Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✺ Capítulo 22 ✺

"La caída de un cobarde parte dos."

Jasper:

No creí que ver la pancarta con mi cara burlándome de alguien me sentaría tan de la mierda...

Pero ese era el punto de todo esto.

Llora perra, llora.

Que nos incomodáramos, que nos diera vergüenza y nos sintiéramos fatal por la culpa. Que nuestra mente reaccionara y comprendiera que no éramos perfectos. Que no podíamos criticar y juzgar tan abiertamente a Mark, si en algún punto de nuestra estadía en Weston High fuimos él con otra cara.

No interesaba si no era similar, el acoso o el bullying de cualquier índole estaba jodidamente mal. Por muy pequeña que fuese la broma o el chiste.

Yo lo sabía. Lo había vivido en carne propia.

Recordar lo mucho que odiaba y me aterraba ir a clases, saber que en un buen día, lo mejor que me podían hacer era golpearme hasta dejarme casi inconsciente y que, si no lograba terminar todas las tareas que me obligaban a terminarles, el encendedor sobre la piel de mi espalda sería el bendito premio.

La gasolina que vaciaban sobre mis apuntes, los insectos colocados en mi almuerzo, temer a que llegara el miércoles más que otros días porque tocaba gimnasia y yo no era capaz de correr más de dos vueltas sin sofocarme, que incluso el profesor se burlara de mi poca resistencia física.

—¿Estás bien? —murmuró Molly a mi lado, asentí, con la espalda tensa y las puños en los costados, blancos como un cascarón de huevo—, respira Jas, estás aquí conmigo...

—Todo en orden, descuida, tu concéntrate en...

—¿Crees que la ayuda solo puedes darla tu o que carajo? —dijo entre dientes y con el ceño muy fruncido, los brillitos que le decoraban los ojos brillaban de vez en cuando con las pequeñas estelas de luz que entraban de la calle—, no hagas esto y dime en que puedo...

—¿Quieres ayudarme?

—Eso te estoy diciendo, imbécil —Se acercó con cuidado y me abrazó, el pecho me ardió y la piel se me encendió por la calidez del contacto, la manera en la que la mujer me hacía sentir entero al tenerla en mis brazos no era normal. Alzó la cara y me sonrió—, estás aquí conmigo ¿De acuerdo? Nada de lo que te hicieron te volverá a pasar jamás.

—Lo sé.

—Solo respira Jas, piensa en unicornios.

Solté una risa silenciosa y negué con la cabeza, sentía su cálido aliento sobre la garganta, las puntas de su cabello me rozaban los brazos, la suavidad de sus manos mientras me acariciaban la espalda me recordaron lo afortunado que era. Lo increíble que era ella. La suerte que teníamos de tener una amistad como la nuestra.

De habernos conocido. De querernos. De descubrir juntos que no estábamos solos, que ahora la vida no dolía tanto, que a medianoche cuando podíamos sentir que el mundo era una mierda, solo estábamos a una llamada de distancia.

—Si lo piensas de esta manera, todo lo que hemos vivido y pasado nos envió a este punto.

—¿Qué punto es ese exactamente? —pregunté ejerciendo un poco más de fuerza en el abrazo, quería fundirme en ella y convertirnos en uno solo.

—Uno en el que el dolor y las malas experiencias nos ayudaron a que existiera un nosotros.

Un nosotros... no un yo, no un ella, un nosotros.

Podía gustarme mucho la palabra viniendo de su boca. Dicha con su voz.

Esa maldita e increíble chica...

—¿Te he dicho alguna vez, Rockstar, que hablas demasiado?

—Muchas veces en realidad, ninguna de ellas me importó.

Rodé los ojos con burla, agaché la cabeza para estar más cerca de su rostro, rocé la nariz con la suya y le susurré:

—Una vez terminemos con esto, tu vienes conmigo, Hindsley.

—A donde sea que me llevas, Henderson.

Me dio un beso tronado en la mejilla y se separó para volver a colocarse frente al micrófono y hacerle señales a Ander.

Comprendía que una de las razones por la que una vez llegando a Weston opté por comportarme como un imbécil, fue porque no entendía todo el daño que el acoso me causó. Está contenido en una caja, oculto en algún lugar lleno de telarañas en mi mente. Era hombre, esas cosas no las hablábamos ni las expresábamos. No solíamos pedir ayuda.

Era muy extraño que sucediera.

Tenía a mi abuela que sabía me escucharía siempre, pero... nunca me ha gustado molestarla ni preocuparla, ella ya es una mujer mayor, cualquier cosa podría alterarla o perjudicarla, yo no deseaba ser una carga. Mi padre era un excelente modelo que seguir, pero por ese tiempo siempre estaba tan absorto en trabajar para darme lo mejor, que cuando se tomaba algunos días para salir conmigo o irnos a algún lugar para olvidarnos de todo, no quería teñir ese tiempo de nada que no fuese divertirme con él y agradecerle por todo lo que hacía por mí.

Así que enterré todo aquello una vez que me convertí en lo que era actualmente y me juré que no dejaría que lo que viví volviera a definirme.

No hasta que conocí a Mark y las náuseas y el miedo con el que viví la mayoría de mi época de secundaria, regresaron como una bandada de cuervos y se convirtió en rabia y cabreo, recordándome de una muy mala manera lo que significaba tener ese comportamiento o siquiera acercarse a poseer la misma mentalidad.

El fuerte no era fuerte sólo por golpear o hacer sangrar, si en ese momento me preguntaban yo diría que de hecho, hablando de esas dos partes en específico, las más fuertes eran las acosadas. Se debía tener demasiada fuerza mental, amor por la vida y resiliencia suficiente para no dejar que la situación te derrumbara y te llevara a caminos oscuros en donde en la mayoría de los casos, solo se encontraba una salida.

Según la internet, la depresión era una característica muy común en personas acosadas, el riesgo de suicidio se marcaba como en un cincuenta y dos por ciento en los hombres y un treinta y siete en las mujeres.

Era un censo global, por lo que el porcentaje era elevadísimo.

¿Cómo le explicabas a alguien aquello? ¿Cómo una vez sabiéndolo si quiera podías ignorarlo u olvidarlo?

La decisión de ponernos también en las pancartas vino de una conversación que tuvimos con las chicas el día que terminamos de adornar la bodega. Laura, como la maldita cabeza ingeniosa que era —y la de las ideas estúpidas—, compartió que no podíamos comenzar una cacería de brujas sin autoanalizarnos primero. Que de hecho, hacerlo sabiendo que media escuela estaba enterada de que éramos los menos indicados para crucificar al maldito de Birk nos convertía en la versión de las señoras católicas que criticaban todo a su paso para después, los domingos, asistir a misa y actuar como las personas más devotas y obedientes del cielo.

Antes me arrancaba la polla con una sierra que obtener esa jodida etiqueta.

También era cierto que, si lo sucedido con Mallory no hubiese escalado tanto y él hubiera dejado todo por la paz después de la ruptura y no decidiera empezar a acosarla, no estaríamos haciendo nada. El plan al principio ni siquiera tenía algo que ver con esto, era solo vengarse del cabrón y burlarse de su miserable vida como él llevaba tiempo haciéndolo de nosotros.

Pero eso, de hecho, no nos haría mejores, nos colocaría en su lugar.

Claro, todo empezó por él, todo giró alrededor de su mierda y la porquería de persona que era, pero ahora, en este momento, iba más allá. Era mucho más grande que su pandillita idiota y las actitudes imbéciles de Rita. Incluso en una situación que comenzamos por él, le quitamos el poder de ser el protagonista.

No solo Mark era un gilipollas, solo era el que más se conocía por ser un atleta rico del sector Norte. Acosadores había muchos, la taza incluso era mayor en el sur. Nuestro sector estaba teñido de rebeldía. Malas actitudes. Problemas que los chicos del Norte nunca entenderían de la misma forma porque no sabían lo que era pelear por la comida. Que asistir a una escuela y terminar la preparatoria era para algunos un lujo. Que después de estudiar muchos tenían que ir a trabajar para ayudar a sus padres con los gastos.

Obviamente el sur tenía tan mala reputación porque la escuela era uno de los pocos sitios en donde se podía uno olvidar del cagadero al que tenías que regresar una vez que sonara la campana.

No juzgaba a nadie por su comportamiento, pero si cuando las consecuencias de este era puesto en alguien más.

—Tu turno Ander —dijo Mallory sobre el micrófono, las luces volvieron a encenderse mientras comenzaban a proyectarse videos que Ander pudo recopilar y robar de las cámaras de seguridad de Weston.

¿Qué era un delito más a la lista?

Había de todo.

Desde una simple metida de pie en la cafetería causando que alguien se cayera sobre la bandeja de comida y todos rieran, hasta varios idiotas golpeando sin censar a un menor detrás de las gradas del campo de americano. Hombres juntándose en el baño para pasarse fotos intimas de sus exnovias. Chicas escondiéndole la ropa a otras en los vestuarios después de una clase de gimnasia. Maestros que creerías eran una joya de docente, acosando y sobrepasándose, utilizando su poder y nivel para incomodar a las chicas. Una captura tras otra de comentarios en las redes sociales acosando en fotografías. Mensaje de odio tras mensaje de odio.

Esto era una funa masiva. Íbamos tras cualquiera que estuviese cubierto de mierda.

En un momento dado, tras el silencio y la atención que todos tenían en la proyección, empezaron a pasar nuestros videos, varias capturas que decidimos ceder de nuestro chat de equipo en donde nos burlábamos de alguien o hablábamos cosas indecentes sobre alguna chica. Rose actuando de la forma en la que Rita actuaba y burlándose de niñas de primero por su aspecto físico, ponchándoles las llantas de las bicicletas, rompiéndoles los lentes, incluso pegarles goma de mascar en el cabello.

Salma gritándole a las personas o riéndose de algún miembro de su escuadra que se acababa de equivocar. América y Laura mirando mal a las que intentaban hacer las pruebas y juzgándoles por creer que no tenían lo que se necesitaba. Izan lanzándole los balones de básquet a la cabeza a los de primero solo porque sí. Ander haciéndole bromas a nuestro pobre maestro de informática que apenas y podía ver. Mallory mirando mal a quien fuese porque no estaba al tanto de que no gestionar mejor las expresiones faciales a veces era muy mal tomado. Yo, hablándole a mi equipo con adjetivos femeninos como si por decirles "mujercitas" fueran más débiles.

Ocupando mi posición de capitán para saltarme clases y hacer lo que quisiera.

Mallory se retorció de incomodidad a mi lado y desvió la cara. Estaba siendo demasiado fuerte de ver y no era la única.

El mar de estudiantes estaba debatiéndose entre salir huyendo, llorar, seguir viendo, evitar e ignorar todo lo que se estaba mostrando...

Aquí todos, absolutamente todos tenían que incomodarse lo suficiente para darse cuenta de que ignorar la situación no era suficiente, que no te hacía mejor, que ver a alguien golpeando a otra persona y decidir no intervenir por miedo o desinterés, de hecho te convertía en un culpable también.

—Ahora, como pueden ver —remarcó Mallory—, Mark Brik no es el único idiota en Weston.

—Sabemos que quizá muchos seguirán con la misma mierda —confesé—, entendemos que algunas personas pueden no estar listas para cambiar o simplemente decidan no hacerlo.

No sabía que nos creíamos, si verdugos, presidentes o que carajo, pero al menos estábamos haciendo algo.

—Pero no en Weston. No mientras nosotros estemos allí. —dijo ella.

—El principal Mauro tenía razón cuando decidió juntar ambos sectores —añadí—, un sector no es mejor que otro solo por el dinero. O el nivel académico. O por tener las casas más bonitas o las fiestas más turbias.

Algunas risas se escucharon, deshaciendo un poco la tensión ahogadora que se apoderó del sitio en cuanto el video comenzó.

—Pero esto es para que la próxima vez que se crean más fuertes que alguien, lo piensen dos veces.

El video se cortó y empezó a mostrar fotos recopiladas de varios alumnos que fueron acosados —con su consentimiento, claro—, las bocinas resonaron con los audios de ellos sufriendo, pidiéndole ayuda a los profesores, contándoles lo feo que era estar en Weston a sus amigos...

Los rostros iban desde el miedo y el pánico, a la lastima y la tristeza.

Segundos después el lugar volvió a oscurecerse y cuando los reflectores que colocamos estratégicamente en el techo, empezaron a iluminar los postes que se esparcían pegados a la pared alrededor de la bodega, mostraban a aquellos que habían sufrido en carne y hueso, de pie sobre las tarimas, serios y sosteniendo todos unas cuerdas que se encontraban sujetando cubetas, volvió el silencio.

Fue muy difícil conseguir que algunos quisieran participar, había muchos aterrados por las represalias, otros no querían regresar nada de lo que les hicieron, sólo deseaban olvidarlo. Incluso unos tantos lo negaban, no deseaban admitir lo que vivían y mucho menos desvelar el nombre de los que les hacían la vida imposible.

Pero de nuevo, un idiota solo se cree mejor cuando se le da atención, una vez que lo despojas de ello, no queda nada más que la porquería que lo conforma.

—Toda acción tiene consecuencias —dijo Mallory mientras mi equipo y las escuadras abandonaban sus puestos y comenzaban a colocarse en medio de la pista—, toda acción tiene una reacción.

—Y todo culpable, obtiene su castigo.

Salté de la tarima y ayudé a Mallory a bajar también para correr hacía nuestros amigos, antes de que siquiera pudiéramos cerrar los ojos, los chicos que sostenían las cuerdas las jalaron, volteando las cubetas del techo y llenado a todos —salvo a ellos— de slime.

—¡Carajo! —gritaron Salma e Izan a unísono.

—Esto fue una idea de mierda —añadió Laura mientras se sacudía el slime color naranja del cuerpo.

—En mi puta vida vuelvo a ayudarles en algo —confesó Griffin.

—¡Joder! Era un vestido nuevo, malditos —dijo Rose haciendo reír a América.

Todos éramos un desastre baboso y naranja.

Las quejas y los insultos retumbaban por todas partes. Había gritos, uno que otro llanto o chillido, varias personas hablando sobre lo difícil que sería quitar la mierda de la ropa.

Pobres, y eso que todavía no terminaba...

Los chicos volvieron a jalar las cuerdas en cuanto Mallory asintió y la segunda tanda de cubetas se volteó, inundando el lugar de puta brillantina.

Leíste bien, brillantina.

Merecido se lo tienen todos. Abajo lo bullies.

—¡Oh mierda! A mí no me dijeron sobre esto, cabrones todos —chilló América mientras se observaba el precioso vestido que le obsequiaron sus novios, con horror.

—Ni modo Ame, creo que nos tocó soportar —respondió James mientras besaba a Laura—, merecido lo tenemos todos.

—Más tú, por tener amigos tan imbéciles —replicó su novia embarrándole slime del suelo en la cara.

—De acuerdo con la loca —dijo Harvey.

—Me va a brillar el culo hasta el año dos mil treinta, Mallory, maldita sea —Se quejó Ander mirándonos con recelo.

—Eso te pasa por acosador —Le respondió ella mientras intentaba limpiarse los ojos.

Yo mientras tanto, ni me movía, ni respiraba ni hacia jodidamente nada. Estaba absorto en mirar todo el lugar, notando que la mayoría no parecía enojada por el castigo, sino más bien resignada a que eventualmente recibirían algo como esto.

Algo dentro del pecho me palpitó, creció y explotó, llenándome de una sensación de calma que no sentía desde que era un niño.

Ellos no eran mis acosadores. No se parecían en nada ni eran tan crueles, pero por alguna extraña razón, ver a los abusadores, a mis amigos y a mi obtener un poco de nuestra propia medicina, me sentó fenomenal. Me hizo sentir comprendido. Entendido y acompañado.

Mallory me tocó el hombro y señaló con la mirada a los chicos que sostenían las cuerdas. Algunos reían, otros sonreían, otros tantos nos miraban entre preocupados y aliviados.

No había terror. No había miedo.

Ellos se quitaron el peso de ser el corredor. De ser el que debía ser salvado. Se deshicieron del terror y tomaron la decisión de regresar el golpe. De no quedarse callados. De volver a tener el poder.

—A que valió la pena —murmuró mi mejor amiga recargando la cabeza en mi brazo—, nos pasó por idiotas.

—Y todavía faltas tú —dijo Izan tomándola de los hombros mientras la guiaba hacia la tarima.

Las personas se abrían al ver a Molly pasar, consternada, muchos también seguían en shock, dándose cuenta de que parecíamos una actividad de Niño de Kínder.

Joder.

Esa mierda de la brillantina solo pudo ocurrírsele a alguien tan macabro, siniestro y vengativo como Salma, quien por cierto, no había parado de gritar improperios desde que fue bañada de las cositas brillosas.

Seguro ya se había arrepentido.

En cuanto Izan y Harvey ayudaron a Molly a subir, las quejas se volvieron murmullos y la atención se centró en ellos. Si tenían miedo por creer que haríamos algo más, no podía culparlos.

Sonreí cuando vi a Izan mirarme, asentí.

Harvey caminó hacia la parte de atrás y sacó una última cuerda que se encontraba oculta. Rockstar me buscó con la mirada, pidiéndome que le diera respuestas. Al final, todo comenzó con ella. Todo se hizo por y para ella, merecía, al igual que los demás, hacerle pagar a quien la lastimó.

—Es tu turno Mallory —Le dijo Izan sobre el micrófono, ella se acercó a la cuerda sin saber que hacer.

La proyección del gimnasio en donde Mark y todos los demás se encontraban todavía allí, apareció, y fue cuestión de segundos para que todo el lugar entendiera lo que iba a pasar.

Empezaron a corear el nombre de Mallory una y otra vez, pero ella se mantuvo en su sitio, mirando al que ahora era su exnovio.

—No lo está mirando a él —dijo Ander en un susurro, me tomó de la barbilla de malas maneras y me ladeó un poco la cabeza para hacerme entender que, a quien realmente estaba viendo, era a Rita.

Ella no quería castigarla, a pesar de todo lo que le había hecho. A ella y al noventa por ciento de las chicas del sur.

—Ella es mucho mejor persona que nosotros, Henderson —confesó Rose mientras se quitaba de malas maneras el slime de la cara—, yo digo que embarren a la perra, pero para ella, es como hacerla pagar por lo de Mark.

—Creo que es suficiente con el trato que recibirá después de esto —dijo Laura uniéndose a la conversación—, ¿Ya la sacaste de la escuadra?

—Sí, recibió el correo hoy por la tarde —contestó Rose—, creo que tienes razón, lo peor que puede pasarle a Rita es convertirse en una don nadie.

Miré a Ander quien entendió de inmediato la orden tacita, sacó su móvil y marcó algunos números para ponerse el móvil en la oreja después, en la proyección se vio como Rita tomaba la llamada con el ceño fruncido.

—Aléjate de ahí y colócate por las gradas o lo vas a lamentar —Ander dijo y después colgó.

Mallory se dio cuenta de la forma en la que Rita observaba su móvil. No sabía que hacer pero por suerte todavía le quedaba un poco de raciocinio e hizo lo que se le ordenó.

Molly ni siquiera lo pensó, una vez que ya no la vio en el encuadre, jaló la cuerda y en vivo mostró en cámara lenta como el gimnasio se llenaba de pintura en aceite color roja, el slime y la brillantina.

Ya habíamos pensado también en la limpieza del sitio, no éramos imbéciles, si acaso a Mark se le ocurría ir a chillar como un crio, el lugar estaría por la mañana intacto y reluciente.

La bodega se volvió loca. Insultos, carcajadas, gritos, el bullicio parecía no tener fin.

—¡A tomar por culo el maldito Mark Birk! —gritó alguien en algún lugar y los demás lo siguieron, coreando la oración como si fuese una canción.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro