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VI

"Le diré a la tristeza 😞 que la amo, a ver si también se va 👋🏻"

Narra Aurora

—Aurora despierta—escuchaba la voz de Cristóbal en el más allá—Aurora llegamos

—¿A España?—pregunté poniendo mi mano sobre la boca para bostezar y estiro mi cuerpo, me dolía un poco el cuello. Los asientos de aviones no son tan cómodos como esperaba

—Lo siento pero al único lugar que irás es a tu casa—dijo en tono gracioso, le di un golpecito en el hombro

—Pensé que era real, ya veo que lo del retraso era un sueño y por tu culpa no conocí España—le dije riendo

—Oh lo siento de haberlo sabido no te hubiese despertado y te dejaría volver a Venecia dormida

—Señorito sarcasmo

Cuando bajamos del avión sentí un gran alivio, inmediatamente entramos al corazón del aeropuerto se escuchaban las maletas arrastrarse y las bocinas avisando los vuelos que iban y veían, el aire aquí era distinto. En Venecia reinaba la humedad y aquí todo era más cálido excepto en tiempos de lluvia.

—Así que...—empezó a susurrarme Cristóbal mientras me tomo de la mano para detenerme—Este es el adiós?—me preguntó soltándome

—Claro que no—dije sonriendo, intentando disimular lo triste que me ponían las despedidas. Ni siquiera sabía si volvería a hablar con el—Nos veremos en el instituto ¿no?

—No lo sé, pronto entraré a la universidad y...

—Entonces, no volverás?—lo interrumpí

—Por supuesto, mi madre me convenció de cambiarme de universidad así que solo terminaré este semestre en la que estoy ahora

—Me alegra saberlo—diablos no debí decir eso—Digo ya sabes, así estas cerca de tu madre—espero que no lo haya malinterpretado

—Si. Allá está tu madre Aurora—me dijo atrayéndome hacía el y dándome un abrazo. No pude evitar recordarme de mi padre y los cálidos abrazos que me daba en las noches cuando temblaba por los truenos

—Fue divertido—le dije sonriendo

—Mata la cucaracha—dijo riendo a carcajadas imitando mi voz

—Te parece gracioso eh—no sabía si lo estaba viendo a los ojos o no, pero sentí que lo estaba haciendo

—Adiós—fueron las últimas palabras que escuche de su boca

—Aurora hija—me gritó mi madre dándome un abrazo de oso—Te extrañé mucho

—Yo también mamá—la verdad ya me hacía falta escuchar su voz

—Vamos a casa, cuéntame cómo te fue—decía rápido, apenas la entendía por la emoción

De vuelta a la rutina. Pensé mientras subía al auto de mi madre.

De camino a casa apenas prestaba atención a todo lo que decía mi madre respecto a lo que hizo en mi ausencia, solo en una ocasión le dije que la habíamos pasado muy bien visitando y conociendo personas de las fundaciones. Haber visitado Venecia marcó mi vida y podría decir que el viaje fue perfecto de no haberme encontrado con Koray y que haya hecho semejante escándalo. Volver a escuchar su voz me hizo recordar lo mucho que me hizo sufrir y de lo mucho que lo odie cuando me dejó, después de eso me declaré totalmente miserablemente pero el viaje a Venecia y visitar a esa psicóloga me hizo entender de lo especial que somos aún si nos falta algo que todos tienen, total... todos tenemos defectos.

Me acordé de cuando escuché a los músicos en la fundación y sentía ganas de tocar, pero hace tiempo que no lo hago. Con mi padre murió todo de mi. Al llegar a la casa sentí un alivio de no tener que estar colgando de brazos de alguien para caminar, aquí era libre.

—Huele distinto—le dije a mi madre percibiendo un rico olor a vainilla

—Lo compré en oferta—me dijo suspirando—Quieres que te ayude a desempacar

—No,no. Yo lo hago—le dije alterada, no quería que viera las navajas que me dio la asistente

—Está bien Aurora. Aquí tienes—me dijo mi madre pasándome algo brusco y pesado, mi maleta

Gracias—le contesté tirando mi bastón y tomando la pesada maleta

Entré a mi habitación y abrí la maleta, empecé a tocar y sacar todo lo de adentro hasta que sentí una caja. La sacudí y se escucho pequeñas cosas golpeándose, supongo que es el paquete de navajas.

—Dónde carajos esconderé esto—susurre hablando sola—Ni siquiera se de los lugares secretos de mi habitación

Me bajé y lo puse debajo de la alfombra que está aparentemente frente a mi cama pues cada vez que despierto y pongo mis pies en el suelo siempre siento una suave y peluda alfombra.

—Aurora hija—me dijo mi madre cuando escuché la puerta abrirse de golpe. Me levanté espantada y choque con algo, fruncí el ceño al darme en la cabeza—¿Qué haces?

—Nada mamá—le dije sentándome en la cama como si nada hubiese pasado

—Mmm ignorare eso, te compré un celular

—Wao mamá te acordaste que los jóvenes usan celulares—dije sonriendo—Gracias

—Ya grabé todos los números que necesitas, lo programaron de una manera especial para ti déjame explicarte(...)

Después que mi madre me explico de qué manera debía usar el celular, estaba programado para personas ciegas y así era más fácil para mí pues no tenía que marcar los números, lo que más me sorprendió es que mi madre me dijo que había grabado el número de Cristóbal ¿Por qué haría eso? Aunque... gracias Mom

—Alístate, saldremos

—¿Dónde?

—Alístate y ya

Cerró la puerta de golpe. Me tiré en la cama mirando hacia algún lugar de mi habitación.

***

En serio mamá? El centro comercial a comprar ropa, no me gustaba el centro comercial lo considero un lugar falso con personas falsas. Mentira, la verdad es que soy muy antisocial.

—Vamos pruébate esta—me dijo mi madre por décima vez pasándome una pieza de ropa

—Mamá ya estoy cansada de probarme ropa. Tengo hambre—le dije suspirando de cansancio

—Vamos esta es la última

Entré al vestidor el cual ya me sabía el camino sola por tantas veces que había entrado a probarme algo en este rato. Esta pieza era una falda de cuero, su textura es inconfundible, me la puse y salí, mi madre cuando me la vio puesta dijo que nos la llevaríamos. Como todo lo que me había probado.

Me llevó a sentar a una mesa mientras ella pagaba las ropas, pedí unas donas para matar el hambre que estaba sintiendo. Me puse los audífonos y me olvide del mundo mientras comía.

Me sentía terrible conmigo misma por no haber cumplido la promesa que le hice a mi padre, era su última voluntad y yo no la cumplí. Pero como iba a serlo si estoy ciega y solo veo la maldita oscuridad, así como está mi vida veo todo. Tristeza, oscuridad, miedo. Dicen que no hay nada peor que un ciego que le teme a la oscuridad, pues yo creo que hay algo mucho más peor... vivir siendo una inútil ciega.

—Hola—dijo una voz de chico interrumpiéndome de mi degustación

—Hola—dije un poco aterrada

1-Estaba sentada en una mesa y no sé dónde está mi madre, literalmente.

2-Un chico que cuya voz no había escuchado nunca me estaba hablando ¿Y si era un secuestrador?.

—Eres muy hermosa—me dijo con voz pícara, nadie nunca ha coqueteado conmigo y yo pues... no sé como coquetear con un chico

—Ese señor se ve gracioso verdad—dijo sonriendo, evidentemente no se había dado cuenta que soy ciega

—¿Qué señor?—me limité a responder

Tenía tanto tiempo que no salía de casa a otro lugar que no fuese instituto que no sabía que los jóvenes se sientan en mesas de desconocidos y plantan una conversación como si se conociesen. Aurora idiota esto se llama ser sociable.

—Qué no lo ves? Está frente a ti—dijo en tono confuso ¿Quién se cree este chico

—No puedo ver—le contesté cortante

—Ah, lo siento

—Yo también—ya me estaba incomodando—¿Qué quieres?—pregunte sin pensarlo

—Solo quería ser amable—me sentí mal, estaba a punto de tener un nuevo amigo y la cague

—Si—contesté dando un bocado a mis donas—Gracias

—Ciega grosera—lo escuché susurrar, al parecer pensó que no lo había escuchado. No sentí más su presciencia así que asimile que se fue

Una lágrima cayó sin control sobre mi mejilla, a pesar de que estaba acostumbrada a los malditos insultos no pude evitar ofenderme por este, me dolió y mucho. Pero más me duele que esas personas ignorantes se salgan con la suya que es hacerme más miserable de lo que ya soy. Felicidades lo lograron. Solo quería escuchar su voz en esto momentos, el es mi único amigo y el único que me entiende después de mi madre.

—¿Hola?—escuché su voz al otro lado de la línea al contestar


Suspiré.

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