Capítulo 11.
No pude evitar mirarlo a los ojos a su vez que mi plumilla hacia contacto con las cuerdas. Era una vieja canción que había compuesto, era alegre, animada, me recordaba a Lucas, por esa razón la había llamado de esa manera. Cuando toqué el último acordé una sonrisa no tardó en salir, extrañaba a mi primito como nunca, no podía esperar para acción de gracias, la familia se reuniría completa por ese día especial.
—¿Qué le pareció?—pregunté al solo obtener como respuesta sus usuales parpadeos.
La mejilla de Shawn se contrajo y luego asintió.
—¿Es tuya?—asentí en respuesta —. ¿Tiene nombre?
—Se llama Lucas.
—¿Un novio?—me sorprendí ante el tono interesado del británico cascarrabias, como pude negué con la cabeza.
—Mi primo, es mi mejor amigo, la escribí pensando en él.
Shawn se recompuso en su asiento, después me ignoró, tomó un bolígrafo y empezó a escribir, sin responder todavía mi pregunta inicial.
—¿Señor Kavanagh? No me dijo que le pareció.
En respuesta Shawn extendió el papel en mi dirección, había tres nombres en él, dos hombres, una chica.
—Tu tarea será escucharlos a ellos, búscalos en su canal de Youtube, te ayudará en tu problema.
—¿Mi problema?—cuestioné confundida ante su comentario.
—Tienes talento, pero eres insegura, piensas por momentos que acorde debes tocar después, como mover tus dedos, eso hace que tú muñeca se tense, por lo general terminas con dolor en tu muñeca izquierda.
Me congelé ante sus palabras tan descriptivas. ¿Cómo pudo sacar aquellas conclusiones con una canción de tres minutos?
—Dices que quieres estar aquí, que el conservatorio te dirá a donde irás una vez que te gradúes, ¿es eso cierto?—Ni siquiera me dejó contestar a su pregunta cuando siguió con su verborrea—. Suele suceder, pero te comerán viva, este mundo te tragará como una dulce golosina. No esperes a graduarte, averígualo pronto. En esto último no puedo ayudarte.
Abracé a Linda a la vez que los ojos de Shawn no me dejaban moverme de mi lugar. ¿Eso era todo? ¿Mi tutor solo me acusaba de tener problemas de confianza y no saber que quiero hacer con mi vida?
—¿A-algo más?—tartamudeé como una tonta, después de todo Shawn seguía viéndome fijamente y esos ojos me ponían muy nerviosa.
—No, te veré el viernes de la semana que viene, hablaremos sobre los guitarristas que te di. Mira sus técnicas, aprende los movimientos de sus dedos y muñeca, analiza cada extracto de las melodías que están tocando—me explicó, me percaté del movimiento de sus dedos, se movían al compás, como si estuviera tocando su cello, no pude evitar desviar mis ojos a esa parte de su cuerpo mientras seguía hablando—. Te haré nuevamente la pregunta que te hice, veremos que descubres en los siguientes...
Mi ceño se arrugó un poco, me desconecté por completo de lo que estaba hablando, él seguía moviendo sus dedos, al compás de una música imaginaria. No, no era cualquier música, era Lucas, la melodía que había tocado para él.
—¿Cómo pudo aprenderla con solo verla por unos minutos?
Shawn detuvo su explicación y desvío sus ojos hacia su mano, en ese momento fue que la detuvo.
—Nos vemos el viernes para su próxima tutoría, señorita McDugents—fue su respuesta.
Se levantó de su asiento rodeando su escritorio y caminó hasta la puerta para abrirla, esperó que guardara a Linda en su estuche y cerró la puerta una vez crucé el umbral.
Era extraña la manera en que cada comportamiento de Shawn Kavanagh me hacía querer saber más y más sobre él.
Desafortunadamente estaba lloviendo a cántaros cuando llegué a la entrada del conservatorio. Pedí un taxi a través de mi teléfono, pero todos cancelaron a los minutos, la ciudad era un desastre gracias al diluvio. Un poco cansada de esperar, me arrojé sobre el suelo tomando asiento en las escaleras principales. La lluvia caía a cántaros y ya el cielo se estaba oscureciendo aún más, intenté nuevamente llamar a un taxi, pero fue inútil. Ya estaba pensando arrojarme a las calles a ver si conseguía alguno de paso.
—¿Sigues aquí?
La voz a mi espalda me hizo saltar. Cuando me di la vuelta me topé con Shawn y su enorme instrumento a sus espaldas. Me pregunté si el cello era un instrumento que pesaba mucho o era tan liviano como una guitarra.
—Está lloviendo—dije tontamente, era bastante obvio que estaba lloviendo.
Me golpeé mentalmente por el estúpido comentario, sin embargo, eso tampoco hizo sonreír a Shawn.
—No logro conseguir un taxi, pensé que pararía de llover pronto, pero cada vez que pienso que se está deteniendo vuelve a llover con más fuerza.
Parpadeó.
Mi mandíbula se apretó al no conseguir nada de Shawn. En cambio, él sorpresivamente bajó las cuerdas del estuche de su cello dejándolo caer al suelo, me hizo un gesto para que lo sostuviera.
—Si tiene un rasguño cuando vuelva, ya no seré tan amable.
Sin más, abrió una sombrilla que no me había percatado que traía consigo y se sumergió en la lluvia. No entendí lo que pasaba. De igual manera intenté cargar el cello para responder a mi pregunta y definitivamente su cello no era para nada liviano como Linda.
Me hice una nueva pregunta, ¿tendría nombre o yo era la única tonta que le ponía nombre a su instrumento? Me consolaba el hecho de que Meera llamaba a su Violín Violeta.
Minutos después un auto negro se detuvo frente a la puerta del conservatorio, Shawn bajó desde el asiento del piloto y caminó hasta mí, tomando su cello y arrebatándome el estuche de Linda de las manos.
—Sígueme, no te vayas a mojar.
En shock y por fin entendiendo lo que estaba pasando lo seguí como perrito faldero, abrió la puerta del copiloto de su auto y entré, dejó a Linda sobre mi regazo, cerró la puerta y luego dejó con sumo cuidado el cello en los asientos traseros. En un santiamén estuvo conmigo detrás del volante empezando a conducir.
Con curiosidad, pero con discreción observé el auto en su interior, era costoso, eso era claro. Shawn tenía dinero, no lo sabía por su auto sino también por su apellido y lo que éste implicaba en el conservatorio. ¿Entonces por qué vivía en mi edificio? Era modesto, no una pocilga, pero si modesto. Alguien que obviamente podía costearse un apartamento lujoso, ¿por qué vivía en aquel lugar?
Quería preguntarle, pero me mordí la lengua. Por otro lado, otra pregunta salió sin poder evitarlo.
—¿Por qué nunca sonríes?
—¿Disculpa?
La pregunta lo descolocó, tanto que lo hizo desviarse un momento del camino.
—Eres bastante serio, nunca te he visto sonriendo—Su ceño se profundizó, levanté mis manos en defensa—. Estamos fuera del conservatorio, puedo volver a tutearte, aunque no estoy muy segura de llamarte Shawn.
—¿Por qué no?
—Uhm no creo tener la suficiente confianza contigo para llamarte por tu nombre de pila.
—¿Pero si tienes la suficiente confianza como para preguntarme por qué no sonrío?—contratacó haciéndome sonreír, buen punto.
El tráfico hizo de las suyas y de inmediato nos atascamos en una larga fila de autos. Comprendí porqué los taxis me cancelaban a último minuto.
—Tiene que ver con tu vida privada, por eso no me dices por que no sonríes, lo entiendo. No preguntaré de nuevo.
Miré por la ventana, estaba llena de gotas y en conjunto con las luces hacían un juego visual precioso. Cerré los ojos descansando un poco, estaba agotada, solo quería llegar a casa y dormir.
—No sonrío porque no veo el motivo de hacerlo—Eso me hizo abrir los ojos de inmediato y mirar hacia su dirección, sin embargo, él no me estaba mirando, sus ojos estaban al frente.
—¿Ni siquiera para reconfortar a una estudiante al decirle que tiene talento, pero no tiene confianza en sí misma?
—¿Estás reclamándome?
—No, te agradezco ser sincero—me encogí de hombros sin quitarle la vista de encima—, pero una sonrisa nunca cae mal. ¿Acaso tienes los dientes chuecos?
Eso finalmente captó su atención y me observó, dejándome helada con lo que vi en sus ojos: diversión, pero en su rostro la neutralidad estaba marcada sin diferencia alguna.
—Apuesto que puedo hacerte reír —dije con convicción, él por su parte volvió la vista al frente—. Soy bastante chistosa.
—Seguro es así, Lucy.
Lucy, me dijo Lucy.
—¿Cuál es el superhéroe de los perros?
Lo estaba incomodando, pero era mejor tener esa reacción a tener al serio Shawn, lo haría sonreír.
—¡Vamos! ¿Cuál es el superhéroe de los perros?
Shawn suspiró agotado pasando sus dedos por su lindo cabello.
—¿Cuál es, Lucy?—respondió pareciendo arrepentido de hacerlo.
—El doberman.
No pude evitar carcajearme luego de decirlo, para mi mala fortuna el rostro de Shawn no hizo ningún movimiento.
—Eso fue horrible—masculló esta vez volviendo la mirada hacia su teléfono.
Me ofendió su falta de respuesta, el chiste del doberman era genial.
—Iré con otro.
—Déjalo, Lucy.
Lucy, Lucy, Lucy. La idea que dijera mi nombre me animaba a seguir presionando sus botones y conseguir lo que quería.
—¿Por qué no se puede discutir con un Dj?—lo ignoré, Shawn volvió a suspirar. Hice una pausa prolongada, hasta que él hizo un gesto con su mano para que respondiera mi pregunta—. Porque siempre cambia de tema.
—Eso fue lamentable.
Vale, me lo he tomado personal.
—¿Sabes por qué el mar es azul?
—Lucy, te estás avergonzando un poco.
—Porque los peces dicen blue, blue, blue.
Shawn parpadeó y luego dejó salir un pesado suspiro.
Pude haber recitado treinta chistes, en ninguno se rio, ni siquiera hizo un pequeño ápice de sonrisa. Nada. Solo obtuve incomodidad y cansancio de su parte.
Para cuando llegamos a casa había parado de llover, yo estaba de mal humor y Shawn podría haberse arrepentido de traerme con él.
—No puedo creer que no te hayas reído siquiera con un mísero chiste—dije cruzada de brazos en el ascensor.
—Si te hace sentir mejor, cada uno de tus chistes me hizo querer llorar de la agonía, todos fueron malísimos, uno más malo que otro.
—Una vez conté un chiste químico, pero no hubo reacción.
Fue entonces cuando lo vi, fue pequeña y rápida, pero la vi.
—¡Sonreíste! ¡Oh Dios mío, te hice sonreír!—exclamé emocionada.
—Creo que tantos chistes malos están haciéndote ver cosas que no son.
—¡Te hice sonreír! ¡Hice sonreír al británico cascarrabias! ¡Punto para la francesa! Allez, allez![1]
—¿Británico cascarrabias?—lo escuché preguntar, pero estaba tan emocionada que hice oídos sordos a mi metedura de pata.
Iba a seguir regodeándome en su cara, pero el ceño fruncido de Vera y sus ojos mirándonos como si fuéramos un misterio sin resolver me hizo detenerme.
—¿Vera?
—Oh, hola Shawn—De inmediato su ceño se fruncido fue borrado y miró a Shawn con su sonrisa y ojos brillantes—. Estaba esperándote. Hola Lucy, ¿cómo estás?
—Bastante bien, ¿y tú?
—Muy bien, veo... que te has adaptado muy bien a San Francisco.
Vaaaale, creo que es la primera vez en mi vida que me atacan de esa manera tan pasivo-agresivo.
—Yo ehm, sí, supongo que sí.
—¿Qué necesitas, Vera?
Ella me miró con la clara intención de que me largara de ahí y la dejara a solas con Shawn. Oh, lo haría, pero no porque me intimidaba, sino porque ya había incomodando al pobre Shawn lo suficiente por el día de hoy.
¿Quizás un poquito más?
Me acerqué al británico cascarrabias, me puse de puntillas y le planté un sonoro beso en la mejilla que lo dejó bastante descolocado.
—Gracias por traerme, prometo hacerte sonreír con más fuerza la próxima vez—Descolocado sí, bastante, sin embargo, no perdió la compostura y eso me retó un poco más. Me di la vuelta, cruzándome con una Vera más que sorprendida, pero con unas ganas de matarme abismales—. Que tengas buenas noches, Vera.
Y si más, entré a mi apartamento con la clara misión de hacer sonreír a Shawn, tenía que planear algo que lo hiciera hacerse en sus pantalones.
[1] Allez, allez!: Haciendo referencia a los cantos de futbol del equipo francés. Traducción: ¡Vamos, vamos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro