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✺ Capítulo 11 ✺

"El fino arte de las malas ideas"

Call me maybe - Carly Rae Jepsen.

Mallory:

Jasper se fue sin nosotros.

En un instante estaba despidiéndose de su padre, y después ya no estaba por ningún lado.

Los chicos trataron de llamarlo, pero al parecer solo envió un mensaje en su grupo —en donde cabe aclarar no estaba yo—, avisando que tenía pendientes.

Izan trató de convencerme de asistir a la fiesta de celebración en casa de Keith, pero decidí que el día había sido demasiado cansado como para ir a embriagarme, y, recordando la reciente resaca que tuve, no quería acercarme al alcohol en un futuro cercano.

Pasaron a dejarme y se fueron —no sin antes decirme que había cena en el microondas que estaba obligada a comer, además de que no dictara en llamar si los necesitaba.

Un encanto ¿no es así?

La escuadra lo bordó por completo, para ser nuestro primer partido en un gimnasio en el que no estábamos adaptados y del que no entendíamos nada sobre el público y lo que se esperaba, las cosas salieron fenomenales. Incluso la entrenadora se acercó a nosotras cuando el segundo cuarto terminó, informando que una periodista del periódico local quería escribir una nota, debido al cambio de área y el cercano concurso en el que competiríamos.

No era extraño salir en el periódico local, Weston era una ciudad que, aunque se encontrara dividida, era unida cuando de apoyar a los atletas se trataba. Tener cobertura de la prensa nos ayudaría a conseguir público para la competencia, sin mencionar que buscábamos un inversor que quisiera donar dinero para nuestros uniformes.

Tenía tantas cosas que hacer; en la última semana descuidé notoriamente mi puesto de capitana; no tenía absolutamente nada preparado, ni la música, la formación, o el inicio de las coreografías, y con los parciales acercándose, sospechaba que tendría que pedirle a mi terapeuta otra sesión a la semana para que la ansiedad no me desbordara.

Era un problema que llevaba arrastrando desde que inicié la preparatoria, pero por supuesto que no me di cuenta de lo real que era hasta que no pude manejarlo.

Lo normalizado que estaba hoy en día escuchar a los adolescentes decir "me da ansiedad tal cosa" sin saber realmente lo que quiere decir tener ansiedad, provoca que tu mente no le dé la importancia suficiente a lo que te sucede.

No hasta que el cabello comienza a caerse, o las uñas a trozarse, que te ves hurgando en tu alacena a las tres de la mañana porque se te "antojó" un aperitivo por el insomnio, el jodido insomnio, verte incapaz de dejar de tamborilear una mesa con los dedos, de garabatear tonterías en el cuaderno, o de no poder detener la pierna en clase porque ni siquiera estás consciente de que la mueves. Las manos se te pelan, el acné aparece aunque nunca en tu vida te hubiese salido un grano, entre otras cosas más; una verdadera mierda.

Me di cuenta de que padecía de un trastorno ansioso, porque comenzaron a aparecerme pequeñas llagas en la piel que mi madre creyó podían ser por el estrés de los entrenamientos y mi falta de sueño.

La mejor decisión que tomó por mí hasta la fecha, fue sacarme una cita con una psicóloga y obligarme a asistir, aunque tuviera que mover toda mi agenda de ese día para hacer espacio.

Al menos tuve suerte con eso, sabía que no muchos de los chicos de mi edad podían hacerlo, o que quizá seguían minimizando sus problemas sintiendo que era normal y por lo consiguiente, no darle la importancia que se requería.

Porque en una edad como esta, no piensas que lo que se está normalizado tanto, te está sucediendo. O que muy probablemente no cuentan con el apoyo y la comprensión de sus padres, que se niegan a creer que algo así puede estarle ocurriendo a sus hijos.

Por suerte no necesitaba medicación —con lo mala que era para recordar ese tipo de cosas, probablemente me hubiese convertido en un caos—, pero sí que comenzaron a darme ataques de pánico al principio.

Saber que no solo creías tenías un problema, sino que te lo confirmaran y lo hicieran real, sin duda te golpeaba duro.

Y ese era el punto, no se podía lidiar con todo, no al mismo tiempo al menos, y está bien, las cosas son mucho más complicadas como para tratar de entenderlas en un día.

Encendí el televisor del salón y comencé a cambiar canales hasta que me detuve en una caricatura animada de dos ratones. Pareció vieja, a juzgar por los gráficos y la falta de saturación en los colores, pero uno humillaba al otro, así que decidí dejarlo allí.

La lasaña que Griffin preparó, era la más rica que comía a mis cortos diecisiete años, no recordé si comí antes del partido, pero para cuando el olor salió del microondas después de calentarla, el estómago me rugió de una manera caricaturesca.

Tu madre ya te hubiese regañado.

Probablemente.

Sonó la puerta de entrada, bajé el volumen del televisor para escuchar mejor y la cara de Jasper apareció, colgó su chaqueta en el perchero y caminó en dirección a las escaleras.

—Buenas noches a ti también Henderson. —Se detuvo abruptamente, volteó la cabeza y me observó como si no se creyera que en realidad estaba allí, con una pijama de dulces, una caricatura puesta en el televisor y comiendo lasaña en un plato de princesas.

—¿Cuántos años tienes Hindsley? Cinco por lo visto.

—Seis.

—Bueno saberlo ¿Y ese plato?

—Ander me lo compró, al parecer, también hay un vaso de Olaf en algún lugar de la alacena, un encanto.

—No sé si te ven como una amiga, o como una hija, la segunda me parece turbia la verdad ¿Por qué no estás en la fiesta?

—Cansancio ¿Tú?

—Sueño, y mañana tenemos la recolecta en la escuela a las nueve ¿Los chicos?

—Olvidándose de la recolecta y cambiándola por alcohol.

—¿Te dejaron aquí sola?

—¿Tendría algo de malo? —Se acercó arrebatándome el tenedor y robándome una porción nada gentil de lasaña—. Eso es mío.

—Si quieres puedo vomitarlo —Abrió la boca mostrándome la comida ahora destrozada que aún le quedaba sobre la lengua, casi me vomito—. Eso creí.

—Eres un asqueroso.

—Eso me han dicho, pero nunca cuando cómo la verdad, más bien cuando me las estoy comiendo.

—¡Jasper! ¡Dios! Puerco.

—Gato.

—¿Qué?

—Creí que comenzabas a decir animales de granja.

—No hay gatos en las granjas.

—Hay gatos en todas partes Rockstar, culturízate.

—Eres insoportable.

—Y tu muy infantil ¿Estás viendo Pinky y Cerebro? ¿En qué año te quedaste?

—¿Son Pinky y Cerebro? —pregunté abriendo los ojos con sorpresa—. Acabas de desbloquearme un recuerdo, no los reconocí.

—Como no vas a reconocer a Pinky y Cerebro, Mallory, por amor a lo sagrado ¿En dónde tienes la cabeza?

—En la lasaña que estas robándome, Griffin me la dejó a mí, si quieres ve a servirte. —Le di un golpe en la mano cuando intentó arrebatarme el tenedor, bufó y se puso de pie—. Gracias.

—Acompáñame.

—Jasper, literalmente tienes la cocina enfrente.

—Está sola y oscura, me puedo confundir o lastimar.

—Te saldrá un fantasma y te robará la comida, seguro, creo que primero se espanta el fantasma por verte la fea carota, que tú de él.

—¿Estás diciéndome feo?

—Sí.

—Eres una persona muy grosera, Hindsley, si tuviera dañado el ego, ya estaría llorando.

—Qué suerte que tienes para dar y repartir. —Me mostró el dedo medio y se adentró en la cocina, desapareciendo de mi campo de visión.

Volví a subir el volumen, solo para darme cuenta de que ya comenzaba otro episodio y la frase icónica de la serie salía por las bocinas.

Cerebro ¿Qué vamos a hacer esta noche? —Repetí al mismo tiempo que Pinky lo hacía sobre su rueda de ratón.

La puerta de la cocina se volvió a abrir, solo para que apareciera la cara de Jasper y dijera:

—Lo mismo que hacemos todas las noches Pinky, tratar de conquistar al mundo. —Y volvió a desaparecer haciéndome reír.

No es que realmente fuera fan de Pinky y Cerebro de pequeña, pero solo alguien con muy poca niñez —y televisión de paga—, no sabía quiénes eran y quizá también las generaciones arriba del dos mil uno, probablemente cuando ellos ya estaban conscientes de lo que veían, la caricatura fue descontinuada.

Reina, eres del dos mil, tampoco tienes setenta años.

Tu cállate.

—Entonces... —Jasper tomó asiento a mi lado, subiendo las piernas a la mesa de centro para recargarlas—: No quisiste ir a la fiesta.

—No, todavía sigo con secuelas de la resaca del jueves.

—No me dirás que por una resaca decidiste no ir ¿Verdad?

—Estoy cansada, los últimos días han sido demasiado pesados para mi gusto.

—Tienes razón. —Tomó el mando subiéndole a la televisión y me miró—. Dime qué si te gusta, creo que nuestra amistad no podría durar si me dijeras que no.

—Lo hace.

—Bien, puntos por saber de la buena televisión.

—¿Qué hubiese pasado si te decía que no?

—Te hubiese mirado horrible, y por supuesto que te bloquearía de todas mis redes sociales. —Lo miré con una sonrisa, que borré en cuanto noté que lo decía en serio—. Es real.

—¿Me estás jodiendo?

—No, enterarme de que no eres capaz de apreciar la buena televisión, hubiera sido un golpe que no podría simplemente olvidar, sería como en el dos mil doce, cuando los chicos le decían gay a Justin Bieber y sus fans se enojaban.

—No vas a ponerte a comparar algo así con una caricatura, literalmente estás hablando de una época de odio hacia los gustos musicales de la mayoría de las adolescentes del mundo, por no decir que todas.

—¡Oye! A mí me gustaba Justin Bieber, pero era gracioso ver como todas te correteaban por hablar mal del tipo.

—Sí bueno, tenían demasiado normalizado ocupar la palabra "gay" como si esta fuera un insulto.

—Cierto, creo que mientras más analizas el pasado y las cosas que estaba "normal" hacer, te das cuenta lo interiorizado que estaba el odio, ahora que recuerdo, que horror, horrible etapa.

—No lo fue, al menos si quitamos eso, en retrospectiva, era muy buena época, al menos para la industria musical.

—Averigüémoslo. —Sacó su móvil del bolsillo y entró a la aplicación de música, mientras buscaba alguna playlist del dos mil doce—. ¡Mira! It Will Rain de Bruno Mars está aquí. Una joya, Starships de Nicki Minaj también.

—Dame —le arrebaté el móvil de malas manera y comencé a bajar—, Boyfriend de Justin Bieber también y I love it de Icona Pop.

—¡Uh buenísima! Guardala.

—Es un insulto que no la tengas ya Jasper ¿Qué te sucede?

—Bueno, por eso te estoy diciendo que la guardes, ¿Qué otras hay?

We are Young de Janelle Monáe.

—¡No! Esa canción es un himno, creo que la tuve de ringtone en el teléfono hasta que cumplí dieciséis.

—Sigue siendo una de las más sonadas del mundo.

—Otra, dime otra, esto me está gustando, siento que estoy desbloqueando viejos niveles de mi vida.

—A ver, Call me maybe salió ese año también.

—Esa canción ya es como parte de la cultura.

—De hecho, ¿Sabías que varios artistas grabaron un video con esa canción? —confesé recordando lo locos que se volvieron la mayoría de las adolescentes cuando ese video se subió a You Tube—. Todo el mundo hablaba de eso por todas partes, creo que justamente Justin Bieber lo subió, cuando salía con Selena Gómez.

—¡Uy, Selena Gómez! El amor de mi vida.

—Es el amor de la vida de cualquier persona con cerebro, Jasper.

—Mentira, no para Justin Bieber.

—No me recuerdes eso —contesté rodando los ojos, lo fácil que se podían llegar a ofender las adolescentes con situaciones de los artistas eran, seguramente, enigmas que los científicos todavía no lograban entender—. ¿Qué era lo que más te gustaba hacer a los trece años?

—¡Mierda! No me acuerdo, creo que a esa edad comencé a masturbarme.

—¡Jasper! —Le di un golpe en el hombro haciéndolo reír—, En serio que no se puede tener una conversación seria contigo.

—Estábamos hablando de Justin Bieber, Mallory ¿Ese es tu ejemplo de conversación seria?

—Por supuesto.

—Vale, me pongo serio entonces. —Se llevó una mano a la barbilla, pensando con detenimiento, me di cuenta de que sus ojos se habían aclarado, se veían muy bonitos.

Jasper tenía unos ojos preciosos, eran azules claro, pero con motas verdes en el centro que bordeaban las pupilas, había un tono de marino al rededor también.

¿Acabas de decir preciosos?

No.

—Creo que a esa edad me gustaba ayudar a mi padre en el taller.

—¿Tu padre tiene un taller?

—Sí, de motos.

—Por qué no me sorprende —sonrió encogiéndose de hombros—, parece una excelente persona.

—Lo es, sí, ha hecho de todo para que alcance mis sueños, cuando mi madre lo dejó, realmente no recuerdo mucho de esa época, pero por lo poco que me dijo mi abuela, creo que su vida se destruyó. —Era la primera vez que Jasper me hablaba de su familia.

Para ser un poco justa, yo tampoco le había dicho mucho de la mía, solo a que se dedicaban mis padres, pero no estaba enterado de nada más, y tampoco estaba lista para decirlo. Aparte de ser un tema demasiado largo, era difícil y personal, la idea de abrirme así con una persona todavía me daba miedo, por mucha confianza que ya le tuviese.

Nunca tuve un amigo de verdad antes de él, no sabía si hablar de ese tipo de cosas era tan difícil o solo es un rasgo mío, pero definitivamente no me veía aun diciéndole lo de mi padre, o lo que pasé a los dieciséis años.

La sola idea me causó escalofríos.

—Empezaron en la secundaria, estuvieron mucho tiempo juntos, dice mi papá que fue amor a primera vista.

—¿En serio?

—Sip. —Hizo una pausa para comer y después me miró, con cautela, no sabía que hacer, si decirle que no era necesario que me dijera, o preguntar al respecto, no quería verme intrusiva, sobre todo cuando yo no tenía o podía contarle nada remotamente igual—. Esto solo lo saben los chicos, pero yo, realmente no sé cómo es mi madre.

—¿No la conoces?

—Sí, en retrospectiva si, se quién es y como luce, pero no la conozco realmente como persona. Cuando dejó a mi padre, también me dejó a mí, y para cuando la volví a ver, ya sabía exactamente que no la quería en mi vida.

—Oh... lo siento.

Nah, está bien, realmente no sufro por eso desde que tuve la madurez para entender, que, si sus decisiones no pudieron involucrar a su hijo, entonces las mías tampoco tenían por qué centrarse en ella. —No respondí, no solo porque no sabía que decir, sino porque me pareció atroz todo aquello.

¿Realmente su madre no pensó en él? ¿O fue él quien no dejó que se acercara?

Las respuestas realmente no importaban, porque él tomó sus decisiones conforme se sintió, y nadie tenía por qué cuestionarlas.

—Pero en caso de que te lo estás preguntando, Rockstar —lo miré alarmada, a veces sentía que podía leerme la mente, era extraño—, ella no se interesa por mí, y yo tampoco por ella. Cuando regresó para verme, solo me ocupó de excusa para pedirle dinero a mi padre, así que los dos la mandamos a volar, y vivimos muy felices desde entonces, mi abuela, que por cierto te amaría, ayudó a mi padre a criarme.

—¿Cómo se llama?

—Lorena, ella es mexicana, y hace un pozole de puta madre.

—¿Pozole?

—Es un platillo mexicano, tiene carne y algo como el maíz, delicioso, la próxima vez que haga te traeré para que lo pruebes, o puedo llevarte, creo que le gustaría saber que no me la paso con puros hombres.

—¿Por qué? ¿Tiene problemas con eso?

—No, pero dice que la ausencia de una imagen femenina nos vuelve más imbéciles, algo así —reveló girando los ojos—, no he probado la teoría, pero sin ella probablemente a mi padre se le hubiese olvidado que tenía que ir a la primaria.

—Se escucha como alguien inteligente.

—Lo es, sí ¿Tu qué tal? —preguntó robándome un trago de soda que se me olvidó saqué del frigorífico para acompañar mi cena—. ¿Conociste a tus abuelos?

—A los maternos solamente, los padres de mi papá fallecieron antes de que yo naciera, no tiene mucho que mi abuelo murió también, quizá cuatro años, así que no, ya no tengo abuelos vivos.

—Lo siento.

—Está bien, fui muy feliz mientras los tuve, pero la vida tiene un final.

—Madura.

—Solo cuando me conviene, —Negó con la cabeza y sonrió, se me había olvidado por completo que tenía el televisor encendido.

Esa era la magia de Jasper, incluso si estuviese sucediendo una tormenta a nuestro lado, tenía el poder de encapsularte en la conversación. Era tan cómodo hablar con él, aunque no fuese realmente de algo serio y solo estuviera despotricando estupideces, nada más importaba cuando estabas a su lado.

No solo te escuchaba, también te hacía sentir interesante, y la forma en la que se notaba la atención que ponía, te sacaba una sonrisa.

Muchos saben hablar, pero muy pocas conversar, esa era la diferencia entre las personas del mundo.

Eso era lo que lo diferenciaba a él del resto.

—Por cierto, hoy hiciste que todo mi equipo babeara con tu rutina, juro que hasta los camarógrafos barrieron el suelo con la lengua.

—No seas exagerado.

—Es genial Rockstar, en serio son muy buenas en lo que hacen, sé qué ganarán ese concursillo.

—¡Oye! Que no es un concurso cualquiera ¿De acuerdo? Cuando lo veas te darás cuenta de que es más sencillo ir a pelearte en un ring profesional, que estar en una competencia de porristas.

—Haces que suene realmente aterrador.

—Lo es idiota, aunque no lo creas.

—Pero ¡Yo que dije! Lo decía en serio, que falta de confianza hacia tu mejor amigo Mallory, me das vergüenza.

—Que te den.

—De preferencia tu.

—Asqueroso.

—Se te olvidó valiente y guapo.

Que incomodo estaba siendo todo esto.

La división entre los dos sectores se podría ver hasta en la punta del Monte Everest, pero con una diferencia muy peculiar que en el pasado jamás se presenció.

De lado derecho estaban las porristas del sur con los jugadores de americano, y del izquierdo, nosotras y los chicos.

Si alguien me hubiese dicho a principios de año, que mi escuadra sería no solo aliada del equipo de Jasper, sino también amiga, hubiera cortocircuitado.

Jasper, como el buen capitán que sabia era, decidió armar otra mesa en medio, en donde se puso a recibir los vivires de las personas junto a James, Carlo y para mi sorpresa, Mark, no supe exactamente que hizo para convencerlos de trabajar juntos sin asesinarse, pero estaba funcionando.

—Henderson está logrando lo que Mauro quería, ve como las personas los miran, creo que ni siquiera yo me lo creo —murmuró Laura a mi lado, recibiendo una bolsa de arroz de una anciana amable—, astuto.

—Yo siento que parecen perros en una perrera —añadió Salma, como siempre demostrándonos el exceso de tacto que poseía—, míralos, de ese lado los de pedigree, y del otro los vilca.

—¿Vilca? —preguntó América con el ceño fruncido.

Vil callejeros.

—Salma, eres horrible. —contesté tratando de reprimir una sonrisa.

—Fue un chiste, es para que se rían, no para que le encuentren lo malo.

—Eres una grosera. —dijo América negando la cabeza, pero sin disimular la risita dulce que la caracterizaba.

Todavía no llevábamos ni dos horas en el lugar y nos quedamos sin cajas, al parecer, juntar a los dos sectores para una recolecta hizo que la división de la ciudad también dejara de importar, y me alegraba que estuviese pasando, sobre todo en una causa tan noble como la recolecta de víveres.

Estos serían donados a casas hogares, albergues de personas mayores, y al orfanato a las afueras de la ciudad.

Rockstar, déjame eso a mí, te vas a lastimar.

—Jasper, soy muy capaz de cargar una caja por mi cuenta, no seas tan presuntuoso.

—Estoy siendo caballeroso.

—Aclaración, la caballerosidad no tiene que ser para todo, y mucho menos aclararse, es algo que debe nacer.

—Literalmente acabas de cuestionar mi ayuda ¿Qué querías que dijera? Es porque amo cargar cajas pesadas, es mi pasatiempo favorito de hecho, fan número uno.

—Vale, ten —Le di la caja y abrí la puerta de la entrada para dejarla justo al lado de las primeras taquillas, ya había más de diez perfectamente acomodadas una sobre la otra—, es genial todo lo que se está recolectando.

—En ninguna recolecta pasada cubrimos tanto.

—¿En serio?

Rockstar, te recuerdo que el sector sur en su mayoría es de bajos recursos, no muchos tienen la oportunidad de donar, de hecho, en las que hubo en el pasado, había una fila de donación, y otra que venía con la esperanza de recibir algo.

—No sabía eso.

—Ahora lo sabes. —dijo lanzándome un guiño.

—Estoy viendo a la futura madre de mis hijos —canturreó Ander entrando por las dos puertas, interrumpiendo nuestra conversación—, juro que acabo de darme cuenta de que el amor a primera vista existe.

—¿De quién hablas? —preguntó Jasper con una ceja arqueada, señaló entonces la mesa en donde mi escuadra se encontraba, su dedo apuntaba a la alta de cabello largo rubio, que sonreía a las personas frente a ella y platicaba con Salma

—¿Estás señalando a Nai? ¿Te gusta Nai? —pregunté sorprendida.

—Hasta su nombre me hace vibrar.

—Lo siento cielo, no le gustan los promiscuos.

—Por ella me vuelvo monja.

—Ander, prohibido salir con mi escuadra.

—¿Quién eres? ¿Mi madre?

—Soy su capitana.

—No porque nuestro capitán prohíba a nuestro equipo salir contigo, significa que tú puedes hacer lo mismo Rockstar.

Él dijo...

—Ander, si quieres seguir vivo, no te vas a acercar a ella, mantén tu distancia, te lo estoy pidiendo por las buenas. —anuncié suspirando.

—Tarde, me he enamorado, llámame Doctor corazón, estoy en busca de mi primera paciente. —Y salió de allí caminando hacia Nai.

—Es un idiota, no le hagas caso.

—Me da miedo lo que pueda llegar a hacerle.

—Es inofensivo.

—¿Piensas que hablo de él? Ja, estoy hablando de Nai, Jasper.

—¿Pues que es o qué? No me digas que es gay, porque Ander probablemente se mate si le vuelve a suceder algo así.

—No que yo sepa, pero, bueno, le gusta torturar a sus víctimas.

—Mejor, así Ander recibe un poco de su propia medicina. —Negué con la cabeza divertida, para después salir de allí y volver a mis respectivos labores.

El periodista que estuvo la noche anterior en el partido se encontraba de nuevo aquí, fotografiando a los equipos trabajando juntos; lo gracioso era ver como sonreían cuando la cámara se acercaba, para luego poner cara de desagrado mundial.

La escena era cómica de por sí, pero darnos cuenta de lo mucho que le estaba costando a Mark comportarse como persona, nos sacó varias carcajadas nada discretas.

—Creo que, si le vuelven a pedir que pose a lado de Henderson, vomitará. —susurró Nai tapándose la boca con la mano para no volver a reír.

—Sabemos que es bueno fingiendo, si no pregúntenle a Mallory. —añadió Valerio picándome la paciencia.

—Chistoso.

—Mucho.

—¡Hey Rockstar! —Izan se acercaba a nosotros con una caja vacía—. Mauro te envía esto.

—Gracias encanto, déjala en el suelo.

—¿Cómo van? Ustedes están recibiendo mucho más que nosotros.

—Que te digo, es el encanto y el carisma que claramente no poseen.

—¡Oh cierra la boca! Yo soy adorable.

—En el infierno quizá. —escupió Salma recibiendo una mirada mordaz por parte del moreno que ella imitó, claramente eso me hizo imaginarme toda una historia de amor entre ellos, como la buena lectora que era.

Si me permites añadir, yo ya los shippeo.

Yo también.

—Por cierto, ¿Sigue en pie tu plan de jugarle la cabeza a Henderson?

—Por supuesto, ¿Qué tienes en mente?

—Mira, sospecho que ayer en la noche nos vio coqueteando, y por eso se fue.

—¿En serio?

—Por supuesto, Jasper nunca se pierde las fiestas de Keith, tuvo que estar demasiado cabreado como para pensar en ir.

—Bien, eso le pasa por idiota.

—Escucha —me tomó del brazo para alejarme de la mesa—, ha añadido una norma al reglamento del equipo.

—¿De qué estás hablando? —pregunté retrocediendo.

No se atrevió ¿Verdad? No fue capaz de...

—No puedes abrir la boca con esto Rockstar, si lo dices corro el riesgo de que me expulsen del equipo, no es joda —murmuró—, sonríe como si estuvieras disfrutando de mis coqueteos —ordenó, y eso hice, por supuesto—, le pidió al entrenador que incluyera una nueva regla, ahora en serio tenemos prohibido intentar algo contigo.

—¿Que él qué cosa? —Casi grité, pero me hizo callar rápidamente—. No puedo creerlo.

—No lo culpo, pero de eso hablamos después, ahora, tenemos dos minutos para que venga a correrme a patadas de aquí, estoy literalmente arriesgando mi puesto en el equipo por ayudarte.

—Lo voy a matar.

—Y será muy agradable verlo, pero mientras tanto, si quieres cabrearlo, tú no sabes nada de la regla ¿Entendiste?

—De acuerdo. —Desvíe la mirada solo para notar que Jasper nos observaba con el ceño fruncido y apretaba una bolsa de frijoles que definitivamente merecían un mejor trato del que se les estaba dando—. Nos está mirando.

—Lo está haciendo desde que escuchó que me enviaban a darte la caja.

—No entiendo ¿Qué es lo que se supone que le molesta?

—Mira Rockstar, velo de esta manera, jamás ha tenido una amiga que realmente le importe, cuidar de ti se ha vuelto su prioridad.

—¿Pero desconfiar de su mejor amigo? ¡Vamos!

—Es que es justamente eso, tuviste una excelente idea al pedirme ayuda, Jasper sabe que, como su mejor amigo, apoyaré todo lo que quiera hacer, pero también me conoce, está seguro de que, si de buscar a alguien que rompa sus reglas se trata, yo soy él indicado.

—Su amistad me parece extraña.

—Lo es, sí —acercó su mano a mi rostro y me acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja—, tres, dos, uno...

—Izan —el moreno sonrió victorioso, y yo tuve que hacer un esfuerzo monumental para no carcajearme por lo mucho que aparentemente conocía a Jasper—, ve a meter las cajas que ya están llenas.

—¿Tiene que ser ahora? Estaba conversando con Rockstar ¿No es así?

—De hecho, Jasper, que maleducado.

—Izan, ahora. —Izan me guiñó un ojo haciéndome rodar los míos y se alejó dándole palmadas en el hombro a Jasper que lució más tenso que el día anterior durante el partido—. ¿Qué te traes entre manos Rockstar?

—¿Yo? —pregunté apuntándome el pecho—. ¿Por qué la duda?

—Te conozco, espero que hayas olvidado la tontería del folla-amigo y no estés intentando corromper a Izan.

—Hablas como si fuese un niño, solo estábamos platicando.

—Ya.

—¿Estás celoso, Henderson?

—No digas tonterías, pero te conozco y lo conozco, sé que es capaz de ayudarte en esa estupidez solo para cabrearme.

Bingo, el idiota era extremadamente listo.

Me gustan los hombres inteligentes.

Shhhht.

Justamente eso estaba haciendo, ¿Lo admitiría? Por supuesto que no ¿Estaba divirtiéndome? Joder, claro que sí.

—Relájate, Henderson, solo somo dos amigos disfrutando de una charla.

—Es mi mejor amigo Mallory, desde hace mil años, pero tú eres mi mejor amiga, y créeme, soy capaz de romperle las piernas si se acerca de nuevo de la manera en la que lo hizo.

—Paranoico, solo me acomodó un mechón de cabello.

—Que vaya a acomodar su vida mejor.

—Eso se escuchó muy feo y nada sano, deberías autoanalizarte. —Se acercó a mí y decidió apretarme con los dedos la mandíbula, solo un poco, anda brusco ni doloroso, pero el contacto estuvo allí.

—No eres graciosa, Rockstar.

—Estoy en busca del premio mayor, si consigo a alguien que acepte ser mi folla-amigo, claramente no puede ser cualquiera.

—No me da ni puta gracia, deja de decir eso.

—¿Por qué? No es como si fuese virgen, las mujeres también tenemos necesidades Jasper, y unas muy hambrientas déjame te aclaro.

—No necesitaba esa información. —Me acerqué a él y lo abracé, solo para acariciarle el cabello de la nuca segundos después.

—Si quisieras podrías ser tu —sentí como todo su cuerpo se tensó después de escuchar esas palabras, me alejé, golpeándole la punta de la nariz con ternura—, puedes pedir tu turno y esperar a ser evaluado.

—Vete a la mierda Rockstar, no es chistoso.

—Te has puesto colorado, por supuesto que es chistoso.

Regresé a la mesa para terminar con mi tarea, solo para darme cuenta de que él regresaba a su sitio negando con la cabeza y sonriendo, aun me miraba, así que decidí lanzarle un guiño que respondió rodando los ojos.

Este juego me iba a costar mucho cuando saliera a la luz, estaba segura.

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