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Capitulo 39.

Esa tarde no solo fui a casa para darme una ducha con agua helada, sino también seguí las instrucciones de la señora Henderson y ahora tenía un trabajo, finalmente. No es que una barista ganara demasiado, pero las propinas eran buenas y ahora podría costear mis propios asuntos sin ayuda de mamá y papá. Además, el lunes empecé más clases particulares con Zinnoh y tras él vino Laura, quien prácticamente llegó a mí después de sentir que le fue terrible en la última prueba escrita.

Shawn fue duro, después de la prueba de teoría musical vi a muchos casi contener las lágrimas por lo agresivo que había sido, incluso yo salí agotada de este. Meera por su parte, me había invitado una bebida en su casa, un lunes, para poder drenar su frustración, pero no acepté, mi trabajo con Zinnoh era más importante.

Las calificaciones de la prueba fueron enviadas rápidamente el miércoles por la mañana de la misma semana. No había visto a Shawn desde que salí del salón de clases luego de entregar mi prueba, por lo que imaginé que se había tomado el tiempo de solo corregir a mis compañeros. ¿Yo? Tenía la presión de haber sido corregida por el decano.

—Bien, saqué un siete, me siento como una puta ama—Meera suspiró profundamente recostándose sobre el césped. Zac, quien se había unido a nosotras prácticamente obligado por la morena, fruncía el ceño a su lado mientras miraba su teléfono. Meera se dio cuenta de eso—. ¿Qué pasa Zac? ¿Reprobaste?

—No.

—¿Entonces aprobaste en el límite?

—Tampoco, saqué nueve. No debía sacar nueve—Zac se veía un poco enojado consigo mismo.

Meera, por su parte, parecía querer golpearlo.

—¿Tienes esa cara de que alguien mató a tu cachorrito porque le sacaste un jodido nueve a Shawn Kavanagh? Bien, estoy considerando ya no estar enamorada de ti—La manera que Meera cruzó los brazos frente a su pecho mientras volvía a sentarse en su lugar me hizo sonreír.

Zac seguía bastante refunfuñado.

—Necesito ser excelente, un nueve no me hace excelente—de repente su molestia dio paso a la incredulidad —. ¿Di-dijiste que es-estás ena-enamorada de mí?

—Te daría mil razones en las que podrías ser excelente Zaqui, una nota es solo una nota—Meera se encogió de hombros e ignoró la pregunta nerviosa del chico. Luego me encaró—. ¿Cuánto sacaste?

—No he entrado en mi co...

—¡¿Y qué estás esperando?! ¡Entra, entra, entra! Quiero saber qué tan duro es el decano Xavier evaluando.

Rodé mis ojos y saqué mi teléfono de mi mochila, para mí sorpresa no había nada en la bandeja de entrada, por otro lado, si tenía un mensaje de Shawn que había sido enviado hacia solo tres minutos.

Ven a mi oficina antes de clases. Es urgente.

—¿Vale?

—Dime que no reprobaste.

—No lo sé, no me han enviado mi calificación, pero mira—le extendí mi teléfono, frunció el ceño ante las nueve palabras escritas por Shawn.

—Deberías ir, suena serio.

Me despedí de ellos, Zac lanzándole miradas de auxilio por dejarlo a solas con Meera.

Estaba a punto de llegar a la oficina cuando unos brazos me tomaron por la espalda alzándome y poniéndome tan nerviosa que no pude evitar soltar un pequeño grito.

—¡Eres lo máximo, Lucy! ¡Mierda! Te voy a recomendar con cada persona de este jodido lugar, mira, mira, miraaaaa—Neal parecía a punto de llorar, pero cuando vi el gigantesco ocho en la pantalla de su teléfono empecé a saltar con él.

—¡Neal! ¡Felicitaciones! ¡Es increíble!

—No hubiera sido posible sin ti, Lucy McDugents—me volvió a abrazar con fuerza, el chico temblaba de la emoción —. ¿Sabes cuánto fue mi calificación en el primer examen del profesor Kavangh el año pasado? Dos, Lucy, un jodido dos.

—Fue una prueba desastrosa—escuchamos una voz a un lado de nosotros, cuando miramos hacia él estaba tan serio como siempre, pero había un leve orgullo en su voz cuando dijo—: estuve bastante sorprendido cuando coloqué tu calificación, Silva, por primera vez no leí ninguna incoherencia de tu parte.

La barbilla de Neal tembló y sus mejillas se sonrojaron.

—Muchas gracias, profesor Kavanagh.

—Espero que me sigas sorprendiendo en lo que queda de curso—Luego me miró e hizo un gesto con su cabeza antes de adentrarse en su oficina.

—Creo que te está esperando. Supongo... que aprobaste—dijo Neal, pero parecía estar insinuando algo más y no me gustó.

—No lo sé, el profesor Kavanagh no corrige mis pruebas —eso lo sorprendió —. Ya sabes, conflicto de intereses.

—Conflicto de intereses...

No me quedé para escuchar los chismes que estaban rondando por el conservatorio, ya conocía cada uno de ellos y todavía no acababan.

Shawn estaba detrás de su escritorio cuando entré en la oficina. Iba a decirle una especie de broma sobre sus palabras hacia Neal cuando vi a los hermanos Xavier sentados en el sofá a un costado de la oficina Shawn.

La profesora Xavier parecía estar enojada, pero era solo una fachada, la satisfacción marcaba cada gesto de su rostro, su mirada era de victoria, como si hubiese encontrado algo demasiado malo como para hacerme daño. Por su parte, el profesor Xavier se veía bastante relajado, pero si había una ligera preocupación en su rostro. Shawn solo volvió a su modo solo parpadear, por lo que no podía entender lo que estaba pasando.

Me invitó a sentarme frente a él. Ignorando a los Xavier se inclinó sobre su escritorio mientras entrelazaba sus dedos y colocaba sus codos en la superficie de madera.

—Una fuente anónima te acusó de hacer trampa en la última prueba de teoría musical.

—¡¿Qué...?!

—Le informó a tu tutora que mantenías una relación... romántica con mi persona y aseguró que yo te había suministrado una copia de la prueba para que pudieras hacer trampa—explicó tranquilamente, pero ahora podía leer mejor a Shawn Kavanagh y él estaba enojado.

—Eso es ridículo—dije con un hilo de voz.

Jamás me habían acusado de hacer trampa en un examen. ¡Mierda! Jamás había hecho trampa en un examen.

—También dije eso, pero no ayuda el hecho de que Neal Silva, estudiante al que ayudaste a estudiar para el examen haya sacado un ocho, cuando Silva ha tenido una máxima nota de cinco conmigo.

—No solo eso—agregó la profesora Xavier, sonaba bastante prepotente cuando agregó—: obtuviste un diez, una calificación perfecta, eres la primera en obtener un diez en una prueba de teoría musical desde que el profesor Kavanagh imparte clases aquí.

—El profesor Kavanagh ni siquiera me corrigió —miré hacia el decano—. Lo hizo usted, ¿no?

—Lo hice.

—¿Quien hizo esa acusación? Es totalmente falsa y sin fundamento. Neal estudió un montón la última semana para que lo reduzcan a ser un cómplice de hacer trampa y yo jamás he hecho tal cosa, nunca. Además, es obvio, pero creo que debo agregar que el profesor Kavanagh y yo no tenemos una relación romántica.

—¿Ah no?

—¿Está insinuando algo, profesora Xavier?

—Le advertí que los rumores eran peligrosos...

—No, me advirtió que si no me alejaba de Shawn iría a instancias mayores a acusarme de obtener algún tipo de beneficio por mi relación amistosa—porfié, enojada, porque sabía que estaba disfrutando ponerme en aprietos.

—Sí, lo hice, pero era por un bien mayor. El status del profesor Kavanagh podría verse afectado por relacionarse con una estudiante. ¿Qué crees que pensará la élite cuando escuchen los rumores? Shanw Kavanagh acostándose con una de sus estudiantes. ¿Y tú? ¿Quieres ser solo reducida a la perra del profesor?

El ruido sonoro de Shawn golpeando con su puño el escritorio frente a él rebotó en un eco haciéndonos sobresaltar. Aunque no estaba segura de que haya sido eso, creo que las palabras hirientes y maliciosas de la profesora Xavier fueron las que lo provocaron.

—No te permito que le hables así, mucho menos en mi presencia. Compórtate como una adulta y su superior, no como una mujer despechada que no es correspondida.

La mujer abrió los ojos de par en par por las palabras. De repente se hizo el silencio y la tensión que se concentró en la oficina de Shawn se convirtió en una densa niebla que podría ser cortada con un cuchillo, hasta que el decano finalmente lo rompió.

—No creo en los rumores, mucho menos en los rumores maliciosos—empezó a decir el hombre acomodándose más en el respaldar del sofá —. Confío mucho en ti, Shawn, más aún cuando viniste a mí para comentarme sobre tu... conflicto de intereses, querías proteger a la señorita McDugents de todo esto. Pero una acusación es una acusación y no puedo pasarla por alto, así que tengo una propuesta. Al finalizar el día, pasarás por mi oficina y realizarás una prueba elaborada por mí, la responderás oralmente. ¿Te parece bien, Lucy?

—Me parece perfecto, profesor Xavier—respondí segura, no me molestaba tener que demostrar mi inocencia.

—Pero debe ser sancio...

—Mia, silencio—La satisfacción que sentí al escuchar el regaño del decano hacia su hermana no tenía nombre—. Después de obtener los resultados, les explicaré cómo procederemos.

El profesor Xavier se levantó y salió de la oficina de Shawn sin decir otra palabra.

Shawn, por su parte, se levantó de su asiento y se acercó a la profesora Xavier quien se había puesto sobre sus pies también.

—¿A qué estás jugando?

—No estoy jugando a nada, Shawn, solo estoy preocupada por ti

—¿Por mí o por ti, Mía?—Él no la dejó debatir—. Lo que haga con mi vida personal no es de tu incumbencia, no es astuto de tu parte tratar de combinar mi vida personal con la profesional.

—¡Te estás acostando con una alumna, Shawn! ¡¿Cómo eso no es cruzar lo personal con lo profesional?!

—¡Dios mío! ¡¿Ella va a seguir?!—alcé mis brazos agotada de sus acusaciones—. ¡Somos amigos!

Ella no lo creía, al igual que Neal y al igual que todos los que habían regado los rumores. De repente recordé la malicia en el rostro de Lancy Gallagher y como pude haberla irritado una semana atrás cuando insinué que iba a verme con su novio. Me congelé.

¿Esa era una especie de venganza?

—¿Lancy Gallagher fue su fuente, profesora Xavier?

Shawn me miró con confusión, luego miró hacia la profesora Xavier quien se tensó de tal manera que se endureció como el granito.

—No puedo confirmar la fuente, es confidencial.

Cuando entré al salón de clases más tarde, no me había quitado de la cabeza que Lancy Gallagher estaba haciendo una de las tantas que Meera me había comentado y la sangre de mi padre empezó a bullir en mí, quería venganza, quería hacer que su cabello rojizo se apagara, mis cucarachas estarían felices de ser sacrificadas en su postre y Luca querría pasar las vacaciones de invierno en California solo para hacer sufrir a Lancy Gallagher. Aquella chica no sabía con quién se había metido. No sólo me había querido perjudicar sino también a Shawn.

No quería imaginarme la que explotaría si alguien se enteraba de Shawn yendo a casa en Toronto conmigo. Los Ángeles cada vez más parecía ser una terrible idea.

—Oye, ¿está todo bien?—Meera observó mi rostro con preocupación —. Pareces un zombie. No me digas que Shawn te llamó para regañarte por haber reprobado. Nah, eso es imposible, hasta Neal aprobó, le ha dicho a medio conservatorio que aprobó con un ocho gracias a ti. Ahora me siento mal, Zac fue el único nueve y Neal el único ocho, los pocos que pasamos lo hicimos con un siete. ¿Lucy, me estás escuchando?

—Debo repetir mi prueba —digo entre dientes, Meera se sorprende.

—Espera, ¿qué? ¿Por qué?

No puedo responder ya que Shawn entra al salón de clases con agresividad, la puerta sonó fuertemente cuando la cerró haciendo que todos en el salón de clases guardaran completo silencio.

El profesor Kavanagh no estaba para nada de humor, el portazo, su mandíbula apretada y el cómo aventaba sus cosas en el escritorio eran unas pistas bastante fáciles de descifrar.

—Sé qué soy un profesor duro, que no le agrado a muchos y que la mayoría preferiría no verme jamás, son cosas que dejo pasar porque la verdad no me importa, tampoco me importa lo que piensen sobre mí, me gusta estar de este lado y aunque no lo crean hago todo lo humanamente posible para ayudarlos, al menos, hacer un mejor trabajo, que no tengan una experiencia similar a la que yo tuve mientras estudiaba música.

»Como dije, me da igual lo que digan sobre mí, pero odio las injusticias. ¿Saben que odio más que las injusticias?

Nadie dijo nada, hasta que Neal levantó la mano tímidamente, se había soltado un poco más en las clases con Shawn, sin embargo, me sorprendió que quisiera hablar cuando Shawn no se veía para nada accesible en ese momento.

—¿Silva, que odio más que las injusticias?

—¿Que no estemos preparados para sus clases y no respondamos a sus preguntas?

—Sí, eso lo odio, Silva, bastante, pero no más que las injusticias. ¿Alguien más?

Fue el turno de Meera de levantar la mano.

—¿Richardson?

—Apuesto a que son los carbohidratos.

Su respuesta hizo reír a más de uno, incluso Shawn embozó una sonrisa.

—Le puedo asegurar, señorita Richardson, que los carbohidratos no son un problema para mí. ¿Nadie más?

Sabía lo que odiaba Shawn más que las injusticias.

—Los chismes—dije sin levantar la mano, pero el mensaje llegó a todos, porque de inmediato las carcajadas se apagaron.

—Excelente, señorita McDugents. Lo que más odio a parte de las injusticias son los chismes—Shawn señaló hacia Poly Trickman quien se quedó congelada en su asiento—. ¿Señorita Trickman, recuerda lo que le dije el primer día de clases? ¿Sobre mi vida personal? ¿Puede repetirlo a la clase?

Ella asiente tontamente.

—Dijo que su vida privada era eso, privada.

—Exactamente, señorita Trickman, mi vida privada es privada y estoy seguro de que a nadie en este salón y en este conservatorio les debería importar con quién me estoy acostando, ¿o me equivoco? —La boca de más de uno cayó ante las palabras de Shawn—. Pero de nuevo, odio las injusticias y en combinación con los chismes es un arma mortal. Esta mañana un compañero acusó a la señorita McDugents de mantener una relación sentimental y sexual conmigo para obtener beneficios en el conservatorio.

—¡Me estás jodiendo! —exclamó Meera entre susurros a mi lado abriendo sus ojos de par en par como casi todos mis compañeros.

—Una acusación bastante baja, no solo hacia mi persona, sino también para una compañera tan talentosa como lo es la señorita McDugents. Me siento obligado a decirles que estas acusaciones son falsas, me parece estúpido hacerlo, pero los chismes han traído problemas consigo, atrayendo también a las injusticias. Quien sea que haya hecho esa acusación, le digo, no estoy en una relación sentimental con la señorita McDugents, sin embargo, somos buenos amigos, pero puedo asegurar que nuestra relación amistosa no afecta en nada nuestra vida profesional. Le digo que no me estoy acostando con la señorita McDugents—Shawn me miró apretando la mandíbula aún más, si seguía de esa manera sus molares tal vez tendrían problemas—, lamento decirlo de esta manera, Lucy, pero es para que la persona graciosilla, que le encanta crear chismes, lo comprenda perfectamente. También le digo que la señorita McDugents no tiene ningún beneficio en el conservatorio por ser una amiga, quizás el único beneficio que obtiene de mi persona es llevarla a casa luego de un día agitado de clases.

» Bien, espero que les hagan llegar este mensaje a todos, estoy seguro de que llegara, después de todo, aunque yo los odie, los demás tienden a amar los chismes. Ahora, todos en la página cincuenta y tres, capítulo cuatro, tenemos una larga jornada el día de hoy.

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