28 | «Moor va a arrasar con todos»
—Por aquí está bien —dice Louis señalando una casa amarilla—. Allí es donde vivo.
Lo veo bajarse de mi camioneta y caminar hacia su casa volteando a verme por encima de su hombro varias veces hasta finalmente meterse en la casa y cerrar la puerta detrás de sí. Normalmente se negaba a que lo trajera a casa después de el turno de la mañana, pero estos últimos días no lo ha hecho y de verdad se lo agradezco porque su compañía me hace olvidar por algunos minutos quién solía sentarse en su lugar; supongo, aunque espero que no, que ha de sospechar que algo no va bien con Harry y por eso ha accedido. Han pasado tres días desde la última vez que hablé con él, nos vemos en los ensayos y demás, pero no me dirige la palabra y a pesar de que sé que está en todo su derecho, no puedo evitar que me duela.
Enciendo la radio a la vez que pongo en marcha mi camioneta. Unos minutos después estaciono frente a la casa de Phebe y suelto un suspiro al ver que el auto de Harry ya está en la entrada. Hoy no toca ensayo, pero Lena quiere reunirnos porque debe decirnos algo importante que según ella "va a cambiar el rumbo de nuestras vidas".
Bajo de la camioneta y tomo mi bolso para luego dirigirme a la puerta y golpear hasta que es la madre de Phebe quien atiende y como cada vez que vengo a su casa, me indica que pase directo al garaje.
—Al fin llegas —dice Lena viniendo a mi encuentro para abrazarme.
Yo le sonrío con amabilidad y luego me dispongo a saludar a Mike y Abraham con un beso en la mejilla y a Phebe con otro abrazo. Camino hasta Harry que sonríe, pero en cuanto me acerco toma su celular y se pone a escribir algo en él, claramente evadiéndome, así que simplemente me siento a su lado y miro a los chicos sonriendo como si todo estuviera perfecto.
—Bueno, como sabrán —Lena arruga la nariz—. En realidad creo que no saben, pero un amigo de mi tío es productor y de verdad es bastante bueno, no lo digo solo porque sea amigo de mi tío, eh. Se dedica con pasión a su trabajo y parece amar lo que hace...
—Ve al grano, Lena —dice Mike esperando ansioso con las cejas hechas un arco en su frente.
—Mi tío le habló de la banda a su amigo y ahora quieren que toquemos el catorce de febrero en el festival de San Valentín de Los Ángeles —suelta todo rápido y al final chilla.
—Júralo —Abraham se pone de pie sentenciándola con el dedo.
—Lo juro, lo juro —Ella se lleva la mano al corazón—. Mi corazón se va a salir de su lugar, hoy a la mañana cuando mi tío me lo dijo no podía creerle, esto es tan... Puede ser nuestra oportunidad, la oportunidad que llevamos tanto tiempo esperando...
Noto como Harry me pecha con su pierna y al mirarlo agranda los ojos.
—No me lo creo —Mike se cubre el rostro sonriendo ampliamente—. Mierda, no me lo creo.
—¡Tenemos que hacerlo! —Phebe niega con la cabeza—. ¿Ustedes no dicen nada?
Nos mira a nosotros que volvemos a compartir miradas y luego la regresamos a ella.
—Hay que hacerlo —digo yo y ahora Harry me pecha las costillas con el codo.
—Que bien que estén todos de acuerdo, porque ya le había confirmado a mi tío que estaríamos —Se lleva las manos a la boca agrandando los ojos—. Solo imagínenos arriba de ese escenario... Este festival es el inicio de todo lo que soñamos, chicos.
—Los quiero —suelta Phebe atrayendo todas las miradas—. Moor va a arrasar con todos.
—¡Seremos grandes, hermanos! —Mike alza su puño en el aire soltando un grito.
Cuelga su brazo por encima de los hombros de Abraham y juntos de ponen de pie dando saltos, al cruzar junto a nosotros me levantan de un tirón y a Harry igual, Phebe se nos une extendiéndole su mano a Lena y los seis juntos saltamos dando vueltas alrededor de la nada misma mientras gritamos a coro «Moor, moor, moor».
Nos dejamos caer encima de los sofás de tela y soltamos un suspiro al mismo tiempo como si estuviéramos conectados por alguna especie de lazo y nuestros cuerpos funcionaran como uno solo.
—Todavía no puedo creerlo —dice Abraham—. ¿Cómo puedo concentrarme en el cumpleaños de papá ahora que sé esto?
—Papá que cague fuego —Mike arruga la nariz—. Esto es mucho más importante.
—No voy a poder dormir esta noche —Phebe toma un almohadón y ahoga un grito en él—. Ese festival es de los más importantes de California y Moor va a estar ahí... Mi cabeza no puede con tanto...
—Yo no termino de asimilarlo —Lena se pone de pie—. Pero tendré que hacerlo porque la semana que viene debe ir alguien a Los Ángeles en representación de la banda a firmar el contrato.
—Ve tú —dice Abraham—. Yo puedo llevarte, pero tu firma.
La forma en que él mantiene sus ojos sobre ella me parece tan intensa que me veo obligada a apartar la vista; es como si en esa mirada compartieran un momento único y estuvieran a solas en la habitación. No estoy de acuerdo con lo que ellos tienen, sea lo que sea, creo que si Abraham de verdad la quisiera cortaría con Zoe sin pensarlo dos veces. En mi opinión, y por más crudo que suene, solo la usa para obtener lo que la distancia le impide con su novia.
—Sí, que lo haga ella —Phebe asiente repetidamente—. Dios, esto es increíble.
—Yo no voy a ir a la fiesta de papá, quiero emborracharme —Mike se gana la mirada desaprobatoria de Abraham.
—Déjate de estupideces —dice poniéndose de pie—. Ya vámonos o llegaremos tarde, puedes emborracharte y festejar con papá de igual forma.
Lo levanta tomándolo por el brazo y yo río por lo graciosa que se me hace la situación.
—¿Quieres que te lleve, Harry? —le pregunta Lena y yo trago grueso.
—No, tranquila, me iré con ella —dice él y luego me toma de la mano, lo que me sorprende y hace que baje mi vista a nuestros dedos entrelazados.
Se despide de Lena y Phebe con un abrazo y le sonríe a ambas antes de salir del garaje conmigo tomada de su mano. Abandonamos la casa de igual forma y no me suelta sino hasta que estamos por llegar a mi camioneta.
—Yo conduzco —hace una señal con la cabeza rodeando la camioneta para meterse del lado del conductor.
Me meto en el auto sonriendo, un poco feliz por volver a sentir su tacto después de lo que se sintió como una eternidad y a la vez un poco nerviosa porque sé que si quiso que yo lo llevara es porque tiene algo que decirme.
—¿Estás loca? —De todas las cosas que podrían haber salido de su boca, esa pregunta es la que menos esperaba—. No podemos tocar en ese festival.
Yo lo miro con el ceño fruncido sin entender absolutamente nada de lo que está diciendo—. El loco eres tú, no pueden perder esta oportunidad.
—Habrá miles de personas en ese festival, es muy arriesgado —entorna los ojos negando con la cabeza.
—¿Riesgo? ¿De qué hablas, Harry?
—¿Te olvidas que eres una estrella pop?
—No me llames así —bufo fijando mi mirada en las calles.
—Es lo que eres, tienes millones de seguidores, ni siquiera el más tonto se expondría de esa manera.
—No me parezco tanto a ella —mi ceño se frunce levemente.
—Por fuera no hay mucha diferencia —me sonríe y en el gesto noto calidez—. Un tatuaje y el cabello oscuro no te cambia todo el rostro, Melody.
—Es raro escucharte usar ese nombre —me relamo los labios mientras mantengo la mirada fija en la suya.
—¿No te han llamado así toda tu vida? —arquea una ceja.
—Sí, o al menos la mayoría de las personas, pero contigo me acostumbré al «Dak» y ahora el «Melody» suena frío.
—Solo estoy tratando de acostumbrarme a la idea de que Dakota no existe, que en realidad eres una princesa del pop que usa vestidos color pastel y que dice haberse enamorado de mi.
—No soy una princesa pop y jamás usé vestidos color pastel —lo sentencio con el dedo—. Y sí, estoy enamorada de ti.
—Voy a agregar eso a mi curriculum —sonríe y por un segundo me hace olvidar el hecho de que ya no vive conmigo, de que me pidió un tiempo y que al llegar a casa voy a tener que verlo marchar.
—¿Cuánto tiempo necesitas? —pregunto temiendo la respuesta.
—No mucho en realidad, quizá algunas semanas más —arruga la nariz—. Ya comencé a extrañarte tarareando cosas sin sentido durante todo el día. Soy de los que perdona fácil —se encoge de hombros.
—¿Qué vamos a hacer con esto? —Él detiene la camioneta en el camino de entrada y yo suspiro.
—Por ahora nada —vuelve a encogerse de hombros—. Quiero estar contigo, pero no quiero que haya más mentiras entre nosotros.
—Cuando estés listo para escucharme quiero contártelo todo... Desde qué pasó la noche en que decidí que iba a morir hasta qué he hecho estos días en que no nos hemos visto.
—Después de eso tienes que prometer que no volverás a mentirme, en nada, no importa lo mínimo que sea. Si estoy involucrado quiero saber la verdad.
—¿Y qué si debo hacerlo? ¿Si algo más fuerte que yo me obliga a terminar mintiéndote?
Se muerde los labios negando con la cabeza a la vez que sube el freno de mano y apaga el motor de la camioneta—. No veo por qué tendrías que volver a mentirme, pero entonces asegúrate de dejarme pistas en el camino para que luego la culpa sea solo mía por ser idiota y no darme cuenta.
Tira su cabeza hacia atrás y suspira. Yo alzo mis piernas al asiento de la camioneta y las rodeo con mis brazos atrayéndolas a mi pecho.
—¿Tu madre sabe lo que pasó? —pregunto y él niega con la cabeza.
—Le caes bien, no quiero que eso cambie —se encoge de hombros—. Y además, vamos a arreglarlo así que no tiene caso que lo haga.
—No puedo decirle a los chicos quien soy... No puedo decirles lo que hice ni por qué...
—En algún momento lo van a saber —Él se encoge de hombros—. Creo que lo único que no puedes hacer es pretender que vas a guardar ese secreto para siempre.
—Iba bien con eso hasta que tú atendiste esa llamada —muerdo mis labios.
—Es tu madrina, ¿no? —frunce el ceño—. ¿Erika? —Yo asiento—. Me costó demasiado encontrar cosas sobre ella, pero lo logré.
—¿Ahora tienes complejo de detective? —sonrío—. ¿Qué más encontraste?
—Muchas cosas —mira hacia arriba y luego suelta aire por la nariz mientras sonríe—. Está literalmente tu vida entera ahí.
—Nací y tres horas después mi nombre era tendencia en todas las redes sociales —me encojo de hombros—. Mamá intentó protegerme de las redes hasta que fuera más grande y entendiera de verdad en qué me estaba metiendo, pero fue imposible.
—Ha de ser duro —En su mirada distingo lástima—. No me imagino no pudiendo tener una vida normal siendo tan pequeña.
—Cuando te dije que mi mayor sueño era ser libre era cierto —sonrío—. Morir, o fingir que lo hacía, me dio esa libertad. Ahora soy una mesera que no llama la atención de nadie y puede disfrutar de la vida.
—Lo de no llamar la atención de nadie no sé qué tan cierto sea y... —Su celular suena y él lo saca del bolsillo de su jean solo para ver la pantalla y rechazar la llamada—. Quedé con Ander para almorzar en el bar, debería irme.
—¿Quieres que te lleve? —Lo que quiero es extender esta conversación hasta que ya no tenga de donde agarrarme, porque sé que al dejar de hablar va a marcharse y su compañía se siente demasiado bien como para renunciar a ella tan fácilmente...
—No es necesario, pero sí quiero que me dejes tu camioneta por un par de horas —sonríe ampliamente—. No me apetece caminar hasta el bar y además, quiero escuchar las canciones de mi cantante favorita y si estás aquí conmigo no puedo hacerlo, o sea, en realidad no quiero que te sientas celosa de la hermosa Melody Corbyn, pero es claro que tiene mejor voz que la tuya —lleva su lengua a sus muelas superiores riendo y yo le abofeteo el brazo suavemente.
—Pensé que estabas enojado...
—No —niega con la cabeza como si fuera absurda mi idea—. Solo duele que no hayas confiado en mí, pero a medida que lo pienso entiendo por qué no podías hacerlo... Por eso necesito tiempo, para poner todo en su lugar y poder pensar con la cabeza fría.
—O podemos meterte dentro de un congelador y acelerar el proceso.
Él rueda los ojos riendo y a la vez que yo me dispongo a salir de la camioneta. Lo veo hacer reversa y desaparecer por la calle de abajo aún con una sonrisa en mi rostro; es increíble como, aunque estuve todo el día con lo ánimos rozando el suelo, unos minutos con él y con los chicos fueron suficientes para hacerme revivir.
Antes no comprendía cuando mamá decía que cada vez que el mundo se le caía, tenía la suerte de mirar a un lado y ver a Eri ahí, sonriéndole y asegurándole que juntas podrían superar cualquier cosa.
Ahora es cuando comienzo a entender que los amigos juegan un papel muy importante en tu vida, son los que te acompañan en el camino y muchas veces los que toman tu mano y aunque ya no tengas fuerzas tiran de ti para que no te quedes a la mitad.
Tengo la suerte de haber encontrado a los chicos, a Giulia y sobre todo, a Harry. Suerte o destino, ya no lo sé, pero de lo que sí estoy segura es que no voy a dar gente así dos veces en la vida, no voy a tener la misma conexión con otros que la que tengo con ellos encima de un escenario, no voy a poder sentirme en casa a pesar de no tener a aquellos que amo conmigo y eso no se logra con cualquiera, por eso debo aprovecharlo.
Hay oportunidades que solo se dan una vez y es tonto quien las deja pasar por miedo a arriesgarse.
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