
Capítulo 137-La Justicia de las Leyendas
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". Mateo 5:6.
Periodo Bakumatsu, 1863, Kioto, Dojo de Izumi Kondo...
—De todos los miembros del Shinsengumi, lo más habilidosos, sin contarme a mí, serían Tú, Hijikata y Saito —mencionó Kondo, mientras tomaba el té con su apreciado alumno, a quien siempre vio como un hijo—. Espero que algún día puedas superarme y llegar a la máxima cima del Tennen Rinshin Ryu, Souji.
—¿Cuál sería esa "máxima cima"? —preguntó, intrigado.
—Bueno... verás, la filosofía de nuestro estilo, está en reconectarnos con la naturaleza —explicó cruzado de brazos—. Nosotros, los humanos, venimos de ella y a ella volvemos cuando nuestro tiempo en la tierra haya acabado. Si nuestras almas están complemente conectadas con ella, entonces nuestro estilo, será el más fuerte. Es una vieja filosofía que leí hace tiempo en libros de China; tienes que ser libre como el viento, adaptarte como el agua, rígido como la tierra y vigoroso como el fuego, pero al mismo tiempo, tu espíritu tiene que estar en armonía con el cuerpo.
En resumen, debes hacerte uno con el universo y dejar que este guíe tus acciones. Incluso sin pensamientos, un verdadero maestro del Tennen Rinshin Ryu, será capaz de atacar y defenderse.
Si te soy completamente honesto, incluso con mis habilidades actuales y experiencia, todavía no he llegado a ese estado. Tal vez nunca lo consigue, que es algo que puede pasar, pero confío plenamente en el que tú puedas hacerlo.
—Creo que me estás sobrevalorando mucho, Kondo-san.
—Hahaha, para nada, solo estoy diciendo la verdad —replicó negando con diversión—. Tu padre me dijo, que no empezaste a hablar hasta que tuviste los tres años y lo primero que dijiste fue "katana". Lo dijiste cuando tomaste el mango de una de las espadas de tu padre y cuando supe eso, me di cuenta de que estarás destinado a ser uno de los más grandes espadachines de esta época, solo tienes que creer en ti mismo para poder lograrlo
Bosques de Transilvania, Rumania, en la actualidad...
El final de la batalla entre Okita Souji y Nishimura Rui se veía muy cerca, en su estado mental actual, la Vampiresa espadachín ya no tenía nada que hacer contra el antiguo Hitokiri del Bakumatsu.
—Tu Taumaturgia se ha debilitado con el sol, ¿verdad? Ríndete de una vez, me gustaría poder entregarte con vida, porque estoy seguro que esos hermanos Kane querrán hacerte unas cuantas preguntas sobre quién te envió aquí para negociar con Drácula.
—¿"Rendirme"? ¿Estás bromeando, puto enano? —preguntó con una sonrisa llena de desesperación y locura—. Hehehehehe... si me rindo ahora, seré una deshonra para Miyamoto-sama.
—¿"Miyamoto-sama"? Imagino que debe ser tu jefe.
—Es uno de los Cinco Grandes Príncipes Vampiros, los más poderosos de todo el mundo y Grando-sama, es incluso capaz de superar a Vlad Drácula.
—Ya veo, las Leyendas no son los únicos monstruos en este mundo, ¿eh? Interesante —mencionó con una pequeña sonrisa—. Sate, sate, sate... suficiente de palabrería, terminemos esto de una vez, Nishimura Rui.
Los dos espadachines se pusieron en posición, Souji estaba tan calmado y sereno, que parecía estarse fusionando con su katana, haciéndose uno con su filo.
Con solo el viento soplando a su alrededor, ambos espadachines corrieron contra el otro sobre la nieve, sus ataques fueron hechos, el silbido de los aceros de sus katanas resonó. Cuando Souji envainó su katana, Nishimura Rui cayó al suelo partida por la mitad desde el pecho.
—Nada mal, Nishimura Rui —musitó Souji, sentándose sobre sus rodillas mientras cerraba los ojos.
El Estado Nosferatu de la Vampiresa surgió, su cuerpo parecía disolverse en una especie de baba de color morado blanquecino, fusionándose ambas mitades hasta convertirse en un ser de diez metros de alto, con una apariencia similar al de una babosa, cuyo cuerpo tenía una consistencia gelatinosa y viscosa, escurriendo continuamente su baba por todas partes.
—Finalmente, una forma que se adapta a tu verdadera personalidad.
La criatura se deslizó sobre su propia baba, hasta estar cerca de él, momento en el que le roció un líquido de color verde manzana. Souji lo evitó por precaución, viendo con mucho asco como su baba y aquel líquido eran corrosivos, derritiendo todo a su paso.
—Que repugnante eres —murmuró frunciendo el ceño.
Fuertes retumbares llamaron su atención y al lugar en el que estaba apareció Antonio José de Sucre, quien seguía enfrascado en su lucha con el monstruo en el que se había convertido el abogado Harvey Goodman. Lo que asombró a Souji, es que ambos intercambiaban espadazos de una forma muy pareja, a pesar del Legendarium del Mariscal de Ayacucho.
—¿Algunos problemas, Sucre-dono? —preguntó reagrupándose con él.
—Hehehehe, he de admitir que es un espadachín extraordinario para estar convertido en esa cosa tan fea. Aunque veo que vuestra situación es similar, mi amigo, ¿necesitáis ayuda con esa asquerosidad?
—Me vendría bien, ya que su cuerpo es bastante corrosivo, a cambio de me encargaré de su problema, Sucre-dono.
Ambos espadachines chocaron las manos, cambiando cada uno sus oponentes.
—¡Se hará justicia! —exclamaron los dos al mismo tiempo.
https://youtu.be/ggkKQcr4iPc
La babosa monstruosa atacó a Sucre con una lluvia de ácido corrosivo, el Mariscal de Ayacucho se protegió creando un escudo iónico encima de él, evitando sus ataques sin siquiera desacomodarse su sombrero de ala ancha.
—¡Luz de la Libertad: Destellos del Sueño!
Sucre lanzó su poderosa descarga, dejando sin escapatoria al monstruo que recibió de lleno el ataque, retorciéndose de dolor.
—Monstruos como tú, perecerán a manos de la justicia de Fahrenheit 451 —declaró con una sonrisa triunfante—. ¡Perece con el retumbar del rayo! ¡Luz de la Libertad: La Tormenta que Aterrorizó a los Virreyes!
Cubriendo por completo su cuerpo de rayos, par así protegerse la baba corrosiva, Sucre se movió tan rápido como estos cortando sin parar a la babosa y con cada corte que le hacía, su cuerpo se calcinaba, hasta que no quedó ni rastro de lo que alguna vez fue la espadachín, Nishimura Rui.
Por otra parte, Souji desvió los continuos espadazos de la bestia con rostro de murciélago, únicamente utilizando el pomo de su espada. Desenvainándola únicamente para cortarle las muñecas desde le salían sus cuchillas.
—Mumyo-Ken. Sandanzuki (Espada sin Luz. Estocada de Tres Movimiento).
A la velocidad de la luz, el cuello y los hombros del Vampiro fueron cortados, expulsando sangre por montones. Y con sumo cuidado de no ensuciar más su ropa, le cortó las piernas para que cayera al suelo, donde lo partió a la mitad, matándolo de una vez por todas
Ambos espadachines enfundaron sus armas, habían derrotado a peligrosos enemigos y habían crecido como personas. En el caso de Okita Souji, sentía que se estaba acercando cada vez más a trascender no solo como artista marcial, sino también como Leyenda; mientras que Antonio José de Sucre se sentía más en paz con su pasado, habiendo enfrentado cara a cara sus antiguos pecados, finalmente, ese peso que sentía a sus espaldas, había desaparecido.
—Como se esperaría de ti, amigo mío, luchaste con valor y con una habilidad sin igual.
—¡Hehehehehe! Aún tengo un largo camino por recorrer, Sucre-dono, pero me alegra mucho ser reconocido por usted.
Las dos Leyendas chocaron los puños, celebrando su victoria en la batalla, pero la guerra no había terminado aún.
Con paso decidido y una mirada imponente, se adentraron más en Transilvania, enfrentando a cualquier Vampiro que se les cruzara por delante.
Los agentes de Fahrenheit 451, junto con la milicia rumana, continuaron con su labor en la región, no podía permitir que ningún Vampiro continuara con vida por temor a que comience otra oleada de violencia y muerte en el país. Todo el proceso fue transmitido en vivo y en directo por Hístor, el Dios de las Historias durante su programa, mientras hacía chistes malos y comentarios sarcásticos. Les tomó cerca de otras cuatro horas, pero al final, toda Transilvania estaba libre de los monstruos que habían aterrorizado a toda Rumania durante los últimos meses, la humanidad había ganado una vez más.
Varias Leyendas en todo el mundo vieron la enorme fuerza que Fahrenheit había demostrado en todo momento.
Bangkok, Tailandia...
Morgana le Fay estaba excitada de solo pensar en las maneras en las que acabaría con todos ellos, o tal vez le deje ese trabajo a alguno de sus Generales Tiránicos para que se diviertan un rato. Pero sea como sea, se aseguraría de sacarlos de su camino, para así poder adueñarse del mundo, tal y como siempre había deseado.
—Kotarō.
El Shinobi Demoníaco apareció detrás de ella, de rodillas en señal de respeto.
—¿Sí, Morgana-sama?
—Envía algunos de tus Rappa para espiar todo lo que puedas a esos de Fahrenheit 451 y también, dile a Paracelsus que prepare sus cosas, irá a Nápoles, Italia. Es hora preparar nuestra invasión a Europa y ahora que sus Homúnculos han mejorado a los que tenía en Lima, no podemos desperdiciar esta oportunidad.
—A sus órdenes, Morgana-sama.
—Por otro lado, necesito tu opinión —Morgana le mostró dos vestidos—. ¿Cuál de todos estos quedaría perfecto para mi cita con Arthur? El de la izquierda me permite mostrar más mis piernas, aunque en Inglaterra siempre hace algo de frío; y el de la derecha alza mucho más mis senos y sé que a Arthur le encanta verlos.
—Como si me importara lo que una golfa use, escoja el que quiera y no me meta en su drama incestuoso —gruñó, desapareciendo entre las sombras.
—Amargado —musitó con un puchero—. Ah, ya sé, le preguntaré a Brynhildr.
Quántico, Virginia, Estados Unidos, Sede principal de Fahrenheit 451...
El Dr. Von Stromheim estaba nervioso, a pesar de la victoria de su equipo. En una de las pantallas de su laboratorio, el Dios de las Historias apareció ante él, fuera de su programa. Su presencia le recordaba al doctor lo ocurrido al encuentro de hace unos meses, en donde casi le da un ataque cardíaco.
—Fue una extraordinaria pelea, Albert, mis felicitaciones, Calíope se ha hecho muy fuerte.
—¿Por qué hablas únicamente conmigo? ¿Qué es lo que buscas de mí? —preguntó con voz temblorosa.
—Oh, Albert, ¿acaso no puedo hablar con un viejo amigo?
—¿De qué estás hablando?
—¿Te acuerdas de mí? ¿Berlín, año 2023, durante los atentados del "Bombardero Zaratustra"? En ese momento yo atendía una biblioteca, era miembro del club de lectura, cuyos miembros murieron ese mismo año y me conocías por otro nombre.
Los ojos de Albert se abrieron de par en par al darse cuenta de la verdad; tenía el cabello y los ojos diferentes, pero en lo demás era idéntico a la persona a la que conoció hace tantos años.
—Hans... ¿realmente eres tú? ¿Todo este tiempo fuiste tú?
—He estado rondando entre los humanos durante siglos, doctor, Hans fue simplemente uno de los muchos nombres que alguna vez tuve.
—Desgraciado... ¡Karin se decepcionaría si viera lo que hiciste con todo esto!
—Lo hice por ella, doctor, por todos ustedes —reveló con una mirada seria—. Algún día me lo agradecerán, cuando todo esto acabe. Nos vemos, doctor.
Así como apareció, el Dios de las Historias desapareció ante sus ojos, dejándole al doctor muchas más preguntas sobre sus verdaderas intensiones.
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