea.
—¿Qué carajo estás haciendo? —murmuró Ander dándome un codazo en las costillas para que me callara.
Claramente no lo hice.
—Si esto se vuelve algo distinto, como una alianza de los dos equipos, creo que venderá incluso más que la imagen de Hindsley.
—Te escucho.
—Jasper, cierra la puta boca —ordenó Izan pero lo ignoré.
—Conozco a alguien que puede ayudarnos a convencerlos y así los dos salimos ganando, vendemos la imagen de la sana convivencia, y no pisoteamos a Hindsley en el proceso.
Todos guardaron silencio, la mirada del equipo nadó entre la cara del entrenador y la mía.
—Creo que si, tienes razón, pero tú relación con Birk es casi tan buena como la de nosotros con Mauro —El entrenador me miraba sorprendido.
Nunca antes había actuado interesado sobre alguien que no fuera el equipo o yo. Supongo que eso había cambiado meses atrás, pero apenas me estaba dando cuenta. Ellos y yo.
—Déjemelo a mi, antes del partido del Viernes ya tendré todo organizado para que le de la notica a Mauro.
—Eres un idiota —susurró Griffin en mi espalda—, con lo último que sucedió con Mark, dudo que vaya a decir que si.
—Cállate.
—Pues bien, lo dejo en tus manos entonces, mientras tanto, comiencen con el entrenamiento.
Y así, el tema se dió por zanjado y el entrenamiento real iniciado.
Rockstar:
Hdhayehay.
Uy se mehaido.
No veonada.
Dnde stas???
Fruncí el ceño sacudiéndome el cabello mojado con una mano, caminé hacia mi locker para poder vestirme, no sin antes enviarle una respuesta.
Jasper H:
???
En cristiano por favor.
Rockstar:
Donde stas???
Jasper H:
Terminando el entrenamiento ¿Tú?
Rockstar:
Suelo.
Jasper H:
¿Estás en el suelo?
Rockstar:
No estoy my sgura
Dtoy bria.
No entendía nada.
Eran las nueve con quince de la noche, Mallory había salido de su trabajo hacia dos horas. Tendría que estar en casa. Aunque pensándolo bien, no me avisó en cuanto salió y tampoco envío mensaje cuando llegó a casa.
¡Oh no!
Esto tenía una clara pinta de situación que no me gustaría para nada. ¿En dónde estaba? ¿Con quién? ¿Y por qué me escribía en egipcio?
Jasper H:
¿Bria?
Mallory, no te entiendo.
Rockstar:
ebRia
¡Mierda!
Jasper H:
¿EBRIA?
¿En miércoles?
Debes estar bromeando.
Donde sea una jodida broma Rockstar.
Rockstar:
Pq bromearía???
Me da pereza hasta escribir.
Intenté llamarle pero no respondió, el buzón apareció incluso antes del primer timbre.
Jasper H:
Contesta el maldito teléfono.
Rockstar:
A mi pídeme las cosas por favor, o no hago caso.
Jasper H:
¿Para discutir si puedes escribir bien?
En.
Donde.
Estás??????
Rockstar:
Ni idea.
Jasper H:
No estoy jugando.
Rockstar:
Yo tampoco.
No tengo idea.
Jasper H:
Cuando te encuentre, juro por Dios y todo lo que quiero Hindsley, que voy a matarte.
Rockstar:
Si es que me encuentras ;)
¡Mierda multiplicada por dos!
Fue la primera vez que me vestí en menos de un minuto, salí volando del vestuario hacia al aparcamiento, ignorando los gritos de los chicos que intentaron detenerme. Pulsé el botón de llamar de nuevo, rezándole a todos los dioses que existían en el mundo, que la mujercita al otro lado de la línea respondiera.
—¡Presuntuoso!
—¿En dónde estás?
—Oye, no seas maleducadito ¿Ok? Primero se saluda y después se hace el interrogatorio.
—Mallory, no estoy jugando —sentencié frunciendo el ceño—. ¿En dónde te metiste?
—¿La verdad o la mentira? —La iba a matar.
Mallory no era de las personas que tomara decisiones estúpidas, pero siempre existe una primera vez y esta era la suya por lo visto. Y por desgracia para mi, yo tendría que ser quien fuera a rescatarla. Solo esperaba que no estuviera en un callejón de mala muerte, o en un bus camino a Texas.
—La verdad ¿Estás ebria? ¿Qué tanto?
—Un poquito, me he caído y decidí quedarme botada en el suelo, no es tan incomodo como parece, la verdad.
—¡Dios Mallory! Voy por ti.
—Tienes una voz sexy cuando te preocupas ¿Te lo he dicho alguna vez? Creo que no.
—No lo has hecho.
—Debería ¿Cierto? Para que me frunzas el ceño y actúes como si fuera tu peor pesadilla creada solo para joderte, ¿Me disculpas? Aunque si me castigas, de preferencia que sea con palmadas en el trasero.
¡Cristo bendito!
No he procesado...
¿Cómo es que se rezaba? Ni siquiera sabía, pero tendría que ponerme a hacer memoria porque lo necesitaba con urgencia.
—Vale señorita seductora, necesito que me digas que hiciste después de salir del trabajo ¿Podrías hacerlo?
Debía tener paciencia. Necesitaba no alterarme. Tenía que tranquilizarme. Pero en cambio, lo que quería hacer era gritarle.
Esta mujer me iba a terminar de volver loco.
¿Ahora se le ocurría hablar de ese tema? El alcohol transformaba hasta el alma más pura.
—Eh... no mucho la verdad —Su voz se escuchaba divertida y arrastraba las palabras de vez en cuando, estaba ahogada en alcohol—, después de la peor clase que he dado en mi vida, decidí pasar por un seven y comprar una botella de whisky, ese que pediste cuando nos conocimos. El de la etiquetita negra.
¡La puta mierda que me parió y me trajo a este mundo!
—¿Te has bebido una botella entera de Jack Daniel's, Mallory? ¿Tú sola?
Respira Jasper, respira. Es amiga, no enemiga. La queremos viva. No necesitamos espantarla. Inhalar, exhalar.
Hasta parecemos seres funcionales.
—¡No, no! no! entera no ¡Uy! Eso podría malinterpretarse—Me estaban castigando, esto era una maldita tortura—, la mitad solamente, de la botella quiero decir —Sí, definitivamente la iba a matar, como si necesitara realmente que aclarara esa parte—, nunca en mi vida me había embriagado por gusto ¿Sabes? Me duele la cabeza.
—¿Ya comienzas a tener resaca? —pregunté impacientándome, el reloj corría y la aplicación de rastreo que le insistí descargar a inicio de semestre no funcionaba.
¿Si le pedía señales de humo? No, probablemente incendiaria todo el lugar a su alrededor. ¿Qué me enviara la ubicación en tiempo real? No la creía capaz de escribir una palabra entera sin equivocarse, esa también estaba descartada. ¿Llamar a la policía? Probablemente necesitaría responder preguntas, como por ejemplo ¿Quién jodidos le vendió una botella de alcohol a una menor de edad? Muchos problemas.
Aunque esa información la investigaría después para mi uso personal.
—Te dije que me caí y me golpeé la cabeza —Mis alarmas se dispararon—, vine a un parque cerca del seven, traté de subirme a un columpio después de beber, pero me fui de culo ¿Lo puedes creer?
Por supuesto que me lo creía.
—No te muevas, voy para allá.
—¿Es una orden Jasper? No me va muy bien eso de seguir lo que me dicen —Se escuchó tortuosamente traviesa y no era momento para comenzar a pensar con la cabeza que tenía abajo.
Concentración.
—Voy en camino ¿Puedes esperarme? —pregunté de nuevo mientras le hacía señales a Izan que ya caminaba hacia mi con los chicos a su lado, le pedí las llaves con un gesto y me las lanzó sin preguntar—, listo Rockstar, no cuelgues, ¿Está bien?
—No es que tenga algo mejor que hacer, la verdad.
—¿Qué quieres dicer exactamente con eso?
—Hoy descubrí que tengo amigas.
—Me di cuenta.
—Y amigos también.
—Igual lo noté.
—Y un chico que finge ser mi amigo pero cada que me ve con shorts, no me parece que realmente me tenga en la friendzone.
—Deberás decirme el nombre y la dirección de ese tipo entonces, tendré que ir a pedirle de manera muy poco amable, que se forme en la larga fila qué hay detrás de mi.
—Jasper ¿Alguna vez has pensado que se siente ser un murciélago?
Vale, ahora su nivel de borrachera rebasaba el punto máximo en mi termómetro de alcohol. Que era básicamente un escalón arriba de Ander después de las finales del año pasado, desnudo, corriendo por toda la ciudad con un balón desinflado cubriéndole las pelotas.
Terminó en la comisaría. Muy mala noche para el entrenador.
Tuve que mantenerla hablando sobre la escuadra y cosas como si alguna vez pensó en qué se sentiría analizar antes de beber sola como una vagabunda en un parque, lo normal.
Ya llevaba quince minutos manejando, pasé el pequeño edifico en donde el salón de baile se encontraba, a dos cuadras estaba el seven y solo me bastó bajar a preguntar para que me dieran la dirección del parque más cercano y el nombre del dependiente que se encontraba trabajando a las seis y media.
Información valiosa para uso personal.
Estaba a menos de un kilómetro.
Cuando divisé el letrero gigante con el nombre del parque, detuve la camioneta sin mucho cuidado y ni siquiera me preocupé por cerrar la puerta o quitar las llaves. Tuve que saltar la valla que cercaba el sitio, ya que la entrada principal se encontraba cerrada con candado.
Mallory tendría que dar muchas explicaciones por la mañana cuando ya estuviese sobria y en sus cinco sentidos.
—Ya estoy aquí Rockstar, hay tres pares de columpios, ¿En cual estás? —pregunté interrumpiendo la canción que estaba cantando desde hacía dos minutos.
Después de esta noche, Shake it of de Taylor Swift pasaría a mi lista negra de canciones que jamás en mi vida escucharía de nuevo.
—Encuéntrame, Henderson —Y colgó.
¡Colgó la maldita llamada!
Ya se iba a enterar. Nunca me gustaron las escondidillas.
Era un juego tonto, estúpido y todos los insultos que podría mencionar en menos de un minuto. No encontraba el sentido de esconderse y esperar que una pobre alma con nada de suerte en la vida, localizara a un grupo de personas cabronas con más astucia que él.
—¡Mallory! —grité observando rápidamente cualquier indicio de su pequeño cuerpo por el lugar en medio de la oscuridad—, a como sigas escondiéndote, te vas caminando.
—Mentiroso, no te atreves a dejarme sola —Entonces vi como su pequeña mano apareció, a varios metros de distancia.
Ni siquiera se fue a esconder, la tonta solo jugó con mi mente. Como siempre.
—Mañana por la mañana, espera tu muerte, que te la has ganado.
—Jujujuy mira que miedo te tengo —Una sonrisa borracha apareció en su rostro y yo tuve que hacer un esfuerzo enorme para no contagiarme de ella—, tienes carita de enojado Jasper ¿Estás enojado?
—Sí.
—¿Por qué? No debe ser sano ir por la vida molesto todo el tiempo, creo recordar sobre un estudio al respecto, la taza de mortalidad de las personas gruñonas es muy baja.
—Seguro que la mayoría de personas gruñonas tienen a una no muy lista que les revienta los nervios.
—No me eches la culpa de tu poca falta de diversión, yo así te conocí.
—Por supuesto, soy gruñón por gusto.
—Ves, así está mejor, me gusta tener razón —Rodeé los ojos cruzando los brazos, ella arqueó una ceja, aún en el suelo.
—¿Se puede saber si tienes pensado ponerte de pie?
—No creo poder, tendrás que alzarme como princesa.
—Mallory.
—Es cien por ciento real, todo me da vueltas, ya lo intenté.
Solté un suspiro más parecido a un gruñido, para después encajar una rodilla en el césped y ayudarla a sentarse, su sonrisa se intensificó en cuanto me tuvo más cerca.
—Me gustan tus ojos.
—A mi también.
—Y tus pestañas, es horrible que los hombres nazcan con tan buena genética, no me parece justo.
—¿Estás diciendo que me tienes envidia? —pregunté arqueando una ceja, pasé una mano por debajo de su espalda y la otra por sus piernas para alzarla—, sujétate bien y procura no vomitarme encima.
—Jamás he vomitado por culpa de alcohol.
—No te creo.
—Te lo juro, me da asco vomitar y por eso nunca lo hago.
—¿Estás diciendo que te tragas el vomito solo por asco? Eso me parece mucho peor Mallory —La miré, ella aún sonreía, tenía las mejillas sonrosadas por el alcohol en el cuerpo, pero parecía traviesa y divertida, en pocas palabras, peligro—, deja de mirarme así.
—¿Así como?
—Así como si pudieras contarme las arterias.
—Eso no tiene ningún tipo de sentido.
—Sí lo tiene, deja de hacerlo.
—Está noche me ha servido para analizarte mejor.
Lo que me faltaba.
Me iba a volar la cabeza. Ya era lo suficientemente incomodo que pudiera saber que pasaba por mi mente con solo mirarme, si comenzaba también a psicoanalizarme, me metería un tiro.
—¿Necesitaba ser analizado?
—Por supuesto, no me gusta ir a ciegas con nadie —fruncí el ceño—, me refiero a que, hasta hace poco, no teníamos la oportunidad de vernos tan seguido.
—Lo se, no fue mi decisión.
—¿Seguirás recordándome eso? —preguntó rodando los ojos, fue entonces cuando bajé la guardia y aprovechó el momento para saltar de mi agarre.
La vi en cámara lenta, como con la agilidad de un tigre, tomó vuelo, se sujetó de la reja y saltó a la calle teniendo un aterrizaje perfecto.
—¿No estabas ebria? —pregunté aún confundido.
—Sí, pero puedo caminar, solo no quería hacerlo.
¡Cabrona!
Tampoco es que le fuera a decir que no.
Hice exactamente lo mismo que ella y para cuando llegamos a la camioneta, mi mal humor se intensificó. Pensándolo con más calma y con la preocupación a raya, me di cuenta de que en serio había cometido una estupidez.
Comprendía por qué, a menos a medias, no tuvo tiempo de llorar su ruptura ni de analizarla, mucho menos de sentirse mal. Estaba aceptando que toda su vida había cambiado, una vida que ya tenía bien estudiada y a la que se había acostumbrado. No solo fue el shock de descubrir que su novio era un rotundo imbécil, sino también de darse cuenta que, por su falta de atención, no notó que tenía amigas.
Amigas reales. Que estaban dispuestas a colgar al cabron de su ex sólo por defenderle. Que era importante.
—No conocía a alguien como tú —dijo en un susurro casi imperceptible.
No sabía si era el alcohol el que estaba hablando por ella, pero supuse que nada de lo que dijera a continuación sería bueno para mi ritmo cardiaco, aún medio estable.
—Creo que ese es el punto, todos los seres humanos somos diferentes.
—Ahórrate la mierda, no estaba hablando de eso.
—Mallory, cierra los ojos y duérmete, aun me falta pasar por los chicos, es un largo camino y ninguno de los dos está en posición para hablar.
—No te enojes conmigo, tú también haces estupideces y no te digo nada.
—Definitivamente no he puesto en peligro mi vida de esta manera.
—No que yo sepa —giré la cabeza tan bruscamente que tuve que contener la respiración para regresar la concentración al camino si no quería que nos estrelláramos—, no eres una blanca paloma, esa no te la crees ni tú.
—No es lo mismo Rockstar, pudo sucederte algo grave, estabas a mitad de la nada, ebria y sola.
—Exageras, este sector está más cuidado que la escuela.
—No interesa.
—¿Quieres que te pida disculpas?
Por supuesto que no.
No quería eso. Quería que entendiera que ya no estaba sola, que ahora habían personas que se preocupaban y estaban dispuestos a emborracharse a mitad de semana tan solo por acompañarla en su mal de amores.
Pero no era nadie para hacérselo ver.
Tendría que entenderlo de a poco. Con cuidado y a pasos chiquitos.
—No tienes ni debes Mallory.
—Entonces quita esa cara que me siento regañada, y eso que no has dicho nada —Se soltó el largo cabello oscuro y lo dejó caer por sus hombros—, necesitaba olvidarme un poco de todo.
—Lo se.
—Y quería hacerlo sola, me gusta estarlo, se como funcionar, cuando están todos a mi alrededor es confuso, no entiendo todavía la dinámica de la amistad.
—Bueno.
—¡Jasper! Deja de responderme con monosílabos.
—No se que quieres que te diga.
—Nada, a veces solo es necesario que escuches y te tragues la puta lengua ¿No de eso se trata la amistad?
Rodeé los ojos para aparcar la camioneta sin mucho cuidado y voltear a mirarla.
—Bien, te escucho —Pareció momentáneamente perpleja, se dió cuenta que acababa de conseguir lo que pidió, pero dudaba que ella lo hubiese pedido en serio—, habla.
—Yo no... tampoco era para que detuvieras la camioneta.
—O te escucho o conduzco.
—Jasper... era broma, puedes arrancar.
—No, ahora habla.
—Pero yo...
—Habla.
—Es que...
—¡Que hables!
—¡No me grites! —respondió golpeándome el hombro y frunciendo el ceño como niña pequeña—, estoy sensible, alcoholizada, y malita del corazón, en cualquier momento me vuelvo en río Nilo.
—Malita del corazón —repetí tratando de aguantarme las ganas de reírme en su cara, pero su dedo acusatorio me hizo callar—, lo siento.
—Estoy tan confundida...
—No es para menos, una ruptura jamás es fácil, sobre todo a esta edad. Dicen que las relaciones en la preparatoria son un desastre.
—Yo soy un desastre —Negué con la cabeza tan rápido que la hice sonreír—, me parece tierno que nunca aceptes ningún apelativo malo sobre mi.
—No eres un desastre, es todo.
—¿Por qué eres tan lindo siempre? —preguntó.
—Yo no soy lindo —respondí poniendo cara de asco—, ni de lejos Rockstar.
—Por supuesto que lo eres.
—No lo soy, estás confundiendo esto.
—¿Confundir que?
—Confundir lo que se supone alguien debería hacer normalmente, con lo que crees que es "lindo"
—No se de que hablas, simplemente dije que lo eras.
—Por lo que hago por ti, por mi comportamiento contigo o mis actitudes, es por eso —añadí, guardó silencio unos segundos y después asintió no muy convencida.
—Pues si.
—Te dire algo que quizá no sepas, o quizá si —Me acerqué tomándole el rostro con ambas manos—. Es lo menos que te mereces por parte de un amigo o de otra persona en general, y me duele saber que estes viendo esto como demasiado, pero ni siquiera es el diez por cierto de lo que deberías esperar que alguien te de.
—Yo...
—No lo romantices Rockstar, mereces mucho más de lo que te han dado, desafortunadamente no estabas enterada de ello, pero créeme que estoy haciendo nada.
—Eso no es cierto...
—Créeme, si hiciera todo lo que quisiera hacer, te darías cuenta.
Dejé de mirarla, por el bien de mi sistema respiratorio y mi mente, que estaba a punto de salirse por mis oídos y huir.
¿Qué estaba haciendo?
Maldita sea.
Me estaba confundiendo.
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