15 | «¿Acaso tú nunca mientes?»
—Terminé con los baños —le digo a Nick y luego me meto detrás de la barra—. ¿Quieres que te ayude aquí?
—Ya te he dicho que no, Dakota —Él rueda los ojos—. Tu turno terminó hace media hora, deberías ir a prepararte para el festival.
—Comienza a las cinco y apenas son la una, tengo tiempo —Muevo unas cucharas de lugar como si eso fuera a justificar que todavía esté aquí.
—¿Estás segura de lo que vas a hacer? —Deja de revolver la fruta licuada que tiene dentro de la jarra y me mira con el ceño fruncido—. Vas a morir del cansancio, literalmente.
Acordé con Jefferson faltar hoy a la noche y recuperar las horas mañana en la tarde, por lo que básicamente pasaré el día entero en el bar. Sé que será agotador, pero es lo que debo hacer si quiero cantar con los chicos.
—Sí, solo son cuatro horas más —me encojo de hombros—. Puedo soportarlas.
Se limpia las manos sacudiéndolas en su delantal y comienza a caminar hacia mí cargando mi bolso en su antebrazo.
—Bien, pero esas cuatro horas las harás mañana, Dakota de mi corazón —me toma por los hombros haciéndome girar—. Ahora vas a marcharte.
Cuelga el bolso en mi hombro y le da unos golpecitos al tirador.
—¿Me estás echando? —frunzo el ceño.
—Sí —asiente con seguridad—. Moor abre el festival así que tienes que estar con ellos mucho antes de que todo empiece, anda, vete.
Frunzo la nariz y salgo del bar con los brazos cruzados. No quiero irme, todavía no, sin embargo, mis pies me arrastran hasta mi camioneta en la calle de abajo y traicioneramente, en conjunto con mis brazos, conducen hasta estar estacionados frente a mi casa.
Suspiro saliendo de la camioneta mientras vuelvo a colgarme el bolso y camino a la entrada.
Necesito hablar con Harry sobre lo que pasó anoche y dejarle en claro que a pesar de eso y de cómo se sintió, seguimos siendo amigos y eso es lo único que seremos. No puedo intentar algo con él, no siendo Dakota y me niego a ser una más de sus amigas con derechos; durante toda mi vida he recibido toda la atención del mundo por parte de quienes amo, mi familia me enseñó que el amor a medias no es amor y gracias a eso no soy la clase de persona que se conforma con la mitad, es todo o nada, sin importar las circunstancias.
—¿Estás bien, Dak? —pregunta Giulia parada en el umbral de la puerta.
Veo las llaves en mis manos y sonrío. Debo dejar de quedarme parada en la puerta sobrepensando cosas o pronto comenzarán a creer que estoy mal de la cabeza.
—Las encontré —digo sacudiéndolas como si las hubiera estado buscando—. ¿No se supone que deberías estar en el colegio?
La abrazo para saludarla y luego me meto en la casa dejando que el calor me reciba. Box viene corriendo hacia mí y yo me agacho para sobarle la cara y luego el cuerpo, él se sacude y tras un estornudo que me espanta un poco se marcha sacudiendo la cola.
—Tenemos vacaciones hasta enero —cierra la puerta detrás de sí—. Ya sabes, por las fiestas y todo eso... ¡Harry me dijo que vendrás a pasarlas con nosotros!
—Si... —cuelgo mi bolso en el perchero y comienzo a sacarme la chaqueta—. Pero solo si tu familia está de acuerdo con eso.
—Claro que sí —dice metiéndose en la sala conmigo caminando detrás de ella—. Verdad que sí, Harry.
Ni bien mis ojos dan con él un deja vu llega a mí; está acostado en el sofá con las piernas colgando por uno de los brazos del sofá y tiene los ojos cerrados. La única diferencia es que encima de él hay una enorme bola de pelo llamada Box.
—¿De qué hablas? —pregunta él irguiéndose.
Sus ojos se clavan en los míos a la vez que esa sonrisa al revés se hace presente.
—Que todos están felices de que Dakota venga a pasar las fiestas en casa.
Él asiente girando sus piernas para sentarse correctamente.
—Hay comida en la heladera —continúa hablando Giulia—. Nosotros ya almorzamos, íbamos a esperarte, pero tardaste demasiado.
—Yo quería esperarte —Harry señala a Giulia—, pero ella me obligó a comer.
—Está bien —niego con la cabeza sonriendo—. Estaba ayudando a Nick con algunas cosas y no había forma de que pudiera llegar antes —miento—. ¿A qué hora hay que estar en el lugar del festival?
Giulia mira a Harry y él voltea su cabeza hacia nosotras por encima de su hombro.
—Lena quiere que nos encontremos en su casa en media hora —dice—. Tienes que llevar tu chaqueta de Moor, la usaremos por encima del vestuario.
—Entonces ya voy a ducharme o no nos alcanzará el tiempo —comento viendo el reloj de pared.
—Yo te calentaré la comida mientras tanto —dice él poniéndose de pie.
—Y yo sacaré a Box —Giulia sonríe mostrando todos sus dientes—. Voy a demostrarles que si me adoptan seré buena hija.
Asiente frunciendo el ceño y palmea sus piernas para llamar a Box mientras Harry la mira sonriendo ampliamente y niega con la cabeza. Cuando salen de la casa, mis ojos se posan sobre él en busca de alguna señal, algo que me diga que es momento de hablar de lo que pasó, pero no hay nada.
—Em y Sofía celebran sus cinco años de casadas con otra luna de miel y van a viajar por algunos países, se van en marzo y Giulia no quiere ir con ellas así que ya está viendo con quién quedarse —niega—. Seguramente sea con Lucca y Sara si todavía no se han marchado a Italia o con mi madre, pero no con nosotros.
Río y él me devuelve el gesto. Giulia es una adolescente y nosotros aunque tengamos responsabilidades de adultos seguimos siendo dos adolescentes más que ni de broma pueden cuidar a otro ser humano además de a ellos mismos.
—Voy a ducharme —digo dudosa, todavía a la espera de que saque el tema del beso.
—Bien, yo caliento la comida —sonríe y cruza a mi lado sin mediar más palabra.
Aprieto mis puños mientras me doy media vuelta y me dirijo a las escaleras. Cinco minutos después estoy debajo de la ducha, y en unos diez más, sentada frente a un plato de canelones de carne con mucho queso mientras Harry usa su celular recostado en la mesada de la cocina.
—Harry —digo.
—¿Qué? —Sus ojos pasan del celular a mí en medio segundo.
—Lo de anoche...
—¿Podemos no hablar de eso ahora? —Su ceño se frunce un poco—. Quiero que al subir al escenario mi mente se blaquee y digas lo que digas no voy a poder dejar de pensar en eso.
—Está bien —asiento—, pero hay que hablarlo en algún momento.
—Está claro que sí —alza las cejas—. No puedes decir que tienes ganas de besarme, hacerlo y luego marcharte así como así.
Escuchamos la puerta de la entrada abrirse y ambos nos miramos fijo a los ojos sellando un pacto de silencio. Giulia entra en la cocina con Box caminando detrás de ella y pasa su mirada de uno a otro frunciendo el ceño.
—¿Qué pasa? —pregunta cruzándose de brazos.
—Nada —Harry vuelve a prestarle atención a su celular—. ¿Por qué?
—No sé —ella se encoge de hombros—. La energía está rara.
—No pasa nada —asegura él rodando los ojos—. ¿Vendrás con nosotros o irás con tus amigos?
Giulia arruga la nariz y luego se cruza de brazos evaluando sus opciones durante unos segundos que me son suficientes para terminar de comer mi segundo canelón.
—Creo que iré con mi grupo, pero luego nos vemos allá —Sus ojos van a mí—. ¿Vas a quedarte con la banda después de tocar?
Yo me encojo de hombros y miro a Harry.
—Vendremos aquí —dice él asintiendo—. Puedes quedarte si quieres, duerman ambas en mi cama y yo usaré el sofá como la última vez.
—En cuanto mis amigos decidan marcharse ten por seguro que estaré golpeando su puerta —nos señala a ambos—. Nos vemos más tarde.
Se despide de mí con un abrazo y un beso en la mejilla y de igual forma lo hace con Harry. Box la acompaña hasta la puerta y tras oír cómo ésta se cierra lo vemos aparecer balanceándose de un lado al otro al par de su cola.
—Me da pena dejarlo solo —digo sobándole la cabeza.
—No podemos llevarlo, Dak —niega él—. Tendríamos que dejarlo dentro del auto y sería peor para él.
—Lo sé —me encojo de hombros—. Volveremos tan pronto como acabe, te lo prometo —tomo su rostro entre mis manos apartando el pelo que le cae encima de los ojos.
—Deberíamos irnos, Dak —me muestra la pantalla de su celular—. Lena está insistiendo.
—Déjame subir a por mi chaqueta y estoy lista —Me pongo de pie y deposito mi plato en el fregadero.
—Te espero en el auto, llevo tu bolso —Harry cruza junto a Box sobándole la cabeza.
Subo corriendo a mi habitación, tomo mi chaqueta y vuelvo a bajar a la misma velocidad dirigiéndome a la puerta. Box me obliga a detenerme en la entrada para rascarle la cabeza y una vez lo hago se aparta para marcharse Dios sabe a dónde.
Ya dentro del auto de Harry señalo la chaqueta sonriendo y él me devuelve el gesto.
—¿Te aprendiste el orden de las canciones? —pregunta haciendo reversa—. Una vez que empecemos no nos detenemos y no es por meterte presión, pero no puedes cagarla sino Lena y Phebe van a matarte.
Yo asiento agrandando los ojos.
—No voy a cagarla —aseguro—. Ya he hecho esto otras veces.
Su ceño se frunce y cuando voltea a verme extrañado me doy cuenta de que mi subconsciente me ha engañado.
—La primera vez que cantaste con nosotros, aquella en el garaje cuando Phebe te preguntó si cantabas, dijiste que jamás lo habías hecho delante de alguien...
—De verdad, no entiendo cómo es que recuerdas cada cosa que digo...
—Me gusta escucharte y te presto atención cuando hablas, no es tan dificil, Dak —se encoge de hombros—. ¿Has cantado antes en público?
Yo asiento tragando grueso. Debo tener mayor cuidado a la hora de hablar de mi pasado delante de él porque ahora mismo, su buena memoria es mi peor enemigo.
—¿Por qué mentiste? —su ceño sigue fruncido, pero sus labios comienzan a curvarse hacia arriba, lo que me da una buena señal.
—Sabía que iba a hacerlo bien y quería que Phebe se tragara sus palabras —En parte es verdad—. Y funcionó, ¿no?
—Sí, pero no había necesidad de mentir —ríe—. Podías decirle que lo habías hecho antes e iba a molestarle de todas formas.
—Fue una mentira chiquita —ruedo los ojos—. ¿Acaso tú nunca mientes?
Niega con la cabeza mientras forma una línea con sus labios.
—Las mentiras distanciaron muchas veces a mi familia y desde pequeño me enseñaron a no mentirle a las personas que amo, es otra de las cosas que adopté como regla universal —se encoge de hombros—. ¿En qué más nos has mentido?
—Nada más —niego con la cabeza—. Lo prometo.
—Está bien si volviste a hacerlo, no nos conocías...
—Tampoco los quería —frunzo la boca de costado mientras él me mira con los ojos como platos—. Querías que fuera sincera.
—¿Ahora nos quieres? —sonríe hacia abajo mientras hace un escaneo de mi rostro que me pone un tanto nerviosa.
—Un poco —arrugo la nariz.
—Pero a mí más que al resto, ¿no? —ladea la cabeza—. Si dices que no, no volveré a calentarte comida —me señala con el índice.
Yo suelto una risa negando con la cabeza y él sonríe sin quitarme los ojos de encima.
—Sí —Y ahí está esta melodía presente en mi mente—. A ti más que a los demás y no lo digo solo para que sigas calentándome la comida cuando regreso de trabajar.
Detiene el auto frente a una casa de dos pisos inmensa y la señala con la cabeza.
—Aquí estamos —pone el freno de mano y se desabrocha el cinturón—. Prometo no decirle a nadie que soy tu favorito —rueda los ojos sonriendo y yo río.
—Gracias por ser tan considerado —Desabrocho mi cinturón y me dispongo a bajarme del auto.
Juntos caminamos hacia la casa y una vez estamos frente a la puerta es él quien golpea. Phebe abre a los pocos segundos y nos sonríe a ambos, lo que a mí se me hace extraño, como siempre; no sé si es que no estoy acostumbrada a verla sonriendo o que simplemente no va con su personalidad, pero es raro.
—Dakota, Lena tiene tu ropa arriba —señala las escaleras—, y Harry, los chicos están jugando al play en la sala así que si quieres ir...
Ni bien termina de hablar Harry comienza a caminar por el hall hasta perderse tras el sonido de un partido de fútbol.
—Mientras nosotras nos arreglamos ellos juegan, siempre es igual —Phebe rueda los ojos—. ¿Vamos arriba?
Yo asiento y la sigo por las escaleras, luego a través de un pasillo larguísimo hasta finalmente llegar a la habitación en donde Lena está sentada frente a un escritorio haciéndose un delineado de colores mientras se mira en un espejo circular pequeño.
—Hola, Dakota —me saluda sin dejar de verse—. Encima de mi cama tienes tu ropa, la elegimos entre ambas —se señala a ella y a Phebe que se deja caer encima de la cama.
A su lado hay un short vaquero claro, una remera blanca con una mariposa monarca roja estampada a un lado, un cinturón negro y un par de botas militar del mismo color. No sé qué día fueron a comprar la ropa, pero desde el primer ensayo dejé en claro que no tenía tiempo para acompañarlos al centro comercial y Lena se ofreció a elegir mi vestuario, cosa que ha hecho perfectamente.
—¿Cuánto les debo por esto? —pregunto tomando la remera.
—Cuarenta y seis dólares —Lena niega con la cabeza—, pero te lo dejo en treinta si me prestas las botas para usarlas la próxima vez que toquemos.
—Hecho —le sonrío.
—Un placer hacer negocios contigo —dice y luego me guiña un ojo.
Phebe se endereza en la cama y hace una seña con la cabeza hacia el tocador de Lena.
—Si quieres puedo peinarte mientras Lena se maquilla, así ahorramos tiempo.
Yo asiento tomando el peine que Lena me extiende y me siento en los pies de la cama dándoselo a Phebe.
—¿Qué dices que va con el outfit? —le pregunta a Lena que se voltea viéndome de arriba a abajo.
—Divídele el cabello un poco más abajo de la mitad de la cabeza y hazle trenzas a un lado, de esas que parecen que van a dejarte pelada —ríe volviendo a verse en el espejo.
Phebe y yo compartimos miradas antes de encogernos de hombros y ella ponerse a repartirme el cabello a un lado y otro de la cabeza.
—¿Eres rubia, Dakota? —pregunta y el pánico se apodera de mí.
—¿Qué? —niego con la cabeza.
—Tienes las raíces claras, demasiado claras...
—¿Te teñiste el cabello? —Lena me mira con el ceño fruncido, claramente sorprendida—. No lo había notado ni en lo más mínimo.
—Me lo teñí hace mucho —digo con seguridad—. Ya se estaba tardando bastante en crecer.
Cuando me lo teñí no tuve en cuenta que tendría que seguir haciéndolo a medida que creciera. Heredé el color de cabello del padre de mamá y aunque toda la vida me lo he tintado con colores fantasía para los shows y eventos, el color desaparecía después de una ducha; que no pasara lo mismo con el castaño me hizo olvidarme completamente de que al crecer el color no iba a estar ahí.
—Aguanta unas semanas más —asegura Phebe—, pero vas a tener que volver a teñirlo o comenzará a notarse.
No digo nada y ella tampoco, solo se dispone a comenzar a hacer las trenzas procurando dejar el cabello lo más tirante posible y para cuando termina le doy la razón a Lena; tengo la terrible sensación de que quedaré calva.
Mientras Phebe peina a Lena yo me maquillo aplicando base, corrector, un delineado negro simple, máscara de pestañas y labial rojo. En mis conciertos solía llevar mucho maquillaje, incluso más que Lena, pero ahora no siento esa necesidad de destacar encima del escenario y sinceramente, me veo mejor con menos maquillaje.
—¿Tú qué vas a hacerte en el cabello, Phebe? —pregunto mientras muevo mi cabeza al ritmo de la canción que suena en el celular de Lena.
—Un recogido, lo de siempre —agarra sus rizos rodando los ojos—. Para moldear mi cabello necesito más tiempo del que tenemos, así que simplemente trato de verme linda con lo que puedo hacerme.
—¿Quieres que intente hacer algo? —No tengo mucha experiencia con cabellos rizados, pero algo he aprendido en estos años y creo que puedo manejarlo.
—No, está bien —niega con la cabeza—. Me gusta como me veo con un moño, seguramente le agregue dos trenzas a cada lado y ya.
—Yo me he ofrecido miles de veces a hacer lo mismo —Lena la apunta con un delineador—. Nunca deja siquiera que me acerque.
Toma las prendas dobladas encima de la almohada y se pierde detrás de la puerta a un lado de la habitación para regresar al cabo de unos minutos vestida con unos jeans acampanados, un top blanco liso y unas botas negras con tacón.
—Te ves bien —Phebe la mira de arriba a abajo sonriendo—. Y solo para aclararlo, mi cabello solo lo toco yo —dice Phebe agrandando los ojos—. ¿Vas a maquillarme de una vez o qué?
Y ahí está ese tono arrogante de siempre que es característico en ella, ya llevaba mucho tiempo siendo agradable.
—¿A qué hora tenemos que estar en el lugar del festival? —pregunto sacando mi celular del bolsillo de mi jean.
—¿En la plaza? —Phebe me mira a través del espejo—. Como a las tres y media... Deberíamos de apurarnos.
—¿Tanto tiempo antes? —Mi ceño se frunce.
—Tenemos que arreglar los instrumentos y chequear que todo esté bien antes de tocar, necesitamos ese tiempo —Se pone algunos invisibles en el cabello y voltea a verme señalando la puerta con la cabeza—. ¿Puedes decirle a los chicos que se pongan su ropa?
—Yo voy —Lena sale de la habitación antes de que siquiera pueda dar un paso.
—Te quedó muy lindo —le digo a Phebe que comienza a sacarse la remera y me obliga a voltearme.
—Gracias, Dakota —Puedo imaginarla sonriendo—, pero no necesito que me halagues, no somos amigas.
—Pero...
—Que te trate bien no quiere decir que me caigas bien, no somos amigas.
—Eso lo entiendo, pero...
—No hay peros, Dakota, ya está —se encoje de hombros—. La única conexión que tenemos tú y yo es la banda, háblame si necesitas algo que la involucre, sino has como si no me conocieras.
Y yo que creí que estábamos comenzando a entendernos.
Tomo mi ropa de encima de la cama junto con mi chaqueta y sin mediar más palabra me meto en la habitación donde Lena entró la primera vez que desapareció para descubrir lo que ya suponía; es un baño. Al salir, Phebe no está en la habitación, así que guiada por algunas risas me dirijo escaleras abajo.
Ni bien poner un pie en la sala, Mike viene a mi encuentro y pasa su brazo por encima de mis hombros mientras caminamos hacia el sofá.
—Jamás lo entendí tanto como en este momento —me susurra y yo le frunzo el ceño—. Estás hermosa, Dakota.
—Tu tampoco te ves mal, Mike —sonrío.
Lleva una bandana atada en la cabeza, una remera blanca, jeans y la chaqueta de Moor puesta al igual que Abraham y Harry, la única diferencia es que ellos tienen el pañuelo atado en sus muñecas.
—Ahora que está aquí tomemos la foto —dice Harry dándole la cámara a Lena.
Ella pone la mini cámara encima de la chimenea y nos indica a Mike y a mí que nos acerquemos. Yo me paro por delante de Abraham y Mike toma lugar entremedio de él y Harry, justo por detrás de Phebe.
—¿Listos? —pregunta Lena y cuando todos asentimos aprieta el botón de la cámara para luego echarse a correr hacia nosotros y ponerse junto a Phebe—. ¡Sonrían por Moor que esta noche se come la ciudad entera!
Así como termina de hablar el flash se dispara y al segundo siguiente la cámara suelta la polaroid. Lena la saca y la sacude en el aire agrandando los ojos.
—Somos la mejor banda que va a tener esta ciudad —asiente—. Y la que tiene los integrantes más guapos también.
—Este año abrimos el festival, el siguiente seremos la banda más aclamada de todo el puto evento —dice Abraham moviendo su cabeza de un lado a otro con cada palabra.
—Nacimos para esto —Lena lo abraza—. Nos esperan cosas grandes, lo sé.
—Esta noche nos comemos la ciudad —Mike pasa su brazo por detrás de mis hombros otra vez—, pero Moor nació para comerse el mundo y eso es lo que haremos.
—Ya marchémonos de una vez —gruñe Phebe tomando la delantera hacia la puerta—. Hay trabajo que hacer.
—Déjanos soñar un rato, mujer —Mike pasa su otro brazo por encima de sus hombros obligándola a caminar a nuestra par.
—Los sueños son solo eso si no te esfuerzas por hacerlos realidad...
—Tienes razón —Mike asiente—. Ya vámonos.
Holaaaaa cabezas de zapallo
Gente... UNA CANCIÓN NO FUE SUFICIENTE ESTÁ A NADA DE LAS 200K LECTURAS, toy con la cabeza voladísima porque no entiendo cómo es que cada día se suma más gente a leerme, corte, que flashero.
No me va a alcanzar la vida para agradecerles todo el apoyo que me han dado, posta, son todos re capos, los tkm.
Sepan que ando preparando extras en mis libros ya completos, o sea, en Una canción no fue suficiente (está hermoso y sé que les va a gustar) y en Polvo de estrellas, por si alguien de acá también leyó la bilogía «Recuerdos estrellados».
Les voy a dejar una imagen en mis historias de insta (didi4garcia) que debí haber puesto en el capitulo anterior pero me pelotudee y no puse ni mierda. Si leen esto pasadas las 24horas, no se preocupen porque va a quedarse en las historias destacadas dedicada a estos libros.
Nada, eso, espero que tengan un lindo día, les mando un enorme besote en la kola, me wa bañar, adios.
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