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Movimiento #3: Dark Funeral - Atrum Regina

My nocturnal queen,
Infernal, earthly and divine.
There on your knees,
My beloved concubine.
You look deep into my eyes,
As your mouth opens wide.
Lips moves up and down,
Soon in demon seed you'll drown.

Un mes pasó desde que hubo el percance entre Isthar y Ashton. No se hablaron en todo ese tiempo y sus amigos notaron lo miserables que eran; estaban siempre de malas y se veían muy apagados, incluso los niños, tanto Kiba como Maggie estaban muy irritados.

El hijo de Sayumi extrañaba mucho tanto a Ashton cómo a Maggie y a la pequeña le pasó lo mismo, pero con Isthar.

Pero los adultos eran los peores, la nipona estaba triste la gran mayoría del tiempo y se notaba en aquella mirada verde apagada, sobre todo al estar muy distraída, no podía concentrarse en tocar.

Lo seguía haciendo bien, pero se notaba que no tenía las ganas de hacerlo, lo cual había hecho a Fernanda posponer una grabación que tenían que hacer, entendiendo que una de sus mejores amigas no podía poner atención al tener su mente muy dispersa.

Eso le preocupó a la jefa de región.

Este Ashton ya no aguantaba más, estaba dubitativo, no quería perder a Isthar ni pensar que estuviera con alguien más si el no daba el paso de estar a su lado se iba a sentir mal de dejar ir a la mujer que se había convirtió en el amor de su vida.

Se arregló, dejó a Maggie con la niñera de turno, una chica de dieciocho años llamada Alma, era latina y usaba el dinero para sus clases de la universidad.

Portaba un smoking, azul cómo el color del vestido que llevaría Sayumi, eso lo habían acordado un poco antes de la pelea cuando ella ya le dijo de la fiesta a la que tenían que asistir, se perfumó y tenía preparado un arreglo de girasoles, la flor favorita de la asiática.

—Te deje cuarenta dólares aparte de tu paga para que pidas algo de cenar, no sé si llegue hoy, de hacerlo te quedas en mi cuarto y yo me voy al cuarto de huéspedes, de lo contrario quédate en mi cuarto con Maggie —dijo el azabache.

—Entendido señor O'Ryan.

—También tienes los números de todos nosotros por si tienes alguna emergencia con Maggie, por favor no dudes en llamarnos si pasa algo, recuerda su medicamento es a las nueve con treinta, por favor no olvides dárselo —le dio la instrucción.

Ella sólo asintió ya se sabía los protocolos.

Se acercó a su hija y le dio un beso en la frente.

—Regreso en un rato amor mío, ¡te portas bien!

La chiquilla sonrió viendo a su padre, al cual amaba demasiado, era su héroe junto con su mamá que hace mucho no veía y lo quería hacer.

—¿Mamá? —preguntó la pequeña.

—Voy por ella —esbozó una sonrisa el bajista a lo cual se emocionó la chiquilla.

Con ello el joven salió de la casa y se fue a donde estaba su Jeep, para empezar a manejar hacia la casa de Isthar, la cual no quedaba tan lejos, sólo a unos cuantos kilómetros, diez a lo mucho.

La nipona se salió de bañar.

Dejó a Kiba en con la señora Carrie, la madrastra de Fer, quien se iba a encargar de cuidar hoy a los niños, April, Andy, Nick, Annie y Kiba y le iba a ayudar Alastor, uno de los trabajadores más leales a la emperatriz de la música.

Secándose y arreglándose tenía ya puesto su vestido azul marino de tirantes con una abertura en su pierna derecha, en conjunto a unos zapatos dorados abiertos, con una ligera capa de maquillaje, haciéndola ver más femenina de lo usual.

Tomó su bolso de mano y sus llaves para salir de su casa cerciorándose que todo estuviera en su lugar de manera acomodada como a ella le gustaba, las ventanas con seguro y la puerta de la parte trasera del departamento que daba a la escalera de escape también.

Al ver que ya todo estaba en perfectas condiciones salió de su hogar poniéndole llave y caminó hacia el elevador.

Sacó su celular y vio que su salvapantallas y pantalla de bloqueo seguía siendo la foto de Ashton tocando su bajo en un ensayo que tuvo con su banda, le dolía el corazón, lo extrañaba mucho, eso la puso melancólica, necesitaba verlo.

Lo que jamás esperó fue ver cómo al llegar el elevador a su piso, no venía vacío, sino que aquel chico que tenía su mente y alma estaba ahí parado enfrente de ella.

Su corazón se saltó un latido, su aroma la intoxicó mientras que sus ojos no pudieron despegarse de cómo se veía el chico.

—¡Cachorro! —exclamó Sayumi.

—¡Hola preciosa! —intentó ocultar su emoción por ver a la nipona.

Se quedaron viendo. Los hermosos ojos verdes de la chica, se hundieron en los castaños de Ashton. A pesar de todo el jamás la dejaría ir.

—¿Qué haces tu aquí? —intentó escucharse aún molesta, pero no lo logró.

Su auto control estaba cediendo, más al ver lo guapo que se veía, en general siempre lo era la nipona pero hoy aún más.

—¡Fui un estúpido! De verdad perdóname Sayumi, sólo que...me dieron muchos celos —comentó el chico un poco dolido y cabizbajo.

La nipona lo vio, su corazón estaba latiendo muy rápido a la par de que intentó analizar lo que pasaba por la mente de Ashton, ya que todo esto se le hacía muy raro, siendo que Ashton jamás había sido una persona insegura, todo lo contrario, siempre mostraba mucha confianza en sí mismo, diciendo que él era el mejor en todo.

—No sé por qué te dieron celos cachorro —dijo la chica.

El azabache dejó salir un suspiro.

—Es que...—titubeó mientras se sintió a desfallecer.

Sayumi sacó sus llaves del bolso y abrió de nuevo el departamento, jalando a Ashton hacia adentro. Quería que esclarecieran todo, no le importaba que se perdieran la fiesta de gala, pero no podía dejar pasar otro día sin que ellos dos se dijeran que sucedía.

Se sentaron en el sillón, Ashton ya se había quitado el saco del traje y le dio los girasoles a la mujer.

—Para ti.

La azabache tomó el presente y lo olió, tomando ese distintivo aroma a flor que tanto le gustaba, penetrando sus fosas nasales y poniéndola un poco más de buenas.

—No debes de tener miedo Cachorro, no planeo dejarte, eso tenlo muy presente —dijo con firmeza Sayumi.

—Me aterra que encuentres a alguien mejor que yo, me mortifica que en un futuro no estemos juntos o que tú te aburras de mí, entiéndeme Sayu, eres junto con Maggie y Kiba mi tesoro más valioso.

Esto enterneció mucho a la chica, quien no pudo quitarle la vista de encima a su querido chico. Se le hizo muy lindo que intentara mostrar sus sentimientos después de haber sido un rompecorazones pero ahora sus ojos sólo destilaban amor hacia ella.

Isthar se acercó a donde estaba, subiendo un poco su vestido y se sentó sobre su regazo, rodeando sus brazos alrededor del cuello, hundió su mirada sobre la de él.

—No pienso perderte cachorro, entiende algo; estoy muy enamorada de ti, me gustas mucho y me imagino un futuro en tus brazos —susurró mientras le dio un pequeño beso en sus labios.

Ashton la agarró de la cadera para poderla pegar más hacia su fisionomía, se estaban devorando el uno al otro, sintiendo Ishtar como el pene del chico comenzó a aumentar conforme la nipona se restregaba, dejando salir un pequeño gemido por la cerca que estaban.

—Sólo tú me puedes tener así cachorro, lo sabes mejor que nadie —musitó contra su oreja la chica.

En el acto seguido la chica abrió la cremallera de su pareja y con mucho cuidado sacó el falo del mismo, a la par de que Ashton hacia a un lado la ropa íntima de Ishtar, sintiendo lo mojada que estaba.

—Te necesito —gruño el chico.

Ella sólo asintió con una sonrisa y lo besó.

Se introdujo en ella, sintiendo el gran calor que destilaba su sexualidad mientras que ella dejó salir un ligero gemido. Se sintió completa al tener al hombre que más amaba en este mundo en su interior, era una delicia.

Se empezó a mover de arriba para abajo, con Ashton sosteniéndola de las caderas, ayudándola con los movimientos, sintiendo cómo tocaba en esa posición lugares que no recordaba, ocasionando que su vagina se apretara más alrededor de su pene.

—¡Sigue cachorro!

Era lo poco que podía decir la jovencita quien no dejó de moverse. Estaban envueltos en un frenesí de pasión del cual no querían escapar, se deseaban más que el sediento al agua o el sol a la flor.

Los movimientos se hicieron más erráticos conforme pasó el tiempo, esta Sayumi se dejó caer más sobre el miembro del chico ocasionando gran placer en ambos, era sublime cómo la hacía sentir Ashton con sólo tocarla y estar cerca de ella, había cedido de manera rápida y estaba dejándose follar por el sin importarle nada.

Ella pudo percibir que su cuerpo temblaba, sabía el por qué, ya que estaba muy cerca de su orgasmo.

—Sigue amor, sigue —imploró la nipona mientras arqueó la espalda dejando salir su orgasmo sobre él.

Se estremeció en los brazos del chico, quien no dejó de moverse dentro de ella, sus veloces movimientos le avisaron que estaba cerca de su máximo placer y con ello, en dos embestidas más llegó dentro de ella, sintiendo los dos un gran clímax.

Sayumi vio las estrellas de nuevo.

Estaban jadeando, había sido una gran sesión y la nipona se quitó el vestido para volverse a acostar sobre el pecho de su amado, pero era cuando él se angustió.

—Sayu...no usamos protección —abrió los ojos mucho con un semblante muy preocupado.

—No importa...eres el primero después del padre de Kiba que le permito hacer eso...y créeme que no me arrepiento de nada —besó su quijada para intentar calmarlo.

—Pero tu dijiste que eso me lo tenía que ganar y yo lo hice sin permiso, sin decirte ni nada... —Sayumi lo calló con un tierno beso.

—Está bien Ashton, yo quería que pasara te amo cachorro —lo vio a los ojos con una amplia sonrisa hundiendo sus orbes verdes en los castaño del chico.

—Sayumi, quiero que dejemos de ser amigos con derechos —esto captó la atención de Ishtar.

—¿A qué te refieres? —alzó la ceja Isthar.

—Te amo más que nada en este mundo Sayumi, eres todo lo que pude haber deseado de una chica, eres la mujer más perfecta del universo, no me imagino ya mi vida sin ti o sin Kiba y me gustaría saber, ¿Quieres ser el amor de mi vida por el resto de nuestra existencia? —la vio de manera expectante a los ojos.

Ella sólo tomó su rostro en sus manos, lo besó de manera lenta y tierna acariciando sus mejillas.

Él le respondió, añorando por ella cómo si de un hombre sediento se tratase.

—Si, quiero estar contigo para siempre cachorro.

El chico sólo sonrió. 

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