
Capítulo 148-La Hada que Destruyó Camelot
"Morgana le Fay, que entendía el arte de la medicina, estudió para causar la muerte al Rey Arturo". La Muerte de Arturo, Sir Thomas Malory.
Antigua Britania, hace miles de años...
La historia de Morgana le Fay comienza en un convento, alejado de la mano de Dios. Por más que la misma Morgana admitiera durante La Más Grande Epopeya que sus acciones se deben a su pasado trágico, esto no es más que una vil mentira, producto de la visión distorsionada que tiene del mundo.
Mientras que Arturo heredó una apariencia similar a la de su padre, Uther Pendragón, Morgana heredó una personalidad mucho más parecida a la de él. Lujuriosa, golosa, egocéntrica, megalómana, etc. Y eso quedó en evidencia incluso en su más temprana infancia, a sus ocho años.
Ese día, Morgana se encontraba afuera del convento, el cual estaba cerca de un bosque repleto de toda clase de vida silvestre. Su madre, Igrane la vio riéndose a carcajadas viendo algo en un árbol, por lo que fue a ver lo que ocurría.
—Morgana, hija, ¿de qué te ríes?
—¡Horohorohorohorohorohoror! —Morgana le señaló a las ramas del árbol, una araña había atrapado a una mariposa y se la estaba comiendo—. ¡Horohorohorohorohoror! ¡Que patética! ¡Horohorohorohoror!
Igrane no tenía palabras, ese momento le produjo un escalofrío de muerte, por primera vez le tuvo miedo a su hija.
Algo estaba roto dentro de Morgana desde pequeña y ese sadismo natural que tenía se fue desarrollando a medida que iba descubriendo sus habilidades mágicas. Morgana nació con un talento abismal para la Taumaturgia, un talento únicamente igualado por La Bruja de los Argonautas y por el Sabio Rey de Israel.
Por su propia cuenta fue capaz de realizar Taumaturgia Elemental y por su propia cuenta, fue capaz de determinar su Aura Elemental Nata, usando una cubeta de agua. Cuando Morgana canalizó su Maná en el agua, esta se volvió un líquido altamente contaminado, sucio, nauseabundo y también horrible, demostrando lo oscuro de su propia alma.
Mostró su Taumaturgia a sus hermanas, a su madre y a las monjas del convento, queriendo maravillarlas y que la admiren por su enorme poder, pero ellas solo se horrorizaron, considerándola un monstruo. Y ese sentimiento fue aumentando cuando a los diez años, Morgana desarrolló alas de Hada en su espalda.
Igrane no lo sabía, pero ella tenía ascendencia de las Hadas de Britania, producto de un antepasado suyo que se casó con una mujer humana, teniendo bastantes hijos, algunos de ellos desarrollando aspectos de las Hadas, mientras que otros no. Morgana fue la primera en tres generaciones anteriores en desarrollar alas de Hada, así como otros poderes característicos de esa raza.
La madre superiora del convento la mandó a encerrar en las profundidades del lugar, cortándole sus alas cada vez que crecían y le realizaban exorcismo, creyendo que Morgana era una hija del diablo, aunque eso último no estaba tan alejado de la realidad.
La mataban de hambre y solo la mantenían hidratada para proseguir con los exorcismo.
—¡La sangre de Cristo tiene poder! ¡Sal de esta niña, Demonio! ¡Te ordeno que obedezca en el nombre de Dios!
Morgana estaba encadenada de manos a las paredes del lugar, para que así no pudiera hacer los gestos manuales de su Taumaturgia. Se mantuvo callada en todo momento mientras la madre superiora recitaba las sagradas escrituras y le echaba agua bendita encima, para ella, era una simple estupidez lo que estaba pasando.
—Cuando salga de aquí, las mataré a todas —declaró alzando la mirada y sus ojos resplandecían en una luz penetrante—. A cada una de ustedes, las voy a matar con mis propias manos.
—¡Guarda silencio, Demonio! —gritó, dándole una fuerte cachetada.
En menos de dos años, la madre superiora se hartó de Morgana y simplemente la dejó allí encerrada.
Con el pasar de los años y valiéndose del uso de su propia mente y talento, Morgana fue creciendo en la Taumaturgia, sin moverse de su celda en ningún momento. Solo experimentaba, recitando Conjuros, dibujando Círculos Taumatúrgicos en el suelo con sus pies, utilizando el polvo, aprendiendo a usar la Taumaturgia Curativa para sanar las heridas que le quedaban en su espalda, viendo qué podía hacer y qué no.
A sus dieciséis años, a pesar de la desnutrición y de la debilidad de su propio cuerpo, Morgana logró realizar Taumaturgia sin ningún gesto manual, liberándose de sus cadenas y desatando el infierno en aquel convento.
Usando el Glamour, Morgana provocó que casi todas las monjas experimentaran visiones de pesadilla, obligándolas a suicidarse o a matarse entre ellas, mientras que a la madre superiora la mató con su Taumaturgia, sacando toda la sangre de su cuerpo. A las únicas a las que dejó con vida, fueron a su madre y hermanas, a quienes dejó traumadas de por vida y esa fue la razón por la que meses después, Igrane golpearía a Arturo y aseguraría que "dio a luz a dos demonios".
Al irse del convento, Morgana buscó poder y capital, por lo que sedujo a un noble de Britania que le otorgó parte de su fortuna y producto de ese amorío, nació su primer hijo, Gawain, abandonándolo en un orfanato. Morgana le Fay no sentía afecto alguno por sus hijos, al igual que con Gawain, también abandonó a los demás hijos que tuvo con otros hombres, salvo a uno, aquel destinado a traicionar a un hombre inocente.
Después de tres años, Morgana le Fay disfrutaba de una vida cómoda en una gigantesca mansión, con todo lo que necesitaba para complacer su perverso hedonismo y para seguir perfeccionando su Taumaturgia. Fue en esa época en la que se enteró de la existencia de Arturo Pendragón, el legendario caballero y Rey de Reyes, cuyas hazañas empezaban a hacerse conocidas por toda Britania.
Sintió curiosidad por él, así que fue a verlo bajo una apariencia distinta gracias a una poción que preparó, durante un festival en el que Arturo estaría presente.
Nada más verlo, Morgana sintió una fuerte perturbación en su propio Maná y cuando usó una de sus Runas para investigar más a fondo, descubrió la verdad. Él y Arturo eran hermanos.
Fue allí que la furia desmedida de Morgana le Fay despertó al igual que un volcán en erupción. Mientras ella estaba atrapada en aquel convento, Arturo se convirtió en el Rey de todos los Reyes, aquel destinado a gobernar Britania, portador de la espada Excálibur, la más poderosa de todas las espadas jamás forjadas en aquellas tierras. La envidia dominó por completo a la Hada, hasta enloquecerla más de lo que ya estaba, ambicionaba todo lo que tenía Arturo y mucho más. Quería arrebatarle y destruir todo lo que había construido, comenzando su plan.
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Morgana pasó tres meses preparando una poción especial, la cual funcionaba como un alucinógeno y como un afrodisíaco. Una vez que la tuvo lista, adoptó la identidad de Morgause, una monja, para así infiltrarse entre Camelot, usando también una Runa especial que ocultaba su Maná por completo.
Una vez que se ganó la confianza de Arturo, hizo que bebiera su poción, teniendo relaciones una noche en la que cayó por toda Britania una tormenta eléctrica. De aquel acto incestuoso y malvado, Morgana quedó embarazada de su último hijo, a quien llamó Mordred.
Morgana lo tuvo y lo crio en total secreto, hasta que a los diez años, gracias a la educación que le dio se volvió completamente independiente como para que no tuviera que estar al pendiente de él todos los días.
Desde su más temprana infancia, Morgana manipuló a Mordred para que tuviera un enorme odio con Arturo, contándole mentiras, como diciéndole que ella fue abusada sexualmente por él y fruto de ello nació él. También le contó como él mantenía en secreto una esclavitud de seres no humanos nativos de Britania, Elfos, Hadas, Enanos, etc, remarcando el como Arturo era un falso héroe que solo ocultaba el verdadero monstruo que era. Siendo solo un infante, Mordred creyó por completo en las mentiras de su madre, empezando a entrenar exhaustivamente para poder alcanzar a Arturo Pendragón y derrocarlo, mientras que Morgana también se hacía más fuerte como Maga y analizaba como Morgause a quien más podía usar como peón en sus planes.
Las décadas pasaron y Mordred alcanzó la total adultez, siendo un joven de veinticinco años, de cabello plateado con tonos azulados, ojos celestes como los de su padre y medía 1,86 metros. Su armadura era un blanco puco, junto varios detalles dorados, con una capa blanca en el exterior y roja en el interior. Gracias a Morgana, había conseguido una de las espadas más poderosas del Panteón Celta, Clarent, la cual había sido forjada por Lugh, el Dios de la Guerra del Panteón Celta.
—Hoy es el día, mi amado hijo, hoy destruiremos este asqueroso reino y mataremos a Arturo Pendragón —declaró Morgana, con una sonrisa siniestra—. Gracias a que Lancelot seguía siendo igual de golfo como siempre, tenemos el primer paso para desestabilizar toda Camelot y causar caos entre la gente. Después de eso, cuento contigo para la batalla más importante.
—No pienso fallar, madre —Mordred hizo una reverencia ante ella—. Gracias a Clarent, ganaré sin importar lo que ocurra y haré justicia por todos aquellos a los que ese hombre lastimó.
—¡Horohorohorohoror! ¡No sabes lo orgullosa que estoy de ti, mi amado hijo! —exclamó abrazando con fuerza a Mordred.
—Gracias, madre —musitó Mordred, con indiferencia.
—Perdóname madre, pero no creo que seas tú la indicada para gobernar Britania
Si había algo irónico en la relación de Morgana y Mordred, era que ambos planeaban eliminar al otro una vez que Arturo estuviera fuera del juego, aunque por distintos motivos. Morgana porque no quería compartir el poder con nadie, ni siquiera con su propio hijo; y en el caso de Mordred, fue porque notó lo deteriorada que estaba la mente de su madre, considerándola alguien "peor" que su padre, aún creyendo todas las mentiras que ella le dijo, pensando que su locura se debió a los supuestos abusos que sufrió.
—Vamos, una vez que la acusación de adulterio se haga, el pueblo pedirá la cabeza de la Reina Ginebra —indicó Morgana, con una sonrisa maliciosa—. Y cuando la ejecuten, Lancelot no resistirá en causar un caos para intentar salvarla. Una vez que Arturo y los demás dejen Camelot para perseguir a ese idiota, nosotros prepararemos todo. ¿Qué me puedes decir de nuestro ejército?
—Convencí a varios líderes sajones de que me prestaran a varios de sus hombres, junto a todos los mercenarios, guerreros extranjeros y Hadas renegadas del Panteón Celta, nuestro ejército es de más de trescientos mil, pero... no será una guerra fácil. Cada caballero de La Mesa Redonda equivale a un ejército de mil hombres y luego está Arturo Pendragón con su Excálibur.
—¡Horohorohorohorohoror! Solo tienes que confiar en Clarent, querido —aseguró dándole un beso en la frente—. Deja que tu odio te de las fuerzas necesarias para triunfar.
Y así, la parte final de su plan dio inicio, todo lo que predijo Morgana se cumplió al pie de la letra, ¿Cómo no iba a ser así, si tuvo décadas para analizar a todos en su entorno?. Tras acusar y mostrar las pruebas del adulterio de Ginebra, esta fue mandada a ejecutar, lo que provocó que Lancelot enloqueciera, matara a varios caballeros de la Mesa Redonda y escapara con la Reina, obligando a Arturo y a los demás a dejar Camelot para acabar con el caballero traidor de una vez por todas. Esto le dio a Mordred mayor libertad para organizar a sus ejércitos y prepararlos en la batalla que se iba librar por el futuro de Britania, la Batalla de Camlann.
¿Y qué hacía Morgana mientras su hijo y su hermano se mataban entre ellos? Tomar una copa de vino en su mansión secreta, mientras usaba su Taumaturgia para hacer sonar los instrumentos musicales y relajarse un rato. Estaba esperando alguien que no tardaba nada en aparecer.
—De saber los problemas que causarías, hubiera dejado a Uther matarte aquella noche.
—También me alegro de verte, Mago de las Flores.
Merlín se manifestó delante de ella, su mirada era casi demoníaca, digna del hijo de un Íncubo.
—He de admitir que lograste engañarme, a todos en realidad, creí erróneamente que Mordred era el único causante de todo esto, hasta que empecé a sentir el Maná de un Hada en él. Entonces lo rastré hasta aquí.
—Fufufu, ¿y qué vas a hacer ahora? —interrogó levantándose de su silla y siendo rodeada por su malévola aura de Maná—. Eres un Mago poderoso, Merlín, pero yo lo soy más, tengo uno de los Elementos Primordiales conmigo, soy la elegida para gobernar Britania, ¡incluso por encima de mi patético hermano!
—Incluso si tengo que sacrificar mi vida para matarte, con gusto lo haré —respondió Merlín con una pequeña sonrisa—, pero hay algo que debes saber de mí: me gusta jugar sucio.
Un gesto de manos de parte de Merlín puso en guardia a Morgana, pensó que sería un Conjuro directo, pero se había equivocado, era un Conjuro de teletransportación junto un ataque traicionero y a causa de eso, sus alas fueron cortadas junto a su brazo derecho y era un dolor que nunca había experimentado antes cuando fue torturada por las monjas, era como arder entre las llamas del mismísimo sol. Morgana soltó un grito desgarrador y se alejó de allí con un ademán de manos, destruyendo toda la mansión en el proceso.
Cuando estuvo en el exterior, vio como desde los escombros emergieron Merlín y uno de los caballeros de la Mesa Redonda. Un joven de veintitantos años, tirando a los treinta, de cabello plateado en puntas, de ojos turquesa, sumamente alto, quizás el más alto de todos los caballeros al medir 2,10 metros y era el más robusto de todos, incluso más que Gawain,. Su armadura era blanca, con algunos detalles florales de color amarillo junto a una capa blanca con ocre. Y estaba armado con una lanza larga con inscripciones en latín en el metal de la punta, con una asta negra y un resplandor casi divino. El nombre del caballero era Sir Percival y la lanza que portaba, era ni más ni menos que la Lanza de Longinus, la misma lanza con la que atravesaron el costado de Jesús de Nazaret tras morir en la cruz.
—Imposible... no, no, no... esa lanza... está...
—Está hecha de hierro, un metal nocivo para las Hadas, ya que causa severas quemaduras en su cuerpo —dijo Merlín, con tono siniestro—. No esperabas que viniera sin un plan, ¿verdad?
—Cuando Sir Galahad y yo encontramos la Lanza de Longinus, Merlín nos pidió que mantuviéramos el Tesoro Divino en secreto hasta hallar el Santo Grial —reveló Percival, frunciendo el ceño—. Solamente nuestro Rey lo sabía, ya que estos Tesoros Divinos no deberían de usarse por los mortales, pero hoy... ¡lo usaré parte un verdadero castigo por todo lo que le has hecho a nuestro Rey!
Las heridas de Morgana se regeneraban lentamente a pesar de tener una buena Taumaturgia Curativa, pero el hierro de esa lanza causó un daño terrible en su cuerpo. Ella creía que el hierro no le haría tanto daño ya que no era completamente una Hada, pero se había equivocado, el hierro le quemaba y la atrapó en un martirio que nunca se esperó experimentar.
Morgana volvió a gritar llena de frustración, todos sus planes se estaban yendo al quinto infierno por estas variables que habían escapado de su mente. Pero no iba a rendirse, no hasta que esos dos que se atrevieron a desafiar su autoridad haya muerto de las formas más horribles posibles.
La batalla que se desató entre los tres fue casi igual de horrible y larga que la Batalla de Camlann que Arturo y sus caballeros estaban librando al mismo tiempo. Britania y las tierras cercanas temblaron ese día, incluso unos jóvenes Siegfried y Atila se sintieron atraídos por las cantidades inmensas de poder que se desbordaron hasta caída la noche y Brynhildr quien todavía era la líder de las Valquirias en aquella época, hubiera deseado viajar a tierras del Panteón Celta para poder recoger las almas de tan valientes y poderosos guerreros que perecieron en batalla.
Ya en la noche, bajo el cielo despejado y lleno de estrellas, Morgana le Fay había sido asesinada por Merlín, Sir Percival había perecido durante la batalla y fue su heroico sacrificio lo que le permitió al Mago de las Flores el poder derrotar a la maligna Hada que tanta tragedia trajo a Britania.
Y en el rostro de Morgana le Fay, había una expresión de completo odio y resentimiento, no solo por el Mago, sino también por su hermano Arturo. En sus últimos momentos antes de fallecer y ser arrastrada a las profundidades del Infierno, grabó en su mente a su hermano y todo lo que él representaba, jurando aprovechar cualquier oportunidad futura para poder obtener lo que siempre quiso y mostrar su superioridad ante todos los habitantes del planeta.
No serían sino más de mil años después que eso se le presentó, una oferta de Hístor, el Dios Supremo de las Historias, para participar en La Más Grande Epopeya, algo que ella aceptó sin pensarlo. Aunque también eso vino acompañado con un declaración del Dios.
"No importa a donde vayas, todo lo que verás él también lo verá, a donde estés él también estará y cuando menos te lo esperes, perderás todo de nuevo, porque las personas como tú están destinadas al fracaso".
Morgana usó esas palabras como impulso, así como siempre ha usado su odio para lograr sus ambiciones, ella no era una simple mujer o un Hada frágil como las alas de una mariposa, era una Maga poderosa que demostraría que podía tan alto como su hermana o hasta más allá.
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