Capítulo 101-La Fuerza del Rey de Israel
"Ya te lo he ordenado: ¡sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas". Josué 1:9.
Lubu Fengxian, el General Volador había cambiado el curso del combate, ahora todos sus constantes y devastadores ataques estaban dirigidos a los Tres Paladines del Rey David, quien tenía que protegerlos debido a que sabía que si alguno recibía un ataque de su enemigo con toda su fuerza podrían morir. Si bien él los había vuelto superhumanos al nivel de varios miembros de Fahrenheit 451, todavía no eran rivales para un mano a mano contra una Leyenda de la talla del General Volador.
Por lo que el Rey David se encargaba de mantenerlo ocupado mientras sus Paladines tomaban distancia.
Lubu trató de matar a Judith con una estocada de su lanza, pero David la desvió con un rápido movimiento de su cayado. Acto seguido, agarro la muñeca del guerrero chino con esta misma herramienta que se encontraba en su mano izquierda, para así hacer caer hacia adelante al gigante con un rápido movimiento al alterar su flujo de fuerza, pudiendo así conectarle un rodillazo en todo el rostro.
Sin embargo, Lubu logró atrapar a David en un fuerte abrazo de oso, queriendo romperle todos los huesos con su monstruosa fuerza física. El Rey de Israel fue salvado por Dalil, quien alejó a Lubu con un disparo certero dirigido a su cabeza que esquivó de milagro.
Abraham usó los poderes de su Artefacto Encantando para aparecer a espaldas de Lubu Fengxian, casi logrando apuñalándolo en el cuello, pero el General Volador se dio media vuelta, casi golpeándolo con su lanza de no ser porque el ahora superhumano maniobró en el aire de forma arriesgada, usando el asta de su arma como punto de apoyo para alejarse y así reagruparse con su equipo.
—Lo siento, su majestad, fue bastante temerario de mi parte —dijo frunciendo el ceño.
—No te disculpes, solo sé mejor —replicó David con tono tranquilo—. Ese desgraciado los está atacando para tener una oportunidad de lastimarme, parece que solo sabe usar tácticas de cobarde.
—Ese hijo de puta a pesar de tener la pierna hecha mierda, no parece tener muchos problemas en moverse, ¿acaso no siente dolor alguno? —señaló Dalil.
—¿Algún plan, su majestad? —preguntó Judith, estando en guardia.
—Sí, tengo un par de técnicas que le harán bastante daño y cuando ya no le queden muchas fuerzas podré rematarlo —explicó con una ligera sonrisa—. Ustedes cúbranme y no se arriesguen.
—¡Entendido!
Con un grito de guerra salvaje, Lubu Fengxian se lanzó de regreso al ataque contra el grupo del Rey David. El antiguo Rey de Israel permitió que sus Paladines se dispersaran por el campo de batalla mientras él hacia girar su honda a máxima velocidad, disparando siete piedras contra el gigante chino que impactaron de lleno, una le conectó en el ojo derecho, dejándolo ciego de ese ojo, pero ni siquiera eso frenó su ofensiva, lanzando ataque tras ataque contra el Rey David.
—¡Red Hare, acaba con ellos! —ordenó.
El corcel rojo de Lubu Fengxian volvió a aparecer en el campo de batalla, arremetiendo contra los Tres Paladinos como una verdadera bestia.
—¡Hasta luego, Rey David! —exclamó Lubu Fengxian, lanzando una estocada con todas sus fuerzas—. ¡Sān Zhànguó Hàojié! (Cataclismo de los Tres Reinos Combatientes).
—Immola Deo Omnipotenti (Sacrificio para el Todopoderoso) —musitó David con una ligera sonrisa.
David detuvo la estocada de Lubu Fengxian con su cayado, y para sorpresa del General Volador, la fuerza de su ataque regresó a él, impactándole en su pecho y terminando con un pulmón perforado por la propia asta de su lanza.
Sacrificio para el Todopoderoso era un de las técnicas más poderosas del Rey David en su estilo Abir Quesheth, un contraataque usaba la fuerza de su oponente para provocar daños graves en su cuerpo, pero tenía la contra de que la fuerza del impacto también llegaba al cuerpo de David, en menor medida sí, pero un error de calculo podría hacer que él también terminara herido, como era el caso de ahora. Al momento de recibir el ataque de Lubu, David terminó con el hombro dislocado, acomodándoselo inmediatamente con un rápido movimiento de este y en su rostro no se notaba el dolor.
—Cometiste el error de subestimarme a mí y a mis Paladines, Lubu Fengxian —declaró haciendo girar su cayado entre sus manos con gracia y elegancia—. Eso fue lo que te ha condenado a la absoluta derrota, al igual que Goliat.
La feroz carrera de Red Hare fue detenida gracias a las flechas gélidas de Judith, quien le cerró el pasó al generar aquellas paredes de hielo que resistieron su embestida el tiempo suficiente como para que Dalil acabaré con él con una bala en el cráneo, haciendo que desapareciera temporalmente al ser solo un Legendarium.
—¡Red Hare!
Varias venas se le marcaron a Lubu en la cara y en el cuello por la rabia que sentía ahora, se levantó de inmediato y así como los Paladines de David mataron a su leal corcel, el General Volador apuntó hacia ellos queriendo matarlos en venganza, pero su Rey no lo iba a permitir comenzando ambos un intercambio de golpes con sus armas en los que ninguno podía encontrar huecos en la defensa del otro o eso es lo que parecía a simple vista.
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—Tú tampoco deberías subestimarme, Rey de Israel, sé lo que están haciendo tus subordinados —pensó Lubu Fengxian, durante el intercambio de ataques—. Es obvio que intentarán atacarme por mi punto ciego ahora que me falta un ojo, no se los voy a permitir tan fácilmente.
Realmente el General Volador no se equivocaba, ya que justamente Abraham se acercó por su lado derecho, con un machete kukri en mano. Lubu Fengxian sonrió retrocediendo unos cuantos pasos del Rey David, para así realizar un ataque giratorio de trescientos sesenta grados para matar al chico. Lo que no se esperaba es que todo formaba parte del plan del Rey David.
Abraham desapareció ante sus ojos, producto de una de las flechas especiales de Judith que lo teletransportó a su lado. Todo eso fue para que se descuidara y cayera en la trampa.
—¡Goodbye Lubu! —exclamó Judith, disparando otras de sus flechas especiales, las cuales se dividió en docenas más que fueron rodeadas por aura ígnea.
Las flechas estallaron como si Lubu estuviera atrapado en medio de un bombardeo aéreo y en medio todo ese caos, una bala le perforó justo la herida que se hizo con el asta de su lanza, cortesía de Dalil, destrozándole varios órganos internos. Este era el momento que siempre estuvo buscando el Rey David para conectar su técnica más poderosa.
—¡Tragoedia ad Curiam Regis Davidis! (Tragedia en la Corte del Rey David)
El Rey David lanzó una serie de golpes con toda su fuerza en todo el cuerpo del General Volador, trazando la letra א (Alef) del alfabeto hebreo. Con esa técnica, David provocaba un daño interno masivo en su oponente al apuntar a sus puntos vitales. Lubu Fengxian en estos momentos tenía un severo sangrado interno y eso notaba al ver como sangraba de la nariz y de la boca, pero David tampoco salió ileso, sus nudillos se había fracturado al golpear el robusto cuerpo del General Volador.
—¡Así se hace su majestad! —exclamó Abraham con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Acábelo, su majestad! —exclamó Judith.
—Aún no bajen la guardia, un guerrero como él todavía no estará perdido —advirtió Dalil, preparando su rifle francotirador.
Dalil disparó lo que parecía ser un rayo de energía violeta hacia Lubu, pero el gigante chino lo desvió con su lanza, tosiendo sangre en el proceso. Luego miró hacia ellos y se impulsó con ambas piernas para alcanzarlos, David no iba a permitir que lastime a sus subordinados, por lo que hizo girar su onda lo más rápido que pudo.
El nombre de aquel Legendarium era Excidium Gigantis. Victoria Populi Electi (Caída del Gigante. Victoria del Pueblo Elegido), aquel que representaba su victoria ante Goliat. Mientras más hiciera girar su honda, más energía divina adquirirían las piedras que lanzara. Tras hacer girar su honda doscientas veces en pocos segundos, David las disparó a una velocidad hipersónica, perforando el cuerpo de Lubu Fengxian cual balas de alto calibre.
—¡Shì de Lóng. Sān Gè Wángguó de Huǐmiè Zhě! (Dragón Devorador de la Tierra. Destructor de los Tres Reinos)
Lubu lanzó su ataque más fuerte con todas las fuerzas que le quedaban, un corte vertical de vacío, a la velocidad a la que iba no le dio tiempo de esquivarlo, resultando en un explosión de polvo que impedía ver al Rey.
—¡¡¡Su majestad!!! —gritaron sus tres paladines, pálidos del susto.
—Ya me han fastidiado demasiado ¡COF COF! —Lubu volvió a toser sangre de forma preocupante, sabía que no le quedaba mucho tiempo por todas las heridas que le hizo David—. Los mataré a todos antes de irme al infierno otra vez.
—Inténtalo si puedes, hijo de puta —replicó Dalil, con tono iracundo.
—Esa es una buena respuesta, mi Paladín.
De entre la nube de polvo salieron disparadas tres piedras más, las cuales dieron de lleno en la cabeza de Lubu, destrozándola en pedazos, los trozos de sus sesos y de su cráneo cayeron sobre la arena del campo de batalla, su cuerpo finalmente se deshizo en polvo que fue llevado por el viento, El General Volador cayó.
Cuando todo el polvo se disipó, los Tres Paladines vieron con asombro y horror como el Rey David había logrado sobrevivir al ataque de Lubu Fengxian, pero sin su brazo derecho, el cual fue cortado por el ataque de aquel enemigo.
—Diablos, intenté esquivarlo con todas mis fuerzas, pero era más rápido de lo que pensé —comentó mientras se acomodaba el cabello, sin inmutarse siquiera algo por la pérdida de su brazo.
—¡Su majestad! —exclamaron sus Paladines, corriendo hacia él preocupados.
—Debemos parar el sangrado de inmediato.
—Llamaré los mejores médicos de la Fundación Von Stromheim para que le arreglen el brazo de inmediato.
—Siéntese mi Rey, puede usarme de taburete si desea.
Dijeron Dalil, Abraham y Judith respectivamente, sacándole una ligera mueca al Rey.
—¡Oigan, oigan, cálmense! Estaré bien, solo es un brazo, Salomón podrá curarme una vez que regresemos a Jerusalén —aclaró negando con la cabeza, para luego poner una expresión melancólica—. Cuando mis hijos murieron, sufrí un dolor mucho más terrible que este.
Sus Paladines se quedaron callados, como personas que habían leído el Antiguo Testamento, no se podrían imaginar lo que tuvo que sentir su Rey en el pasado.
Varias horas después, Jerusalén, Israel...
Salomón caminó de paso apresurado en la Casa del Presidente, entrando en la oficina de su padre, quien estaba sentado en su escritorio, preparando su discurso para la rueda de prensa escribiendo con la mano izquierda, ya que había entrenado para ser ambidiestro en el pasado. Ziva estaba en un sofá al lado del escritorio, siendo abanicada por Abraham, al ver al Rey en ese estado se le había subido la tensión arterial.
—¿Cómo puedes estar trabajando tan minuciosamente en política sin un brazo? —inquirió Salomón con una mueca de preocupación, usando su Taumaturgia Curativa en él.
—Hijo mío, el arte de la política consiste en mantener la cabeza fría ante cualquiera situación adversa —respondió David, con una ligera sonrisa sin dejar de escribir—. El Rey es la piedra angular del pueblo, no puede verse débil ante nadie. Pasando a otro asunto, ¿Cómo te fue en tu combate? Pude sentir que usaste el Ars Goetia.
—Derroté a la Leyenda causante de los soldados de terracota, pero apareció otra más, Ramsés II Faraón de Egipto —relató con cierta admiración al hablar de su segundo rival—. Era muy fuerte y me obligó a jugar con todas mis cartas para poder ganar.
—Lo importante es que te vez mejor que tu viejo, hijo mío —dijo David, dedicándole una sonrisa divertida a su hijo.
—A diferencia de ti, yo si me puedo sanar solo —replicó cabizbajo.
Salomón lo entendía, de ahora adelante, sería una espada más para su padre, para así protegerlo durante La Más Grande Epopeya y así pueda dirigir en paz a Israel.
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