✺ Capítulo 25 ✺
"Arruinada y reclamada"
Play with fire - Sam Tinnesz ft Yacht Money.
Nota: Este capítulo contiene una escena +18 si eres menor de edad o no te gusta leer este tipo de cosas, puedes fácilmente ir hasta el final del capítulo. Ninguna cama fue destrozada en el proceso de escritura de este capítulo.
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Mallory:
Entramos a mi apartamento dando tumbos, el lugar estaba en completa penumbra pero él se sabía el camino hacía mi habitación de memoria por lo que no fue prioridad encender la bendita luz.
Comencé a quitarle la chaqueta, pareciendo demasiado urgida sin dejar de besarlo y aunque hubiese querido, la única vez que intenté apartarme, me gruñó y casi me mordió el labio. Sonreí sobre el beso ante el recuerdo y fue lo único que faltó para que se decidiera por cargarme, otra vez.
Mis manos eran un desastre porque quería tocarlo todo, le jalaba el cabello, le acariciaba el rostro, le recorría la nuca con los dedos. Quería que me sintiese en todas partes como yo lo sentía a él.
Nos dejó caer lentamente en la cama y para cuando mi cuerpo ya estaba sobre el colchón, me di cuenta de que tenía meses sin tener intimidad. No es que fuese muy activa con Mark, fue el chico con el que perdí al virginidad y honestamente la situación me dejó tan decepcionada, que solo lo hicimos tres veces. No era algo que particularmente disfrutase jamás, pero no recordaba que se sintiera... Tanto.
En ese momento me di cuenta de lo diferente que Jasper era para mí, no solo como amigo, sino también por la forma en la que el deseo me cegaba y me contraía hasta los dedos de los pies.
Fue como una corriente eléctrica que me recorrió desde los talones hasta la coronilla de la cabeza. Tenía la piel erizada y el estómago hecho un nudo. Podía parecer una inexperta y la realidad es que lo era.
Al lado de Jasper al menos, quién sabía si era mucho más... Activo que yo.
—Deja de pensar —Solté un suspiro cuando él se alejó, me alcé y recargué el cuerpo sobre mis antebrazos—, no tenemos que hacer nada que...
—No termines esa oración, Henderson —Se río y sacudió la cabeza, luego la movió hacia a un lado con una orden implícita y le hice caso, me acomodé en la cama y él se recostó a mi lado, ambos estábamos de costado y su respiración chocaba en mi nariz—, de verdad quiero hacerlo.
—No se trata de querer y lo sabes —contestó con voz ronca, a mi chico le estaba costando mucho trabajo mantenerse controlado, arqueé una ceja.
—¿Por qué te estas conteniendo exactamente? —pregunté mientras me removía en la cama para recostarme boca abajó, alcé la cabeza y lo miré—¸ no es tu estilo en lo absoluto.
Soltó un gruñido y lanzó la cara al techo, suspiró y se llevó ambas manos a la cara para tallárselas con frustración, solté una risita y salté para quedar encima, sus dedos estuvieron sobre mis costillas inmediatamente después, sentí su clara erección debajo del short que llevaba debajo de la falta.
Era... Evidente, por no decir más, intenté acomodarme para no lastimarlo pero ejerció fuerza en su agarre evitando que me moviera, reí y él se enderezó para recargar la espalda sobre la cabecera.
Me estaban palpitando lugares que no sabía que podían palpitarme.
—No seas cabrona —La risa se convirtió en una carcajada, pasó saliva de forma audible y me entrecerró los ojos—, aquí, estoy tratando de ser el caballero que te mereces.
—¿Cuándo carajo concluiste que eso es lo que quiero?
—No es lo que quieras, es lo que mereces que yo te dé, que cualquier persona te dé, independientemente de si todavía no lo ves, Rockstar —Joder, si no estaba enamorada antes, lo juró, comencé a estarlo en ese instante.
Yo desde el primer capítulo hermosa.
—¿Alguna vez lo has hecho sin sentirte presionada, Mallory? —preguntó y la gracia de toda la escena se evaporó como hielo en el desierto, asintió en reconocimiento—, ¿Sabes acaso que te gusta que te hagan? ¿Cómo te gusta que te toquen? ¿Qué te hace sentir cómoda y qué no?
Me quedé muda.
—Sí ¿Ves? —Alzó la pelvis para acercarme, rebote sobre los huesos de su cadera y mis manos golpearon su pecho—. Quiero que quede esto claro, Mallory, para futuras experiencias, si no quieres, dices no. Si no tienes ganas, dices no. —Tragué saliva, sus ojos eran un desastre oscuro de lo dilatadas que tenía las pupilas, el azul que normalmente tenía tonalidades grisáceas y agua marinas, en ese momento eran más parecidos al de un océano en medio de una tormenta—. No se hace lo que no quieres. Si no te gusta, jodidamente me lo dices. Si no estás sintiéndolo bien o nada en lo absoluto, me lo haces saber.
¿Qué tan baja tenía la vara antes? ¿Cuántas migajas realmente acepté por parte de otra persona?
Es verdad que cuando perdí la virginidad no estaba del todo contenta, llevaba casi dos años con Mark cuando sucedió y... Sí, me sentó fatal que se estuviese quejando todo el tiempo, así que acepté, fue incomodo, cero satisfactorio y muy doloroso. Todavía me acordaba de lo que sentí al ser penetrada por primera vez, fue como si me hubiesen pateado directamente en la entrepierna y ni hablar del sangrado que tuve durante dos malditos días.
Estuvo horrible.
No entendí para nada a las personas que me contaron que su primera vez fue miel sobre hojuelas, yo no tuve esa experiencia y hasta donde sabía, mis amigas tampoco. De igual forma no encontré el tiempo para explorarme y dar con lo que me hacía sentir bien porque siempre estaba ocupada, y, para ser franca, me sentí muy apenada para conocerme a ese grado.
Si pudiera retroceder el tiempo, haría de esta mi primera vez oficial, porque así era como tenía que pasar.
—Quiero esto como no tienes una maldita idea —Soltó en un susurro ronco—, no soy tonto ni un puto santo, tampoco quiero que me veas como tal por estar teniendo tres gramos de decencia, pero quiero que cuando pase, lo hagamos porque sientes las ganas en todas partes.
Y lo hacía, así que, con eso ultimo dicho, le jalé el cuello y me estrellé contra sus labios que me dieron la bienvenida de inmediato.
—Pídemelo.
—Carajo, solo hazlo, Jas.
Toda la calma y la tranquilidad con la que se mantuvo hasta el momento, saltó por la ventana, porque me volteó tan rápido que ni siquiera me di cuenta hasta que ya tuve la cabeza sobre la almohada. Era un desastre desesperado y necesitado porque me tocase, porque me enseñase lo que era que te lo hicieran de forma correcta. Sabía que era muy poco probable que tuviera un orgasmo, pero eso no quería decir que no lo disfrutaría.
El beso fue tan demandante, como si estuviera reclamando algo o alguien. A mi, para ser más exacta.
El hormigueo que me entumió el cuello con forme empezó a dejarme un rastro de besos en la piel mientras descendía, pudo pasar fácilmente al top uno de mis sensaciones favoritas.
—Todo esto se trata de que me digas si se siente bien —murmuró mientras me recorría las clavículas con la lengua, contuve el aliento y arqueé un poco la espalda, ocupando más.
Sentí su sonrisa de satisfacción en la piel, maldito engreído.
—Nada de dejarse inflar el ego por esto, Jasper —dije sin aliento.
—¡Oh, cállate!
Después me quitó el top y segundos después se deshizo de su playera, cuando regresó la mirada, retrocedió con los ojos desorbitados como si la imagen lo hubiera golpeado, arqueé una ceja y aproveché la conmoción para sentarme. Me acomodé el cabello a un lado y lo dejé caer sobre mi piel casi desnuda sin dejar de mirarlo, mientras llevaba las manos hacia la espalda y de un tirón me desabrochaba el sostén negro, las tiras colgaron en ambos lados de mis costillas y sonreí.
—¿Quieres hacer los honores? ¿O prefieres que yo las muestre?
Gruñó y se acercó, solté una ricita cuando me tomó las caderas y me colocó sobre él.
—Para que conste, he intentado no imaginarme como son durante mucho tiempo. —dijo.
—Que confesión tan escandalosa.
—Sin duda, algo por lo que mi abuela se taparía los odios.
—No hablemos de tu abuela en este momento, Henderson, hazme el favor —Río y sacudió la cabeza, la gracia de disipó una vez que lo miré y sus pupilas se dilataron por la excitación de nuevo, tragó saliva y llevó los dedos a los tirantes del sostén mientras los bajaba, seguí el movimiento con la mirada.
Todo lo hacía parecer tan metódico, como si fuese el capítulo de un libro que no es que quisiera, sino más bien necesitaba memorizarse.
—De acuerdo —susurró acercándose a mi cuello, solté un gemido imprevisto cuando su lengua atrapó el lóbulo de mi oreja, arqueé la espalda y una de sus manos comenzó a masajearme un pecho.
No fue brusco, no lo apretó ni lo golpeó, el tanteó, rozó y masajeó tan lento que pude haber explotado solo por eso. Tenía la boca semi abierta frente a mi pecho derecho, la mirada de pregunta que me dio me hizo asentir como una necesitada, nunca le negaría nada, mucho menos eso. Y cuando su boca lo atrapó por fin y succionó, me perdí, jadeé tan fuerte que la garganta me dolió. Reboté la cabeza hacia atrás mientras los ojos se me ponían en blanco.
Con cuidado me dejó en el colchón pero yo no pude abrir los ojos, estaba tan absorta en memorizar todo lo que sentía, que mirarlo no fue prioridad. Su lengua empezó a deslizarse desde mis pechos hasta mi ombligo, contuve la respiración por la sensación de la humedad que iba dejándome en la piel.
—Mmjumm, eres tan suave.
—Jas... —Llegó al hueso salido de mis caderas y se deshizo de mi falda tan rápido que cuando las piernas golpearon el colchón, solté una carcajada.
—¡Oye, que no soy de hule!
—¿Te ha dolido? —preguntó alarmado, sonreí y negué con la cabeza—¸dime cuando quieras que me detenga ¿De acuerdo?
—Lo haré, pero —Hice ademán de sentarme, no me lo permitió, fruncí el ceño—, quiero desvestirte también, Jasper.
—Y lo harás, cuando llegue el momento, Rockstar, ahora, se buena y quédate quieta. Te necesito acostada y prestando atención.
Joder.
¿Desde cuándo me gustaba que me dieran ordenes? Aparentemente desde ese instante.
—Voy a grabarme esta imagen y me la voy a tatuar en el puto corazón —dijo mientras se empapaba de mi, sonreí, porque de alguna forma no me intimidó que me estuviese viendo casi desnuda.
No me importaron las marcas que la dermatitis me dejó a lo largo de los años, ni las erupciones frescas que todavía tenía, era solo una chica frente a un chico al que le gustaba tal y como era ¿No es la mejor manera de borrar una inseguridad?
Mi atención se enfocó en él y en los besos que empezaba a darme en las piernas, subiendo hasta mis músculos aductores, gemí cuando se acercó a la parte baja de mis bragas, las rozó cuidado y miró hacia arriba.
Tenerlo entre mis piernas, con el cabello hecho un desastre y los ojos llenos de deseo me deshizo completamente.
—¿Puedo?
—Yo no... Yo nunca...
—¿Nunca te lo han hecho? —preguntó con el ceño fruncido mientras apretaba mi cavidad sobre las bragas, jadee tan fuerte que tuve que abrir un poco mas las piernas.
Estaba tan sensible que lo sentí por todo el cuerpo, incluso creo que hasta la lengua se me entumió, estaba realmente impaciente porque hiciera algo más que no fuese besarme.
—¿Quieres?
—¿Tú quieres? —pregunté, apenada y a punto de volverme loca.
—Yo quiero.
—Yo también.
—Perfecto —Con cuidado, jaló la tela hacia un lado y se llevó un dedo a la boca para humedecerlo, fue la imagen más erótica que vi en mis dieciocho años de vida.
Contuve la respiración por la anticipación.
Metió el dedo húmedo a mi cavidad con cuidado, ayudándose del flujo que ya tenía por todas partes, gemí tan fuerte que ni siquiera me reconocí.
Me sujetó con fuerza con una mano para que no me moviese demasiado porque siendo sincera, mis caderas tenían vida propia, el movimiento de su dedo fue constante y giré los ojos cuando registré la sensación de estar introduciendo uno más, dejé caer la cabeza en la almohada y me enfoqué en ello, hasta que su aliento chocó con mi clítoris y grité, allí cuando decidió lamerlo y succionarlo, me mató.
Fui, con toda honestidad, arruinada por la lengua de mi mejor amigo.
—Necesito que me ayudes aquí, Rockstar —murmuró—, las piernas, puedes...
—Jasper, soy porrista, lo has visto, sabes de lo que mis piernas son capaces.
—Carajo —gruñó y yo hice lo que me dijo abriendo un poco más las piernas.
No pasó mucho tiempo después de eso para que sintiera la urgencia de necesitarlo dentro, ya estaba demasiado excitada como para dejarlo ahí abajo, así que me aparté de golpe y lo jalé para que quedara sobre mí.
—¿Condón? —pregunté.
—En ello —Se movió hacia donde dejó el pantalón y sacó el sobrecito metálico de una de sus bolsa, arqueé una ceja—, no me mires así, un chico puede tener esperanzas.
—Las tuyas fueron más manifestaciones.
—¿A qué sí? —Abrió el envoltorio y sacó el condón con cuidado, comenzó a tantearlo, confundiéndome—¸estoy cerciorándome que no esté roto.
—De acuerdo.
—Estoy limpio, por si necesitabas la información.
—Te creo, no la necesitaba.
Asintió y yo me quedé embobada admirando como se colocaba el bendito condón en la polla, era gruesa, de que, gruesa y larga, del tamaño justo y perfecto.
Tragué saliva porque ¡Maldito el infierno! Iba a dejarme peor que Bambi recién nacido. Y yo se lo iba a permitir. Porque no era estúpida.
—Hagamos esto con cuidado, ojitos coquetos, no te me apresu...
—¡Joder! Solo métela ya —Soltó una carcajada y negó con la cabeza mientras dejaba caer la cara en mi cuello y yo reía también—, eres una cosita ansiosa ¿Te lo he dicho antes?
—¿Yo? ¿Ansiosa? ¡Hombre! Toda una locura.
Sacudió la cabeza y me besó, sentí como se movía su mano entre mis piernas abiertas y se acomodó.
—Inhala —ordenó en un murmullo y eso hice, vi cómo se sostuvo la polla y la acomodaba en mi cavidad, todo comenzó a palpitarme, sacó la mano y la puso en un costado de mi cara.
Sentí la punta rozándome la abertura, estaba allí, de verdad.
Y tenía tanta urgencia de ya tenerlo dentro que me causó dolor físico, apreté los dedos de los pies para controlarme. No podía respirar. No podía quedarme quieta, esta tan ansiosa por él que tuve que apretar las sábanas con las manos para evitar que mis caderas bailaran.
—Joder —Dejó caer la cabeza en la almohada pero no dejé que se apartara mucho tiempo, le tomé el rostro con las manos, demasiado necesitada, lo besé y con la misma rapidez, subí las piernas a su espalda para engancharlo e hice palanca con las piernas para que entrara, ambos jadeamos y el control se rompió.
El malditamente gimió en mi oído y yo le mordí la oreja apagando el interruptor de su control.
—Acabas de cavar tu tumba —gimió mientras terminaba de entrar en mi cavidad, lancé las manos hacia su espalda y lo arañé mientras empezaba a sentirme llena.
—Solo fóllame.
—Voy a hacer más que eso, Rockstar. —gimió y yo grité.
Se pulverizó, no supe en lo que me metí cuando le quité la calma, porque solo me duró el segundo en el que tuve su polla dentro para que volviera a tener el mando.
Las embestidas ni siquiera fueron rápidas o frenéticas, pero sentirlo dentro de mí fue suficiente para que no deseara que se saliera jamás, en algún punto, acomodó uno de sus dedos en mi clítoris y mientras me envestía, lo acariciaba y hacía girar, la humedad de sus yemas me estaba aniquilando lentamente.
—Necesito, necesito más.
—¿Quieres más, cariño? —preguntó, pasó un brazo debajo de una de mis piernas y la subió—, enseña eso elasticidad ahora, Rockstar.
Tenía la rodilla al lado de mi cara pero cuando embistió de nuevo, me di cuenta de mi error.
—¡Oh mierda!
—Respira, Rockstar.
—Mierda, Jasper.
—Dime, amor —dijo en un gemido—, eso te gusta.
El eufemismo del puto siglo fue eso. ¿Qué si me gustaba?
Carajo. Estaba acabada.
Contra todo pronóstico, el orgasmo empezó a tomar forma lentamente, primero un cosquilleo en la planta de los pies, después en la pelvis, hasta que sentí adormecida toda la entrepierna, él se dio cuenta, así que apretó las embestidas para ayudarme y volvió a bajarme la pierna que tenía arriba, pero no fue la penetración la que me estaba haciendo volar, fue su dedo.
Exploté mientras lo besaba y segundos después, él se deshizo sobre mí.
Nos quedamos en la misma posición en todo momento, y lo preferí, no me creía demasiado como para tentar una distinta en nuestra primera vez y no pareció molestarle.
Se salió con cuidado, mientras se sostenía la polla para que el condón no se saliera y se disculpó para irlo a tirar al baño.
Estaba. En. El. Cielo.
Busque a tientas mis bragas en la cama y me las puse aprovechando su escapada. Sabía que tenía que ir también, según mi madre, para evitarme alguna infección, era mejor que fuese a orinar una vez que terminara de follar. Así que salí con sigilo al baño diminuto del pasillo y cuando regresé, el seguía dentro.
Me puse el sostén para no sentirme muy expuesta y me acosté de nuevo.
—Mírate, desnudo en mi habitación —Silbé al verlo caminar hacía mi como dios lo trajo al mundo y me mostró el dedo medio.
—Eres una idiota, Mallory.
—Esa es mi línea.
—Parece que los papeles cambiaron —Se puso los bóxers y gateó desde la orilla de la cama hasta que lo tuve encima, sonrió y yo le regresé la sonrisa.
Ambos estábamos cansados y nuestras respiraciones todavía no parecían haberse controlado, pero estaba conmigo, entonces pude aguantar el sueño.
—Eres malditamente hermosa, lo sabes ¿Verdad?
—Algo se comenta por ahí —respondí mientras le acomodaba el cabello con la mano—, pero no te detengas en decírmelo, es mejor cuando lo escucho de ti.
—¡Mierda! Eres una mocosa.
—¿Lo soy? —pregunté haciendo puchero, tomó mi labio inferior para mordisquearlo y reí una vez más.
Estaba tan feliz que ya me dolían las mejillas, las piernas también, pero por otra cosa, de hecho me estaban temblando, pero no quise revelárselo al presuntuoso que tenía encima, no lo callaría jamás.
Se acostó a mi lado y estiró el brazo para que me acurrucara, así que eso hice, me dejó un casto beso en la frente y se alejó.
—Bueno, tengo que decir, Hindsley, que es cierto eso que dicen de las bailarinas.
Él iba a decir una guarrada, estaba tan lista para ello que comencé a carcajear antes de que la revelara.
—¿De qué te ríes, loca? Era una duda real que no me dejaba dormir.
—¡Por favor! Cállate ya.
—¿Por qué? Es verdad, esa elasticidad tuya, mujer, me va a dejar loco.
—A mí no me eches la culpa de nada, Henderson —añadí mientras acomodaba la cabeza en su pecho, lo miré hacia arriba y sonreí—, bien jugado, Cap.
—¡Dios, piedad! Solo llevamos ropa interior, no me digas así en este momento.
Carcajeé y acomodé la sabana en su pecho para que me pudiese sentar, arqueó una ceja y me admiró mientras evitaba verle el abdomen que tenía tantas ganas de lamerle, hice una nota mental para la próxima y me acomodé.
—¿Qué tal fue para ti?
—¿Acaso dudas en si lo disfruté, Rockstar? —preguntó jalándome un mechón de cabello, juguetón—, no duré tres segundo solo porque me puse a cantar el himno nacional.
—Eres un imbécil.
—Y tu follas como bailas, mujer.
—¡Jasper!
—Es una observación, una que no te permito le reveles a nadie más.
—Ahora que lo dices...
—¡Ughh, te odio! —Me acercó y me besó, sonreí porque me di cuenta de lo mucho que se contuvo antes. Jasper Henderson era un hombre de contacto físico, quien lo diría.
No supe si fue por la cercanía, lo lleno que sentí el pecho, todo lo que me había dicho y como eso me hizo sentir, la noche en general, toda la semana que pasó entre idas y venidas y que ese momento fuese real, que cuando la diarrea verbal comenzó a subirme por la garganta, no pude detenerla, me tensé.
—Mallory, ¿Todo en orden?
Asentí pero no lo miré, lo que me imagino fue la razón por la que me alejó, tenía el ceño fruncido y buscaba leerme, pero mientras menos podía, más se le juntaban las cejas.
—Jas yo...
—¿Qué pasa? —preguntó alarmado.
—Mi padre está en la cárcel.
Y silencio.
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