C•A•P•I•T•U•L•O 《11》
Narra Ramón.
Pero claro que podía tomar lo que quisiera, incluso mi amor por ella, podría golpearlo y escupírmelo en la cara, aún asi no podría estar enojado, vi como poco a poco sus facciones se suavizaban y me sonrió un poco.
-eres todo un don juan- volvió a girarse a su escritorio y siguió haciendo sus deberes, yo tomé el control remoto de la televisión y busqué algo que ver mientras Poppy se desocupaba.
Poco a poco me dio sueño y ella aún seguía haciendo tarea hasta que por fin cerró sus libros y apagó su computadora.
—he terminado— comentó con una sonrisa en su rostro, luego caminó a su armario y sacó de este unos cuantos cobertores, y un mini colchón inflable.
— ¿Qué?, ¿no creerás que dormiremos juntos o sí?— me dijo mientras yo la miraba, bueno ese pensamiento era demasiado bueno para que se convirtiera en una realidad, con cuidado me hizo una improvisación de cama y una vez listo se fue a apagar la luz y se recostó en su cama.
—buenas noches, Ramón— me quedé sentado en el suelo.
—buenas noches, Poppy— su respiración comenzó a hacerse pausada y muy tranquila mientras pasaban los minutos, no estaba completamente oscuro porque la televisión aún seguía prendida, entonces mandé al carajo el tendido y acurruqué junto a ella, estaba profundamente dormida y no notó cuando la abracé por detrás y hundí mi cara en su cabello.
Narra Poppy.
Mi despertador sonaba como loco, lo apagué de un manotazo y luego comenzó a escucharse la voz de Diamantino por la radio, seguramente se fue muy tarde o muy temprano del departamento, por eso Suki siempre estaba despierta antes que yo, sentí algo pesado en mi cuerpo, una respiración me erizaba la nuca y unas manos se sostenían firmemente de mi cintura, giré un poco mi rostro y vi a Ramón profundamente dormido detrás de mí, lejos de enojarme me sorprendí un poco, con cuidado de no despertarlo me levanté de mi cama y fui al baño. El agua fría me relajó aún más de cómo me levanté y no podía para de sonreír por extraño que fuera, acepto que esto no es habitual en mí.
—¿dormiste bien?— pregunté viéndolo restregarse los ojos con flojera, él asintió, terminé de secar mi cabello y comencé a maquillarme un poco.
—¿puedo usar tu baño?— asentí y él tomó su mochila para meterse en el baño. Al instante escuché el ruido del agua caer al suelo, me fue imposible hacer una imagen en mi cabeza en donde él estaba desnudo y las gotas de agua le recorrían cada centímetro de piel... ¡que pervertida soy!, pero es innegable lo bueno que Ramón está.
—buenos días Suki— dije sonriendo y preparando café para mí y Ramón, mi amiga me miró con el ceño fruncido y apagó el sartén que utilizaba para guisar uno huevos revueltos con jamón.
—¿eres Poppy Glover?, de verdad me estas asustando— le saqué la lengua y le volví a sonreír, no entiendo porque no puedo dejar de sentirme feliz, no es que tenga que ver con Ramón, yo sé perfectamente que él jamás tendría que ver en mi buen humor, debían ser las hormonas que se descontrolan con el periodo y me tienen bipolar.
—Graciosa, si soy yo, ¿Qué uno no puede estar feliz?— Suki se encogió de hombros y volvió a sus laborres domésticos, amaba desayunar con ella porque me cocinaba de todo, en cambio yo era la persona más inútil al mando en la cocina, incluso el café me quedabas más malo que el de Suki, no culparía a Ramón si se enamora de su comida al igual que lo hice yo y por supuesto Diamantino.
—Seguramente Ramón te dio duro anoche— me dijo de repente haciendo que a mí se me resbalara una servilleta, la miré sorprendida porque normalmente ella jamás diría algo así, siempre era yo mla pesada.
—claro, pensamos que si tú y Diamantino tenían sexo salvaje en la otra habitación nosotros podíamos también, esta casa ha de tener un nivel de testosterona enorme en el aire— las mejillas de Suki tomaron un color rojo pasión que me causo una carcajada, definitivamente hoy es mi día, lo presiento.
—Poppy, ¿tienes un cepillo para el cabello que me prestes?— amabas nos giramos y vimos a Ramón en la puerta de la cocina con el cabello totalmente mojado y su ropa deportiva negra habitual para ir a clases.
—sí, está encima de mi tocador, junto a mi cajita musical— él asintió y se fue, Suki me miraba levantando las cejas sugerentemente, sabía lo que estaba pensando porque yo también lo pensé por un instante, éramos como una pareja de verdad, pero vuelvo a lo mismo, Ramón jamás va a quererme de verdad, solo es un buen actor al que yo le pago para que finja sentir algo por mí, ni si quiera Arroyin pudo haberlo hecho mejor y a él le di algo más importante que el dinero, le dí todo de mí.
— ¿Cómo va el guion?, Riff y yo estamos ansiosos por comenzar con el proyecto, y hablé con Andrea, también se sumó a nuestro equipo y su novio estaría encantado de participar, ya sabes, es actor— bueno, más buenas noticias, tenía a la gente más competente de la clase en mi equipo, y además había chicos de artes escénicas que participarían sin paga, o por lo menos es lo que Ramón había comentado unos días antes.
—va muy bien, ya voy en el desarrollo, seguramente tendrá un bonito final, pinta muy bien— Suki sirvió tres platos y los puso en nuestra pequeña mesa, yo puse el café y la leche.
—Huele bien— esa voz era de Ramón, inmediatamente se sentó pero se veía algo enfermo, sus mejillas estaban enrojecidas y sus ojos algo vidriosos.
— ¿Ramón te sientes bien?—él asintió tratando de sonreírme, Suki siguió absorta en su desayuno y en el periódico, no podía dejar de observarlo, pareciera no tener hambre porque solo miraba el plato, no creo que sea por qué no le gusto la comida, Suki es la mejor cocinando.
— ¿De verdad estás bien?— insistí, esta vez sus ojos azules me miraron de una forma más intensa.
—Sí, supongo, solo me duele la cabeza— estiré mi mano y la coloqué en su frente, Ramón estaba hirviendo literalmente, me levanté de mi silla y me pegué a él sin quitar mi mano de su frente, Suki nos miró a ambos con el ceño fruncido sin entender.
—Tienes fiebre, estoy segura, ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal?— la mueca que Ramón puso en ese momento me desarmó, era una mezcla entre ternura y felicidad, ¿Cómo podía estar feliz por tener fiebre?
—No quiero ser una molestia, además quiero acompañarte a la escuela y debo ir a clases— era tan testarudo negué y le ofrecí mi mano para que se levantará, él la tomó y se tambaleó un poco al estar de pie.
—Nada de eso, ven— lo llevé a mi habitación y lo hice recostarse en mi cama que aún estaba sin hacer, fui por una toalla para las manos y la mojé con agua helada, la puse en su frente y no dejé que se arropara.
Saqué el termómetro de mercurio que guardaba en el botiquín del baño y se lo coloqué bajo la lengua.
—te traeré una pastilla, quédate ahí— corrí a la cocina, tomé un vaso con agua y la caja de pastillas, Suki me miraba atentamente con una sonrisilla en su rostro a la cual no presté atención, Ramón me preocupaba, puesto que de verdad tenía temperatura.
Continuará........
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