18 | «También me estoy enamorando, Dak»
Los pequeños rasguños en la madera de la puerta consiguen despertarme. Restriego mis ojos con mis dedos y me yergo en la cama todavía sin abrirlos; mi cabeza duele y sé que es consecuencia de haber bebido de más anoche.
Me pongo de pie y camino descalza hasta la puerta. Al abrirla, Box se mete dentro de la habitación con una energía eufórica y como si fuera suya, se echa encima de mi cama.
—¿Le abriste a él y no a mí? —Escucho a Harry decir desde la planta baja.
—Tú no tocaste —me encojo de hombros.
—Lo he hecho cuatro veces desde que me desperté —me mira serio cruzándose de brazos mientras sube las escaleras—. A la tercera comencé a creer que me estabas ignorando por lo de anoche.
Esto es lo malo de beber, al día siguiente cuando no recuerdas nada.
Me dejo caer a un lado de Box viendo a Harry recostarse en el marco de la puerta. Lleva puesta una remera azul de manga larga ceñida al cuerpo que deja ver a la perfección sus músculos debajo de ella y unos pantalones negros a la altura de sus caderas que están haciendo bastante dificil la tarea de concentrarme en lo que puede ser un problema potencial.
—¿Qué pasó anoche? —pregunto y la preocupación es clara en mi tono.
¿Acaso dije algo? ¿Y si le conté toda la verdad? ¿Si mi boca traicionó a mi mente? Los secretos solo sirven si se comparten con uno mismo y eso es lo que debo hacer con Melody; mantenerla oculta y enterrar su cuerpo inexistente en el fondo de mi cabeza, olvidarla y dejar que Dakota tome el control de todo. Mi plan viene siendo perfecto y no pude haber sido tan estúpida como para arruinarlo en una noche.
—Tú y Giulia se pasaron con el vino, tuve que meterte en el auto y luego subirte hasta aquí —asiento con el recuerdo latente en mi cabeza—. Luego dijiste algo...
—Sea lo que sea, no me hagas caso —niego con la cabeza agrandando los ojos—. Tú mismo lo dijiste, me pasé con el alcohol y no es confiable lo que haya salido de mi boca...
—No fue nada malo —ríe—. A menos que pedir que te besara lo sea —frunce el ceño.
—¿Yo te pedí que me besaras? —me señalo a mi misma sin poder creerlo—. No es cierto —niego con la cabeza—. Los besos son solo para momentos especiales...
—Los besos no pierden valor, no se gastan, Dak —se encoge de hombros.
—Mi ex novio decía...
—También me contaste eso —sonríe de lado—. ¿Recuerdas lo que te dije después?
Niego con la cabeza y él da un respiro profundo como si estuviera agradecido de que mi memoria sea una mierda.
—No importa —fija su mirada en el balcón—. Si no vamos a besarnos porque a ti no te gusta voy a poner todas mis fuerzas en reprimir mis ganas, pero si es porque tu ex te metió esas ideas en la cabeza te juro que voy a encontrar la forma de hacerte ver que no tiene nada de malo. Todos los traumas se superan y este no es la excepción.
—No es un trauma —frunzo el ceño—. Solo no veo la necesidad de compartir bacterias con alguien solo porque sí...
—Permite que me sienta halagado porque ya hayas querido besarme dos veces.
—La de anoche no cuenta —sonrío—. Estaba borracha.
—Pero la de tu cumpleaños sí —alza las cejas—. No parecía importarte las bacterias en ese momento.
—En momentos especiales no me importan —me encojo de hombros.
—Entonces tendré que hacer que todos los momentos sean especiales —sonríe de lado y algo en su gesto se me hace adorable—. Anda —hace una seña con la cabeza—, ponte ropa abrigada, vamos a salir.
—¿A dónde? —pregunto frunciendo el ceño a la vez que le rasco la cabeza a Box que se acurruca a mi lado—. Tengo turno en el bar a las ocho.
—Por eso aprovecharemos lo que queda de la tarde. Ponte algo grueso, de verdad —sonríe—. Hace mucho frío fuera.
Cierra la puerta y escucho sus pasos al bajar la escalera. Vuelvo a rascarle la cabeza a Box y me pongo de pie camino a mi closet. Tomo una remera, unos vaqueros, las botas forradas por dentro con lana sintética de cordero y mi chaqueta inflada; me pongo todo siendo controlada por la mirada curiosa de Box que mueve la cabeza de un lado a otro y luego bajo a la sala acompañada por el cachorro donde Harry está sentado en el sofá viendo la televisión, pero al notar mi presencia la apaga y se voltea hacia mí.
—¿Lista? —pregunta poniéndose de pie.
Cruza junto a mí guiñándome un ojo y toma la correa de Box colgada en el perchero.
—Sí, pero todavía no sé para qué —me cruzo de brazos—. ¿Vas a decírmelo o tengo que descubrirlo por mi misma?
Box camina hacia él contento sabiendo que saldrá.
—De verdad tienes un serio problema de memoria, petit monstre —Lo señalo con mi dedo índice a modo de advertencia y él ríe—. Vamos.
Una vez está junto al auto, abre la puerta trasera y deja que Box suba en los asientos. Yo me meto en el lado del copiloto mientras él enciende el auto y ni bien salir a la calle sube el volumen de la radio pasándome un micrófono imaginario con una clara invitación.
—¿Caraoke? —propone subiendo y bajando las cejas a la vez que «Make you mine» de PUBLIC comienza a sonar.
Ambos cantamos a coro y cada vez que la canción dice "put your hand on mine" él estira su mano hacia mí y yo se la tomo sonriendo como idiota. Salimos de la ciudad y nos metemos en un camino de árboles frondosos mientras seguimos cantando cada canción que pasa en la radio como si estuviéramos dando un show para muchas personas y no para nosotros mismos.
—El karaoke es de mis cosas favoritas y en serio odio tener que dejarlo, pero hemos llegado —dice arrugando la nariz.
Detiene el auto frente a una enorme casa de paredes color amarillo y una enredadera de flores cubriendo toda la fachada.
—¿Quién vive aquí? —pregunto desabrochando el cinturón.
—Mis padres —Ambos salimos del auto y una vez le quita la correa a Box para que pueda marcharse, caminamos hacia la entrada—. Mamá ha vivido aquí desde siempre y cuando mi abuelo puso la casa a mi nombre Ander se mudó con nosotros.
—¿Qué hay de tu padre? —relamo mis labios—. ¿Ahora dónde está?
—La última vez que supe de él estaba en Italia con mi abuelo —se encoge de hombros—. Él junto con mi madrastra y hermanastro.
—Creí que eras hijo único —Es raro que no lo haya mencionado antes.
—Es hijo de su mujer, no compartimos sangre o genes o lo que sea que se comparta—ríe como si se hubiera acordado de algo gracioso—. A veces me causa gracia pensar que yo me crié viéndolo a través de una pantalla y que ahora él le da su afecto y atención a un niño que prácticamente no es nada suyo.
—No parece importarte...No suenas como si te doliera...
—Es que no me importa —afirma poniendo su mano en el picaporte de la puerta—. Las personas que están a mi lado me enseñaron que no necesito rogar amor, no importa quien sea, quien está conmigo es porque de verdad quiere estar.
Toma mi mano entrelazando nuestros dedos y tira de mí hacia dentro de la casa. Mis ojos bajan a nuestras manos y siento electricidad recorriendo todo mi cuerpo; no recuerdo la última vez que me pasó algo así con Robin, cuando comencé a salir con él y a enamorarme, apenas tenía quince años y todo era terreno nuevo para mí, pero ahora que ya sé lo que el sentimiento significa, puedo asegurar que esto es totalmente diferente.
Es amor, no tengo duda, pero de una manera más profunda.
—Hay un lago al fondo —comenta mientras caminamos—. En primavera el agua calienta lo suficiente como para que podamos meternos.
Suspiro sintiendo mi corazón encogerse. En cuestión de segundos mi mente se ve plagada de recuerdos en la casa del lago de papá, los veranos que pasé jugando en la casa del árbol, pintando en el muelle con mamá, tocando la guitarra en la sala de música que se suponía sería para él, escondiéndome de Eri, quemando malvaviscos con Laura y Theo o haciendo lo que se me diera la gana con Fausto... miles de recuerdos azotan mi mente y de una forma nostálgica me hacen sonreír.
—¿Pasa algo? —Harry frunce el ceño sonriendo.
—Me recuerda a mi hogar —me encojo de hombros.
Nunca consideré mi hogar un edificio o una casa, sino las personas que vivían en ella; es así como a lo largo de mi vida terminé teniendo muchos hogares, o muchos lugares que las personas dentro de ellos los convirtieron en mi hogar. La casa en Manhattan, la casa de papá en el centro de New York y la del lago son la que más recuerdos albergan porque es donde pasé más tiempo, pero también está la de la abuela Grace, la de la nonna, la del tío Theo, la de Laura, la Fausto, la de Cami y Eri, el bar de Uriel en el que pasé horas cantando subida en una mesa mientras él limpiaba para cerrar e irnos y muchos otros lugares que hoy me hacen ser quien soy.
Harry tira de mí hasta metemos en la que parece ser la cocina donde Vicky y Ander están tomando vino.
—No los escuché llegar —dice ella dejando su copa para venir a nuestro encuentro—. Es bueno volver a verte tan pronto, Dakota.
Me abraza y yo dejo que sus brazos me rodeen haciendo lo mismo con ella.
—¿No tuvieron problemas para llegar? —pregunta Ander y Harry niega con la cabeza—. Desde que comenzó a nevar llevo una pala en la maleta de mi auto por si acaso.
—Pagaría por verte sacando nieve de las ruedas —Harry comienza a reír y su madre le dedica una mirada de advertencia—. No me retes, sabes que no va a hacerlo. Si se queda atascado llamará a una grúa que lo saque, no hay probabilidad de que él mismo quite la nieve.
—No dije que fuera a hacerlo —Ander bebe de su copa sonriendo—. La pala es para que el tipo de la grúa no crea que soy un inútil.
Vicky agranda los ojos y luego suelta aire riendo—. ¿Quieres vino, Dakota? —pregunta y yo niego con la cabeza—. Bueno...también tenemos chocolate caliente si no te gusta el alcohol —suelta con tono sarcástico y luego sonríe ampliamente.
—El chocolate está bien —río con complicidad.
Ander se dispone a servirme una taza para mí y otra para Harry. Cuando nos las da aprecio la foto que tiene estampada en la mía; es una de Harry de pequeño, le faltan los dos dientes de adelante y señala el espacio vacío con todo el orgullo del mundo.
—¿Justo esa tenías que darle? —dice con tono de reproche señalando a Ander con el índice.
—Te ves tierno —yo me encojo de hombros alzando la taza a la altura de mis ojos para poder ver mejor la foto.
—No ayudas, Dak —Harry rueda los ojos, divertido.
—Tengo un álbum lleno de fotos iguales y hasta peores —Vicky ríe—. La próxima vez que vengas voy a obligarte a que las veas —Me sentencia con el dedo y ahora es cuando comprendo de dónde ha sacado Harry esa acción.
—Será un placer —digo yo asintiendo mientras él me mira con los ojos entornados como si de alguna forma lo estuviera traicionando.
—¿Por qué mejor no vamos a lo que vinimos y nos olvidamos de esas fotos? —Harry sonríe poniendo una de sus manos en mi espalda para volver a dirigirme por la casa.
Mientras caminamos Vicky y Ander murmuran a nuestras espaldas cosas que no llego a entender, pero Harry parece hacerlo, porque se voltea y enseguida ambos guardan silencio.
—¿Recuerdas que te dije que nuestra tradición familiar es hacer muñecos de nieve y ponerle nombres feos? —pregunta abriendo una puerta que da al patio trasero.
En cuanto pongo un pie fuera de la casa mis ojos dan con la pila de ropa debajo del porche, el cajón con zanahorias y el montón de ramitas e inevitablemente sonrío.
—Bienvenida a mi tradición familiar, Dak —sonríe viéndome a los ojos.
Un flash nos ilumina desde atrás y al voltearnos encontramos a Vicky riendo—. Es la primera vez que tenemos a alguien más haciendo esto con nosotros, déjenme ser la mamá molesta que le toma fotos a todo.
Harry rueda los ojos y yo río encogiéndome de hombros.
—Ve pensando un nombre —toma una zanahoria—, y tiene que ser bueno porque luego votamos y el peor de todos debe aguantar que le peguen con bolas de nieve —me sentencia con la zanahoria en el aire.
—No me advertiste sobre eso —me quejo tomando una zanahoria del cajón.
Vicky se acerca y nos pasa un par de guantes a ambos sonriendo.
—Te estoy advirtiendo ahora para que pienses bien qué harás —Harry se coloca los guantes y camina hacia el patio—. Nada de ser impulsiva, porque si pierdes... voy a darte con toda las ganas del mundo.
Camino hacia él intentando no reír—. Eso podría malpensarse.
—Iba con doble sentido —me guiña un ojo y luego se dispone a formar una bola de nieve.
Niego con la cabeza mientras río y me pongo a armar una bola también. Vicky y Ander pronto se nos unen y así pasamos las siguientes dos horas cada uno envuelto en su trabajo; de vez en cuando mi cerebro me obligaba a alzar la vista y siempre encontré a Harry viéndome con su sonrisa característica curvándole los labios, lo que me hizo pensar en si él me atrapaba viéndolo o si era al revés, sea cual sea, no encontré la respuesta.
—Bien, te falta algo, Dakota —me dice Vicky extendiendo una rama torcida hacia mí—. Te echo una mano —sonríe al notar que entendí la referencia y yo hago lo mismo.
—¿Necesitan más piedras? —pregunta Ander dándole una canastita a Harry.
—Yo ya terminé —dice él encogiéndose de hombros y le pasa la canasta a su madre.
—¿Dakota? —pregunta ella mostrándome la canasta y yo niego con la cabeza—. Bien, entonces es hora de bautizar a nuestra familia Stein. ¿Amor? —dirige sus ojos a Ander.
—El mío se llama Evaristo, tiene sesenta años y lo jubilaron por problemas de la espalda —Vicky y Harry comparten miradas cómplices.
—Esta señorita es Cándida, trabaja en un local de comida rápida que tiene mala fama porque todos sus clientes se enferman —dice Harry y Vicky niega con la cabeza.
—El mío es Pepe y es cantante de rock, pero no le va bien porque tiene la voz muy chillona y no da con el perfil de roquero.
—Mi muñeco se llama Dickson y toda su vida le han hecho bullying preguntándole si tiene un hermano gemelo llamado Penison —Si lo pienso, no es tan gracioso, pero a ellos parece hacerles gracia así que sonrío.
—Creo que está claro quién es el perdedor —Vicky mira a Ander y él entorna los ojos—. ¿Evaristo?
Harry comienza a formar una bola en sus manos sonriendo de lado y me hace una seña con la cabeza para que copie su acción. Con pena formo una bola y después de que Vicky y él se la lancen al pobre Ander es mi turno. Sonrío viéndolo quitarse la nieve de encima y cuando volteo hacia Vicky y Harry para ver sus reacciones siento la bola de nieve que da de lleno en mi rostro.
Abro la boca a la vez que cierro mis ojos y escucho la carcajada de Vicky resonando.
—¡Si yo no fui quien perdió! —me quejo comenzando a armar una bola considerablemente grande.
—Estoy en su equipo —Harry cruza junto a su madre caminando hacia mí—. Lo siento, ma.
Y apenas termina de disculparse me lanza una bola a la cara.
—¡Harry Bianchi Clayson! —lo reprende ella—. Verás de qué estoy hecha...
Harry se para a mi lado y me guiña un ojo—. No le des en la cara, no le gusta —dice, justo antes de lanzarle otra bola y, como no, darle en el medio de la cabeza.
—¡Harry! —chilla ella apretando los puños a ambos lados de su cuerpo.
Ander me lanza una bola enorme que me cubre todo el cabello de nieve y yo volteo a verlo sin poder creer que me haya traicionado de esta forma; debí lanzarle la bola con más fuerza cuando tuve la oportunidad, la misericordia es para los débiles.
—Tú te metes con la mía y yo me meto con la tuya —le dice a Harry que voltea a verme sonriendo y luego regresa sus ojos a él.
—Es justo —asiente agachándose para armar otra bola.
Bolas de nieve vuelan de un lado al otro acompañadas de carcajadas y chillidos; mi estómago duele de tanto reír, tanto así que cuando ya no puedo soportarlo más me tiro en la nieve rendida.
—No puedo más —Mi voz está hecha un desastre—. Me rindo, no quiero seguir jugando.
—Mis rodillas tampoco lo soportan —se queja Ander negando con la cabeza—. Voy a volver a preparar más chocolate, los espero dentro.
—No se queden mucho tiempo aquí —dice Vicky—. Si se enferman van a tener que cuidarse el uno al otro, yo no pienso quedarme con ambos.
Harry le saca la lengua y se deja caer a mi lado en la nieve. Ambos nos quedamos viendo a sus padres entrar en la casa y una vez estamos completamente a solas siento como suspira.
—¿Estás bien? —pregunto frunciendo mi ceño.
—Solo me cansé —Su pecho sube y baja—. Pero fue divertido, ¿no?
—Sí —asiento apoyando mis manos en la nieve—. Se siente bien estar aquí, con ellos y contigo —digo y él me mira sonriendo de lado.
En cierta forma me hacen sentir otra vez en casa; sé que jamás podrán reemplazar a mi familia, pero hasta ahora han sido una buena distracción que mantiene lejos los pensamientos malos que con frecuencia llegaban a mi mente.
Él cierra los ojos y copia mi posición alzando su cabeza al cielo. Mis ojos se niegan a apartar la vista de él, de como aprieta la mandíbula, como su cabeza se ladea apenas un poco o como esa sonrisa característica vuelve a curvar sus labios; cuanto más lo contemplo más fuerte suena la música dentro de mí y las ganas de besarlo me consumen.
—¿Este es un momento especial? —trago grueso.
—¿Quieres que sea uno? —abre los ojos y los clava en mí.
Yo asiento con la cabeza y antes de darle tiempo a que sea él quien se mueva me acerco y lo beso. Me aparto apenas sonriendo y lo miro a los ojos.
—¿Me das otro? —pregunta arrugando la nariz—. Por favor.
—Solo uno —vuelvo a besarlo.
—¿El último? —sonríe de lado todavía con sus ojos fijos en los míos.
—Y ninguno más —apenas rozo nuestros labios—. Harry...
—¿Qué pasa? —frunce el ceño.
—Creo que me estoy enamorando de ti.
—Quería ser yo quien lo confesara primero —pega su frente a la mía—. También me estoy enamorando, Dak.
Vuelvo a unir nuestros labios y eso parece tomarlo por sorpresa, lleva su mano a mi nuca profundizando el beso, mis ojos se cierran disfrutando el momento hasta que escucho la puerta de la casa abrirse y me aparto rápidamente.
—¿Vienen? —pregunta Ander
Harry rueda los ojos y yo niego con la cabeza mientras me pongo de pie y estiro mi mano hacia él. Entrelaza nuestros dedos y luego tiro de él hacia dentro de la casa sonriendo. Dos horas después estamos en el auto camino a nuestra casa cantando las canciones que pasan en la radio y mientras lo hacemos mi mente simplemente decide desconectarse varias veces.
Puedo quedarme en esta ciudad, puedo trabajar en el bar, puedo ser Dakota y olvidarme de la fama, puedo volver a enamorarme y decidir confiar, pero lo que no puedo es ignorar completamente quien fui. Para poder avanzar tengo que enfrentar mi pasado y las cosas que hice...solo así seré completamente libre de hacer lo que quiera.
Es momento de hablar con mamá.
Hola cabezas de testículos infestados, ¿cómo andaaaan?
¿Vieron el nuevo separador para la notaaaa? Sé que no es nada de otro mundo, pero me gusta más que el anterior y a este le eché más ganas, no como al otro que solo le puse un micrófono pedorro en medio xd.
Bueno, nada, SE VIENEEEEEE, SE VIENE GENTEEEEEE.
Nos vemos el próximo domingo, no olviden atender la llamada...
Besos en la kola
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro