Capítulo 98-La Llegada del Faraón
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes: ¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!". Ozymandias. Poema de Percy Bysshe Shelley.
https://youtu.be/pBzmfeXIIcY
—Cryokinesis: Orationes Animae Hibernicae (Oraciones del Alma Invernal)
Salomón le lanzó a Quin Shi Huang una ventisca de viento congelante mediante un simple soplido, incluso con las altas temperaturas de Israel, todo se congelaba a su paso. El Primer Emperador de China se protegió con su técnica especial, Qūchú Yīqiè Xié'è de Wéifēng (Una Brisa que Aleja Todos los Males), con la cual giraba sobre su propio eje para recubrirse por completo de una barrera de Maná que desviaba toda Taumaturgia que fuera hacia él.
—¡Zhàn Kǎi. Nǔ móshì: Sǐwáng yín yǔ! (Armadura de Combate. Modo de Ballesta: Lluvia de Muerte Plateada) —exclamó Quin Shi Huang, transformando su armadura creada mediante alquimia en una ballesta con un barril repleto de cientos de flechas, disparándolas cual metralleta.
—Fumuskinesis: Ephemeral Discessus (Desaparición de lo Efímero).
El cuerpo de Salomón se deshizo por completo en humo, apareciendo detrás de Quin Shi Huang, activando la Sefirot Geburáh (Heroísmo) para así potenciar sus habilidades físicas, pero Quin Shi Huang reaccionó a tiempo, convirtiendo en menos de un segundo la ballesta otra vez en su armadura, iniciando un combate cuerpo a cuerpo en el cual a pesar del aumento del Rey Salomón, el Primer Emperador de China era capaz de reaccionar y desviar sus ataques debido a tener una mayor experiencia en las artes marciales.
—Te falta precisión y elegancia, las artes marciales israelitas parecen un chiste cuando tú las usas —dijo Quin Shi Huang con tono burlón.
—En eso te doy la razón —replicó Salomón con serenidad—, pero nunca debes subestimar a un Mago.
Salomón realizó una finta en uno de sus golpes, logrando atrapar con su fuerte agarre la mano derecha de Quin Shi Huang.
—Fotokinesis: Priamus Stellae David (Resplandor de la Estrella de David) —conjuró con una sonrisa maliciosa.
Debido a su agarre y la poca distancia entre ambos, al Primer Emperador de China únicamente le dio tiempo a cubrirse por completo con su armadura. El conjuro explotó entre ambos, Salomón salió menos herido al venir de su propio Maná, mientras que Quin Shi Huang salió volando varios metros con partes de su armadura dañadas, dejando las quemaduras que le provocó el conjuró de Salomón.
—Maldito... eso me lo vas a pagar —musitó el Emperador, levantándose con algo de dificultad del suelo y materializando un bloque de oro con símbolos alquímicos e inscripciones en chino—. Zāihuò de Shí Rén Shòu (Bestia Come Hombres de la Calamidad).
El bloque cayó al suelo, transformándose en un antiguo autómata chino con la forma de un toro de cinco metros de alto, con ojos rojos y cuernos afilados como lanzas. La enorme bestia expulsó vapor ardiente por los orificios nasales y se lanzó en embestida hacia Salomón.
—Psammokinesis: Antiquae Sandae Deorum (Antiguas Arenas de los Dioses)
Salomón conjuró un muro de arena pare detener el ataque de la bestia, pero para su sorpresa la bestia destruyó su defensa al instante y por poco lo atropella de no haber convertido su cuerpo en humo.
—Parece que aquel monstruo tiene una Cadena de Mando que únicamente le permite atacar en línea recta a cambio de una potencia enorme de ataque —pensó Salomón, analizando a la invocación del Emperador con la Sefirot Biná (Entendimiento)—. Bastante interesante.
El Sabio Rey de Israel aún convertido en humo se lanzó hacia la bestia, volando a su alrededor para confundirlo.
—Fumuskinesis: Alba Fumus Illusions (Ilusiones del Humo Blanco) —conjuró.
Varios clones del Rey Salomón aparecieron de entre el humo, cada uno de ellos también era capaz de usar Taumaturgia, el gigantesco monstruo de Quin Shi Huang estaba perdido ya que no era capaz de diferenciarlos del verdadero hasta que ya fue demasiado tarde. El original se posó encima de su cabeza tras tomar forma física otra vez, tocándola al activar la Sefirot Maljut (Reino) y como resultado, volvió a convertirse en un cubo dorado.
Salomón cayó lentamente al suelo gracias a su manipulación del viento, siendo recibido por Quin Shi Huang, quien ya se había recuperado de sus heridas y había convertido su armadura de batalla en una alabarda china.
—¡Yín Lóng Línpiàn! (Escamas Plateadas del Dragón) —exclamó queriendo matar a Salomón a traición.
—Yesod (en hebreo: יסוד, "Fundación") —conjuró Salomón con una ligera sonrisa despreocupada.
Para sorpresa de Quin Shi Huang, sus rápidos cortes terminaron en su cuerpo, mientras que Salomón estaba completamente intacto.
—¿Lindo, no? Yesod (Fundación), es otra de las Sefirot de la Cábala —reveló Salomón—. Me permite reflejar los ataques físicos de mis oponentes, aunque lamentablemente no funciona contra ataques taumatúrgicos.
—Comienzas a hartarme con toda esa magia judía —dijo Quin Shi Huang frunciendo el ceño mientras se regeneraba con Taumaturgia Curativa.
—No es mi culpa que te hayas especializado en un solo tipo de Taumaturgia —replicó jovial—. Si estás en una pelea a muerte, lo mejor es usar todos los trucos que tengas, ¿no crees? Taumaturgia Elemental, Adivinación, Cábala, entre muchas otras cosas son lo que conforma mi arsenal de técnicas. Por eso, es imposible que me derrotes ahora, Quin Shi Huang. ¡Fumuskinesis: Explanatio Cinerum! (Explosión de Cenizas)
Salomón le disparó al Emperador Chino una gran esfera de humo, Quin Shi Huang sabía que aquel ataque iba a ser crítico si llegaba a darle, por lo que usó su técnica de rotación, deshaciendo el conjuro y evitando con sus grandes reflejos un ataque sorpresa de Salomón que se había impulsado en el aire con la Taumaturgia Elemental de Fuego en los pies como si fueran propulsores.
—¡Huángdì de Liáo Yá! (Colmillos del Emperador)
Quin Shi Huang sacó cinco frascos de mercurio más, rompiéndolos y haciendo que el metal líquido se fusione con su armadura de combate, adquiriendo unas extremidades en su espalda similares a tentáculos filosos cual espadas, los cuales usó para intentar convertir a Salomón en carne molida. Sin embargo, el Sabio Rey de Israel estaba tranquilo, combinaba la Sefirot Geburáh con otro "secreto" para poder esquivar sus ataques con una fluidez impresionante, incluso para una Leyenda.
—Geokinesis: Bismuth Hammer (Martillo de Bismuto) —conjuró creando un martillo hecho de bismuto. Con aquella arma lanzó un golpe que Quin Shi Huang bloqueó con sus tentáculos de mercurio—. Fotokinesis: Laudatio Sunflowers (Alabanzas de los Girasoles)
Sin perder el tiempo, conjuró una enorme planta similar a un girasol que absorbió la energía solar para luego dispararla en un rayo dorado. Salomón se alejó del lugar convirtiéndose en humo, dejando que Quin Shi Huang reciba el ataque de lleno, resultando en una enorme explosión.
Cuando Salomón regresó a su forma física, observó impresionado como Quin Shi Huang se levantó de regreso mientras se curaba poco a poco. Había logrado sobrevivir gracias a su armadura de combate.
—Impresionante, planeaba acabar contigo con ese último ataque, pero lo soportaste de forma brillante —reconoció Salomón con genuina admiración.
—No necesito de tus halagos, ¡yo seré el que se haga con el control de este mundo una vez que se vuelva inmortal! —exclamó Quin Shi Huang, con varias venas marcadas en la frente—. ¡Yo soy Quin Shi Huang, el más grande Emperador de toda la humanidad!
Súbito, una nueva presencia llegó junto con una risa de burla y soberbia, asombrando tanto a Salomón como a Quin Shi Huang.
—¿Qué es esto? Es energía divina —pensó Salomón, intrigado.
La tierra tembló cuando una gran esfinge egipcia llegó y encima de su cabeza, traía al causante de tal presión.
https://youtu.be/bMwdaDL7ziM
Era un hombre egipcio de treinta años, medía 1,95 metros, de piel morena, ojos dorados, cabello negro corto y de físico ligeramente musculoso y marcado. Tenía el torso al descubierto, cubriéndose con una túnica blanca, su cinturón era dorado, sus pantalones blancos y holgados, andaba descalzo, llevaba un collar dorado con gemas y aretes de esmeraldas. El aura que lo rodeaba era una divina, para Salomón y Quin Shi Huang, era como si estuvieran casi en presencia de un Dios.
—Fufufu... hehehehe... ¡Eghehehehehehehehehehe! ¡Que interesante, muy interesante! —exclamó con aires de grandeza—. No pude evitar emocionarme al sentir toda la conmoción que ocurría aquí y me encuentro con dos de los gobernantes más famosos y poderosos de toda la historia humana. ¡Mi alma ardiente como el sol me pide pelear también, para así demostrar la grandeza de Egipto!
—¿Y quién eres tú, mero plebeyo? —inquirió el Primer Emperador de China.
—¿"Plebeyo", yo? ¡Estúpido! Todos son plebeyos cuando el sol está delante de ellos —declaró con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Maravíllense, soy La Encarnación del Sol, El Más Grande Faraón de Egipto! ¡Yo soy Ramsés II!
Los ojos de Salomón se abrieron como platos al escuchar ese nombre, lo conocía muy bien gracias a una de sus esposas quien fue hija de un Faraón. Ramsés II fue considerado como el Faraón Más Poderoso de toda la Historia de Egipto, aquel que trajo el período más próspero de todo el imperio y su poder venía de un solo lugar, él alguna vez fue un Avatar del Dios Ra, el Dios Supremo del Panteón Egipcio.
Ramsés II bajó de un solo salto de su esfinge, quedando entre Salomón y Quin Shi Huang. Inmediatamente, los dos antiguos gobernantes tuvieron que alejarse en un flash de él, estaban sudando como si les hubieran echado barriles de agua encima.
—¡Que calor! Solo estuve cerca de él un segundo, pero sentí como si hubiera estado durante días caminando en el desierto —pensó Salomón, boquiabierto por el poder del hombre que ahora tenía delante.
El Faraón alzó su brazo izquierdo, señalando con su dedo índice a Quin Shi Huang.
—El único aquí que no está a mi nivel eres tú —sentenció con una mirada fría.
—¡¿Ah?! ¡¿Quién te crees que eres para hablarme así, maldito?! —gritó Quin Shi Huang, lanzándose a atacarlo con las cuchillas de su armadura.
—Sol Cruel —pronunció creando una esfera de fuego desde su dedo índice.
Ramsés II terminó lanzando su ataque, Quin Shi Huang trató de usar su ataque de rotación para deshacerlo, pero aquella técnica era tan caliente como la superficie del sol, su armadura alquímica de mercurio se derritió y le terminó quemando el cuerpo. Cuando aquel sol en miniatura explotó, no quedaron ni las cenizas del Primer Emperador de China.
—Pero que poder más destructivo... ¿acaso tendré que usar mis dos armas más poderosas? —se preguntaba Salomón en sus adentros, tocando su anillo dorado con el dedo pulgar.
—Supongo que no podemos ser aliados, ¿verdad? —dijo Salomón, con una sonrisa nerviosa.
—Supones bien, Salomón, Rey de los Magos —replicó Ramsés con una mirada seria—. Estoy aquí en La Más Grande Epopeya para demostrar mi poder ante el mundo, no existe mejor ofrenda de Egipto a los Dioses que una victoria en el mayor evento de la historia humana. ¡Siéntete libre de atacarme con todo lo que tengas, Rey de los Magos!
—Bien, que conste que tú me lo dijiste —dijo Salomón, siendo rodeado por un aura celeste intensa—. ¡Cryokinesis. Summae Cantatio. Impotens Hyemis Furor! (Conjuro Supremo. Furia Incontrolable del Invierno)
Salomón desató uno de los conjuros más poderosos de todo su arsenal, creando una tormenta de hielo y nieve de proporciones bíblicas sobre el campo de batalla, donde la temperatura bajó a menos trescientos grados Celsius. Ejércitos enteros morirían enterrados y congelados al instante, pero Ramsés II estaba completamente intacto, con toda la nieve a su alrededor derretida por el inmenso calor que emana su cuerpo.
—¡No está nada mal, Rey de los Magos! —declaró con una sonrisa de emoción—. Eterna Gloria para Egipto.
https://youtu.be/SoNLtvhWI8Q
Ramsés II lanzó una poderosa llamarada solar desde todas las direcciones posibles, dispersando la tormenta que había sido invocada por Salomón. El Rey de los Magos se protegió del ataque gracias a la Sefirot Maljut.
—Que bueno que tú y yo no nos enfrentamos en nuestras anteriores vidas —confesó Salomón.
El Faraón de Egipto usó un gesto de manos para comandar a su esfinge y así aplastar a Salomón, quien la destruyó por completo al devolverla la fuerza de su ataque con Yesod.
—¡Castigo Implacable de Ra! —exclamó Ramsés II, queriéndole impedir a Salomón tomar la iniciativa del combate.
Salomón sudó frío al presencia la imponente construcción elemental del Dios Ra alzarse a una altura de quince metros, armado con una kopesh egipcia.
—¡Recibe todo el poder del Faraón!
—¿Qué harás si te quito aquellas llamas de las que estás orgulloso? —preguntó Salomón con algo de malicia.
Usando el Elemento Vacío, Salomón creó un espacio sin oxígeno alrededor de Ramsés para así anular sus técnicas y asfixiarlo, pero para su sorpresa sus técnicas seguían funcionando.
—¡Claro! No son llamas normales, son llamas del mismísimo sol las cuales no necesitan de oxígeno para arder —pensó Salomón, preparándose para el golpe.
La cuchilla del Dios Supremo del Panteón Egipcio descendió, devastando con todo. Por unos segundos, todo parecía ir más lento para Ramsés II y cuando quiso darse cuenta, algunos cortes aparecieron en su cuerpo.
—¿Oh?
Ramsés II volteó la mirada hacia un lado, viendo al Rey Salomón a varios metros de donde se supone que debería estar.
—Impresionante, eres uno de los bendecidos con el poder de uno de los Tres Elementos Primordiales —dijo Ramsés II, con una gran admiración.
En el mundo de los Magos y la Taumaturgia, hay un trono especial únicamente reservado para aquellos que fueron bendecidos por el mismo Cosmos desde su nacimiento, ya que este era un poder que no se podía aprender por ningún medio mortal, ni siquiera los Magos de la antigüedad quienes podían usar casi toda la Taumaturgia Elemental sin restricciones podían aprenderlo. Los Tres Elementos Primordiales son aquellos que le dieron forma a toda la creación, Tiempo, Espacio y Alma, los que están por encima de todos los demás Elementos. Salomón fue una de las tres personas bendecidas por los Primordiales para obtener el Dominio del Tiempo.
—Eres el primero en mucho tiempo que me obliga a usar el Dominio del Tiempo, Ramsés II —declaró Salomón con una mirada seria—. Si no te derroto ahora, es posible que puedas hacerte con la victoria en La Más Grande Epopeya.
—¡Eghehehehehehe! ¡Adelante, Rey de los Magos! ¡Sol Cruel. Lluvia de Fuego!
Ramsés II hizo que del cielo cayeran docenas y docenas de meteoritos de fuego, Salomón fue rodeado por un aura de color rosado en forma de engranajes de relojería.
—Dominio del Tiempo: Regresa Cinco Segundos.
Salomón hizo girar su dedo índice al contrario de las agujar del reloj, haciendo que todo retroceda hasta que el punto en el que Ramsés II todavía no invoco su técnica.
—¡Eghehehehehehe! ¡Adelante, Rey de los-!
—Dominio del Tiempo: Que el Tiempo Deje de Girar.
Todo el terreno de combate adoptó una coloración grisácea y absolutamente todo se detuvo, las nubes, la rotación de la tierra, todos los seres vivos, todo el mundo terrenal quedó congelado en el tiempo durante los siguientes once segundos, tiempo suficiente para que Salomón pueda acabar con el temible Faraón.
—¡Aquakinesis. Summae Cantatio. Absolute Domain Dei Marium! (Conjuro Supremo. Dominio Absoluto del Dios de los Mares) —conjuró con varias venas marcadas en los puños al hacer el gesto manual—. El curso del tiempo regresa a la normalidad.
Antes de que Ramsés II pudiera lanzar la misma técnica de antes, quedó atrapado en una cúpula de agua, donde una construcción elemental colosal del Dios Griego Poseidón apareció y le conectó un golpe directo con su tridente, atrapándolo en un vórtice que giraba a una velocidad infernal que desgarraba su piel y carne. Parecía ser el fin del Faraón Más Fuerte de toda la Historia de Egipto, pero no por nada él era un Avatar del Dios Ra.
—¡Técnica Máxima. Liberación del Sol Divino!
La cúpula de agua convocada por Salomón se evaporó por completo, Ramsés II emergió de entre el vapor portando una armadura dorada con forma de halcón, asemejándose más al Dios Ra. Con esa nueva técnica, se movió más rápido de lo que Salomón podía reaccionar, siendo para el Rey de los Mago similar a un destello de luz, conectándole un golpe en el vientre que no lo atravesó por completo debido al reforzamiento de la Sefirot Geburáh.
Salomón fue arrojado lejos, vomitando sangre por montones. Cuando estaba de rodillas en el suelo, tuvo que apresurarse para curar todas sus heridas.
—Buena jugada, si no hubiera activado mi técnica más poderosa a tiempo, hubiera sido asesinado —reconoció Ramsés, con dificultad para mover la parte izquierda de su cuerpo por las heridas que obtuvo.
—No me queda de otra, tendré que usar "eso" —pensó Salomón, levantándose del suelo mientras respiraba pesado.
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