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Capítulo único

Yo simplemente estaba al borde
Mi corazón ya no aguantaba
Pero algo me tenía el destino
Y que pone en mi camino
El azul de su mirada

Con pasos presurosos se dirigió al templo de escorpio tal y como se lo había pedido el gran patriarca.
No entendía por qué su presencia era de vida o muerte simplemente le encomendaron llegar lo más pronto posible.

Pocas veces había logrado hablar con él joven que se encargaba de custodiar el templo de escorpio, sabía que era una persona demasiado orgullosa y engreída pero aún así le costaba un poco llegar a tener alguna plática con él.

Al entrar a una de las habitaciones del templo se percató del inmenso calor que emanaba en su cuerpo, su piel lucía cubierta por una gran capa de sudor debido al exceso de temperatura corporal.

- Eso no es normal en un ser humano.

Con pasos firmes se acercó lo suficiente, colocó ambas manos sobre el pecho de su compañero con la esperanza que su aire frío le ayudará a contrarrestar ese inmenso calor que envolvía al santo de escorpio.

- ¿Que es lo que te sucede Kardia? - Susurró con preocupación al verlo inconsciente.

Unos cuantos minutos bastaron para que el cosmos congelado de Dégel hiciera su trabajo, el calor disminuía en el cuerpo de Kardia, la habitación se cubrió por unas ligeras escarchas como si el invierno hubiera llegado a esas tierras griegas.

Lentamente Kardia abría con pesadez sus párpados, como pudo se incorporó del sitio donde se encontraba. En esos momentos creyó que el anciano Krest era quien controlaba el calor de su enfermedad como siempre lo venía haciendo desde que Kardia contaba con diez años cuando el viejo le dió un poco de ventaja a su corta vida con ayuda de la sangre de Athena.

- ¿Dégel? - Cuestionó sorprendido.

- Si, he venido hasta aquí para ayudarte por órdenes superiores del patriarca - Respondió Dégel con curiosidad, no comprendía por qué Kardia necesitará de su cosmos a tan bajas temperaturas - Sin embargo que una fiebre requiera de mi aire frío parece algo anormal. ¿Provendrá de alguna parte...?

- Mi corazón.

Fue lo que Kardia respondió levantando la mirada para encontrarse con esos iris violeta que lo observaban con asombro.

- Desde un inicio sabía que no tendría una larga vida, fui bendecido con una contra-técnica para prolongar la vida de mi corazón. Aún no he podido controlarla por lo que me está matando.

Dégel se quedó impresionado por lo que escuchaba, ahora comprendía un poco más a Kardia. Lo único que sabía es que años atrás cuando eran unos niños fue su maestro Krest quien trajo a Kardia como aspirante a caballero pero no sabía por qué razón, hasta ahora.

- Dime Dégel ¿Por qué te convertiste en caballero?

- Tengo un sueño y una promesa que le hice a un amigo - Respondió el francés recordando aquella ocasión en Blue Graad en compañía de Unity cuando los dos pactaron aquella primera de crear esa alianza entre Blue Graad y el resto del mundo.

- ¡Ja ja! Me parece bien lo que dices. Yo deseo poder usar todo mi poder muy pronto. Pero antes de eso quiero sentir todo ese dolor y calor posible.

En ese momento la mirada de Dégel se posó en aquella mirada zafiro, después de todo Kardia era muy diferente a lo que muchos decían.

- Estar en una batalla como un caballero - Concluyó Kardia con una sonrisa adorando su rostro, sin saber que sus palabras realmente se convertirían en realidad.

Renació el brillo en mis ojos
Poniéndome en evidencia
Se encendieron mis antojos
Y cedieron mis cerrojos
Seducidos por su esencia

Desde aquel día Dégel se ofreció ayudarlo, era el único caballero que propaga aire frío, por lo tanto Kardia necesitaría la ayuda del caballero de Acuario hasta su último día.
Conforme transcurrían los días, ambos procuraban entrenar juntos en el coliseo, mientras que por el resto de las tardes disfrutaban contemplar la llegada de las primeras estrellas nocturnas desde lo alto del templo de Acuario.

El resto de los caballeros de la élite dorada comenzaban a darse cuenta de la cercanía que tanto el joven de acuario y el portador de escorpio comenzaban a disfrutar.
Sobre todo el hecho de darse cuenta que Dégel ya no se la pasaba encerrado en su biblioteca leyendo era una grandiosa novedad que no pasaba desapercibida.

- Dégel - Interrumpió el griego mientras cruzaba los brazos - El patriarca me ha encomendado una misión en el nuevo continente.

- ¿Cuando te irás?

- Mañana mismo.

Una leve brisa fresca envolvió a ambos, aunque el saber eso le causaba a Dégel ligeras confusiones en su mente.
Mientras Kardia cumplía con su misión ¿Que haría en ese tiempo a solas?
Se había vuelto una parte esencial en su vida, sin pensarlo la presencia de Kardia era cada vez más fuerte en su día a día.

El tiempo se detuvo para ambos, su mirada chocó con aquellos zafiro que lo hizo sentir una extraña corriente recorrer su cuerpo desde los pies hasta la cabeza.

Extrañamente para Kardia la situación era bastante similar, por alguna extraña razón no podía dejar de admirar la belleza de Dégel, pese a cualquier situación el francés no perdía ese toque sofisticado que lo caracterizaba.

Antes de que los dos dijeran algo al respecto, Kardia tomó un mechón verde para llevarlo detrás de la oreja del francés, cosa que a Dégel lo hizo estremecer por dentro de su ser.

- Cuando regrese me gustaría invitarte a salir como debe ser... No como nuestras caminatas del diario eso termina siendo aburrido - Respondió Kardia con un toque de carisma en sus palabras.

- Jamás cambias Kardia.

- La vida se vive al máximo Dégel, de lo contrario... ¿Para que vivir?

Después de decir esto se dió la media vuelta mientras que Dégel negaba con su cabeza riendo por la forma de ser del griego. Tal pareciera que ambos eran el complemento, mientras uno de ellos representa a la calma el otro es todo lo contrario y los dos disfrutaban de esas diferencias que cada vez los unían más.

Empecé a buscarle un pero
Y fue una misión fallida
Ahí supe que estaba parado
Supe que estaba parado
Frente al amor de mi vida

Por más que Dégel intentaba buscarle los defectos a Kardia, terminaba dándose cuenta que esos mismos defectos lo hacían reír, sentirse pleno y amar su compañía.
Ahora que regresaba de la misión en la mansión de la dama Garnet en su mente resonaba las palabras de su maestro mientras combatían.

"Alguien como tú, siempre serás susceptible a la emociones aunque pretendas tener sangre fría"

- ¿Me dejo llevar por mis propias emociones?

Se cuestionó a si mismo mientras subía por las escaleras que lo llevarán de regreso al santuario, sin embargo al llegar a la primera casa de Aries fue Shion quien se le adelantó con suma urgencia.

- Me alegra verte entero Dégel pero tu presencia en escorpio es de vida o muerte.

- ¿Que le pasa a Kardia? - Cuestionó con preocupación apresurando sus pasos para llegar lo más pronto posible.

- Su corazón. La señorita Sasha está con él desde que comenzó con aquella fiebre...

Dejando a Shion con las palabras en la boca, Dégel apresuró su andar para poder atender a Kardia.

Llegando a tiempo al templo de Escorpio, logró bajar la temperatura del cuerpo de Kardia.
La joven Sasha al ver más recuperado a Kardia corrió hasta la cama para poder envolver en un abrazo al griego que estimaba mucho.
Kardia no dudó en agradecer que Sasha dejara a un lado su deber como diosa, estuvo a su lado esperando pacientemente la llegada de Degel.
El caballero de Acuario al ver que Kardia se encontraba mejor se alejó lentamente, dio la media vuelta no sin antes hacerle una pregunta al griego.

- Kardia... ¿Puedo preguntarte algo aunque suene absurdo?

Esas palabras sonaron muy extraño provenir del santo más sabio, Kardia aceptó responder a su manera de ver las cosas.

- ¿Si pudieras curar tu corazón y obtener la inmortalidad lo harías?

La pequeña Sasha alzó su mirada sin entender que es lo que necesitaba Degel. Ante esto Kardia cerró sus párpados y llevó su mano a su alborotada cabellera azulada curveando ligeramente sus labios.

- Ja, hace mucho tiempo alguien me hizo la misma pregunta... Larga o corta me es irrelevante, pero creo que una vida inmortal sería aburrida; no soportaría una vida tan poco emocionante.

- No podía esperar una respuesta más sencilla de tu parte.

Respondió Degel girando levemente su cabeza para poder mirar a su compañero quien le devolvía una mirada pacífica.

- Creo que todos nos acercamos al santuario por ese tipo de sueños.

Concluyó el joven francés regalándole una sonrisa a Kardia, hizo un reverencia ante la señorita Sasha, pasó a retirarse del templo de Escorpio para subir con el patriarca y darle el informe de su misión en Francia en la mansión de Garnet.

Mientras subía con pasos lentos las escaleras debido al cansancio que su cuerpo sentía, en su mente recordaba aquella misión, la manera en la que enfrentó a su maestro Krest y el detalle de la señorita Fluorite al regalarle los anteojos que pertenecieron a su padre.
Un regalo que atesoraría por siempre, gracias a ello puede seguir leyendo sus amados libros y perderse en ese mundo fascinante de tantos escritos.Lamentaba que al tener ese enfrentamiento con su maestro, su visión se había vuelto borrosa.

Tengo un sinfín de razones
Le quiero dar todas las glorias
Después de tantas decepciones
Mírenme aquí haciendo canciones
Totalmente meritorias

Voy a invitarlo a algo muy grande
A escribir la mejor de las historias

Mientras Dégel sostenía la pluma en sus manos intentaba pensar con claridad para poder terminar el trabajo que le había solicitado el patriarca después de haberlo asistido a interpretar las estrellas de la noche anterior pero no pensaba con claridad las cosas.

Una sensación acogedora se apoderó de su pecho, recorriendo cada espacio de su ser sintiendo como aquella calma lo cubría por completo.
De manera involuntaria su corazón comenzaba a latir estrepitosamente acompañado del calor que sentía en sus mejillas.

- Señor de los hielos eternos parece que no te concentras en tu labor.

Ahí estaba la razón de su perdición, justamente observándolo con los brazos cruzados recargado en el marco de la puerta de su biblioteca sin pensar que llevaba algunos minutos contemplando a ese enigmático caballero de Acuario.

- No he podido dormir - Le respondió intentando no mostrar realmente su nerviosismo, evidentemente la causa era él, siempre había sido él.

- Será mejor que despejes tu mente - Con una cálida sonrisa capaz de derretir a los mismos hielos perpetuos, Kardia se acercó para retirarle la pluma y el pergamino que el francés aún mantenía en sus manos - Si te esfuerzas demasiado no lograrás entregar tu reporte al viejo.

- ¿Qué propones tu? Debo entregar primero mis deberes, sabes que no me gusta ser irresponsable...

- Tu siempre tan correcto - Chasqueó la lengua molesto, después dirigió su mirada a uno de los muebles que se encontraba en la esquina; sobre este mismo había una botella de vino bastante añejo por lo que llegó a leer en el grabado de la botella.

- Kardia deja...

- No seas amargado Dégel - Se burló Kardia mirando a su compañero quien comenzaba a perder la paciencia - Necesitas unos momentos para despejar tu mente, ya verás que más tarde podrás hacer ese reporte sin problema.

Kardia...

Pensó su nombre por unos momentos, no sabe ni en que momento comenzó ese extraño sentimiento por él.
Aunque los recuerdos comenzaron a tomar un pequeño lugar en su mente, si bien su vida solo giraba en torno al deber del saber ahora esa sensación  era muy similar como la llegada de la primavera a su aura helada; si bien era un caballero que propaga aire frío, no sabía cómo llamarle a esa explosión de su vida, simplemente la presencia de Kardia le encantaba.

- Ten - Kardia le invitó una copa de vino, aún con esa sonrisa que hacía perder la razón a Dégel - Verás que no siempre es bueno demasiado trabajo, mereces un descanso para ti también.

- ¿Con vino? - Dégel enarcó una ceja incrédulo ante las palabras del griego.

- Bueno, entonces que propones señor correcto - Kardia colocó su mano derecha sobre su cintura esperando impaciente la respuesta del francés.

Dégel dejó escapar un poco de aire entre sus labios al darse cuenta que no tenía opción, recibió la copa que Kardia le ofreció.

- Gracias Kardia.

- ¿Gracias de qué...? - Cuestionó sin entender la razón.

- Creo que le has dado una razón a mi vida, siempre me imaginé que toda la vida estaría detrás de los libros, que aquellos sentimientos plasmados en letras jamás imaginé experimentar que todas esas emociones que alguna vez leí... Pudiera sentirlas, es como si...

Kardia se acercó lentamente tomando las manos del francés para situarlas en el lado de su corazón, Dégel podía sentir esos latidos desenfrenados acompañados de la agitada respiración del griego.

- Insisto en que esto es más que un simple cariño, día tras día me he dado cuenta que disfruto tu compañía.

Dégel dibujó una sonrisa en su rostro - Eres parte esencial de mi vida... Sin duda alguna la mejor de las historias.

Y le sigo buscando un pero
Y sigo sin encontrarlo
Vaya que si he tenido suerte
Esto cada vez es mas fuerte
Que no hay manera de pararlo

Hoy es el cumpleaños de Kardia, está ocasión pasaría una velada en compañía de  Dégel; no es algo que sea normal en el griego pero ante la petición del francés Kardia podría ir hasta el fin del mundo.

La cita era en una cabaña abandonada a las afueras del santuario, mientras caminaba hasta el sitio indicado recogió unas cuantas florecillas silvestres para entregárselas a Dégel esperando que fueran de su agrado.
Por qué Dégel era la razón de sus desvelos, por quién sueña despierto noche y día.

Se había enamorado de él, de su personalidad fría, su hermosa sonrisa esos iris violeta que solo lo miran a él, ese cabello sedoso, un ser delicado  con aquel toque analítico y misterioso.

- Qué noche tan cálida.

La suave voz de Dégel se hizo presente en el camino, Kardia se giró para poder responderle al caballero de los hielos eternos.

- Pareces un príncipe como en los libros que tanto lees con ansias - Halagó Kardia tomando su mano con sutileza - Tan elegante con ese toque aristócrata.

- Está es una noche especial Kardia - Sonrió mientras lo guiaba hasta el sitio donde habían acordado su cita - No quería que tú cumpleaños pasará desapercibido como años anteriores.

- Es un día más Dégel, no sé por qué se empeñan tanto en celebrar un día común donde te haces solamente más viejo.

Al llegar a la vieja cabaña rodeada de maleza, aún tomados de la mano entraron a ese pequeño lugar.
Sobre una mesa de madera se encontraba un mantel de color blanco, unas cuantas velas iluminaban ese espacio, en el centro una botella de vino con dos copas traídas del templo de Acuario junto con pequeños aperitivos que Dégel se encargó de conseguir en todo el resto de la tarde.

- Tenías todo planeado.

- ¿No te gustó?

- Me encanta - Le respondió perdiéndose en la mirada enigmática del francés, extendió su mano ofreciéndole el pequeño ramo que hizo con las flores del camino - Te mereces el cielo Dégel, no me alcanzaría la vida para pagar todo lo que haces por mi.

- No te estoy pidiendo nada Kardia, con tu presencia en mi vida me basta.

Tengo un sinfín de razones
Le quiero dar todas las glorias
Después de tantas decepciones
Mírenme aquí haciendo canciones
Totalmente meritorias

Hoy me parece un día grande
Para escribir la mejor de las historias


- Lo eres todo.

Ese momento pareciera no tener fin para ese sin fin de emociones desbordadas , Dégel dejó el ramillete sobre la mesa al sentir ese momento cuando Kardia colocó sus manos en su pequeña cintura acercándolo a su cuerpo.

- Dégel...

- Dime.

- Tu voz, tu sonrisa hace que mi corazón salte de emoción - Kardia retiró lentamente los anteojos del francés dejándolos a un lado del mueble que tenía a su derecha - Está noche y las demás haremos las mejores historias de nuestras vidas juntos.

- Siempre tan amable y lindo conmigo, tu presencia detiene el tiempo y me enamora cada vez más.

Kardia tomó la mano de Dégel llevándola a su pecho - Siente como late por ti, este mismo corazón ardiente vive por tí... Por qué si algo te pasa yo no puedo vivir sin tu aura helada... Dégel, te quiero.

Dégel sonríe ante esas palabras, Kardia podría parecer una persona temible por su temperamento, pero solo él podía descubrir esa faceta tierna y serena del escorpión, una en donde se mostraba abierto a sus sentimientos, Kardia es aquella chispa que le da sentido a su vida mientras que para Kardia...

Dégel significaba su gran final feliz, después de estar al borde de la muerte a sus escasos diez años el mismo destino lo condujo a su verdadera felicidad y una razón más para luchar con todas sus fuerzas por un motivo.

- Dégel, eres el dueño de mi vida; nuestros encuentros siempre serán perdiendome en tus brazos, en el calor de tu cuerpo... Besándonos, amándonos...

Un beso tierno y sereno se hizo presente después de aquellas palabras, aún sobre la mesa se encontraba el regalo que Dégel tenía para Kardia.

Un pequeño libro donde el francés se había dado el tiempo de escribir con detalle cada valioso momento que ha vivido en compañía de la única persona que le da sentido a su vida.

Sin duda para ambos...

La mejor de sus historias.

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No me pude aguantar, les juro que este one shot sería para mañana pero mis ganas por apretar el botón publicar me ganaron 🥳🥳🥳
Este one shot es para el cumple de Kardia espero que les haya gustado personitas bellas los quiero 🥰🥰🥰🤣

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