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XXVIII. Yamamba, el demonio de las montañas

Capítulo dedicado a VickyDEmyl. ¡Gracias por ayudarme hasta con consejos de medicina! xD ♥

¡Hey! A todos/as quiero verles comentar mucho porque este capítulo estará buenísimo :)

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Yamamba, el demonio de las montañas

—¡Moshe, debo regresar al Festival con o sin ti! —explicó Emma al gato, temiendo ponerse en riesgo—. Esto es peligroso... Sé que sabes volver a casa... Solamente ten cuidado de no lastimar más esa pata —añadió, viéndole caminar entre los árboles como si jugara a las escondidas con ella. Y dio media vuelta.

Entonces atisbó la silueta de una anciana apoyada en un árbol. En éste también reposaban tres cuervos dorados.

—¿Quién está ahí? —preguntó. Jamás imaginó encontrarse a una octogenaria en el bosque a esa hora.

La anciana se acercó con calma.

—¡Oh, pero qué suerte la mía! —exclamó con voz dulzona—. Pensé que moriría sin que nadie lo supiese. Estoy pérdida, dulce niña ¿Puedes ayudarme a buscar a mi esposo para que podamos regresar a casa?

—Hola —dijo Emma, sintiendo un cosquilleo dentro. Si bien es cierto que una abatida y longeva mujer no es peligrosa, jamás la había visto en el pueblo—. ¿Quién es usted? —repitió.

—Es cierto —hipó la anciana, procurando ser amable—, es la primera vez que nos vemos. Mi nombre es Gerty y no vivo en Austen. Mi esposo y yo estamos aquí por el festival.

Esto tuvo sentido para Emma, a quien además se le partió el corazón al ver los ojos de la anciana rojos por tanto llorar.

...

Corriendo lo más rápido y humanamente posible mientras vagamente intentaba que sus ojos se acostumbrasen a la oscuridad, Nicolás se adentró en el bosque. La linterna apenas le ayudaba a alumbrar su camino. Pero a decir verdad ya no era necesaria, criaturas de un color verde traslucido que se asemejaban a personitas se hallaban sobre las ramas de los árboles y le iluminaban de mejor manera el camino. «Kodamas», recordó que los llamó Miyu y también los vio en los óleos sobre las paredes de Tempura; no obstante, para su sorpresa, ninguno intentó atacarle.

—¡EMMA! —gritó repitiendo lo mismo muchas veces, aunque sin obtener respuesta.

—¿Nicolás, me escuchas? —escuchó decir a una voz en la radio tipo walkie-takie que llevaba con él. «Es la voz de Koki».

—Dime —exclamó sin dejar de correr.

Nos dividimos para encontrar más rápido a Emma. Hugo y otros voluntarios seguirán buscando en el campo de fútbol. Samuel, Laila y Miyu recorrerán los senderos en jeeps de la Reserva. Jayden y Max están en el bosque al igual que nosotros dos. Si ves algo, debes avisarnos por este medio.

—¡Enterado!

...

No había motivo para no ayudar a Gerty. Todos en Austen sabían que Emma era voluntaria en Ave del Paraíso, por lo que esperaban que siempre estuviera dispuesta a auxiliar a ancianos.

—¿Dónde está su esposo? —preguntó a Gerty.

—Participamos en uno de los recorridos, pero siguiendo una mariposa inocentemente nos perdimos —contestó ella, en apariencia angustiada—. Él caminó cuesta abajo para buscar ayuda pero... no ha regresado.

—Bien, iremos a buscarlo y después regresaremos al festival.

—Gracias por tu ayuda, dulce niña.

Al mismo tiempo, y después de tanto rogar, Moshe finalmente caminó hacia Emma dejándose acariciar por ella; y, de esa manera, sacudiendo su cola, también se dejó guiar por la anciana.

A pesar de los muchos años que aparentaba Gerty, caminó rápido. Emma tropezó muchas veces sobre el precipitado camino mientras la seguía. El bosque se tornaba más insondable e impreciso entre más se adentraban a este... sobre todo de noche.

—Sé que mi esposo no debe estar lejos, bajemos un poco más...

¡EMMA! —la voz de Nicolás se escuchó a lo lejos.

—¿Nico? —preguntó Emma, mirando sobre su hombro; sin embargo, considerando que escuchar la voz de Nicolás pudo ser producto de su imaginación, siguió caminando.

...

Nicolás corrió cuesta abajo resbalando infinidad de veces, pero incorporándose rápido para continuar andando y gritando el nombre de Emma. Los Kodamas fueron testigos.

Una bola de pelos cayó repentinamente de una rama y corrió hacia él.

—¡Tanuki! —El mapache ni lo saludó, señaló con su pata otra dirección y se echó a correr. Nicolás lo siguió...—. ¡No tan rápido!

A su paso miró un rótulo de madera:

—Río a sesenta metros —leyó, apoyando sus manos sobre sus rodillas. Se sentía cansado.

Tanuki le jaló el pantalón para que dejara de distraerse y continuaran corriendo. Nicolás le agradeció la ayuda y una vez más lo siguió. De igual manera avisó por radio que iba camino hacia el rio, aunque no sin recordar que este era el lugar donde Miyu finalizó su historia; y, para empeorarlo todo, repentinamente empezó a llover...

...

—¿Está herida, Gerty? —preguntó Emma a la anciana al verla lamer su mano desde la muñeca hasta la punta de los dedos.

—Es el reumatismo, mi niña... Soy una pobre anciana. Mi esposo es lo único que tengo —respondió esta mientras llovizna empezaba a caer y relámpagos comenzaban a iluminar el cielo—. ¡Oh! Un rio —señaló—. Seguramente mi amado esposo no pudo cruzar y está ahí esperándome. ¿Qué será de él bajo esta lluvia? Es un hombre enfermizo.

Emma, preocupada por la lluvia y queriendo terminar pronto la búsqueda, asintió y una vez más siguieron caminando.

...

A un kilómetro del rio, Koki también buscaba a Emma.

—¡Estúpido gato! —maldijo entre dientes—. ¡EMMA! —añadió, gritando con todas sus fuerzas.

Voy al rio, repito: voy camino al rio —escuchó decir repentinamente a la voz de Nicolás en el walkie-takie.

...

Gerty y Emma, custodiadas por Moshe, llegaron por fin hasta el torrente. A pesar de la lluvia éste lucía apacible, era apenas una ligera escorrentía.

—¿Cuál es el nombre su esposo? —quiso saber Emma—. Deberíamos gritar su nombre, quizá esté cerca.

La anciana no respondió e, ignorando cualquier otra sugerencia, metió un pie en el río con la clara intención de cruzarlo. Emma iba detenerla cuando, inesperadamente, la mujer cayó boca abajo. Emma se inclinó para ayudarla a levantarse... Sin embargo, para su asombro, en cuestión de segundos el caudal del rio creció, árboles a su alrededor empezaron a mover sus ramas como si aplaudiesen y más truenos empezaron a escucharse a lo lejos...

Todo mientras la llovizna se volvía aguacero.

—¡Gerty, debemos irnos... sosténgase de mí! —gritó Emma extendiendo su mano, pero la anciana inclinada boca abajo frente a ella no hizo caso y adoptó una actitud hermética.

...

Tanuki fue un excelente guía, Nicolás ya se hallaba cerca del rio.

—¡EMMA! —gritó con todas sus fuerzas al verla de pie en la orilla.

Ella se giró al escuchar su voz. No obstante, inmediatamente una ola la sumergió dentro del caudal. Nicolás miró todo boquiabierto...

La ola tenía forma de mujer.

—¡NO, DÉJALA EN PAZ! —gritó, corriendo más rápido—. ¡NECESITO AYUDA EN EL RIO! ¡AQUÍ ESTÁ EMMA! —clamó al walkie-takie dirigiéndose hacia el afluente.

Llegó al río rápido. Emma, muy asustaba, intentaba salir del agua.

Buscando qué hacer para ayudarla, Nicolás miró hacia ambos lados y localizó un viejo tronco atravesando el río a manera de servir como puente. Sin duda, éste era el lugar donde murió Yoshiko.

Aunque Emma hacia lo posible por salir, las olas la regresaban al caudal una y otra vez.

—¡DÉJALA EN PAZ! —gritó Nicolás, tomando una rama del suelo para acercársela a Emma. Ella intentó alcanzarla. Un segundo después Moshe se precipitó contra Nicolás, obligándole a caer para a continuación presionarlo contra el suelo. Nicolás no podía incorporarse, Moshe tenía sus patas sobre él. Además, éste ya no era el mismo gato que mimaba Emma sobre su regazo, se veía mucho más grande, imponente y astuto, y sus dos colas se trenzaban en el aire.

Le estaba haciendo daño con sus garras, para que Nicolás no se moviera las incrustaba en su piel para torturarle.

—¡ESTUPIDO GATO! —gritó Nicolás intentando apartarlo.

Fue entonces cuando Tanuki cogió del suelo una piedra y con ésta lastimó un ojo del tenebroso Nekomata. Este, furioso, saltó y corrió detrás del mapache que hábilmente consiguió escabullirse al volverse parte de la tierra, piedras y árboles... «Puede camuflarse como si fuera un camaleón», dedujo Nicolás, consiguiendo ponerse de pie.

De todos modos, a pesar del esfuerzo, el Nekomata consiguió alcanzar a Tanuki para luego embestirlo con su cabeza. El mapache salió volando golpeándose contra el tronco de un árbol.

—¡TANUKI! —gritó Nicolás pero no tenía otra opción, vio al Nekomata correr de nuevo hacia él. No lo dejaría en paz, por lo que para ayudar a Emma tuvo que saltar al río... —. ¡EMMA! —la llamó, tratando de nadar hacia ella.

Emma ya no tenía fuerzas, apenas nadaba y la fuerza del agua la estaba consumiendo lentamente. Nicolás, preocupado, vio como otra ola con forma mujer se formaba frente a ellos.

—¡NO ME IRÉ SIN ELLA! —le gritó, golpeándola. Un grito estridente resonó en el bosque. Era la voz de Yamamba negándose a ceder.

Nicolás llegó hasta Emma y la abrazó por la espalda. El Nekomata, de pie en la orilla, lo miró airado y esperó con ansiedad verlo intentar salir del agua para atacar de nuevo.

Nicolás no tenía fuerzas para nadar y sostener al mismo tiempo a Emma, ella era prácticamente peso muerto al ya no tener fuerzas, Yamamba la había golpeado hasta debilitarla; de manera que solamente procuró esquivar las olas. Y estaba preguntándose si iba a morir esa noche cuando la misma rama que ofreció a Emma minutos antes, se encontraba ahora a menos de un metro de su cabeza. Koki la sostenía.

—¡INTENTA ALCANZARLA! —le gritó.

Eso hizo Nicolás pero el Nekomata fue más rápido y saltó sobre Koki y lo presionó contra el suelo. La rama cayó dentro del río.

Nicolás estaba tragando demasiada agua y luchar contra las olas lo debilitó pronto, mas no soltó a Emma. El agua los arrastraba a ambos hacia el fondo del caudal...

«Tiene que haber una manera», debatió consigo mismo al mismo tiempo que trataba de mantener su cabeza y la de Emma fuera del agua. De esa forma atisbó otra rama, ésta se encontraba a pocos metros y pertenecía a un sauce llorón un poco marchito. Si lograban alcanzarla a lo mejor, solo a lo mejor, se salvarían.

Nicolás se dejó llevar por la corriente hasta donde pudiera alcanzar la rama.

—¿QUÉ DEMONIOS LE PASA A ESTE ANIMAL? —gritó Koki, intentando librarse del Nekomata. Tenía que pensar en algo y debía ser pronto, Nicolás y Emma estaban ahogándose, por lo que, buscando la manera de escapar, levantó ambas piernas y con estas apretó las dos colas del Nekomata. El gato, encolerizado, le mostró los dientes e incrustó con más fuerza sus garras—. ¿QUÉ DIABLOS ERES? —le preguntó mirando con temor sus enormes dientes.

Esto lo superaba...

¿Lo superaba?

«La fuerza contra la fuerza no funciona en un combate, el más fuerte vencería —recordó que le instruyó su padre durante las mañanas de entrenamiento—, lo que un Aikidoka hace es utilizar la fuerza de su oponente a su favor»

De modo que, todavía apretujando con ambas piernas las colas del gato, usó contra este la técnica de control e inmovilización... y lo derribó.

—¡Y AGRADECE QUE NO TENGO AQUÍ MI KATANA!

En cualquier caso, cuando Koki consiguió estar nuevamente de pie, el Nekomata insistió en atacarlo, además de impedirle acercarse al río.

Nicolás consiguió aproximarse al sauce e intentó alcanzar la rama, y lo logró tras pelear una vez más con las olas, pero la punta de esta se desquebrajó en sus dedos. No iba a aguantar el peso de ambos. Entonces, sintiéndose cada vez más débil y desesperado, una idea hilarante vino a su mente: Hacer más fuerte la rama...

«Tal vez si Emma logra alcanzarla»

Era una idea loca, tan loca que podía funcionar.

—Emma —empezó a susurrar a su oído. Ella parpadeó un poco sin abrir por completo sus ojos. Estaba muriendo—, si puedes escucharme necesito que cuando nos acerquemos a ése sauce trates de alcanzar una de sus ramas... La que sea... La que sea, Emma.

Ella asintió débilmente entretanto otra ola les derribaba. Aun así, Nicolás, volvió a dejarse arrastrar por la escorrentía.

—¡YA! —gritó a Emma cuando se aproximaron al sauce.

Ella apenas y tenía fuerzas, sin embargo, cuando sus dedos tocaron la rama marchita, el sauce se empezó a sacudir...

Inmediatamente el caudal se calmó.

Nicolás y Emma cayeron de golpe al fondo del río golpeando las rocas, ella aún sostenía la rama. Todo ocurrió mientras la silueta de Yamamba se formaba una vez más frente a ambos para, a continuación, disolverse y transformarse en miles Mariposas Monarca... y huir de ahí.

Koki, que estaba a punto de ser mordido mortalmente por el Nekomata, miró con asombro al extraño gato reaccionar y correr detrás de las mariposas que hasta hace unos segundos eran agua.

Tras alejarse Yamamba el río volvió a la normalidad y el aguacero cesó.

—¡Huyó! —exclamó Nicolás todavía sosteniendo con fuerza a Emma. Ella estaba desmayada—. ¡HUYÓ!

—No sé de qué hablas —contestó Koki lanzándose al río para ayudarles a salir.

—Que te cuente todo tu abuela —respondió Nicolás, jadeando. No tenía fuerzas.

Koki lo miró asombrado. ¿Su abuela?

—Sí, Miyu, tu abuela —le confirmó Nicolás.

—¿Có-cómo sabes de Miyu? —preguntó Koki, asustado, mientras los dos cargaban con Emma.

Nicolás negó con la cabeza. —Te explico después... Saquemos a Emma de aquí... Yamamba o ese estúpido gato pueden volver.

—¿QUIÉN?

—Que después... También tengo que ayudar a Tanuki.

El mapache estaba boca abajo sobre el suelo, pero lo importante es que aún respiraba. Nicolás al salir del río dejó a Emma en manos de Koki y se inclinó para cargarlo:

—Vamos, amigo —dijo, levándolo con sumo cuidado.

La fuerza del río había debilitado demasiado a Nicolás, de manera que fue Koki quien cargó a Emma hasta un sendero. Ahí encontraron al jeep que manejaba Samuel, a este lo acompañaba Miyu.

—¿La viste? —le preguntó Miyu. Él sabía que se refería al demonio de las montañas.

—No sólo la vi... —respondió Nicolás, acariciando las orejas de Tanuki. «Gracias, amigo»—. No me has dicho por qué Yamamba perdió su lealtad —recordó a Miyu.

Miyu miró con ternura a Tanuki:

—¿No es obvio? Él y Yoshiko eran muy amigos —recordó ella con nostalgia—. Ella... lo alimentaba y daba algunos tragos de nuestro sake. Tanuki estuvo ahí cuando Yamamba... —La voz de Miyu se quebró un poco—. Él nunca le perdonó que...

—Comprendo —dijo Nicolás y Miyu le agradeció con la mirada no obligarla a explicar.

El festival ya había terminado. Laila, los chicos de Sin una puerta, Gino, Betty y la señora Dupont acompañaban a Debbie que esperaba noticias de Emma.

—Ya es tarde, ¿dónde están? ¿Por qué no traen a Emma? —lloraba Debbie mientras Betty la consolaba.

Cuando el Jeep de la Reserva llegó todos corriendo hacia este. Emma parecía estar dormida mientras Nicolás la sostenía entre sus brazos. 


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Ya saben que no digo digo de cuál fumo y mucho menos la comparto xD 

De verdad muchas gracias por tenerle tanto cariño a esta historia, somos poquitos, pero es un grupo lindo ♥ ¡Y así empezó Reginam! Al principio también eramos poquitos :3 

¿Les gustó? ¿Les impactó?

Nos faltan dos capítulos :O

GRACIAS POR DEJAR TU VOTO :) ♥

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