23 | «La edad no es solo un número»
Le paso el billete de cinco dólares a Phebe que se lo da como propina al repartidor sonriendo y luego de agradecerle por traernos la comida le cierra la puerta casi que en las narices. Me da dos cajas de pizza, quedándose ella con las otras dos, y juntas caminamos hacia la cocina en donde Lena y Giulia están sirviendo la bebida.
Ayer, después de ensayar, a Lena se le ocurrió que sería buena idea hacer una pijamada en su casa dejando los chicos fuera, ya que ellos no nos invitan a sus planes que básicamente consisten en mirar básquetbol y gritar cada vez que algún jugador se acerca demasiado al cesto.
—¿Por qué aún no han servido eso? —pregunta Phebe señalando la Coca Cola con la cabeza—. Dakota trabaja temprano y si van a ponerse de charlatanas tenemos que comer cuanto antes.
Harry hizo oficial lo nuestro ante los chicos antes del ensayo y milagrosamente después de eso, Phebe se ha estado comportando totalmente diferente. Ya no parece odiarme, hoy incluso fue al bar a almorzar con su madre y se sentaron en mi sector; fue super amable en todo momento y al marcharse me dejó más propina que cualquier cliente.
—Tengo muchas cosas por contarles —Lena abre sus brazos viendo hacia el techo y luego comienza a reír—. Subamos las cosas a mi habitación.
Mientras yo regresaba de trabajar ellas se encargaron de acomodar el lugar en donde dormiremos. Movieron la cama de los padres de Lena hasta su habitación y la unieron a la suya para así tener lugar suficiente y que las cuatro podamos dormir juntas. Ni bien Lena abre la puerta, Giulia corre y se lanza encima de la cama para caer de espaldas.
—No me hagan moverme de aquí, por favor —suspira—. ¿Cómo es que esto es tan cómodo?
—Está hecho con plumas de no sé qué e hilos árabes o algo así —Lena se encoge de hombros—. Luego de que duermes un tiempo en él deja de ser la gran cosa.
—Cuando te aburras me lo regalas —Giulia le sonríe mostrándole todos los dientes y ella rueda los ojos divertida.
—¿Comemos? —Phebe las mira seria y antes de darle tiempo a responder, abre la caja y toma una porción de pizza.
Giulia se endereza en la cama y nosotras nos sentamos a su lado tomando una porción de pizza cada una. Yo tomo la botella de Coca Cola y sirvo la bebida en los vasos que Lena dejó encima de su mesa de noche.
—¿Qué era eso que tenías que decirnos? —pregunta Giulia mientras batalla con la mozzarella de su pizza.
—Ay —Lena agranda los ojos—. ¿Tiene que ser ya?
Las tres compartimos miradas y acto seguido comenzamos a asentir lentamente.
—Ahora o nunca —Giulia entrelaza sus dedos entremedio de sus piernas y sonríe—. Yo también tengo algo que contarles y me hace mucha ilusión así que escupe de una vez.
—Bueno —respira profundo—. El domingo, después de tocar en el bar, ¿recuerdan que Abraham me llevó a casa? —Las tres asentimos—. Tuvimos sexo. Estoy enamorada de él desde que tengo trece y aunque he intentado salir con otras personas no puedo dejar de amarlo. No pensé que fuera a pasar algo entre nosotros, menos cuando comenzó a salir con Zoe, pero parece que la distancia lo aburrió y bueno...ya saben lo demás.
—¿Te sientes orgullosa de eso? —Phebe la mira con la nariz arrugada—. Zoe está a cien kilómetros creyendo que el chico que ama la extraña y se muere por verla y él está aquí acostándose contigo mientras le jura fidelidad. Yo sentiría pena.
—No seas así, Phebe —La reprende Giulia y yo trago grueso.
No conozco a la chica, pero estoy segura de que no ha de ser una mala persona sino Abraham no se habría fijado en ella en primer lugar y aunque lo fuera, no merece que le sea infiel, mucho menos solo porque la distancia lo aburrió.
—Mejor no digo nada, porque si realmente suelto lo que tengo en mi cabeza acabaremos peleadas —Phebe se cruza de brazos—. ¿Qué es lo que tienes tú por decir?
Le hace una seña a Giulia con las cejas y ella se remueve algo nerviosa seguramente por lo que piensa decir.
—Es que ahora me da miedo —frunce su boca de lado y luego alza su mirada hacia nosotras tres—. Prometan que van a tomárselo con calma.
—¿Qué pasa? —pregunto yo frunciendo el ceño.
—Lena no fue la única que terminó el domingo bien —Comienza a sonrojarse y una sonrisa se dibuja en mis labios—. Después de dejar a Phebe en su casa, Mike me llevó a la mía y nos besamos...
Que nombre a Mike basta para borrar mi sonrisa y dejarme completamente seria.
—¿Mike Harrington? —pregunto como si no fuera obvio—. ¿No tiene como veinte años?
—Para el amor no hay edad —Lena rueda los ojos y me da un golpe en el brazo como si lo que acabo de decir fuera un delito—. No se lo arruines, ¿no ves lo ilusionada que está?
—¿Qué pasa con Evan? —pregunto viéndola fijo a los ojos—. ¿Ya no te gusta?
—Sí, un poco —Giulia se encoge de hombros—. Pero sé que no va a hacerme caso y tú misma me dijiste que si nunca iba a dar un paso era mejor que pasara a otra cosa —Me señala con el dedo y yo trago grueso.
—Eso fue porque no pensé que esa otra cosa fuera Mike —niego con la cabeza—. No querías intentar nada con Evan por la diferencia de edad, que era solo de dos años, ¿y sí vas a hacerlo con Mike que tiene veinte?
—¡La edad es solo un número, Dakota! —Lena vuelve a rodar los ojos ahora bufando—. Pareces una vieja anticuada.
—La edad no es solo un número, son vivencias y etapas. Giulia no está en la misma etapa que Mike, no busca lo mismo que él y estoy segura de que ni siquiera sabe con exactitud qué es lo que quiere para su vida...
—Tampoco es como que vaya a casarme con él, Dakota —Giulia frunce el ceño—. Fue solo un beso.
—Pero si a Mike le gustas desde hace como un año, ¿de qué hablas, chica? Para él seguramente no fue solo un beso.
Las tres miramos a Lena con las cejas alzadas. Ahora entiendo por qué la molestaba, por qué esa necesidad de siempre estar junto a ella mientras viajamos en auto o cuando iban al bar y siempre buscaba un lugar a su alrededor.
—Alguien de dieciséis no debería salir con alguien de veinte —niego con la cabeza.
—Mike cumplió veinte hace tres meses, tampoco es un viejo de ochenta años —Giulia baja la cabeza y de verdad siento pena por ella, pero necesito que entienda mi punto.
—No importa si los cumplió hace tres meses o tres días, sigue estando en otra etapa y cuatro años es mucha diferencia si se tiene en cuenta que tú tienes dieciséis.
—¿Harry sabe de esto? —pregunta Phebe viéndola a Giulia y ella niega con la cabeza—. No creo que vaya a gustarle.
—No tiene por qué saberlo —Ahora es Giulia quien traga grueso—. Solo olvídenlo, no debí decírselos.
—No les hagas caso, si quieres intentarlo con Mike, adelante —Lena le da palmaditas en la espalda y siento un ataque colérico llegando a mí.
—¡¿Es que acaso te escuchas?! —pregunto abriendo los ojos como platos—. Historias como estas no acaban bien, no hay forma.
—Deja que ella decida qué hacer con eso —Lena ladea la cabeza—. Tú te metiste con Harry y no le pediste permiso a nadie...
—No es lo mismo —niego con la cabeza—. Ni siquiera es remotamente igual, no seas infantil.
—Mejor cambiamos de tema —Phebe me toma por el brazo—. Discutir con Lena nunca sale bien, es cabeza dura y siempre querrá tener la razón. Si te importa, estoy contigo.
—¿Antes se odiaban y ahora hacen complot en mi contra? —nos mira con asco—. ¿Así van a ser las cosas a partir de ahora?
—No estamos buscando pelear —Phebe alza ambas manos en el aire en señal de paz—. Solo cambiemos de tema y olvidémonos de esto. Por cierto —mira a Giulia—. Evan nunca iba a hacerte caso porque es gay y ya sale con alguien.
—¿En serio? —pregunta Giulia claramente confundida—. Él...él salía con Madeline...yo los ví cortar...
—Sí, pero no —Phebe niega con la cabeza—. Sale con alguien más, así que sí te aconsejo que sigas adelante, pero no con Mike... Si somos realistas, Dakota tiene razón y él no te conviene.
No hay que tener más de dos dedos de frente para darse cuenta de Mike no se toma nada en serio y que lo único que le importa de verdad es la banda.
—¿Qué sabes si le conviene o no? —Lena la mira con los ojos entornados—. Tú tampoco le convenías a Harry y hasta antes de que apareciera Dakota seguías intentando que volviera contigo.
—¿Por qué estás a la defensiva? —Phebe frunce el ceño—. Nadie está atacando a nadie así que deja de hacerlo o no voy a controlarme.
—Quizá deberían irse —Lena se cruza de brazos.
Phebe y yo nos miramos y luego regresamos los ojos a Lena que da vuelta el rostro como si no estuviéramos frente a ella.
—¿Es en serio? —pregunta Phebe comenzando a ponerse de pie y yo hago lo mismo.
—Sí, esto fue una mala idea —Lena pone una mano encima de la pierna de Giulia y le sonríe—. Tú quédate.
Phebe me mira y hace una seña con la cabeza hacia la puerta. Yo trago grueso antes de comenzar a caminar dispuesta a salir de la habitación, al llegar a la puerta me volteo y veo a Phebe detrás de mí con una caja de pizza en cada mano.
—Yo pagué por esto, no pienso dejarlas para que disfruten también nuestra parte —dice pasándome una caja—. Tengan linda noche, chicas.
Salimos de la habitación en silencio y no volvemos a hablar sino hasta que estamos en mi camioneta.
—Mañana se le pasa, estoy segura, siempre es así —Phebe rueda los ojos—. ¿Te molesta llevarme a casa?
Yo niego con la cabeza mientras enciendo el motor y dejo que caliente—. No me gusta marcharme así...
—No estamos peleadas, solo se molestó y creo que es porque siente que si hubiéramos hablado de lo suyo con Abraham habríamos sido igual de rudas que con Giulia.
—¿Fuimos rudas con Giulia? —Esa no fue mi intención, solo buscaba que de verdad entendiera que las etapas son importantes.
—Quizá un poco —ella se encoge de hombros—. A veces se me olvida que solo es una niña.
—Tiene dieciséis, no es una niña —A esa edad yo estaba haciéndome cargo de mi vida y de mi carrera como cantante y sí, sé que para todos no es igual, pero Giulia no es una niña y dieciséis es suficiente como para entender qué está bien y qué no.
—La última palabra la tienen sus madres y no creo que estén de acuerdo. Vieron crecer a Mike y saben lo que es. Es mi amigo y lo amo con el alma aunque no se lo demuestre la mayor parte del tiempo, pero no es alguien con quien quieres arriesgarte.
—¿Por qué no nos llevamos así de bien siempre? —suspiro—. Es fácil hablar contigo.
—Porque todavía no confío en ti, pero voy a intentarlo —aprieta los labios—. Haré mi mejor esfuerzo en considerarte mi amiga.
Alzo las cejas claramente sorprendida por sus palabras. Ni en mil años esperaría llegar a escuchar a Phebe diciendo que quizá podamos llegar a ser amigas, menos después de que me haya dicho en la cara que eso jamás pasaría.
Una vez estaciono frente a su casa, ella se despide de mí con una sonrisa y la veo marchar hacia su casa; ni bien cierra la puerta detrás de sí, vuelvo a encender mi camioneta y me dispongo a regresar a casa. Estaciono en el camino de entrada y me meto a la casa intentando no hacer mucho ruido para no despertar a Box que duerme en su cama junto al sofá, pero es inútil, porque apenas dejo mi bolso en el perchero, él ladra y viene a mi encuentro.
—Shhhh, shhhh —digo intentando acallar sus ladridos eufóricos caminando a la sala para tomar su plato vacío con el fin de rellenarlo.
Box continúa ladrando y no pasa mucho hasta que los pasos de Harry se sienten mientras baja las escaleras.
—¿Pasa algo, Box? —pregunta entrando en la sala con los ojos cerrados y cara de haber estado durmiendo durante las últimas dos horas—. Pareces loco.
—Es por mí —digo y él abre los ojos confundido.
—¿Tú qué haces aquí? —camina hacia mí y al llegar me da un beso corto en los labios—. ¿No ibas a quedarte en casa de Lena?
—Básicamente nos corrió —sonrío todavía sin poder creerlo—. A Phebe y a mí.
—¿Qué pasó? —se tira en el sofá haciendo una seña con su cabeza para que me eche a su lado—. ¿Quieres hablar sobre eso?
—¿Sabes que Mike y Giulia se besaron? —pregunto y él asiente—. ¡¿Y te parece bien?!
—No y no me gusta para nada, pero tampoco voy a meterme —se encoge de hombros—. Le dije a Mike que hablara con Em y Sofía, yo no soy el padre de Giulia y lo que piense poco le tiene que importar.
—Pero está mal...
—Lo sé, pero ya lo hicieron y el pasado no se puede cambiar —me da un beso en la cabeza—. Déjalos que ellos se arreglen, Em no va a dejar que Giulia siga con él si intenta algo, así que tampoco te preocupes.
Suspiro sintiéndome derrotada—. Lo que sí me preocupa es la actitud de Phebe...
—¿Te hizo algo?
—No, al contrario, me dijo que iba a intentar considerarme su amiga y viniendo de su parte es como si me hubiera dicho que me ama y quiere entregarme su vida entera.
Él ríe negando con al cabeza—. Phebe no es mala...
—Conmigo sí.
—Pero ya no va a serlo, hablé con ella.
—¿Qué le dijiste? —me enderezo para verlo a los ojos.
—Que eres mi novia y que te quiero y que si quiere seguir siendo mi amiga debe tratarte mejor. Ya se lo había dicho antes, pero esta vez fui más serio.
—Gracias —le sonrío.
—Lena me dijo que el día del festival la escuchó hablarte de mala gana, no dejes que lo haga.
—No quería buscar problemas y fui yo quien confundió su amabilidad y me pasé de confianza.
—Ella es así a veces, pero no tienes por qué tolerarla, si vuelve a tratarte mal solo dímelo.
—Está bien —me acerco para darle un beso corto y luego me pongo de pie—. Debería ir a dormir, tengo turno temprano y ya son casi las dos de la madrugada.
Últimamente entre los ensayos y mis turnos en el bar he estado durmiendo mucho menos de lo necesario para sobrevivir y no sé hasta cuanto más mi cuerpo va a seguir respondiendo con tanta gentileza a la falta de sueño así que debo aprovechar cada segundo.
—Yo también —se pone de pie y toma mi mano.
Subimos las escaleras con los dedos entrelazados y al llegar al final volvemos a besarnos.
—Hasta mañana, Harry —digo soltando su mano.
—Descansa, Dak.
Él se queda de pie junto a las escaleras mientras yo camino hacia mi habitación. Antes de cerrar la puerta lo veo abrir la boca como si fuera a decir algo, pero no lo hace, así que le resto importancia. Me dejo caer en mi cama suspirando y después de sobre pensar cada cosa que le dije a Giulia y Lena termino por quedarme dormida con el sentimiento de culpa impregnado en mi pecho.
Debí quedarme callada.
Hola muchachones chichones, ¿cómo anda la banda, eh?
La Lena como que anda con ganas de que le den un zapatazo creo, si alguien se ofrece, yo le presto el zapato, ah.
Nada, lo que pudo ser una pijamada color rosa y con uñas pintadas con florcitas terminó en un debate por la diferencia de edades en las relaciones/chongueo ah (quiero aclarar que estoy del lado de Melody). Sepan, si hay gente sobre todo de entre 13 y 16 acá, que el "sos muy madur# para tu edad" es solo una frase de un pedófilo intentando convencerte de eso para sacar provecho. No estoy diciendo que Mike lo sea, pobre hombre, pero tampoco lo defiendo por sé que estuvo mal en ser él quien la besara.
Las edades sí importan sobre todo si son relaciones.
En fin, nos vemos el domingo que viene si la facultad todavía no ha acabado conmigo, tkm, beso en la kola cara de bola.
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