XI
"Di lo que sientes o esos silencios te harán ruido 📢 toda la vida"
Narra Cristóbal
Respiré de alivio cuando vi que llegue a tiempo para su audición, a pensar de que no hablamos desde hace unos días quería estar presente en momento tan importarte para ella y que sienta que tiene un amigo con quien contar. Justis es enorme, es un gran edificio que parece una fortaleza, las paredes están marcadas por notas musicales y muchas puertas corredizas que dividían las clases del exterior. Pase por una gran cafetería y subí por un ascensor al área de audiciones.
Cuando entré allí estaba, la habían acabado de llamar y su mirada desorbitada reflejaba terror. Estaba a punto de pronunciar mi nombre pero su madre se la llevo adentro, las seguí. Seguramente no se percató de mi presencia, me senté en uno de los asientos. Estábamos en un gran teatro con una mesa y varios jueces sentados, cuando el juez le dijo que podía iniciar mi corazón latió fuerte.
Seguramente no se dio cuenta pero estuve con ella durante ese minuto, tocó con el corazón. Podía sentir lo que ella estaba tocando y de eso se trata todo, que las personas que la estén escuchando sientan sus melodías. Un minuto de silencio invadió el teatro, estábamos a punto de escuchar la decisión de los jueces.
—Aurora—dijo el hombre panzudo de color—Aprobada—puse los ojos en blanco
—Gracias—respondió ella tartamudeando y se levanto, una chica la ayudo a salir
Me levanté y salí de allí, estaba muy feliz de que ella esté a punto de cumplir su sueño, pero a la vez un poco triste porque cuando termine el instituto tendrá que vivir aquí para poder asistir a Justis cuya clase se abren después de verano así que debo hacer que este sea su último mejor verano.
Cuando salí estaba llorando y abrazando a su madre que la acompañaba en sus lágrimas, habían varias personas mirándolas con atención. La sala de estar es muy espaciosa y fresca, llenas de sillas de cristal y mesitas adornadas con macetas de cactus. Quería acercarme y felicitarla pero algo me lo impedía.
—Y Cristóbal?—la escuché decir a su madre a la cual le hice unas señas para que negara mi presencia
—No lo sé cielo, vamos ya
Todo estaba planeado, Aurora pensará que irá a casa pero en realidad su madre la llevara al lugar que le había indicado para su sorpresa. Que pensaban que la iba a dejar pasar esto desapercibida? No, cuando ella fue a la tienda Lucho me llamo y me contó algo que me dio la gran idea de organizar esto con su ayuda y la de su madre.
Espere a que se marcharan y me fui a comprar el último detalle. Entré una tienda de flores, aunque ella no las pueda ver estoy seguro que al tocarlas y percibir su rico aroma podrá sentirlas como si la estuviese viendo.
—Me llevo estas—le dije mientras le pasaba un ramo de rosas blancas y rojas a la doña de la tienda con grandes ojeras y cuerpo delgado
—Bien—me dijo envolviéndolas con mucho cuidado para que no fuesen maltratadas
Al salir de la tienda tomé mi celular y le marque a Lucho, el si que está loco tengo que asegurarme que todo esté en orden. Hoy es un día perfecto, todo conspiraba a nuestro favor. Me recosté del auto y contesto.
—Hey ¿todo en orden?—le pregunté al escuchar un enorme ruido del otro lado de la línea
—Claro que si tío, sabéis que soy todo un profesional—me dijo con su voz simpática de siempre—A propósito esto sí que pesa me debes una
—Ya te dije que te conseguiré una cita con Adri—le dije refiriéndome a la asistente de mi madre, una vez me acompañó al instituto y desde que la vio no me ha dejado de hablar de lo guapa que está
—Esa chica si que mola—reí a carcajadas y le colgué
Tenía que darme prisa si quería llegar a tiempo, su mamá me envió un mensaje indicándome que ya estaba a solo 20 minutos de llegar, le dije que tomara el camino más largo para así darme tiempo de terminar los últimos detalles. Cuando venia de camino con Lucho e íbamos por la carretera viendo las grandes montañas a nuestro paso, me acorde que cuando era niño y mi abuela aún vivía, me traía a la montaña "Star" como decidimos nombrarla a ver las estrellas, este es un lugar mágico y quiero compartirlo con ella así que le propuse a Lucho que me prestara uno de los pequeños pianos de la tienda para que Aurora pueda tocar allí, estoy seguro que a ella le encantará.
Pero como dicen nada es perfecto y hasta el día más soleado tiene nubes grises. Cuando me subí al auto vi a mi padre del otro lado de la calle junto a una mujer joven que al parecer era su nueva pareja. La última vez que lo vi era más gordo y no lucía tan demacrado y delgado como ahora, estaba fumando un cigarro con la mujer en su regazo, todos los recuerdos vinieron a mí mente, como me pelee aquella noche con un tipo porque empezó a decir que mi mamá era la golfa, como llegaba todas las noches borracho a casa y los duros meses de rehabilitación.
Me limité a conducir y cruce a toda velocidad para que el ni siquiera pudiese verme, en cuestión de minutos ya estaba en la carretera rumbo a la montaña hoy era un gran día y no podía permitir que el lo arruinara todo como lo había echo hace unos años atrás. Cuando llegue a la montaña la subí lo más rápido que pude con los ramos de flores en mano, ya habían pasado los 20 minutos y seguro ya ella estaba aquí preguntándose dónde rayos estaba.
El lugar estaba tal y como lo recordaba, con la hermosa vista de las luces de los edificios que ha se empezaban a ver por el atardecer, pronto será de noche donde el mágico momento que viví hace años ocurre cuando las hermosas estrellas aparecen, me acerqué lentamente y vi el piano acompañado de la manta y el picnic que había preparado, o bueno más bien un picnic nocturno y un vino para brindar. Ella estaba allí sentada en la manta con cara de inquietud.
—Mamá eres tú?—preguntó parándose con cuidado, el suelo es muy robusto y se puede caer
—No, soy yo—le dije acercándome a ella felizmente
No entendía por qué hacía todo esto y por qué tenía la necesidad que hacer feliz a esta chica, porque de una manera u otra si ella lo está yo también. La tomé de las manos y le pase el ramo de flores. Ella las olfateo y las pasó por su mejilla con los ojos cerrados, parecía un ángel.
—Son hermosas—dijo felizmente—Muchas gracias... puedes explicarme dónde estamos?
—Estamos en Star... una montaña
—¿QUÉ?—preguntó alterada—Mi madre sabía todo esto
—De echo es mi cómplice
—No lo puedo creer
—Espero que no te haya molestado
—Claro que no—sonrió tiernamente—Es perfecto
—Sentémonos
La ayudé a sentarse y coloque su bastón a un lado, tomé de la canasta los alimentos y le pasé una copa, serví vino para ambos.
—¿Qué es?—preguntó al tomar la copa
—Vino, tenemos que brindar por tu triunfo
—Pensé que nunca lo lograría... tocar otra vez—dijo dándose un largo trago
—Oh cuidado, te puedes emborrachar—le dije sonriendo—Vez te dije que podías lograrlo, ahora eres parte de Justis. Salud
—Salud—dijimos al chocar las copas
—El aire es muy fresco aquí
—Es un lugar hermoso—le dije sonriendo—Mi abuela solía traerme aquí a ver las estrellas, de echo eran a punto de salir
—Ya casi no recuerdo el brillo de las estrellas—dijo desanimada dándose otro trago
—Poseen el mismo brillo de tus ojos—le dije acariciando su mejilla
Vi como se sonrojó pero no me había percatado de lo que dije, tomé el piano y lo coloque en sus piernas que estaban cruzadas. Ella inmediatamente comenzó a tocar por todos lados para adivinar lo que le había colocado.
—¡Un piano!—exclamó sonriendo de oreja a oreja
—Toca—le susurré
Está vez ella asintió y no dijo que no era capaz, comenzó a tocar con la misma pasión que había tocado en el recital, pero esta vez toco "claro de luna" de Beethoven. Es increíble como ella sin poder ver tocaba con tanta facilidad, su mirada desorbitada por un momento tuvo contacto visual conmigo igual que en Venecia. Ya era de noche y las estrellas se comenzaban a ver. Disfrute de la melodía de sus ojos hasta que terminó. Le aplaudo felizmente con la piel de gallina.
—Gracias Cristóbal—dijo ella poniendo el piano a un lado—Gracias a ti he vuelto a ser feliz
—Aurora—le susurré acercándome a ella
Me deje llevar por el impulso y la besé.
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