Capítulo 38.
Shawn insistió todo el camino en que no tenía que hacerlo, ya saben, ir con él a Los Ángeles. Tal vez no era para nada correcto, pero por Dios, fue a mi casa, con mi alocada familia por acción de gracias, Los Ángeles sería un paseo, literalmente.
La verdad no pensé que los Xavier estarían en el inicio del programa de música de la filarmónica de Los Ángeles, ya tenía suficiente con pensar que la familia de Shawn estaría ahí, aunque estaba segura de que él no dejaría que me acercara a ellos, la repulsión hacia su padre se lo impedía. De igual manera, hay cosas que no se pueden evitar, ya me estaba preparando mentalmente si eso sucedía.
Cuando estábamos a una cuadra del edificio le pedí a Shawn que me dejara ahí, molesto lo hizo, pero mis razones eran válidas. Vera estaba en la entrada hablando con la señora Henderson sobre cualquier cosa, pero estaba montando cacería, no era un misterio para nadie por quién lo hacía.
Recordé la solicitud de Shawn, por lo que inhalé profundamente y no dejé salir el aire hasta que estuve frente a la anciana y la rubia teñida.
—Buenas tardes, señora Henderson. Hola, Vera.
Vera saludó con una mueca mientras la señora Henderson respondió con un simple cuarenta y uno. Parecía estar feliz de que estuviera ahí para deshacerse de Vera, la señora Henderson era demasiado cascarrabias.
No aguardó un segundo, tomó su escoba y se encerró en su apartamento, sin embargo, abrió ligeramente la ventana que daba hacia nosotras. Por supuesto, el chisme era más importante que otra cosa.
—Oye Vera, ¿puedo hablar contigo sobre algo?
Extrañada Vera asintió.
—Claro, ¿Qué sucede?
Bien, la pregunta era cómo abordar la situación. Si le decía que Shawn había hablado conmigo lo más seguro es que explotaría. Si le decía que Shawn me había pedido esto, tal vez explotaría. Si le mencionaba que Shawn había estado en mi habitación, de nuevo, probablemente explotaría.
No vomites las palabras, Lucy. ¿Pensar y luego hablar? No, así no era la frase.
—La otra noche me topé con Shawn en el elevador—Buen comienzo Lucy, zona neutral—, parecía algo... exaltado.
Vera estaba tensa, sin embargo, me siguió la corriente.
—¿Por qué? ¿Él está bien?
—Estaba tan sorprendido sobre algo de los signos zodiacales, ¿cuáles eran?—Rogaba a Dios que siguiera mi conversación.
De repente la vi nerviosa.
—¿Virgo y Sagitario?
Me estás jodiendo, ¿Shawn era realmente Sagitario? No, tiene que ser el Virgo entre estos dos.
—¡Si, esos! Wow, ¿cómo lo supiste?—cuestioné sorprendida como si nada.
—Oh, estaba hablando de eso conmigo, a Shawn le interesa mucho el horóscopo como a mí, es una de las razones de llevarnos tan bien—La convicción con la que lo dijo me hubiese hecho creerla sino conociera de quien estábamos hablando.
¿Shawn, fan del horóscopo? Ni en broma.
—Sí, parecía que le gustaba mucho, repetía muchísimas veces que los virgos y los sagitarios no son para nada compatibles.
—Eso no es posible, él fue el que aseguró que éramos compatibles.
Vale, Vera ahora sí me estaba dando miedo.
—¿Segura? Él decía...
—Creo que escuchaste mal, los virgos y los sagitarios son el uno para el otro—Su rostro de repente pareció cambiar a la malicia —. ¿Te cuento un secreto? Pero queda entre tú y yo.
—Claro, claro, soy una tumba.
Aunque estaba segura de que la señora Henderson tenía la oreja levantada detrás de la cortina de su ventana.
—Estoy segura de que le gusto a Shawn, la otra noche me sonrió, Shawn es tan serio, rara vez lo hace, pero conmigo es todo el tiempo—suspiró soñadoramente y yo me enojé. ¿Le sonreía todo el tiempo? Mierda, me disfracé de un jodido dinosaurio para él y ese estúpido británico cascarrabias ni siquiera me hizo una mueca—. Cada vez que me habla me mira tan fijamente, creo que pronto me pedirá que sea su novia.
Oh Dios, se veía tan ilusionada, tan feliz. Aunque quería echarle más leña al fuego y hacerle una pequeña broma a Shawn, me abstuve a hacerlo. Primero, aunque Vera era una psicópata no merecía estar ilusionada por alguien que quería huir de ella, segundo, Shawn no merecía seguir ser perseguido por la psicópata de Vera.
Pensé.
Pensé.
Pensé.
La idea vino a mi mente después de hablar en voz alta.
—Es imposible, Shawn tiene novia.
¿Has visto aquella película donde sale la roca y Josh Hutcherson? Ya saben, ¿Viaje al centro de la tierra y la isla misteriosa? Vera era como aquel lagarto gigante que estaba cuidando de sus huevos cuando los protagonistas de la película estaban pasando sobre ellos y uno de estos se rompió volviendo loco al lagarto.
Vera era el lagarto, yo la protagonista que tenía que salir corriendo.
Los ojos de Vera pasaron de la confusión, al entendimiento y por último a la ira. Fue justo en ese momento que sabía que me había equivocado.
—Es imposible, Shawn no tiene novia.
—Eso fue lo que me dijo anoche, que Sagitario era solo compatible con Acuario o algo así, al parecer su novia es acuario—Seguí, esta vez balbuceando mi signo zodiacal como si fuera buena idea, pero fue lo único que se me ocurrió.
—¡Es imposible! ¡Shawn no puede tener novia! ¡Los acuarios son unas arpías!
Vale, no me esperaba aquello.
De repente la señora Henderson salió con su regadera para echarle agua a sus plantas. Vera no le prestó atención, solo siguió despotricando.
—¡Shawn está destinado a alguien mejor! ¡Eres una mentirosa! ¡Solo me dices estas cosas porque a ti te gusta!
—¿Per-perdón?
—¡Shawn solo tiene ojos para mí, chiquilla francesita! ¡Necesita una mujer como yo! ¡Tú jamás podrías ofrecerle algo! ¡Mierda! ¡Más nunca vuelvas a hablarme! ¡Y aléjate de Shawn!
Con mi boca abierta de par en par miré como la rubia teñida golpeaba la puerta del elevador para que este se abriera—como si eso fuera posible—, y poco después enojada se adentró a él no sin antes lanzarme una mirada de muerte que me causó escalofríos.
No lo podía creer.
Escuché el chasquido de lengua por parte de la señora Henderson mientras me veía con pesar.
—Creo que acabas de cometer el peor error de tu vida, cuarenta y uno.
—¿Usted también vio eso?—cuestioné impactada, sin poder creerme lo que había pasado.
—Veintiuno es alguien peculiar, estar de vaga en su apartamento tampoco ha sido sano para ella—cuchicheó la mujer dejando la regadera a un lado. Miró hacia mí espalda y sus ojos brillaron con la esperanza de un nuevo chisme—. Pero si es el hombre solicitado, ¿Cómo estás, cuarenta y dos?
—Señora Henderson, estoy muy bien, ¿y usted?—saludo cálidamente Shawn pero sin sonreír, de una manera patética eso me reconfortó —. Su helecho cada vez está más verde, ojalá pudiera mantener una planta como usted lo hace.
Eso pareció encantar a la anciana.
—Solo una vieja anciana sabe lo que es mejor para sus plantas, querido—imitó el acento británico de una manera ridícula que me hizo reír un poco—. ¿Verdad que su acento es gracioso?
—Lo es, señora Henderson, se lo digo todo el tiempo.
Y aunque la señora Henderson y yo nos estábamos burlando de él, Shawn no dijo nada, solo negó con la cabeza, reacomodó su cello a su espalda y luego caminó hacia el elevador, cosa que tomé como señal para ir detrás de él.
—Que pase una buena tarde, señora Henderson.
—Cuarenta y uno, antes de que se me olvidé, cuando salí a hacer mis compras vi un anuncio a tres cuadras solicitando una barista. ¿Sabes dónde está? Un pajarito me dijo que estabas buscando trabajo.
No sabía que me extrañaba más, su amabilidad o como sabía eso.
—Muchas gracias, señora Henderson, dejaré mis cosas en casa y echaré un vistazo.
—Y cuarenta y uno, cuidado con la vaga—cuchicheó en voz baja mirando hacia Shawn quien se veía divertido por la familiaridad de la mujer—, cuando se trata de cuarenta y dos puede dar un poco de miedo.
¿Un poco? La teñida espantaba.
Subí a tiempo en el elevador con Shawn, en el silencio se escuchó como suspiré con fuerza. El viernes había sido una mierda.
—Le agradas a la señora Henderson—Shawn fue el que rompió el silencio.
—Creo que siente pena por mí.
—¿De qué hablas?
—Creo que la señorita Shawn está destinado para mí me amenazó minutos antes de que llegaras.
El rostro calmado de Shawn se arrugó en la confusión.
—¿De qué estás hablando?
—Meti la pata, de eso estoy hablando—La puerta del elevador se abrió y salimos a nuestro pasillo. Agradecía que Vera no se viera por ningún lado. Una pregunta vino a mi mente—. ¿Eres Virgo?
—¿Disculpa?
—Que si eres Virgo.
—No.
—Oh Dios, eres Sagitario, no pareces un Sagitario—Shawn rodó los ojos.
—¿Tú también eres una loca sobre el horóscopo? —no me dejó responder, siguió hablando mientras abría su puerta y yo entraba con él como si fuera mi propia casa. A Shawn no parecía importarle—. Además, creo recordar que insinuaste que era un Sagitario.
—¡Solo lo dije por decirlo!
—Voy a proceder a quitarme los pantalones.
Espera, ¡¿qué?!
Mi boca entreabierta por la sorpresa al cambio tan drástico de conversación parecía hacerle gracia. Dejó el estuche de su cello a salvo en el sofá y luego desabrochó el cinturón de cuero, para después soltar el botón de sus pantalones de vestir. Yo no podía apartar mi mirada de su entrepierna.
—No creo que esto sea muy apropiado...
—Verte en un disfraz de dinosaurio fue muy inapropiado de tu parte, Lucy.
—Al menos estaba vestida.
Sin embargo, bajó su bragueta y un poco la parte izquierda de su pantalón de vestir. Pude visualizar el prominente bulto en sus calzoncillos negros ajustadas, por un momento se me hizo agua la boca.
—¿Lucy?
—¿Mmm?
—Tienes que ver más a la derecha—parecía estar aguantándose las carcajadas.
—Sí, sí, la derecha—balbuceé como tonta e hice todo lo humanamente posible para ver a la derecha.
Y ahí estaba, más tinta, solo que jamás pensé que se hiciera su signo zodiacal en el lateral de su pierna izquierda.
—No me jodas.
—Fue una apuesta.
—¿Tú te diviertes?
—Estaba ebrio —dijo en cambio.
—¿Tú te embriagas?
—Es el más reciente—me ignoró nuevamente subiendo sus pantalones y tapando la gloriosa pequeña vista de sus calzoncillos—. Me lo hice el año pasado, al final del curso.
—¿Qué apuesta perdiste?—cuestioné curiosa.
Shawn apretó la mandíbula y fue directo a su cocina, lo seguí sin importarme las libertades que me estaba tomando.
—Alexis conoce mi personalidad y sabía cómo sería como profesor, la apuesta la hicimos a inicio del año escolar anterior, debía abstenerme a reprobar a más de diez estudiantes. Fue imposible ganar, reprobé a la mitad de la clase.
—De verdad eres un ogro—dije espantada.
Además, no podía creerme que un hombre como Shawn hiciera apuestas como esas.
¿De verdad? ¿Un tatuaje de Sagitario? Era ridículo.
Viendo como sacaba algunas cosas de su nevera, mordí mi labio inferior al crearme una nueva idea en mi mente.
—No me dijiste por qué metiste la pata con Vera —dijo Shawn dándose la vuelta, quitándome mis ideas pervertidas en el proceso.
—Uh, le dije que tienes una novia.
—Me estás jodiendo—dijo ahora él, abriendo sus ojos de par en par.
Era extraño escuchar a Shawn decir palabrotas, además, con su acento se escuchaba algo extraño y divertido.
Jodendo, así se escuchaba, mordí mi mejilla interna evitando reírme.
—Oh, me gustaría joder contigo—Cuando me di cuenta de lo que dije, esta vez fue mi turno de abrir los ojos de par en par. Vi el momento exacto en que Shawn detuvo su respiración —. No me refería a...
—Lo entiendo.
—Fue lo único que se me ocurrió, ¿vale?—mascullé tratando de no entrar en incomodidades—. Ni siquiera sabía cómo iniciar una conversación sin que ella lo malinterpretara. Al final no funcionó, insinuó que me gustas y que solo te quería para mí y algo sobre que Acuario no es compatible con Sagitario.
—Empeoraste la situación—dijo como si nada, sin ningún ápice de emoción en su rostro y yo me enojé.
—Bueno, si no hubieses sido todo sonrisas con ella tal vez no pensaría que estás locamente enamorado de ella.
—Nunca fui todo sonrisas con Vera, solo era amable—se defendió mientras tomaba una botella de vino de una neverita en la esquina de su cocina.
—Ella no piensa eso, estoy segura de que ya tiene un vestido de novia en su armario, el destino de su luna de miel y como se llamarán sus hijos.
Shawn suspiró, tomó un gran sorbo de la copa que preparó y luego agarró otra de uno de sus cajones para servir más del líquido tinto, me lo extendió sin decir más. No era legal tomar alcohol en los Estados Unidos, pero era francesa, papá me dio alcohol desde los catorce, mamá no estaba feliz. Quizás por eso no lo pensó demasiado al darme alcohol. De igual manera arqueé mi ceja.
—Es nuestro secreto—apuntó cuando se dio cuenta de mi ceja arqueada.
Así estuvimos, uno, tres, quizás cinco minutos en silencio, después hablé.
—¿Y tus otros tatuajes?
Detuvo la copa a medio camino y su boca se curvo un poco, no me miró.
—Te dije que debía quedarme en ropa interior para que vieras cada uno de ellos.
—Ya te vi en ropa interior —me encogí de hombros como si no fuera la gran cosa, pero fue inevitable que un escalofrío recorriera mi columna vertebral al ver como mantenía su cabeza baja pero ahora sus ojos estaban fijos en mí, parecían profundamente oscuros, deliciosos—. ¿Qué?
Sonrió, pero no había burla en aquella sonrisa. Ahora fue el turno del vello de mis brazos de erizarse.
—Ve a casa, Lucy McDugents, ve a casa antes deque haga algo de verdad inapropiado.
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