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La melodía de un amor pasado

La música resuena en mis oídos a través de los audífonos, tan fuerte y vivida como aquella vez que nos conocimos.

Me acuesto en la cama como todas las noches y miro fijamente el espacio vacío a mi lado. Recuerdo como era todo cuando estaba él aquí: sus palabras, su risa, su aliento. Casi puedo escuchar su voz a mi lado, sentir la calidez de su toque en mis sueños, y la estática que se forma entre nosotros cada vez que nos tocamos, que nos besamos, que nos amamos.

Tomo mi teléfono y veo como la canción Everytime we touch de Cascada se reproduce una y otra vez, no la versión original, sino la lenta que esta acompañada por una bella melodía de piano. Esa canción lo inició todo y también va a terminarlo, ya que necesito una conexión muy especial con algo para poder lograr el viaje en el tiempo, y esta melodía para mí lo es todo.

Suelto un pesado suspiro, y cuando por fin estoy lista, abro la aplicación en la que he estado trabajando arduamente durante meses. Apenas es un prototipo, todavía faltan muchas más pruebas por hacer, pero ya no puedo esperar más tiempo, porque es tan difícil sobrevivir sin él que siento que mi corazón se detiene cada vez que me falta su toque, sus besos, su amor.

La aplicación muestra un fondo negro con lineas de colores neón decorando la pantalla. Un perfecto vistazo a como se veía mi mundo esa noche. En el centro hay varios recuadros vacíos, listos para agregar una fecha y hora exactas.

14 de febrero de 2006.
12:37 a. m.

Me ajusto los audífonos, aún con las notas de la música en resonando en mis oídos, le doy click a la opción Viajar colocado justo debajo de la fecha y cierro los ojos para poder concentrarme.

Pienso de nuevo en como mi corazón latía tan rápido cada vez que estaba a su lado, en como sentía que alcanzaba el cielo con cada una de sus caricias. No importa cuanto intente superarlo, no puedo dejarlo ir. Lo necesito a mi lado, y justo ahora, voy por él.

La música retumba y se vuelve cada vez más fuerte. Un ligero mareo me invade y de pronto siento que todo a mi alrededor va cambiando. Ahora no solo escucho la música, sino que la siento en mi piel, y a ésta se le suman el sonido estridente de risas y murmullos alegres, el choque de cristales y los gritos de euforia de las personas.

Abro los ojos y las lágrimas recorren mis mejillas cuando me doy cuenta que lo he logrado. Ya no estoy en mi cama con un espacio vacío a mi lado, ni en un futuro en donde existo sin él. Ahora estoy en el pasado, rodeada de un montón de gente que brincan de un lado a otro para bailar al son de la música. La discoteca está mayormente a oscuras, mientras luces de brillantes colores recorren todo el lugar.

Me quito los audífonos, después de todo, puedo escuchar la canción con mayor claridad por medio del sonido que sale del DJ al fondo de la discoteca. Esta ya no es la versión lenta de piano, sino la ruidosa y llena de vida que podría escucharse en cualquier fiesta de este tiempo.

No puedo evitar tararear al ritmo de la canción mientras me muevo sutilmente recordando el pasado. Esta canción acababa de estrenarse en esta fecha y se volvió tan popular que sonaba en cualquier discoteca. En los meses siguientes las personas la usaban como fondo para los videos que subían a Internet. Los momentos en los que me pasaba la tarde riendo con Marcos llegan con el recuerdo de la canción. Eramos tan felices juntos, teníamos planes, íbamos a casarnos, a formar una familia y ser felices, y lo hubiéramos logrado, si tan solo él no hubiera hecho esas malas amistades.

La canción termina, pero las personas aclaman al DJ para que la reproduzca de nuevo, y como el cliente siempre tiene la razón, la música vuelve a llenar cada rincón del lugar.

Empiezo a caminar por la pista, pasando a personas que bailan alegremente mientas beben alcohol. Quisiera quedarme aquí, y simplemente volverme a comportar como cuando era una joven que no le temía a nada, ni siquiera a la muerte. Pero hay una razón por la que estoy aquí, así que me dirijo hacia mi destino.

Me detengo cuando me percato de un espejo que sirve como decoración en uno de los pilares. Es un recuadro elaborado, pero mi reflejo acapara toda mi atención. Mi presente está en el año 2024, y ahora estoy en el 2006. Es obvio que no voy a verme como cuando tenía 18 años, pero aun así, se siente extraño.

Me quedo ahí, absorta en mis pensamientos hasta que veo como una pareja detrás de mí se refleja en el espejo. Me giro inmediatamente para ver tan maravillosa escena.

Un joven alto y pelirrojo baila felizmente al lado de una chica de largo y ondulado cabello castaño. Ambos ríen mientras se toman de las manos y bailan dando pequeños saltos y cantando fuertemente.

Una pareja feliz en pocas palabras. Y no importa nada más. En ese momento solo son Marco y Marina, en ese instante solo fuimos él y yo.

Me acerco a ellos y mis piernas tiemblan con cada paso que doy. Llevo esperando esto durante años, esta es la razón por la que construí una aplicación para viajar en el tiempo, esta es mi oportunidad para cambiar nuestro futuro.

Continúo avanzando, pero no me detengo a hablar con nuestras versiones del pasado, sino que los evito para acercarme al chico que esta apunto de hablarles.

—¡Aléjate de ellos! —grito, para que mi voz pueda escucharse aún por encima de la música—. ¡Vete, ahora!

Mi grito llama la atención de las personas a mi alrededor, e incluso mi versión del pasado me lanza una mirada curiosa antes de volver a enfocarse en el amor de nuestra vida, pero lo que me interesa ahora es el chico que tengo frente a mí.

Él se tambalea, noto como trata de enfrentarme, pero mi mirada amenazadora es suficiente para hacer que se dirija a la salida.

Él no es un mal chico, el problema es que en el futuro se encontrará con malas influencias y terminará arrastrando a mi novio con él. Si quiero que Marcos viva una larga vida a mi lado, necesito terminar con esta amistad antes de que inicie. Y ahora que se ha ido, también se esfuma la posibilidad de perder a la persona que más amo en el mundo.

Cuando mi corazón deja de latir tan rápido, giro de nuevo mi vista a nuestras versiones del pasado, y al encontrarme con los ojos de Marcos irradiando felicidad suelto una sonrisa aliviada mientras me coloco de nuevo los audífonos y configuro la nueva fecha para regresar a mi presente.

14 de marzo de 2024.
12:49 a.m.

Cierro los ojos nuevamente y me permito cantar la canción a todo pulmón antes de regresar a mi tiempo. Abro los ojos, me quito los audífonos y dirijo mi mirada al otro lado de la cama, esperando encontrarlo ahí, listo para contarme como le fue en el día, rozando su piel con la mía y cantando nuestra canción, pero mi sonrisa emocionada pronto desaparece cuando veo la cama vacía. El pánico me empieza a invadir y tomo rápido mi celular para buscar la noticia del accidente en donde Marco murió, justo cuando un edificio explotó cerca de donde él iba a encontrarse con sus malas amistades. Reviso la lista de los fallecidos y su nombre esta ahí, justo como la primera vez. He cambiado el pasado, pero entonces, ¿por qué no cambia el futuro?

Tal vez conoció a esos chicos por otro medio o en otro tiempo. Quizá el chico de las gafas regresó para seguir con el flujo de la historia. No lo entiendo. Me coloco de nuevo los audífonos y reproduzco la canción antes de poner la nueva fecha en la aplicación.

29 de agosto de 2016.
6:46 p.m.

Cierro los ojos y cuando los abro me encuentro cerca de un edificio tan descuidado que podría derrumbarse en cualquier momento.

Busco a Marcos, y cuando lo veo esta dirigiéndose hacia un grupo de chicos que se encuentran frente al edificio que explotará en algunos minutos. Han pasado diez años desde que nos conocimos en aquella discoteca y el paso de los años se ve reflejada en su pronunciada barba. Recuerdo como encontraron un anillo de compromiso entre sus restos, él iba a proponerme matrimonio, si tan solo no hubiera muerto.

Me acerco a él con pasos seguros. Aún no me he quitado los audífonos, así que la canción en su versión lenta hace que el momento parezca la escena de una película romántica, al menos para mí. Cuando lo alcanzo me pongo enfrente de él y distingo mejor las facciones que tan enamorada me tienen.

—¿Disculpa? —dice Marcos, al ver que estoy bloqueando su camino. Su voz es ronca y gruesa, y a pesar de estar a escasos centímetros del otro no me reconoce, lo cual es de esperar considerando que el tiempo hace de las suyas.

—Estoy realizando una encuesta —miento, porque ahora mi único objetivo es mantenerlo lejos del desastre—. ¿Podría decirme cuál es su canción favorita? —pregunto, señalando los audífonos que aún tengo puestos.

Él me mira con desconfianza, pero algo en mí le parece resultar familiar, ya que esboza una pequeña sonrisa.

—Everytime we touch.

—¿Por qué?

—Es nuestra canción —responde—. La de mi novia y yo. Es la que sonaba cuando nos conocimos.

—Gracias por su tiempo —digo, mientras sonrío y le ofrezco la mano. Cuando la toma siento pequeños toques en mi palma. Es la estática del amor, solía decir él, y parece que también lo siente, porque la mirada que me dirige es de sorpresa y después de eso, el terror nubla su expresión.

Una explosión resuena cerca de nosotros, lo suficiente para aturdirnos, pero no para dañarnos. El humo llena el lugar y la escena deja de encajar con la canción. Los chicos que antes estaban esperando a Marcos se desvanecen entre las llamas y él solo se queda atemorizado, porque si no fuera por mí, él tendría el mismo destino que ellos.

—¡Ve a casa con tu novia! —le grito, para que mi voz pueda escucharse aún con el ruido.

Suelto su mano a regañadientes, corro en sentido contrario y cuando estoy fuera de la vista de todos regreso a mi tiempo con el corazón acelerado.

Cuando abro los ojos, Marcos no está a mi lado. Sigo sin entenderlo. Yo evité su muerte, él estaba bien cuando me fui, entonces ¿por qué?

Pongo de nuevo la canción, cambio la fecha otra vez y vuelvo a viajar en el tiempo. Lo hago una y otra y otra vez. Pierdo la cuenta de cuantas veces lo he intentado, y a pesar de haber viajado a diferentes fechas, al final el resultado es el mismo.

Me acuesto en la cama después de un largo número de viajes, y lo entiendo todo justo cuando la canción termina. Estoy en un bucle. La única razón por la que inventé el viaje en el tiempo fue para evitar la muerte de Marcos, pero si él no muere, entonces no tengo razones para crear la aplicación para viajar en el tiempo, y por consiguiente no logro salvarlo. Así que no importa cuantas veces lo intente, siempre volveré al inicio.

Y aún sabiendo que no hay nada más que hacer, vuelvo a poner una nueva fecha.

22 de diciembre de 2011
11:23 a.m.

Muchos decían que en el año 2012 se acabaría el mundo, sin saber que el mundo solo se acaba para las personas que mueren. Pero eso no evitó que se generaran dudas entre las persianas, incluidos en Marcos y en mí. Por esa razón decidimos salir de viaje durante las vacaciones. Si moríamos al terminar el año, al menos estaríamos juntos.

Camino por la carretera, ahora sin música que reconforte mi corazón y cuando veo un auto color verde opaco levanto la mano para pedir que se detenga. La ventanilla del auto de abre y revela a una joven pareja que parece tener el mundo por delante. Puedo reconocerme, una versión más joven de mí misma junto a la versión más joven de nuestro amado.

-¿Creen que puedan llevarme hasta una parada de autobuses? -pregunto, conteniendo mis emociones-. Estoy algo pérdida.

Ahora mismo soy tan solo una mujer de 36 años que camina sin rumbo fijo, y nos conozco tan bien que sé que me llevarán, así que me subo a la parte trasera del auto.

Nuestras versiones del pasado conversan alegremente mientras intentan sacarme plática, y entre recuerdos y nostalgia, una canción empieza a sonar por la radio.

—Es nuestra canción —exclama Marcos, a lo que mi yo del pasado le responde con una brillante sonrisa.

No puedo dejar ir este amor. No quiero hacerlo. Pero es lo que debo hacer.

—Disfruten sus vidas —digo, llamando su atención—. No sabemos cuanto tiempo nos queda, puede que el mundo realmente se acabe el próximo año, no podemos saberlo. Así que conviertan los brazos del otro en su castillo y amen como nunca han amado antes. Y recuerden que no pueden cambiar su pasado, pero si pueden vivir su presente.

Y esas palabras son suficientes para tocar sus corazones. Llegamos a la parada de autobuses justo cuando la canción termina, y sin decir más, salgo del auto y los dejo seguir su camino. Cuando ya están lo suficientemente lejos, vuelvo a colocarme los audífonos y saco el teléfono para volver a mi tiempo.

Estoy de nuevo en mi cama, sin Marcos a mi lado, pero algo es diferente. El pasado cambió. Cierro los ojos y nuevos recuerdos que antes no estaban ahí me invaden. Parece que mis palabras les hicieron reflexionar lo suficiente como para decidir vivir intensamente.

Recuerdo los besos que me hacían volar por los cielos; recuerdo la estática en nuestras manos cada vez que nos tocamos; recuerdo mi corazón latiendo rápidamente cada vez que estaba a su lado. Pasamos por tantos buenos y malos momentos, que ahora se siente extraño que él no esté ahí para levantarme cada vez que caigo.

Tomo mi teléfono y cambio de canción. Básicamente es la misma, pero lo que muchos no notan es que el ritmo de una melodía, ya sea lenta o rápida, puede cambiar no solo su significado, sino también la forma en la se siente. Ahora no estoy escuchando la versión lenta de piano, sino la original, la que sonaba en la discoteca aquella noche, la que esta llena de caóticos sentimientos, justo como yo ahora, justo como nuestro amor alguna vez fue.

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