Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7 | «¿Por qué un corazón?»

Todo parece ser igual; luces, un escenario, público e instrumentos, pero en realidad nada lo es. Admito que es extraño no ser el centro de atención al llegar a un lugar, no ser la persona por la que la gente espera, ni con la que se emocionan al ver. Se siente muy raro, pero a la vez es reconfortante porque eso significa que mi plan está saliendo a la perfección. Ese plan que surgió sobre la marcha y que efectué sin ser consciente de las consecuencias que enfrentaría si salía mal, ese que tenía todas las probabilidades de llevarme a la ruina y que sin embargo me ha enseñado que hay otra forma de vivir, una en la que realmente me siento viva.

—Ojalá presenten la nueva canción —dice Giulia a mi lado.

—Abraham dijo que seguirían escribiéndola luego y no creo que ya la hayan terminado, componer lleva más tiempo de lo que crees.

—Tienes razón, no sé por qué pensé que...

Sus ojos pasan de mí y se enfocan en algo a mis espaldas. No necesito voltear para saber de qué se trata, pero sin embargo lo hago simplemente para confirmar que es el chico de cabello decolorado del que hablamos la primera vez que estuve en el bar.

—Ve y háblale —animo pinchándole las costillas con el codo.

—Me da mucha vergüenza, además ya te he dicho que tiene novia y que es más grande que yo... No me atrevería a intentar nada.

—Puedes ser su amiga —suelto encogiéndome de hombros.

—Tengo un crush con él hace bastante tiempo, lo último que quiero es ser su amiga, Dakota —suspira sacando su celular del bolso—. Los chicos ya deberían de haber salido, ¿no? ¿Estarán bien?

—¿Phebe? —pregunto con tono de broma y ella ríe.

—Esperemos que no —niega con la cabeza todavía riendo—. Aunque ahora la banda sabe que tocas la guitarra, el piano y que cantas, así que si te necesitan no van a dudar en llamarte.

Estoy a punto de preguntarle cómo es que sabe que canto, pero entonces recuerdo que en los ensayos utilizan los micrófonos y que probablemente me haya escuchado cantando el otro día, así que simplemente omito la pregunta y voy a por otra.

—¿Los berrinches de Phebe se dan muy seguido? —De ser así no entiendo cómo es que todavía no la han echado de la banda y en su lugar puesto a alguien que sí entienda de profesionalismo.

Si quieres triunfar en algo debes rodearte de personas que tengan tu mismo objetivo y con la que puedas trabajar en conjunto para alcanzar esa meta, de otra forma solo te verás perjudicado, porque no solo tendrás que hacer tu parte del trabajo, sino también la de quien no mueve siquiera un dedo en un intento de progresar.

—Solo cuando se enoja con alguno de los chicos —Giulia me mira de reojo—. Por si acaso, cuando te vayas a Los Ángeles ten siempre tu camioneta con suficiente gasolina como para echarte una carrera hasta aquí si recibes una llamada de emergencia.

Cada día que paso en la ciudad mis ganas de abandonarla se esfuman poco a poco. Necesito tranquilidad y llevar un perfil bajo, dos cosas que perfectamente puedo tener aquí y como bonus me llevo un grupo de amigos que de verdad me hacen sentir parte de ellos.

—Sobre eso...

Apenas comienzo a hablar cuando el señor panzón sube encima del escenario y toma el micrófono haciendo que chille de forma ensordecedora al sin querer acercarlo al altavoz.

—¿Me lo dices luego o quieres que salgamos? —pregunta Giulia mirando hacia la puerta a la vez que se cubre los oídos.

—Tranquila, puedo esperar, no es nada importante.

Ella asiente con una sonrisa y clava sus ojos en el escenario donde los chicos ya están arreglándose para tocar. Antes de empezar, Abraham agradece a quienes han venido y anuncia a sus fans que, si todo sale como lo tienen planeado, pronto tendrán una noticia que va a gustarles, lo que supongo será el anuncio de la nueva canción.

Noto como Lena nos busca con los ojos por todo el lugar y al dar con nosotros su mirada se ilumina. Nos saluda sacudiendo la mano y ambas respondemos con el mismo gesto casi que a la vez. Las luces rosado neón encima de ella hacen desaparecer sus mechas tiñendo todo su cabello del mismo color, lo mismo le sucede a Harry cuya mata rubia parece ser completamente rosada bajo el efecto de los focos.

Abraham termina de agradecer y le da la espalda al público mientras sonríe y con sus pulgares señala la parte trasera de su chaqueta de jean, lo que me hace recordar que debo regresarle a Giulia la que me prestó.

—Al llegar a tu casa recuérdame devolverte la chaqueta —comento pinchándola suavemente con el codo.

Ella se muerde el labio inferior mientras niega con la cabeza.

—Quédatela, Harry dijo que no era necesario que se la regresaras.

—¿Es de Harry? —mi ceño se frunce.

—Sí —afirma asintiendo, pero sin apartar la vista del escenario—. ¿Por qué crees que ese día salió a tocar sin la chaqueta?

—Ni siquiera me di cuenta...

—Te entiendo, debías de estar atontada por formar parte de la banda —En realidad estaba ocupada disfrutando mi última noche como estrella como para poder pensar en algo más.

No respondo y ella no vuelve a hablar, así que nos quedamos viendo hacia el escenario en silencio. Mientras observo a los chicos tocando se forman vagas sonrisas en mis labios; cada uno por si solo brilla, pero los cinco en conjunto irradian luz pura. No tengo ni la menor duda de que lo que le dije a Harry sobre la banda es cierto, Moor va a llegar lejos y estoy tan segura de ello como que me llamo Melody Corbyn.

Cuando acaban vuelvo a verlos a todos con detalle; Abraham transpira tanto que parece que le hubieran echado un balde de agua por encima, Phebe lanza besos victoriosa, Mike les guiña el ojo a las chicas debajo del escenario y les sonríe ampliamente disfrutando de la atención, Lena tiene su celular en manos y el flash de la cámara encendido, por lo que supongo que ha de estar haciendo un video y Harry, Harry tiene los ojos clavados en mí.

Yo sonrío y apenas alzo la mano moviendo mis dedos para saludarlo. Sus ojos se apartan un segundo de los míos, pero cuando regresan no lo hacen solos sino que vienen acompañados de esa sonrisa característica en él y que de alguna forma me invita a sonreírle en respuesta.

—¿A quién le coqueteas? —pregunta Giulia viéndome de boca abierta y mis sonrisa se esfuma al instante.

—¿Qué? —la miro con los ojos agrandados—. A nadie.

—Si te gusta alguien solo dímelo y yo seré tu cupido, Dak —me giña un ojo cómplice—. Para eso están las amigas.

Que abrevie mi nombre, por más que sea uno de mentira, me hace un poco de ruido en la mente, pero decido no decirle nada al respecto porque al fin de cuentas es mi amiga y el problema con los apodos lo tenía Melody, no Dakota.

—No me gusta nadie —suelto con prisa mientras niego con la cabeza.

—Me lastima que no confíes en mí —dice ella entornando los ojos—, pero digamos que te creo y que estabas sonriendo de esa forma porque te ha gustado la canción.

«Sonriendo de esa forma», ¿De qué habla? Por favor.

—¿Era a Mike? —cuestiona sonriendo ampliamente.

—¿Qué? ¡No, claro que no! —niego con las manos, la cabeza y hasta con la voz—. Estaba saludando a Harry, no estaba coqueteando con nadie.

Ella alza las cejas pareciendo entender la situación y luego su mirada viaja al escenario, murmura algo en voz baja que no alcanzo a escuchar; estoy a punto de pedirle que lo repita, pero entonces Abraham comienza a cantar otra vez y ambas ponemos nuestra atención en él.

—Voy a comprarme una cerveza —digo después de haber escuchado unas cuantas canciones—. ¿Quieres algo? 

—Unas papas fritas, por favor —forma un corazón con sus manos a la vez que me muestra todos sus dientes en una sonrisa—. Luego te las pago.

Me dirijo a la barra moviendo mi cabeza al ritmo de la canción que están tocando ahora. Es una en donde el bajo y la batería son los protagonistas notablemente resaltando por encima de los otros instrumentos y la voz de Abraham. 

Un chico de cabello castaño y lentes enormes me pasa la cerveza e informa que las papas saldrán pronto. Mientras espero, me entretengo viendo las fotos que hay colgadas en la pared, esas de los clientes y de los artistas que han estado sobre el escenario. Mis ojos recorren cada imagen y luego se detienen en un anuncio impreso a blanco y negro.

—Disculpa —suelto llamando al chico que me atendió—. Si quisiera el puesto de camarera que ahí ofrecen, ¿con quién debería hablar?

El chico voltea a ver el anuncio por unos segundos y luego regresa su vista a mí sonriendo.

—Con mi padre —señala con la cabeza al señor panzón—. Ven mañana en la mañana, yo le diré que estás interesada.

—Gracias —le sonrío y él alza su pulgar en respuesta.

Quizá si consigo un trabajo y un lugar donde vivir la idea de quedarme en Barstow no sea tan loca... Aunque bueno, si comparo esto con mis últimas acciones supongo que es la cosa menos loca que podría hacer.

Me volteo quedando de espaldas a la barra y mientras espero las papas me bebo mi cerveza, cuando regreso a la mesa los chicos apenas han comenzado a tocar la siguiente canción.

—¿Cuántas canciones tiene la banda? —No conté cuantas han tocado hasta ahora, pero estoy segura de que fueron más de diez.

—Aquí solo tocan quince, pero tienen un montón más, esta es la penúltima —dice engullendo las papas fritas—. La siguiente es la que cantaron contigo el otro día, siempre la dejan para última porque es la favorita de la gente.

—¿Tan pronto se acaba? —No quiero regresar a casa de Giulia y pasar la noche leyendo como el mundo lamenta haberme perdido, porque no les creo una mierda.

Ahora que tengo acceso a un celular, la curiosidad ha sido un sentimiento recurrente en mí. Me da rabia ver las entrevistas que le hacen a Robin y oírlo hablar sobre lo mucho que me amaba y lo destrozado que lo dejó mi partida. Él pretendía usarme, usar la polémica que generó Wanda sobre mi nombre para salir ventajoso, eso decían los mensajes, sus mensajes y por más que ahora suene triste, no puedo creerle.

Ese no es el Robin que alguna vez amé, porque ese chico jamás se le habría siquiera cruzado por la cabeza hacerme daño, mucho menos para conseguir unos cuantos seguidores.

—Sí, a veces suelen cantar alguna otra cuando el público insiste, pero hoy tienen la fiesta y no creo que les de el tiempo —se encoge de hombros y engulle otro montón de papas fritas.

—¿Crees que esté bien que vayamos? —enciendo mi celular solo para verificar la hora y vuelvo a apagarlo—. O sea, la chica del cumpleaños espera ver a Moor, no a nosotras.

—No sé si esté bien, pero no quiero perdérmelo. Harry no suele invitarme a cosas de la banda y que lo haya hecho me da gusto, no voy a negarme —A este ritmo se va a acabar las papas antes de que termine la canción—. Además, seguro habrá tanta gente que no notarán que estaremos allí —se encoge de hombros restándole importancia al asunto y fija su vista otra vez en el escenario.

Abraham termina de cantar, pero esta vez no siguen tocando la siguiente canción como si fuera un mash up, sino que se detiene completamente y el único sonido dentro del bar es el de la charla de las personas.

—Para nuestra última canción quiero hacer una invitación especial —Abraham se lleva la mano a la frente para bloquear la luz que le da en el rostro—. ¿Dónde estás, Dakota?

A mi lado, Giulia suelta una exclamación mientras yo me cubro el rostro con la mano en un intento de que se le quite esa horrible idea de la cabeza.

—Dakota, acompáñanos, por favor —pide y Giulia me codea con insistencia.

—Anda, ve —dice sin dejar de apuñalarme las costillas con su codo.

Me pongo de pie atrayendo todas las miradas y comienzo a caminar hacia el escenario.

—Dakota es una amiga de la banda con cuyo talento nos ha dejado impresionado a todos —continúa hablando mientras me acerco—. Ya han tenido el placer de escucharla en el piano la última vez que nos presentamos aquí y ahora van a poder oírla cantar.

Mis ojos viajan a Giulia que nos apunta con la cámara de su celular y enseguida siento el pánico apoderarse de mí. Subir a ese escenario significa correr un gran riesgo, cosa a la que mi cerebro se niega rotundamente, pero sin embargo mis piernas siguen caminando haciendo caso omiso a las órdenes que les envío.

—Ten —Abraham me pasa el micrófono sonriendo—. Ya sabes la letra.

Sonrío mientras Harry lanza el conteo con sus baquetas y al comenzar a cantar vuelvo a sentir esa electricidad recorriéndome el cuerpo entero, esa que me hace sentir viva y la que siempre me demuestra que la música es para lo que nací.

Mientras tocamos comparto miradas y sonrisas con todos, incluso hasta con Phebe a quien no parece agradarle la idea de tenerme aquí con ellos. Disfruto cada segundo encima del escenario y cuando la canción acaba quedo deseosa de más, tanto así que suplico mentalmente porque el público insista por alguna canción extra, pero no lo hacen y debo conformarme.

Lena tira de mi brazo y junto a la banda camino por un pasillo con la mínima iluminación existente. Mike que va al frente empuja la que parece ser la puerta de salida de emergencia y así acabamos en el callejón detrás del bar.

—Estuvimos increíbles —dice Mike agarrándose la cabeza con ambas manos—. Tu voz y la de Abraham suenan... es increíble lo que hacen, de verdad.

Abraham y yo nos miramos sonriendo y, como si estuviéramos conectados por un hilo, nos encogemos de hombros a la misma vez. 

—Tenemos que irnos ya o llegaremos tarde a la fiesta  —Phebe abre la puerta de una camioneta color rojo viejo y señala con su mano a los asientos—. Vamos, suban de una vez.

—Iré a buscar a Giulia y supongo que nos vemos en un rato —Antes de que siquiera dé un paso para alejarme tengo a Harry a mi lado sosteniéndome por la muñeca.

—Ve subiendo, yo iré —dice y enseguida se encamina hacia dentro del bar otra vez.

—¿Subes? —me pregunta Phebe golpeteando su pie contra el suelo.

—¿Puedo ir en la cajuela? —suelto la pregunta antes de procesar lo que realmente significa, pero incluso después de ver la cantidad de chatarra amontonada en la cajuela, no me arrepiento.

Desde niña es algo que siempre he querido hacer. Ir en la parte de atrás en plena gran ciudad es la forma más rápida de que te cobren una multa que deberán pagar hasta tus nietos, así que mamá me lo prohibió completamente, pero el deseo se mantuvo dentro de mí.

—Ve donde quieras, Dakota —ella se encoge de hombros a la vez que abre los ojos como platos—. Y si no quieres ir no vayas.

Le sonrío antes de poner un pie en la rueda trasera de la camioneta y treparme en la cajuela con un solo movimiento. Una vez dentro ilumino el espacio con la pantalla de mi celular y logro acomodarme entre llantas y gomas viejas a la perfección.

Giulia y Harry aparecen conversando al cabo de unos pocos minutos y la expresión de ambos al verme me hace reír.

—¿Iremos aquí atrás? —pregunta Giulia asomándose a ver la cajuela.

—Yo voy porque quiero —me encojo de hombros—. No te sientas en la obligación de acompañarme, Giu.

Ella hace una mueca de asco notando volviendo a ver dentro de la cajuela y se aparta en dirección a la puerta de la camioneta dispuesta a subirse.

—Perdón, Dak, pero me alisé el cabello y si voy ahí el viento me hará parecer Simba.

—Yo me quedo y tú ve dentro, no te preocupes —dice Harry riendo a la vez que niega con la cabeza.

Apoya sus manos en el borde de la cajuela y de un solo salto se mete dentro. Abraham arranca la camioneta y nos ponemos en marcha hacia el lugar en donde será la fiesta.

—¿Dak? —giro mi cuello con rapidez hacia Harry—. ¿No te gustan los apodos, pero Giuli si puede llamarte así?

—No me gustan los apodos asquerosos como «preciosa» o «bonita», eso es simplemente una abreviación —hago una mueca con la boca restándole importancia.

—Creí que tampoco te gustaban las abreviaciones —entorna los ojos—, pero si las cosas cambiaron, supongo que entonces podré llamarte «Monstruo», ¿no?

—Ese apodo forma parte de los asquerosos así que no te atrevas, Harry Bianchi —advierto haciendo énfasis con mi dedo índice.

—Ya lo hice y ni siquiera te diste cuenta —él se encoge de hombros sonriendo con suficiencia.

—No es cierto —ladeo la cabeza y mi cabello que vuela con el viento me cubre los ojos—. ¿Cuándo?

—El otro día cuando nos despedimos, te hablé en francés y te dije monstruo.

—Giulia me avisó —golpeo con suavidad su brazo y él ríe—, dijo que si hablabas en otro idioma era porque no querías que supiera a qué te refieres.

—De pequeño solo me dejaban insultar si era en otro idioma porque así la persona insultada no se sentiría mal por lo que dijera, digamos que al crecer adopté la maña.

—Puedes llamarme «Dak» si te aburre usar todo el tiempo mi nombre completo. «Monstruo» o cualquier otro que se le parezca queda terminantemente prohibido.

Él se remueve sonriendo y luego saca su celular tendiéndolo hacia mí.

—Para llamarte primero tengo que tener tu número, ¿no? 

Tomo el celular y anoto mi número procurando hacerlo bien. Me lo aprendí cuando se lo di a Giulia y creo saberlo a la perfección, pero bajo presión mi cerebro no puede pensar con claridad; y por presión me refiero a dos ojos azules viéndome fijamente como si estuvieran a punto de succionarme el alma.

—¿Qué nombre me pongo? —Un deja vu llega a mí, es un recuerdo que comparto con Wanda segundos antes de obtener nuestras identificaciones falsas.

—El que quieras —él se encoge de hombros y recuesta su espalda en la barandilla de la cajuela.

Escribo «Dak» y le doy a «guardar» para después regresarle el celular con una sonrisa ladina curvando mis labios.

—Gracias por acompañarme —recuesto mi espalda en la barandilla imitándolo y giro mi cabeza hacia él.

—Cuando necesite un favor me acordaré de ti —dice viéndome a los ojos.

La camioneta de pronto se detiene y enseguida los chicos bajan de ella. Harry da un salto apoyándose en la barandilla y en medio segundo está fuera de la camioneta sacudiéndose la ropa.

—¿Te ayudo? —ofrece quizás al notar que en mi mente estoy batallando por encontrar una forma de salir de la cajuela—. Dame la mano y salta fuera.

Lo hago y una vez fuera le sonrío a modo de agradecimiento.

—Vamos dentro, los instrumentos llegarán en cualquier momento y tenemos que estar listos para acomodarlos —dice Phebe comenzando a caminar.

Si no supiera de sus berrinches juraría que es la persona más profesional que conozco.

—Nosotras vamos a perdernos por ahí —Giulia entrelaza su brazo con el mío—. Si necesitan ayuda con los instrumentos o con cualquier cosa llámenos, no estaremos muy lejos.

Tira de mí y nos metemos en el salón. Las siguientes dos horas nos la pasamos caminando de un lado a otro, tomándonos fotos y comiendo, esta última actividad quizá en exceso. Cantamos cada canción que toca Moor sin importar dónde estemos y reímos, reímos mucho, tanto así que incluso ahora mientras estoy sentada en esta butaca todavía me siguen doliendo los músculos de mi abdomen.

—¿Crees que debería olvidarme de Evan? —pregunta Giulia.

—Sí, sí nunca vas a atreverte a hablarle —me encojo de hombros—. Seguro hay algún chico que esté interesado en ti y no lo estás viendo por tener tus ojos fijos en él.

—El amor es complicado —resopla.

—La vida lo es —suelto yo—. El amor no debería serlo, no si es con la persona correcta.

—Tengo dieciséis años, ¿no debería al menos haber tenido alguna experiencia con el amor? La mayoría de mis amigas se han enamorado y desenamorado miles de veces y yo sigo aquí, ilusionada con alguien que ni siquiera voltea a verme.

—No es una carrera, Giulia. Hay personas que encuentran el amor a los veinte, otros lo hacen mucho después e incluso mucho antes y en todos los casos está perfectamente bien. Cuando deba llegar lo hará, tú misma lo dijiste, es destino.

—Tu no crees en el destino —me mira con los ojos entornados.

—No, pero tú sí, así que confía en él.

De repente comienza a sonar «Last Friday Night» de Katy Perry y Giulia se para de su butaca de un salto.

—¡Esta canción es un clásico, vamos a bailarla! 

No sé en qué momento la banda dejó de tocar para ser reemplazada por un dj, pero sea como sea, me pongo de pie y sigo a Giulia entre la gente que comienza a amontonarse en el medio del salón. Cuando la canción está por acabar y Giulia ya no me obliga a seguirla en la coreografía que se acaba de inventar, pero que estoy segura que ha ensayado durante toda su vida, es cuando me fijo realmente en las personas a nuestro alrededor y doy con unos ojos que me miran con sonrisas en ellos. Saludo a Garret sacudiendo mi mano y él me responde asintiendo con la cabeza. La música acaba y comienza a sonar «Die for you» de The Weeknd con Ariana Grande, un chico invita a bailar a Giulia y ella acepta sonriendo para después echarme una mirada rápida con los ojos agrandados.

Continúo bailando durante los primeros segundos de la canción hasta que veo a Garret comenzar a caminar hacia mí y entro en pánico. No me lo pienso ni un segundo antes de perderme entre la gente, claramente escapando de él, giro mi cabeza hacia atrás con la esperanza de no verlo ahí y cuando regreso a ver al frente choco en seco contra alguien.

—Perdón —suelto antes de alzar la cabeza y ver a Harry.

—Dak —me toma por el brazo frunciendo el ceño—. ¿De qué corres? ¿Está todo bien?

—Creo que Garret va a invitarme a bailar y no quiero...

Sus manos toman las mías y las llevan hasta su cuello para dejarlas ahí y bajar las suyas a mi cintura. Nos hace girar de modo que queda de espaldas hacia el camino por el que yo venía y luego comenzamos a bailar.

—¿Por qué un corazón? —pregunta con suavidad acercando su boca a mi oreja.

—¿Qué? —frunzo el ceño apartándome un poco para verlo a los ojos.

Su mano izquierda sube a mi mejilla y su pulgar roza mi tatuaje.

—Tu tatuaje. ¿Por qué un corazón? —repite moviendo su pulgar sobre mi mejilla.

—Me gustó —volvemos a girar y entonces noto que Garret nos está viendo—. Es lindo, ¿verdad?

Sus ojos se clavan en los míos mientras asiente.

—Demasiado —La forma en que sutilmente muerde su labio inferior atrae mis ojos hacia ellos y sé que él también tiene sus ojos sobre los míos.

Mi pecho sube y baja mientras giramos otra vez, su mano regresa a mi cintura y sus dedos se clavan en la piel desnuda que mi blusa no llega a cubrir.

—¿Qué estamos haciendo, Harry? —mi ceño se frunce apenas y sin saber por qué relamo mis labios.

—Bailando —mis dedos se entrelazan detrás de su cuello y lo veo sonreír de lado—. ¿No?

Su nuez de adán sube y baja mientras su mano gana terreno en mi espalda por debajo de mi blusa y me pega más a su cuerpo.

—¿Estamos bailando, Dak? —pregunta otra vez acercándose a mi oreja y en el proceso haciendo que una corriente eléctrica recorra mi cuerpo.

La misma corriente que genera en mí la música la está generando él ahora mismo y aunque no sé exactamente qué signifique, me gusta.

—No sé.

Y de verdad no sé. No sé qué estoy haciendo cuando pego mi cabeza a su pecho y juego con su cabello enrollándolo entre mis dedos, pero otra vez, me gusta y se siente bien, quizá más de lo que debería. La canción acaba y permanecemos unidos unos cuantos segundos más hasta que es él quien se aparta y mi cuerpo se queja internamente.

—¿Vamos en busca de Giulia? —sonríe hacia abajo—. Tú guía, yo te sigo.

Entrelaza nuestros dedos y yo tiro de él hacia donde vi por última vez a Giuli. La encontramos al cabo de pocos minutos, sola y sin rastro del chico con el que estaba bailando.

—¿Ya nos vamos? —pregunta decepcionada cuando nos acercamos.

—La fiesta va a acabar en menos de media hora, no tiene sentido quedarnos —dice Harry encogiéndose de hombros—. Los chicos están esperando en la camioneta.

—Solo voy porque no quiero que Lena y Abraham sigan esperando, pero si solo estuvieran Mike y Phebe les juro que me escondería solo para tardar más —Giulia rueda los ojos divertida y comienza a caminar hacia la salida conmigo y Harry detrás.

Una vez salimos del salón y estamos llegando a la camioneta, Mike que está sentado en la cajuela, comienza a aplaudir alzando las manos en el aire.

—¡Al fin! —agranda los ojos—. Estaba a punto de ir yo mismo a buscarlos, se tardaron la vida entera.

—Ya vámonos, quiero llegar a mi casa y dormirme de una vez —se queja Lena desde dentro de la camioneta.

—Yo iré atrás —dice Harry subiendo a la cajuela—. Giuli, dile a Abraham que me quedaré en casa de la tía Klara.

—Entonces me despido ahora porque no pienso bajarme luego a saludarte —se acerca a él y le da un beso en la mejilla.

—Avísenme cuando lleguen —le pide y ella asiente sonriendo.

—Nos vemos, Harry —digo yo mientras espero a que Giuli entre en la camioneta para meterme también.

—Hasta pronto, Dakota.



Holaa manga de feoooos

Debo decir que físicamente estoy sentada frente a mi escritorio por arrancar a estudiar páncreas, pero mentalmente sigo algunas escenas más arriba de este capitulo. 

Les dejo la canción que suena en el cap para que la escuchen si es que no la conocen (a esas personas: no saben lo que se pierden)

Nada, eso, nos vemos el otro domingón, espero que anden bien.

Beso en la kola ♥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro