Capítulo 77-El Azote de Dios
"Entre la concepción y la creación entre la emoción y la respuesta cae la Sombra (...) Entre el deseo y el espasmo entre la potencia y la existencia entre la esencia y el descenso cae la Sombra". T.S Eliot.
Kira descendió del cielo, estando enfrente de Atila el Grande, el terrible tirano que tenía a Tailandia y Myanmar bajo su mano de hierro. El aura que emanaba su presencia solamente se podía describir como la de un desastre natural de proporciones colosales, ni siquiera El Rey Demonio del Sexto Cielo hacía que Kira sudara frío.
—Al fin conozco al famoso Rey de los Hunos —dijo tratando de mantener un tono tranquilo ante él.
—"Flor de color de púrpura, herida por la saeta de Cupido, penetra en el globo de sus ojos. Cuando él aceche a su amada, que aparezca ella resplandeciente como la Venus del firmamento, y cuando despiertes, implora de ella, si está cercana, el remedio de tu amor". El Sueño de una Noche Verano, por William Shakespeare —fue lo primero que dijo, su voz era similar a la de un ogro y con ver a Kira, se la imaginó mutilada por su espada.
—¿Ahora todos son fan de esa obra? —preguntó arqueando una ceja.
—Hehehehehehe... digamos que uno siempre saca algo de tiempo para leer, puede que sea solo un bárbaro, pero nunca seré un inculto —dijo entre pequeñas risas—. Veo que derrotaste a Túpac Amaru, fue más inútil de lo que pensé si ni siquiera necesitaste de esa armadura para derrotarlo.
—Ahora haré que pagues por haberlo corrompido —declaró frunciendo el ceño.
—Todas las personas tienen algo de maldad en su interior, lo único que hice fue sacarlo a relucir de una manera más notoria —comentó alzándose de hombros, para luego desenvainar su espada—. Si consigo conquistar o no este país, para este momento ya no importa, pero por lo menos he recolectado bastante información de todos ustedes y la información es igual de valiosa para mí. Voy a probarte, Kira Pavlichenko, espero que cumplas con mis expectativas como la Humana Moderna Más Fuerte.
—Te enseñaré lo aterrador que puede ser la fuerza y el ingenio de la Sociedad Humana Moderna —replicó presionando algunos botones en su muñeca izquierda.
Lo que hizo, fue activar un Cubo Supernova, de donde salió una guadaña de casi dos metros de largo, de color plateado con detalles negros y con su hoja hecha de plasma extremadamente caliente. Esta era el arma Pozhiratel' Dush (Devoradora de Almas), no había nada que no pudiera cortar y su fuerza superaba a la de un bombardeo aéreo, era una obra maestra dentro del historial de la Fundación Von Stromheim.
Kira se puso su casco y adoptó una pose de lucha. El visor de su casco analizaba cada milisegundo a Atila el Grande, dándole todos los datos necesarios para Kira.
—Ohhhh..., pero que linda arma, ¿me la prestas un rato? Quisiera sentirla un poco, se ve bastaaaante cómoda de usar, ¿Quién fue el herrero que la hizo? —preguntó con una mirada casi infantil que contrastaba con su presencia de hace rato.
—¡La probarás de primera mano! —exclamó Kira, lanzando un corte horizontal al aire, lo cual disparó una cuchilla de plasma de cuarenta metros de largo hacia el Rey de los Hunos.
Atila blandió su espada y bloqueó el ataque, siendo arrastrado unos dos metros por la fuerza del mismo. Kira no perdió el tiempo y con los propulsores de su traje se lanzó hacia él, con una mirada feroz debajo de su casco.
—¡Pencak Silat: Luna Creciente!
Kira saltó en el aire, evitando un espadazo de Atila, para luego girar y lanzar un nuevo corte curvo, pero este también fue bloqueado por el Rey de los Hunos sin muchos problemas.
—Es igual de rápido que Siegfried y en fuerza física me supera por mucho, incluso usando el Astra Modelo Tres —pensó Kira, con una mirada casi incrédula.
La Parca de Moscú tomó distancias de Atila, moviéndose a su alrededor como un borrón en el espacio, su juego de pies, Viajero Perdido, que se aprovechaba de los puntos ciegos del oponente, se había vuelto más rápido ahora.
—Ustedes los de Fahrenheit 451 sí que son posesivos con sus armas, vamos, solo quiero sentirla un rato, si quieres también te puedo prestar mi espada, es suuuuper ligera pese a su tamaño, incluso puedo maniobrarla con solo una mano —dijo Atila, mientras hacía girar su espada en su mano derecha.
—Este tipo solo está jugando, no me está tomando nada en serio, no puedo evitar molestarme aunque sea un poco —dijo para sus adentros, con una vena marcada en el lado derecho de frente. Estaba usando toda su fuerza de voluntad para mantenerse serena ante la actitud de su oponente—. Relájate Kira, si algo has aprendido en todos tus años como agente, es que gente como él tiende a descuidarse por su propia arrogancia y exceso de confianza, te puedes aprovechar de eso.
Noche Oscura: Carrera Hasta el Infierno.
Al igual que el rayo, se impulsó nuevamente hasta a Atila, la hoja de su guadaña estaba brillando en un incandescente color escarlata.
—¡Alaya stal' Mrachnogo Zhnetsa! (El Acero Escarlata de la Parca)
Haciendo girar su arma a gran velocidad, Kira lanzó casi cien cuchillas de plasma hacia todas las direcciones. Atila el Grande los esquivó con una expresión despreocupada, incluso atreviéndose a hacer un gesto de bostezo, pero no se esperó lo siguiente. Mediante las ondas neurológicas de su cerebro y con la ayuda del casco, Kira manipuló a todas las cuchillas que salieron volando, haciendo que vuelvan a hacia Atila, tomándolo por sorpresa y viéndose obligado a tener que bloquearlas y desviarlas, aunque recibiendo algunos ligeros cortes que penetraron en su armadura durante el proceso.
Noche Oscura: Boginya Voyny. Ubiytsa Demonov.
(Diosa de la Guerra. Asesina de Demonios)
Kira le conectó su golpe más poderoso a Atila el Grande directo en el pecho, arrastrándolo veinte metros lejos de ella. Sin embargo, la mujer rusa observó asombrada como el único daño que le había quedado al Azote de Dios, fue un moretón del tamaño de su puño, su armadura parecía más dañada que su propio cuerpo.
https://youtu.be/QnbIJ_4UGP0
—Maldito monstruo, ¿pudiste soportar eso? —inquirió Kira, sin palabras a lo que había visto, ni siquiera Túpac Amaru había salido tan ileso de ese golpes.
—Naaaaah, no te creas, eso realmente me dolió —confesó despreocupado sacudiéndose la tierra de encima—. Nunca antes en esta vida o en la anterior había recibido un golpe tan fuerte como ese, debo reconocerte eso, Kira Pavlichenko. Ya que me mostraste algo bastante increíble, te devolveré el favor.
Absolutamente todo, sus sentidos, su instinto y el alma de Kira le advirtieron de un peligro de muerte, esquivando en milisegundos el ataque de Atila el Grande, el cual parecía un simple espadazo descendente.
La tierra tembló por completo, cientos y cientos de kilómetros destazados y el Cerro de San Cristóbal terminó siendo partido por la mitad, dejando una grieta de veinte metros de profundidad como resultado.
Por primera vez en su vida, Kira Pavlichenko sentía miedo a la muerte, frente a ella estaba un monstruo mucho más despiadado de lo que imaginó y con una fuerza de proporciones bíblicas.
—¡Shahahahahahahaha! ¡¿Qué te pareció?! ¡¿Fue genial?! —exclamó entre risas mientras jugueteaba con su espada.
—Está a otro nivel completamente diferente al mío, únicamente Siegfried sería capaz de vencerlo, ¿debería de usar mi última arma? Si eso no funciona, entonces no me quedará nada más que intentar —se cuestionaba Kira en sus adentros.
Colocando su guadaña en su espalda mediante dispositivos magnéticos, Kira sacó otro Cubo Supernova, armándose con un cañón negro con varias luces escarlata por toda su estructura, era ligeramente más pequeño que Deulaegon Beuleseu (Aliento de Dragón) de Min-seon Ryu y tenía la forma del cráneo de un Sabueso del Infierno, era el Mirovoy opustoshitel' (Devastador de Mundos), la segunda arma más poderosa que la Fundación Von Stromheim había creado.
—¡Guoooooo! ¡Un nuevo juguete! —exclamó Atila el Grande, con una sonrisa de oreja a oreja.
Kira elevó vuelo lo más alto que pudo y cargó su arma hasta la máxima potencia posible, a la distancia a la que estaban, según Calíope, no habría peligro alguno para la ciudad de Lima, por lo que no deberían preocuparse de daños colaterales. El arma resplandecía intensamente mientras se cargaba, Atila el Grande agarró su espada con toda la fuerza que tenía, listo para recibir el ataque de frente.
Kira soltó el gatillo y un rayo escarlata del tamaño de un edificio fue disparado hacia el Azote de Dios, quien solo se limitó a sonreír, interceptando el disparo con el filo de su negra espada cual obsidiana, otro temblor invadió aquellas tierras ante el choque titánico que se estaba presentando, culminando en una explosión cegadora de color rojo y negro, dejando todo el campo lleno de humo.
Cuando la Parca de Moscú volvió a descender, tuvo que mantenerse flotando a unos dos metros del suelo, ya que la temperatura de la tierra estaba en su punto más alto producto del disparo, incluso parte de esta se había cristalizado. Inmediatamente, Kira abrió los ojos como platos al ver a Atila el Grande, casi completamente intacto tras recibir su ataque; toda la parte superior de su armadura se había destruido y algunas partes de su torso y antebrazos presentaban quemaduras de segundo grado, la punta de su espada negra se había roto, cosa que le hizo poner una ligera mueca.
—Ese ataque fue más destructivo de lo que imaginé... hmmmm, está rota, tendré que repararla con algunos cuantos prisioneros cuando regrese más tarde a Tailandia —dijo hablando más con él mismo que con Kira. Luego, miró hacia la nada, como si hubiera sentido algo y eso lo hizo chasquear la lengua—. Fue bastante divertido, Kira Pavlichenko, hemos visto de lo que ustedes, Fahrenheit 451, son capaces de hacer usando su verdadero potencial.
—¿"Hemos"? —inquirió arqueando una ceja.
—Hehehehe... nos volveremos a ver cuando mi verdadera cara sea mostrada, Kira Pavlichenko, hasta entonces, buena suerte limpiando nuestro desastre —dijo con una sonrisa siniestra, desvaneciéndose en un humo negro, abandonando la escena.
Kira ya no sentía su presencia en ningún lado, se había ido, esto no hizo más que frustrar a la mujer rusa aún más. Ella lo entendía muy bien, solo había estado jugando con ella, solo le había dado un simple bocado. Por primera vez en su vida, Kira Pavlichenko se sentía humillada, por primera vez se sentía como un pequeño animal en una selva llena de depredadores aún más grandes y fuertes.
—¿Entonces de esto es capaz la Clase S de las Leyendas? —pensó cabizbaja.
—No te desanimes, Kira.
—¿Doctor? —dijo Kira, escuchando al Dr. Von Stromheim mediante el intercomunicador de su casco.
—Puede que ese tal Atila el Grande sea fuerte, pero toda la humanidad también es poderosa, la Sociedad Humana Moderna a conseguido avanzar a pesar de todo gracias a las pruebas y errores, y al final, ¡mira lo que hemos logrado! —exclamó con una sonrisa feroz y emanando un aura, no de guerrero, sino la de un sabio, una mente maestra—. Tenemos a guerreros y tecnologías que han puesto contra las cuerdas a Leyendas muy poderosas. Solo tenemos que seguir evolucionando y al final, incluso las Leyendas de Clase S se arrodillarán ante nosotros. Así como ustedes se hacen más fuertes, seguiré creando tecnología cada vez más poderosa que esté a la altura de los humanos modernos más fuertes, tan solo espera y el humillado la próxima vez, será Atila el Grande.
—Hmpf, nunca me esperaba escuchar esas palabras de usted, doctor —admitió con una ligera sonrisa—. Su pasión está más ardiente que nunca.
—Soy la Mente Científica Más Grande del Siglo XXI, no puedo quedarme atrás con respecto a ustedes —declaró con una mirada determinada—. Mientras este viejo cuerpo mío me lo permite, seguiré creando y creando la mejor tecnología del mundo, para así ayudarlos a hacerse más fuertes. Ese es mi propósito en La Más Grande Epopeya.
—Gracias, doctor, estoy profundamente agradecida con usted —dijo Kira, elevando vuelo una vez más—, regresaré a Lima para apoyar a los demás, deben de quedar aún miles de Homúnculos allí.
—Buena suerte, Kira, aunque sé que no la necesitarás.
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