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2 | «¡¿Y quien mierda es Dakota?!»

🎤Presente🎤

Durante mi trayecto desde New York hacia California me he detenido muchas veces, pero muy pocas a hacer cosas realmente importantes; la primera de ellas fue en una farmacia en Allentown para poder comprar algunos analgésicos para mi tobillo además de un tinte para cabello color marrón oscuro. No pensaba detenerme tan pronto, apenas llevaba dos horas en la ruta, pero el dolor estaba matándome y no iba a resistir mucho más teniendo en cuenta que mi pie estaba fijo en el acelerador. Luego de otras paradas insignificantes, volví a detenerme en Vandalia antes de que amaneciera y ahí dormí bastante más de ocho horas porque mi cuerpo me lo pedía a gritos. Fue en una estación de servicio de Springfield, Misuri, que junté el coraje y valor suficiente para teñirme el cabello, pensé quedarme con él rubio, pero sería estúpido; tengo fans por todas partes y de permanecer con el mismo color de cabello corro el riesgo de que alguno pueda reconocerme nada más verme.

Aún después de eso me seguí sintiendo muy Melody, así que sin pensarlo, al llegar a Springfield me dirigí a base de indicaciones de unos ancianos a un estudio de tatuajes. Cuando el tipo del local comenzó a mostrarme el catálogo nada llamaba mi atención, pero en cuanto vi aquel corazón que me recordó a la caricatura que solía ver de pequeña, no dudé en que ese sería el elegido. Así es como terminé con un pequeño corazón rosa tatuado en el pómulo derecho de mi rostro, que si bien no hace la gran diferencia, es algo que Melody jamás se atrevería a llevar.

Ahí mismo también compré comida porque la que traía de la estación de servicio se acabó, dormí casi doce horas para compensar todas las que me faltaban y cuando volví a la ruta no me detuve sino hasta que volvió a amanecer ya casi llegando a Tucumari. Mi próxima parada fue Kingman, donde claramente volví a dormir y ahora estoy caminando hacia una ciudad cuyo nombre desconozco porque esta maldita camioneta ha decidido detenerse y no volver a encender. 

Debí asistir al curso de mecánica al que mamá quiso inscribirme cuando tenía trece, así al menos podría intentar hacer algo más aparte de solo girar la llave y rezar porque el motor dé señales de vida.

Al meterme en la ciudad vuelvo a ponerme la capucha y camino con la cabeza gacha. Cada grupo de adolescentes por el que cruzo aceleran mi corazón; todo el tiempo que estuve a solas con mi cabeza como única compañía me hizo pensar en las verdaderas consecuencias de mis actos. Si esto no sale bien, si alguien alguna vez llega a descubrirme y se sabe que fingí mi muerte me esperan unos cuantos años de cárcel y personas como yo no la pasan bien ahí.

—¡Estoy emocionada por oírlos tocar! —chilla una chica al cruzar junto a mi—. Moor es la mejor banda que puede tener Barstow.

—Disculpen —Me giro hacia ellas sonriendo con amabilidad—. ¿Saben de algún taller que pueda ayudarme con mi camioneta?

Una de las chicas, la de cabello rojo, da unos pasos hacia mí frunciendo el ceño y por unos segundos mi corazón se detiene.

—¿A esta hora? —pone la boca como pato y mira hacia arriba—. Nadie por aquí va a atenderte a las diez de la noche.

—Gracias —zanjo mientras me doy la vuelta para seguir caminando sin destino alguno, pero apenas doy unos pasos cuando vuelvo a girarme—. ¡¿Dónde toca Moor?!

Las chicas continúan caminando notablemente sin haberme oído por lo que suelto un largo suspiro y cierro los ojos a la vez que alzo la cabeza hacia las estrellas.

—En el antiguo galpón de paintball —comenta una voz detrás de mí haciéndome girar al instante para dar con unos bellos ojos marrones y una sonrisa amplia—. Soy Giulia.

—Yo soy... Dakota.

Dakota es la chica que ha tenido diecinueve años durante los últimos cinco años. Wanda consiguió identificaciones falsas para ambas para así poder entrar a los bares y discotecas a los que asistían el resto de los famosos sin tener que ir acompañadas por nuestros padres o alguien a cargo nuestro.

—¿Vas a ver a Moor? —Se pone a mi lado y empieza a caminar, así que simplemente le sigo el paso.

No debería exponerme de esta forma, pero por el bien de mi salud mental tampoco puedo quedarme encerrada en la camioneta otra noche.

—Sí —digo asintiendo repetidamente—. ¿Tú también?

—Mi primo toca la batería en la banda y yo no me pierdo ni una sola de sus presentaciones.

Alzo las cejas como si estuviera procesando la información que acaba de darme. No conozco a la banda, mucho menos a sus integrantes, pero pasar la noche escuchando a gente random cantar se me hace mil veces mejor plan que escuchar en bucle la estúpida música del estéreo.

—¿Vas sola?

—Mi familia vendrá más tarde, pero de momento sí... o bueno, no, voy contigo.

Yo le sonrío y continúo caminado.

—No eres de por aquí, ¿cierto? —niego con la cabeza—. ¿Viniste solo a ver a Moor tocar?

—De hecho, no. Venía de paso y mi camioneta dejó de funcionar —Me encojo de hombros—. La chica de antes dijo que nadie podría arreglarla a estas horas, así que me toca esperar hasta mañana.

Doblamos en una esquina y tras caminar otra cuadra más nos detenemos frente a un edificio de ladrillos anaranjados con aspecto un poco viejo.

—Aquí es... Ve entrando y coge una mesa, yo esperaré a que lleguen mis tíos y luego te busco.

Asiento metiéndome en el bar que está hasta el tope de gente. El lugar me da vibras más que a un bar en la ciudad, a uno en medio de la carretera: las mesas son barriles de esos que se utilizan en los viñedos para almacenar el vino; en las paredes hay fotos supongo que de los clientes y también de algunas bandas encima del mini escenario; la luz es tenue, pero agradable y entre las paredes se encierra un aroma a romero que parece limpiarte los pulmones cada vez que inhalas. 

Me siento en el primer barril libre que encuentro con la vista fija en el escenario donde los músicos comienzan a prepararse. Un escenario como este fue el primero en verme cantar, tenía cuatro años y mi padrino me llevó a un lugar de comida rápida donde también se hacía karaoke. Él fue quien me alentó a subirme y cantar, recuerdo que pusieron una canción que no conocía y tuve que inventarme la letra. La gente que estaba allí fue mi primer público y sus rostros no se borrarán jamás de mi memoria.

Ya llevo un rato sentada resoplando y viendo a cada rincón del lugar cuando volteo la vista hacia la entrada y doy con Giulia acompañada de un montón de personas más, noto como me busca con la mirada y en cuanto sus ojos dan con los míos sonríe y alza la mano en el aire señalándome.

—Ya han llegado todos —dice agrandando los ojos una vez que se acerca a mi—. No es la primera vez que van a presentarse aquí, pero la emoción siempre se siente igual.

—¿Dijiste que tu tío toca en la banda? —pregunto ladeando al cabeza a la vez que frunzo el ceño.

—Mi primo, toca la batería desde siempre y es realmente bueno. Moor tiene suerte de tenerlo... 

—¿Qué significa «Moor»? —Las siglas no me suenan de absolutamente nada.

Making our own road —De repente sus ojos brillan como si acabaran de ver la octava maravilla del mundo y cuando sigo la dirección de su mirada me doy cuenta por qué.

Encima del escenario hay un chico moreno de cabello decolorado ayudando a un señor panzón con unos papeles. En cuanto Giulia nota que la he descubierto aparta la mirada y se sonroja casi que automáticamente.

—¿Cómo se llama? —pregunto sonriendo.

—Él... No me gusta...

—Solo te pregunté su nombre —Mi sonrisa se ensancha aún más.

—Se llama Evan y está en último año, lo que reduce mis posibilidades de salir con él a un cero total.

—Nada es imposible —digo encogiéndome de hombros—, no mientras sigas respirando.

—Como sea, esto sí lo es porque es dos años más grande que yo y sale con Madeline, la chica que te cruzaste antes —alzo las cejas—. Te lo dije, es imposible. ¿Tu tienes novio?

Niego con la cabeza mientras mi mente es atacada por imágenes de Robin. No sé qué pensar sobre él, mi corazón está confundido y no quiere dar el brazo a torcer, pero mi cabeza es consciente de lo que leyó y lo que eso significa. 

—Tuve, pero ya no —comento y ella aprieta los labios.

—¿Es un buen tipo?

—El mejor que puedas imaginarte... 

O al menos eso creía. Robin siempre fue perfecto, me demostró su amor siempre, incluso la noche en que fui a su casa me hizo saber que estaba de mi lado y que me apoyaba, pero esos mensajes sacaron a la luz su verdadera persona y ahora no puedo volver a verlo con los mismos ojos.

—¿Por qué cortaron la relación? —Me siento en medio de una entrevista, claro está que faltan las luces y las cámaras apuntándome como si fueran un rifle y yo la inocente presa.

—Llevábamos mucho tiempo juntos... Supongo que nos aburrimos —miento.

Noto como ella frunce el ceño cada vez más y más con sus ojos fijos en algo detrás de mí y me giro intentando dar con eso que le molesta o preocupa, pero no veo nada.

—¿Está todo bien? —pregunto volviendo a verla.

—Sí, ya regreso —suelta poniéndose de pie y dirigiéndose otra vez al barril en que está su familia.

Me la quedo viendo mientras habla con ellos; mis ojos especialmente recaen en la niña a la que, el que supongo es su padre, le está haciendo una coleta con delicadeza y sonrío imaginándome que esa podría haber sido yo, que quizá esa soy yo en un mundo paralelo en donde papá jamás falleció.

—¿Pasó algo? —pregunto cuando Giulia regresa.

—La chica que toca el teclado en la banda se niega a hacerlo y no van a poder presentarse. Phebe es una infantil, esto es importante para todos y solo quiere arruinarlo, es idiota.

—¿Qué harán? —Como esto se cancele moriré de aburrimiento.

—Mike y Harry están intentando conseguir a alguien que pueda tocar con ellos aunque sea por esta vez, sino tendrán que salir de todas formas o Jefferson va a despedirlos.

—Yo sé tocar el teclado... —Mi lengua traiciona a mi cerebro.

Giulia me muestra una sonrisa de oreja a oreja agrandando los ojos.

—¡Dios, Dios, voy a decirle a Harry, Dios!

Me abraza y sale corriendo esquivando a la gente a su paso hasta llegar al barril de su familia. Veo como se lo cuenta al rubio que enseguida voltea a ver en mi dirección y sonríe. Pronto comienzan a caminar hacia mí y entonces siento una corriente de electricidad recorriéndome el cuerpo entero.

—¡Dakota, mira, él es Harry, mi primo! —dice Giulia emocionada—. Harry, ella es Dakota y lo más importante es que toca el teclado.

El rubio apoya su codo en mi barril y sonríe con los labios hacia abajo a la vez que alza las cejas.

—Lindo tatuaje, Dakota —Su sonrisa no sube, sino que desciende hasta formar un perfecto arco hacia abajo—. Gracias por esto.

—No empieces con tus tonteras, Harry —Lo reprende ella golpeándole el brazo—. Ven conmigo, Dakota, voy a maquillarte y a hacerte algo lindo en el cabello.

Giulia me toma de la mano y tira de mí empezando a caminar dentro del lugar hasta llegar a los baños.

—¡Ay, Giuli! —una chica alta de cabello rubio con mechas rosas la abraza—. Creo que voy a enloquecer, maldita Phebe.

—Dakota va a reemplazarla...

—¡¿Y quien mierda es Dakota?! —sus ojos parecen salirse de su cabeza.

—Soy yo —suelto sonriendo apenas.

—Dios, chica, ahora mismo te amo —Me abraza y el contacto se me hace extraño.

Wanda era mi única amiga y precisamente no es de las que les gusta el contacto físico así que no, no tengo más experiencias con la amistad.

—¿Puedes maquillarte tu sola? No necesitas mucho, solo delineado y labios —pregunta Giulia y yo asiento—. Genial, así puedo arreglarte el cabello y haremos todo más rápido.

—Phebe va a dejarse de estupideces en cuanto se de cuenta de que no es imprescindible para la banda —dice la chica mientras se recoge el cabello en una coleta alta—. Por cierto, Dakota, mi nombre es Lena. Muchas gracias por salvarnos.

—Por nada, es un placer ayudarlos —suelto a la vez que Giulia pone una chaqueta de jean negro frente a mí.

La voltea y al hacerlo noto las letras pintadas detrás en color rojo que ponen «Moor» y abajo el nombre completo de la banda. Sonrío poniéndome de pie y me la coloco viéndome fijo al espejo para comenzar a hacer mi delineado.

Supongo que puedo ser una super estrella por última vez.

—No tienes pánico escénico ni nada de eso, ¿no, Dakota? —pregunta Giulia abriendo los ojos como platos—. Está bien sentirte algo nerviosa si es tu primera vez, pero tranquila, todo saldrá bien, los chicos tienen experiencia...

—Deja de asustarla Giuli —Lena se encamina hacia fuera del baño—. Las partituras están en el atril. ¿Tocas hace mucho tiempo? Si no conoces algún acorde no lo improvises, solo déjalo pasar y ya, ¿estamos?

—Toco desde los siete años —comento mientras la sigo fuera del baño y camino al escenario—. Supongo que algo sé.

—Si lo haces bien yo invito tus cervezas al terminar —dice mirándome por encima de su hombro y me guiña un ojo con complicidad.

Un hombre panzón sube al escenario y anuncia a la banda como la sensación del momento mientras que el chico de cabello negro sube y toma el micrófono siendo recibido con gritos de parte del público. Lena continúa y tras ella otro chico bastante parecido al primero. Harry se acerca a mí y señala el escenario con la cabeza.

—Tu puedes, Dakota —Lena alza ambos pulgares en el aire y me sonríe mientras yo me coloco detrás del teclado.

Harry es el último y apenas pone un pie encima del escenario el publico vuelve a enloquecer. Él lo disfruta sonriéndoles ampliamente con los brazos abiertos y al llegar a la batería les lanza un guiño que reanuda los gritos aún con mayor potencia.

—Demuestra lo que sabes hacer, preciosa —dice el chico de la guitarra e inmediatamente siento repugnancia hacia él.

No me gustan los apodos, de ningún tipo y menos de gente que no conozco. Las únicas personas que me llaman de otra forma que no sea por mi nombre son mamá y mis padrinos. Para que Robin pudiera decirme «Babe» pasaron muchos meses y todavía sigue sin gustarme del todo, así que claramente que este chico me diga «Preciosa», no me agrada en absoluto.

El chico del micrófono dice algunas palabras y luego comenzamos a tocar. En ningún momento temo meter la pata, sé lo que hago, lo he hecho muchas veces y al acabar siento la mirada orgullosa de Giulia encima de mí. Cuando bajo del escenario y recibo su abrazo me doy cuenta de que quizá estaba equivocada; ya no creo que alguien pueda reconocerme, no porque ni siquiera yo puedo hacerlo y se siente raro. 

La Melody de hace una semana se negaría a compartir un escenario, esa Melody era solista, era brillante, era una estrella. Esta Melody no es nadie y la sensación me gusta.

—¡Yo pago las de Dakota! —anuncia Lena en un grito una vez que nos sentamos alrededor de un barril—. Pide las cervezas que quieras, chica. Emborráchate hasta el culo si quieres, te lo mereces.

Sonrío negando con la cabeza. Como mucho podré beber dos, porque mañana en cuanto mi camioneta esté reparada retomaré mi camino a Los Ángeles.

—Hola, Giulita —le dice el chico de la guitarra a Giulia cruzando su brazo por encima de los hombros de ella—. ¿Quién es nuestra pianista estrella?

—Dakota, él es Mike. Mike, ella es Dakota —nos presenta Giulia sin muchos ánimos.

—Es un gusto, Dakota —extiende su mano hacia mí y se la estrecho algo dudosa—. Ya era tiempo de las presentaciones oficiales, ¿no, preciosa?

—Deja de llamarme así —lo corto con voz firme—. No me gustan los apodos, no nos conocemos y desde ya te digo que no me agradas. Así que por favor detente.

—Ya te ha dicho Giulia que mi nombre es Mike, cariño —intenta tocarme el cabello, pero aparto su mano de un empujón—. Eres como una gata arisca, eh.

—¿Cómo acabas de llamarla? —los ojos de todos van sobre mis hombros y al girarme encuentro a Harry viéndolo con las cejas alzadas.

Antes no había notado lo claros que son sus ojos. Comienzan siendo grises alrededor de la pupila, para luego pasar por el azul clarito y acabar en un negro muy difuminado. 

—¿Cómo acabas de llamarla, Mike? —pregunta otra vez.

—Es asunto nuestro, tú ve a enrollarte con Phebe por ahí —responde rodando los ojos.

Harry se sienta entremedio de él y yo y le sonríe para después voltear su cabeza hacia mí y clavarme la mirada.

—Él es Harry —dice Lena—, y al igual que Mike a veces puede ser molesto, pero lo hacen en broma así que solo ignóralos.

—¿Molesto, yo? —Se señala el pecho fingiendo estar ofendido—. Si soy la cosa más linda que nunca has visto, Helena.

—Lo dudo —ella le saca la lengua y se centra en la chica que trae las cervezas.

—La primer ronda va por Moor, como siempre, y hoy también va por Dakota que salvó la noche —dice el otro chico de la banda, el que canta—. De verdad, gracias. Sin ti estaríamos perdidos.

—No hay por qué, de verdad, fue un gusto —aseguro sonriendo.

—Y él es Abraham, el hermano mayor de Mike —susurra Lena a mi oído alzando su jarra para unirla a la de los otros en el centro.

Acabamos bebiendo en total siete rondas de cerveza, los hombres alguna más y para cuando son las tres de la madrugada el tipo del bar nos pide amablemente que nos retiremos. Yo me despido de las chicas dándoles un beso en la mejilla y me dispongo a caminar hacia la salida de la ciudad donde dejé mi camioneta, pero no he dado siquiera cinco pasos cuando alguien tira de mi brazo obligándome a retroceder.

—¿Dónde vas? —pregunta Giulia frunciendo el ceño.

—¿Recuerdas que mi camioneta se rompió llegando aquí? —formo una línea con mis labios—. Iré a dormir hasta que amanezca y algún taller pueda ayudarme...

Giulia alza su dedo índice en el aire y niega agitándolo de un lado al otro.

—Ni pensar, no vas a dormir ahí, Dakota —abre los ojos como platos—. Es peligroso.

—He estado durmiendo en mi camioneta los últimos dos días, Giulia —río—. Nada va a pasarme.

—Giulia tiene razón, Dakota. Quizá dormir en  un monte lleno de pumas sea más seguro que hacerlo a la entrada de la ciudad.

—Vente a mi casa —dice Giulia—. A mis madres de seguro no va a importarles que lleve a una amiga.

—No sé...

—Anda, Dakota —anima Lena—. No seas cabeza dura. Has bebido y caerás dormida como plomo, ve a casa de Giuli.

Suelto un suspiro finalmente aceptando a la vez que Giulia salta de la emoción. Al llegar a su casa subimos las escaleras en puntillas y ella me acompaña hasta la puerta de una de las habitaciones en el pasillo. Se despide de mí con un abrazo haciéndome saber que hay sábanas en el cuarto de baño y luego la veo atravesar el pasillo para meterse en la que supongo es su habitación. 

Busco las sábanas, tiendo la cama y una vez recuesto la cabeza en la almohada cierro mis ojos ignorando la falta que me hace Boobo y dejándome adormecer por la melodía dulce que suena en mi cabeza hasta finalmente caer profundamente dormida.


Bueno, primero voy a decir que me gustan dos rubios; Lena y Harry, ¿Son mi tipo? Definitivamente no, a mi me gustan los morochos, pero me enamoraron y qué le voy a hacer, me tengo que acoplar al sistema.

Segundo: ¿Cómo mierda hago para meterme dentro del libro? Yo les juro que daría mi vida por ir a ver tocar a Moor aunque sea en el bar más cuchunfroso del planeta porque tengo la imagen en mi mente de ellos encima de un escenario y es hermosaaaaaa, Dios.

Bueno, eso. Tkm manga de fe@s, beso en la kola, nos vemos en unos días.
 

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