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XXVII. La maldición de la mariposa enjaulada

Capítulo dedicado a CelesteTapiaGmez, gracias por todos tus comentarios y entusiasmo por esta historia ♥

¡HOY SABREMOS QUÉ HAY DETRÁS DE TANTO MISTERIO! :P Y tengo la impresión de que también van a preguntarse de cuál fumé y si la comparto xD Pero bueno... 

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La maldición de la mariposa enjaulada

Nicolás Rossi recorrió la parte trasera del viejo campo de fútbol buscando "El Arte del Ikebana". Anduvo con ojos y oídos atentos porque ese trecho, que hace menos de una hora estuvo repleto de gente, ahora parecía desolado. Escuchó un sonido extraño y se giró inmediatamente. Un gato. Un enorme gato gris.

—Vete Moshe, aquí no hay ratones —le dijo y este le bufó.

Al mismo tiempo sintió otra presencia tras de él. Pero antes de tener tiempo de voltear, un par de manos le cubrieron los ojos.

—¿Emma? —preguntó, confundido.

—¡Miyu! —le corrigió esta, sintiéndose insultada.

—Tenemos un asunto pendiente, Miyu —respondió Nicolás, intentando cambiar de tema. Ese día había metido la pata muchas veces.

—Cierto... —suspiró ella con actitud coqueta y tomó la mano de Nicolás con la intención de encaminarlo hacia el bosque.

—¡Espera! —Él la detuvo— ¿A dónde vamos?

—Te dije que conozco un lugar en el bosque donde nadie nos molestará —Ella le guiñó un ojo—. Ya sabes, el asunto pendiente.

—No me refería a ese asunto pendiente.

¿Dónde quedó aquel Nicolás Rossi que era un casanova? Porque éste rechazaba por segunda vez un tórrido momento en compañía de una mujer atractiva. «Debo querer a Emma mucho —dedujo—. Mucho»

—Bien —resopló Miyu, molesta, y le soltó la mano—. Veo qué prefieres saber qué pasó con Appleton y mi Yoshiko.

—Y prometiste detalles.

—¿Por qué tanto interés en esa historia tan ajena a ti? —quiso saber ella, cruzando sus brazos.

—¿Soy curioso?

—Bien. Sígueme.

A ella le divertía jugar con el muchacho...

Buscaron la tienda del taller de Ikebana y entraron. Moshe, el gato de Emma, los siguió y, ya dentro de la tienda, se recostó bajo una mesa.

—Aún no puedo creer que tengas más de trescientos años —dijo Nicolás, buscando una silla para sentarse.

—¿Si tuviera menos me pedirías salir contigo? —preguntó con anhelo Miyu.

—Quizá si sólo tuvieras ciento cincuenta.

Ella sonrió. —Nicolás Rossi, aún falta mucho que contar.

—Casi siempre pronuncias mi nombre y apellido al referirte a mí, ¿por qué?

—Me gusta cómo suena... —suspiró Miyu—. Acepté que platicáramos sobre Appleton y Yoshiko, pero quiero que quede claro que aún nos quedará ese otro "asunto pendiente"... Y será mejor que en ese momento no me llames "Emma".

La tienda, aunque dentro hubiera arreglos florales, era tan oscura que bien se podría comparar a la cueva de un zorro. Miyu alcanzó un jarró y mientras Nicolás la escuchaba continuó colocándole flores. Nicolás disimuló sentirse tranquilo.

—El Ikebana, arte floral japonés, proviene de una antigua tradición. Empezó como una ofrenda para Buda, y lo sigue siendo pero ahora es más una actividad social. El origen es chino, pero fue en Japón donde se convirtió en un arte —explicó Miyu—. Pero esto no es un simple arreglo floral, debes lograr la armonía entre flores, ramas, hojas, semillas, hierbas y demás elementos.

Miyu acarició su rostro con una de las flores.

—Interesante —dijo Nicolás—Ahora continua con la historia.

Él quería estar con Emma en lugar de vigilar que Miyu no le mordiera el cuello. Esta abandonó un momento el arreglo florar y caminó por la tienda.

—Hay historias de amor con finales tristes, Nicolás Rossi. Hachiro y yo, por ejemplo, no terminamos con un "Y vivieron felices para siempre"; pero confié en que mis hijas si se enamorarían y serían correspondidas. Amor ¿Qué es el amor? Es tan extraño ese sentimiento. Ni teniendo trescientos años he aprendido suficiente del amor... Sea lo que sea, Yoshiko lo sintió por primera vez una tarde de agosto cuando caminaba junto a mi hacia Tempura. Ella tenía dieciséis años e íbamos protegiéndonos de la lluvia con nuestros Kimonos. Allí lo conoció. Él estaba de pie cerca del sendero que conduce a Tempura, el autobús lo había dejado allí. Su nombre era Daniel Appleton. Un hombre apuesto de veintitrés años, vestido de militar y con actitud un tanto arrogante.

»Tuvo la intención de alejarse, pero cuando vio venir a dos mujeres agraciadas que contrastaban con el paisaje del lugar, nos intentó seducir. Me di cuenta pronto y, al mismo tiempo, me percaté de la inquietud de Yoshiko al verlo. Insisto, él era un hombre muy atractivo.

Se interpuso a propósito en nuestro camino y se dirigió a nosotras:

Tengo la sospecha de que hoy lloverá —murmuró, con ánimo de agradarnos.

Ya está lloviendo, señor —respondió con actitud tímida Yoshiko.

Ella miró mi gesto de desaprobación, pero su atracción hacia él fue más fuerte.

Cierto, pero tenía que pensar en algún tema de conversación para poder acercarme —dijo él, esta vez dirigiéndose sólo a ella.

Yoshiko era inexperta y ese hombre hizo sonrojar su rostro. La lluvia empezó a caer con más fuerza y la obligué a seguirme.

Tienen que decirme sus nombres —insistió él.

Mi hija le sonrió pero yo la cogí del brazo para que continuáramos el camino hacia Tempura. Aun así, retándome, se giró hacia él para presentarse:

Mi nombre es Yoshiko Nagata —dijo con inusual brillo en sus ojos.

Daniel le sonrió.

Yo soy Daniel Appleton —se presentó.

Nicolás no sabía si Miyu hablaba con sinceridad sobre Daniel Appleton o sólo exageraba su primera impresión de él a causa del desagrado que sentía hacia cualquier cosa que se le relacionara.

—Él caminó detrás de nosotras a considerable distancia y nos observó entrar a Tempura. Yoshiko se volvía para mirarlo, estaba emocionada ¿Y cómo no estarlo? El hombre la seguía a pesar de la lluvia. Eso la conmovió siendo aún tan joven e ingenua. Cuando entramos al restaurante, Daniel se marchó y creí que no volveríamos a saber de él.

»Yoshiko compartía habitación con Naoko y le platicó de aquel extraño. Al principio a Naoko le divirtió escuchar a su hermana tan ilusionada, sin embargo no tardó en empezar a preocuparse. Naoko siempre fue más sensata que Yoshiko.

Me di cuenta que Yoshiko estaba más acomedida en las labores que le correspondían en Tempura, y su mirada era diferente, sus ojos brillaban.

—Pero si sólo vio a Daniel una vez —dijo Nicolás.

—Sí, eso creímos todos —dijo con pesadumbre Miyu—: Kotaro Kawamura, padre de Kiyoshi, visitó a Hachiro desde Osaka en el otoño de mil novecientos noventa y tres. Hachiro fue su Sensei de Aikido cuando vivimos en Japón y quiso recordar viejos tiempos. Hachiro lo invitó a quedarse un par de semanas y eso animó al joven Kotaro a cortejar a Naoko, por lo que, con el pasar de los meses, manifestó estar dispuesto a quedarse el tiempo que fuese necesario para un día desposarse. Yo nunca dudé que Kotaro, y es que a pesar de su hosquedad, siempre supe que sería un buen esposo para mi hija. Hasta hoy lo ha sido. Yo no le di a Hachiro hijos varones, de manera que ese hombre se convirtió en un hijo. No obstante, a pesar de gozar de la simpatía de mí esposo, Kotaro, para obtener el derecho a pasar alguna tarde con Naoko, debía ganar a Hachiro combates de Aikido.

¿Aikido? Nicolás observó a Miyu sin comprender por qué le contaba sobre Kotaro y Naoko. Miyu notó su desconcierto.

—No es en vano lo que te platico sobre Kotaro y Naoko —afirmó—. En esa época yo tuve que comprender muchas cosas... Yoshiko observaba curiosa cuando Kotaro y Naoko se escondían de Hachiro en los jardines de Tempura cuando este no conseguía ganar el combate de Aikido. Kotaro quería pasar tiempo con su amada. Entonces entendí que mis hijas se sentían solas y buscaban atención. Como ya dije, Naoko fue afortunada, pero Yoshiko... —Miyu suspiró—: se condenó y nos condenó a todos.

»Hachiro siempre fue un buen hombre y buscó en todo momento la aprobación y protección de los Kamis, los Kamis son los espíritus de la naturaleza. Construyó un pequeño templo de sintoísmo dentro de los bosques de Tempura y cada tarde lavaba sus manos antes de entrar a comunicarse con los Kamis. Después tomaba sus herramientas de pintura y se sentaba en el jardín a pintar paisajes. Ese es su pasatiempo favorito. Ama pintar más que practicar Aikido y su lugar predilecto para hacerlo era nuestro Kiosco. Yoshiko lo acompañaba casi siempre, ella era su discípula en la técnica de la acuarela, y al casarse Naoko con Kotaro la amó más que nunca por ser la hija que aún debía proteger. Sin embargo, el amor, la pasión y el deseo eran sentimientos nuevos para mi hija.

—¿Nunca permitieron a Naoko y a Yoshiko tener amistades en Austen?

—Ni Hachiro ni yo confiábamos en nadie. Quizá mis razones no sean suficientes para ti pero tomé la decisión de aislarlas para protegerlas. Y si quieres preguntarme si lo volvería a hacer, mi respuesta es... no. Por esa razón le pedí a Naoko que no cometa el mismo error con Kiyoshi.

En aquel tiempo sólo Kotaro tenía nuestra confianza. Hachiro fue más riguroso que yo en eso, para él ningún hombre de esta región merecía a nuestras hijas más que un hombre japonés.

»Yoshiko no hablaba con nosotros sobre Daniel Appleton. Ella prefería soñar despierta y caminar cada tarde por el bosque —continuó Miyu con un tono opaco—: Yo quise confiar en ella pero también soy mujer. Un día tomé la forma de Kitsune y la seguí hasta una arboleda. Ése lugar lo frecuentan mucho las Mariposas Monarca y a Yoshiko siempre le fascinaron. Por eso cuando le vi allí no me preocupe. No obstante, después de observar detenidamente el lugar, descubrí que allí la esperaba Daniel Appleton. Esperé... Él la abrazó y acarició como si tuviera derecho sobre ella. Era obvio que ya eran una pareja. Decepcionada de mi hija, me alejé y regresé a Tempura. Pero no entré a nuestra casa. Permanecí afuera para confrontar a Yoshiko cuando volviera.

Ella llegó al caer la noche y le exigí una explicación. No me miró a los ojos. No dijo nada... Aceptó su imprudencia, su falta de decoro y para cualquier cosa que yo hubiera podido hacer ya era tarde. Ella ya era mujer de Appleton.

Nunca comprendió que estaba deshonrando a su familia... Y me resigné. No sé por qué lo hice... Quizá debí tener coraje y enfrentar la situación con más firmeza, pero aún tenía presente cuando Yamamba, la astuta Yamamba, no se afanó en alejarme de Toshiro o de Hachiro previniendo que sería imposible. No hay voluntad más indomable que la de una mujer enamorada, Nicolás.

—¿Y qué me dices de los hombres? —preguntó él.

—Yo respeto al hombre que llora por amor —se limitó a responder Miyu y prosiguió con su historia—: Yoshiko continuó reuniéndose con Appleton. Una tarde incluso en Tempura.

No sé si nos encontramos sólo cuando llueve o es que llueve cuando tú y yo nos encontramos —le dijo él.

Cuando llueve tú y yo nos encontramos —respondió ella, mirándole con amor.

¿Entonces nosotros provocamos la lluvia? —preguntó Appleton.

—Es una locura, ¿verdad? ¿Provocar la lluvia? —negó ella—. Pero no pensemos en eso... Mejor caminemos bajo esta sin pensar en nada o nadie.

Sería tan fácil irnos y dejar todo.

Es mejor a escondernos...

No tengas miedo, mi mariposa —le dijo él y la abrazó—. Ya pronto no habrá que esconderse.

—¡Espera!—interrumpió Nicolás a Miyu—. ¿Ellos lo dijeron solo decirlo o en verdad Yoshiko y Daniel provocaban que lloviera? —preguntó, recordando el peculiar secreto de Emma. «Pero ella aún no nacía», debatió consigo mismo.

—Claro que no lo dijeron sólo por decirlo —dijo Miyu con voz firme—. Que lloviera cada vez que se encontraban no eracasualidad. Aunque todavía no he llegado a esa parte de la historia... Esto es más complicado de lo que puedes imaginar, Nicolás—advirtió. Nicolás empezó a sentir la boca seca—. Como te decía, él la abrazó y Yoshiko se refugió en sus brazos sin importar dónde estaban. Fue en ése momento cuando Hachiro se asomó a una de las ventanas de Tempura y los descubrió, caminó hacia ellos y, furioso por la injuria a nuestra casa, los separó; abofeteó a Yoshiko y persiguió a Appleton hasta alejarlo de Tempura.

Después de ése día todo cambio para el resto de la familia. Naoko vigilaba a Yoshiko por las mañanas y Hachiro por las tardes. Kotaro rondaba Tempura con la orden de matar a Appleton si le veía. Yo, por mi parte, velaba la habitación de mi desconsolada hija. Ella nos dirigía la palabra únicamente cuando era necesario. Sumado a eso, apenas y comía. Era febrero de mil novecientos noventa y cuatro.

—¿No exageraron un poco? Tú misma acabas de decir que el amor es así. Quizá si sólo le hubieran dado la oportunidad a Daniel..., conocerlo, escuchar cuáles eran sus intenciones con Yoshiko.

—Te explicaré algo, Nicolás Rossi —dijo Miyu—. Él sabía que Yoshiko tenía prohibido verlo. ¿Por qué siguió buscándola? Un buen hombre hubiera ido a rogarle a Hachiro el permiso para estar cerca de ella. Si él la hubiera amado, hubiera luchado por ella tal como lo hizo Kotaro por Naoko. Él eligió el camino fácil y ofendió nuestro honor.

—Miyu, Daniel no sabía cómo fue el actuar de Kotaro para ganarse tú confianza y la de Hachiro —insistió Nicolás—. Él no es japonés.

—Está bien —dijo Miyu, levantando su rostro con dignidad—. Quieres defender a Appleton y no te juzgaré por ello. Aun así, me encantaría escuchar tu argumento después de lo que te contaré ahora.

Tanto Moshe como Nicolás continuaron escuchando a Miyu cuando ella reanudó el relato.

—Kotaro buscó a Appleton por todo Austen. Nos enteramos que él no tenía familia, su oficio era la milicia y llegó a Austen por casualidad. Nadie sabía más de él. No tuvo suerte en los negocios y decidió regresar al oficio que mejor desempeñaba. Sin embargo, antes de irse, le envió una carta a Yoshiko. Yo la encontré tiempo después. Tenía la fecha: 15 de marzo de 1994, y si mal no recuerdo ahí escribió:

Mi amada Yoshiko,

Debo regresar al Infierno, el Teniente-Coronel David Logan requiere mi presencia para entrenar a nuevos reclutas. Pero no me voy sin antes prometerte que al volver me casaré contigo y ya nadie podrá separarnos.

Te llevo en mi corazón bajo el juramento de mi daga de honor, mi Yoshiko.

Te ama,

Daniel Appleton.

—¿El infierno? —preguntó Nicolás, confundido.

—Sólo sé que viajó a un lugar que llaman El Infierno —respondió Miyu sin dar mucha importancia—. Y lo supe porque él le envió una carta a Yoshiko desde ése lugar.

—¿Y qué le dijo en esa carta?

—Que lo mejor para los dos era olvidar la promesa de casarse y que cada uno continuara su vida separados.

—¿Qué? —exclamó Nicolás, boquiabierto.

—Ahora es cuando quiero saber cómo defenderás a Appleton —dijo Miyu con orgullo—. En esa carta también le escribió que ya no soportaba su indecisión, que ella complicaba lo más simple y que prefería no ser parte de algo tan "enredoso".

—No puede ser —dijo Nicolás. Según él, Daniel Appleton merecía el beneficio de la duda por ser el padre de Emma.

—No puedo si quiera encontrar las palabras adecuadas para explicar la desesperación de mi hija al recibir la carta de ese cobarde. No sé qué fue peor para nosotros, ver a Yoshiko cerca de él... o lejos de él.

—Lo siento, Miyu.

—En la víspera del nacimiento de Kiyoshi, Yamamba apareció otra vez en nuestras vidas —prosiguió Miyu con amargura en sus palabras—. Era el mes de julio y envió a uno de sus cuervos a buscarme. Le pedí a Yoshiko que me acompañara. Mi intención era que se sintiera libre de caminar otra vez por el bosque. Cuando llegamos a la choza de Yamamba, para mi sorpresa, le vi mejor que nunca. Yo esperaba encontrarla en decadencia, como cada vez que me necesitaba, pero lucía bastante bien. Platiqué con ella y me explicó que después de diez años de no vernos se sentía sola. Su única compañía eran tres cuervos que adoptó. Tan peculires que al pasar demasiado tiempo con ella se volvieron dorados —Nicolás tragó un poco de saliva—. Parecían su sombra y le seguían fielmente, pero la enloquecía tanto silencio.

»En eso noté que Yoshiko miraba con temor a Yamamba, sin duda no la recordaba. Yo aproveché para platicarle a Yamamba lo que sucedía con Yoshiko y astutamente me aconsejó llevarla a la choza todas las tardes para ayudarme a sanarla... Lo hice. Yo confiaba en Yamamba. Por eso le permití ganarse la confianza de Yoshiko. Cada día, al caer la tarde, yo la buscaba y Yoshiko me acompañaba. Con el tiempo ya no fue necesario que yo la acompañara, la misma Yoshiko procuró la compañía de la vieja Yamamba sin quejarse...

Es en éste pasaje de la historia es donde descubrirás que yo erré al entregar a mi hija al demonio de las montañas —dijo Miyu—. Durante el tiempo que estuvo cerca de Yamamba, Yoshiko reanudó sus clases de pintura en compañía de Hachiro. Sé que Yamamba le habló sobre antiguas leyendas de criaturas mitológicas que habitan Japón y mi hija, fascinada, empezó a pintarlas tal como las imaginó. Creo que sabes a qué criaturas me refiero...

—¿El gato de dos colas, Tanuki, la mustela y los guerreros? —intentó recordar Nicolás.

El Nekomata, Tanuki, el Kamaitachi, los Kodamas y los Guerreros Yamabushis —lo corrigió Miyu—. Le envié obsequios a Yamamba para agradecerle la notable mejoría de Yoshiko, a quién el uno de diciembre de ése año celebramos su cumpleaños número dieciocho. Había pasado casi todo el día con Yamamba y regresó por la noche a Tempura. Le preparamos una cena para recibirla. Ése día Hachiro le regaló un hermoso Kimono rojo estilo Furisode... lo llevaba puesto el día de su muerte —Miyu bajo su mirada—. Y yo le regalé el diario en el que anotaría a detalle la historia que estoy platicándote.

A lo lejos se podía escuchar el concierto del festival. Nicolás reconoció una de las canciones de "Sin una puerta", pero no le puso atención. Tenía que escuchar el resto de la historia.

—En enero de mil novecientos noventa y cinco Daniel Appleton regresó a Austen. Pero no regresó solo. Lo acompañaban dos mujeres. Sarah, su esposa, y Debbie, madre de ella. Naoko, Yoshiko y yo caminábamos por el centro del pueblo cuando los vimos. Yoshiko pareció enloquecer cuando le vio de la mano con otra mujer, por lo que decidió seguirle y enfrentarle, pero Daniel la ignoró y en todo momento trató de que su esposa se sintiera cómoda ante esa situación. Fue muy humillante para Naoko y para mi alejar a Yoshiko de aquel lugar en medio del cotilleo de la gente. Mi desconsolada hija sólo aceptó regresar a Tempura cuando notó que la mujer de Appleton estaba embarazada. Quizá tendría cinco meses de gestación.

—Estaba embarazada de Emma —dijo Nicolás.

—Desde luego, Emma —respondió con molestia Miyu y Nicolás sonrió—. Como ya dije, entre Naoko y yo convencimos a Yoshiko de regresar a Tempura... Al llegar, caminó desesperada por todos lados y dijo quería ir a buscar a Yamamba, pero no se lo permitimos.

El reencuentro entre Appleton y Yoshiko se convirtió en el chisme favorito del pueblo. Lo que Hachiro y yo siempre evitamos había llegado como un huracán sobre nosotros: la humillación pública. La gente hablaba mal de mi hija por humillarse frente a un hombre casado.

Appleton y su familia compraron una casa en la calle Magnolias, aunque hasta donde sé fue con el dinero de ella porque Appleton en la milicia nunca hizo dinero.

—El papá de Emma era militar —murmuró Nicolás, confuso—. No puedo creer que...

—¿Qué no puedes creer? ¿Que faltara a su palabra? ¡Pues lo hizo! —exclamó ofendida Miyu—. ¡Era un cobarde! El caso es que Yoshiko procuró aparentar ser fuerte frente a nosotros, fue con Yamamba que buscó consuelo... y el demonio de las montañas vio la oportunidad y la aprovechó.

A la semana siguiente de regresar Appleton a Austen, Yoshiko sacó cada uno de los cuadros que pintó a sugerencia de la misma Yamamba, los colocó en nuestro Kiosco, pero hasta meses después supe el por qué. Yamamba le había explicado a Yoshiko cómo condenar a Daniel Appleton utilizando una poderosa maldición.

—¿Una maldición? —repitió Nicolás.

—Así es —confirmó Miyu—. Temo decirte Nicolás Rossi que la sangre de Daniel Appleton está maldita.

—Pero él ya murió —Nicolás se mostró alarmado—. La maldición murió con él ¿verdad?

Miyu esbozó una sonrisa radiante:

—Creo que no fui lo suficientemente clara: La sangre de Appleton está maldita y, siendo Emma su hija, también lo está.

—¿Condenada? —repitió Nicolás—. ¿Qué sabes sobre eso? ¿Emma está en peligro?

Miyu le miró sin pronunciar palabra alguna... por el momento.

—¿Emma está en peligro? —preguntó otra vez él, más asustado que enojado.

—¡Ella siempre ha estado en peligro! —explotó Miyu molesta de que al chico solamente eso le importara—. ¿Con qué parte de la historia continuo, Nicolás Rossi? —preguntó entonces—. ¿La muerte de mi hija Yoshiko o la maldición que cayó sobre tu amada Emma gracias al cobarde de su padre?

—¡Continúa como prefieras pero tendrás que decirme todo lo que sabes sobre esa maldición! —respondió igual o más molesto Nicolás.

—Si ya empecé a relatar ésta historia no me detendré hasta que la conozcas toda —declaró Miyu.

Moshe, aún recostado debajo de una de las mesas, se acercó con cautela a los pies de Nicolás para no perderse nada.

—El sábado ocho de abril de mil novecientos noventa y cinco —prosiguió con determinación Miyu—: Todos en Tempura despertamos temprano. Cuando fui a buscar a Yoshiko a su habitación no estaba ahí. La busqué por todos lados, y aunque no la encontré a ella, si encontré aquel diario que le regalé el día de su cumpleaños. Escribió en Kanji, y desde la primera hoja relató su descomedido amor por Daniel Appleton. Y así cada página hasta el día que lo vio como esposo de Sarah. En dos hojas de ése diario Yoshiko escribió el tormento que vivió al conocer a la esposa de su amado y lo que sintió cuando le vio embarazada. Después de leer eso encontré un escrito que detallaba algo sobre un juramento de sangre. Leí con mucho cuidado, procurando entender a que se referían las palabras:

"Hasta que se cumpla la promesa de amor, la daga que representa el honor podrá liberar a la mariposa enjaulada. De no cumplirse, la ahogará en un sueño eterno".

. Yoshiko escribió en ese diario que en la arboleda donde se citaban él le hizo un juramento de amor. Él le mostró una daga y le explicó que representaba su honor. Appleton era militar, por lo que su promesa tenía valor. Él tomó la daga e hizo sangrar su mano sobre el suel y con eso selló su juramento de que un día se casaría con ella. Como dádiva de su supuesto amor, también le entregó la daga y ella la guardó.

—¿Y... qué pasó?

—Ya sabemos que él no cumplió su promesa, y cuando Yoshiko supo que él se casó con Sarah le contó a Yamamba del juramento con la daga que ella aún conservaba. Según escribió mi hija, Yamamba no dudó en "ayudarla" —Miyu apretó los dientes—: Yo estoy segura que el demonio de las montañas fue testigo de ése juramento y utilizó la desilusión de Yoshiko a conveniencia.

—"Yamamba sólo será buena contigo si puede obtener algo de ti". Algo así dijiste —recordó Nicolás.

—Así es. Los oleos en los que Yoshiko pintó criaturas mitológicas, como dije anteriormente, los llevó a nuestro Kiosco. Todos excepto el que había pintado de mi transformada en Kitsune. Yamamba le dijo que hiciera sangrar su mano con la daga y que pintara con su sangre detalles sobre cada uno de los oleos. Después de hacer eso, Yoshiko debía verter en una copa el contenido de unos frascos con brebajes que le dio Yamamba.

—¿Qué brebajes?

—Polvo de raíz de Secuoya, el árbol más grande y longevo del mundo. Eso representa la resistencia de la maldición. Huevos de Sansho Uo o Salamandra gigante japonesa. El anfibio acuático más grande del mundo. Eso representó la confianza de Yoshiko en la maldición porque ésa salamandra sólo puede cazar de noche; en el día tiene un escaso sentido de la vista. Agua de Azahar, que se obtiene de una flor blanca. El Azahar representó la pureza del amor. Y por último... —Miyu emitió un suspiro largo y pesado—. Yoshiko agregó cabellos del Kitsune blanco de nueve colas que antes acabó con Yamamba. Eso dio aún más poder a la maldición...

Después de llenar la copa con todo eso, Yoshiko debía apretujar la daga sosteniéndola en su mano hasta que sangrara sobre la copa. Según le dijo Yamamba, la daga aún tenía la sangre de Daniel Appleton y eso, más la promesa, más la sangre de Yoshiko... era suficiente.

Yoshiko finalmente tomó un último frasco, éste contenía una Mariposa Monarca, la mariposa que más tiempo vive. Mi hija la sacó, la sostuvo con ambas manos y después la dejó caer en la copa. Un humo anaranjado salió de la copa y la Mariposa Monarca se disolvió y formó otra vez; voló hacia el bosque y Yoshiko leyó lo que Yamamba le escribió en un papel.

—¿Qué leyó?

—Ya te lo dije... "Hasta que se cumpla la promesa de amor, la daga que representa el honor podrá liberar a la mariposa enjaulada. De no cumplirse, la ahogará en un sueño eterno".

—¿Qué significa eso?—preguntó Nicolás, ansioso.

Moshe, debajo de la mesa, batió su cola lentamente y continúo poniendo atención a Miyu.

—Yoshiko lo hizo para que Appleton volviera a ella, y Yamamba para que sus sirvientes vivieran otra vez. Porque inmediatamente los cuadros empezaron a moverse. Mi hija no vio salir nada de ellos pero tardaron en quedarse quietos.

—No comprendo...

—Las palabras de Yoshiko fueron claras, Nicolás —insistió en subrayar Miyu—. La maldición reclamará la sangre de Daniel Appleton si él no cumple su promesa.

—¡Pero él ya murió!

Miyu ignoró sus palabras y siguió con su relato:

—Cuando Yoshiko entró a su habitación y me vio leyendo su diario, se arrodilló frente a mí. Ese día vestía el Kimono rojo que su padre le obsequió.

Perdóname, madre, no sabes lo arrepentida que estoy —lloró.

¿Qué hiciste, Yoshiko? —lloré yo—. ¿Acaso no eres consciente del poder que ahora tiene Yamamba sobre ti? Además de condenar a Appleton, condenaste a tu familia y te condenaste a ti misma. Somos tú sangre y ahora Yamamba tiene poder sobre cada uno de nosotros.

—Entonces la sangre de Emma está maldita —exclamó Nicolás, inmerso en sus pensamientos e ignorando lo que saliera de la boca de Miyu.

—Ya te dije que sí —repitió Miyu, molesta—. Naoko siempre temió que a causa de esa maldición los Appleton se acercara nuevamente a nosotros y ya ves, Kiyoshi está enamorado de Emma... Igual que Yoshiko lo estuvo de su padre.

—¡Es diferente! —exclamó Nicolás—. Emma no le hizo ninguna promesa a Koki.

—Pero su sangre años atrás, si —contestó Miyu con un gesto amargo—. He pensado mucho en esto durante los últimos años, Nicolás. ¿Qué sangre crees tú que reclamará la maldición?

Moshe continuó escuchando sigilosamente cada palabra de Miyu.

—¿La de Emma? —musitó Nicolás

—Sin embargo, ¿qué pasaría si Emma y Kiyoshi se casaran y ella, de esa manera cumpliera la promesa? ¿Eso rompería la maldición?

—¿Es posible? —preguntó Nicolás.

—No es imposible.

—Estoy seguro que a tu nieto no le molestará la idea —dijo a regañadientes Nicolás.

—¡JÁ! Pero eso no sucederá —rio Miyu.

—Eso quizá ayudaría a Emma, Miyu...

—¿Por qué tendría yo que ayudar a la hija del hombre responsable de la muerte de MI HIJA?

Si esa era la única forma de ayudar a Emma, él mismo hablaría con Koki, meditó con su pecho doliéndole Nicolás.

—Emma Appleton ha estado maldita desde el día que nació —continuó Miyu—. Aunque debo confesarte que no comprendo por qué vive todavía... Tengo la sospecha de que Yamamba sabe algo que nosotros no.

—Eso no es bueno.

—Claro que no. La información es poder. Una de las cosas más importantes que aprendí de Yamamba es que para todo hay tiempo. La impaciencia es un defecto de los humanos y ella sabe esperar. Cuando ella ahoga a una persona no lo hace inmediatamente, siempre espera el momento adecuado.

—¿Qué espera con Emma?

—La chica es joven, quizá necesita que... —Miyu se mostró dudosa—. Lo cierto es que me cuesta trabajo comprender cómo es posible que no la esté vigilando. Sus sirvientes dependen de esa maldición... Porque si Emma, de alguna forma, cumple la promesa, la maldición se rompería y sus sirvientes desaparecerían. No puede dejarla andar por ahí sin saber dónde está o qué está haciendo.

Moshe empezó a salir del taller de Ikebana escurriéndose entre las mesas.

La vida era mejor sin preocuparse de perder a Emma. Nicolás, buscando alguna solución, recordó el poder que tiene Emma sobre la naturaleza. ¿Cuál será el vínculo entre eso y lo que acababa de relatarle Miyu? —quiso saber. Se puso de pie y caminó por la tienda—. ¿Estaría bien contar a Miyu el secreto de Emma? ¿Acaso que ella lo supiera ayudaría? Pero le prometió a Emma no decir nada a nadie y Miyu odia a Emma. ¿No sería peor revelar algo tan importante? Por eso únicamente dijo:

—Emma no sabe nada de esto.

—Y es mejor que no lo sepa, porque si Yamamba se entera de que Emma está al tanto... la matará. Insisto en que me parece increíble que aún no lo haya hecho. ¿Para qué la quiere con vida?

—¿Y si la alejo de aquí? —quiso saber Nicolás.

—¿Cuánto tiempo vivió Daniel Appleton lejos de Austen antes de morir, Nicolás? Él huyó de la maldición, pero la sangre, donde esté, está condenada.

—¡Tiene que haber algo que yo pueda hacer! —Nicolás limpió sus manos en su pantalón y las agitó frustrado—. Dime, tú conoces a Yamamba y sabes muchas cosas. ¿Qué debo hacer? —preguntó, angustiado.

—Siéntate y termina de escuchar la historia —pidió Miyu sin perder la calma.

Moshe recorrió el campo de futbol hasta llegar al escenario, ahí buscó a Emma. Ella todavía escuchaba a Sin una puerta. Tenía que pensar en algo, por lo que se acercó a una piedra punzante que vio cerca e hizo sangrar una de sus patas. Entonces, sabiendo el afecto que siente Emma por él, dio un saltó para recostarse sobre su regazo.

—¿Moshe, cómo llegaste hasta aquí? —preguntó Emma, sorprendida, aunque alegre de verlo.

El gato extendió su pata para que ella la viera. Emma se asustó, no obstante inmediatamente el felino se apresuró a alejarse de ella.

—¡Moshe!—gritó Emma, pero el gato se escabulló rápido entre la gente. Ella lo siguió.

Koki, aún sobre el escenario con el resto de la banda, siguió la escena con la mirada.

En la tienda del taller de Ikebana, Nicolás, ajeno a lo que estaba sucediendo, escuchó atento el resto de la historia.

—Yoshiko me mostró la mariposa que se formó en la copa. Esta aún habita aquella arboleda, es más grande y brillante que las demás. La reconocerías fácilmente. Yamamba le explicó que para liberarla Appleton debe volver a hacer sangrar su mano ahí mismo usando la daga, pero sólo si estaba dispuesto a cumplir la promesa. De lo contrario no servirá de nada... Para mí fue difícil aceptar que la endemoniaba mujer que conocí dos siglos atrás liara de esa manera a mi propia hija. Yoshiko me miró esperando escuchar algún consuelo; pero, en vez de eso, le expliqué muchas cosas sobre Yamamba. Le dije que a pesar de parecer lo contrario, era malvada. Después la abracé para intentar aliviar su pena pero Hachiro me llamó para ayudarle en Tempura. Tuve que dejarla sola y... esa fue la última vez que la vi con vida —dijo Miyu de forma sombría—. Según Kotaro, porque él la vio después de mediodía, Yoshiko salió de Tempura sosteniendo un pedazo de seda amarilla en sus manos. Él no la siguió porque estaba cuidando a Kiyoshi y Naoko nos ayudaba a nosotros en Tempura... Sin embargo, al darse cuenta que era tarde y Yoshiko no regresaba a casa, nos puso al tanto. Hachiro y yo fuimos a buscarla por todo el pueblo. Finalmente a eso de las seis de la tarde, decidí, como última opción, ir a la casa de los Appleton. Toqué la puerta y me abrió la madre de Sarah. Esta me miró con miedo pero no cerró la puerta.

¿Qué quiere? ¿No se cansan de hacernos daño? —reclamó, enfadada.

Sólo quiero saber si una mujer de mi familia estuvo aquí... —dije, tragándome mi orgullo. Lo más importante para mí en ese momento era encontrar a mi hija.

Estuvo aquí, y con ánimo de asustar a mi hija dejó frente a nuestra puerta una daga llena de sangre. Daniel fue a buscarla para reclamarle —dijo la mujer y yo sentí temor.

¿Daniel Appleton está con Yoshiko? —pregunté con enojo contenido. La sola idea de pensar en que mi hija pudiera humillarse frente a él me indignaba.

Eso espero, y ojalá esa mujer entienda que no es bien recibida en esta casa y se aleje de él para siempre —sentenció molesta ella y cerró la puerta en mi cara.

Para Nicolás era increíble imaginar a Debbie tan molesta como para cerrarle la puerta a alguien.

—Me apresuré a marcharme de ahí. Consideré la posibilidad de que Yoshiko y Appleton estuviesen en la arboleda que antes frecuentaban, por lo que me adentré en el bosque tomando la forma de Kitsune. Quería encontrar a mi hija... Ese día anocheció más temprano que de costumbre y noté que el bosque había acogido criaturas extrañas. Mi abuela y Yamamba me habían hablado sobre estas y ahora podía verlas. Kodamas entre los árboles, un Tanuki escapando, y muy cauteloso detrás de mi... el Nekomata, un gato gris de dos colas que, desde que entré al boscaje, me siguió. Como te expliqué en el bar de Yago, entre todos los sirvientes de Yamamba, él es el más leal y, por lo tanto, el más peligroso...

Emma sintió miedo al entrar al bosque. Apenas y veía algo gracias a la luz de la luna. Llevó con ella una linterna que le entregó Laila como parte del protocolo de seguridad del evento y con esta alumbró su camino y después a Moshe, que se recostaba sobre alguna piedra, y cada vez que Emma intentaba alcanzarlo, saltaba para alejarse de ella. Los pasos de Emma eran poco precisos a causa de la escasa luz, apenas y lograba ver a Moshe desaparecer entre los árboles y arbustos. El gato maullaba como si estuviera platicando con alguien. Emma atribuyó esto al dolor que sentía en su pata lastimada. No obstante, una presencia no muy lejos, comprendió el mensaje.

—No es momento de jugar, Moshe —Emma miró su alrededor con miedo—. El bosque de por sí es peligroso y realmente da terror a esta hora... Ven acá, revisaré tu pata y volveremos al festival.

Ella sabía que no debía estar ahí. Las desapariciones reportadas a la policía de Austen eran suficientes para estar segura de que se trataba de un lugar peligroso. Pero el gato había pertenecido a su madre y la acompañó desde que nació. Era tan buen gato que llevaba en su familia casi dieciocho años. Por lo tanto, decidió caminar un poco más.

—¿No encontraste a Yoshiko? —preguntó Nicolás a Miyu.

—No, el Nekomata es muy astuto, me siguió todo el tiempo. Advertí que tenía la orden de matarme porque me enfrentó muchas veces. No me importó, de ser posible hubiera muerto a cambio de encontrar a mi Yoshiko. Para deshacerme del Nekomata, salté muy alto y, como un rayo de luz volé hasta el cielo bajo... y me transformé en otra luna.

—La luna que vio Yago Almanza esa noche —dijo Nicolás asombrado.

Miyu asintió.

—Es una ilusión, sólo podían verla en Austen... Empezó a llover y supe entonces que todo había empeorado —Los ojos de Miyu se humedecieron—. Sabes, entre las habilidades que Yamamba tiene puede hacer llover si lame su mano. Por eso creo que Yoshiko y Appleton veían llover cuando estaban juntos... Creo que Yamamba los vigiló todo el tiempo escondida entre la lluvia. Por lo que esa noche no pensé en el clima y rápido le atribuí el aguacero a ella. No sabía qué hora era, pero sin duda era tarde. Transformada en luna observé todo debajo de mí. Así fue como logré ver a Yoshiko luchar por su vida en un rio.

Salté hasta donde estaba pero el Nekomata se colocó frente a mí para enfrentarme una vez más. Me empujó con su cabeza y caí sobre una piedra. Me puse de pie lo más rápido que pude... cada vez llovía más fuerte. Atisbé a Yoshiko tratando de aferrarse a un tronco para evitar ahogarse. El agua de éste se elevaba como si se tratara de olas dentro del mar, pero mucho más altas, y las olas tenían forma de mujer. Fue obvio para mí que Yamamba intentaba ahogar a Yoshiko.

Intenté correr hacia el tronco pero el Nekomata me contuvo contra el suelo, su fuerza es aterradora, no es un simple gato... Entonces vi morir a mi hija en manos de Yamamba sin poder hacer nada para evitarlo —Miyu lloró—. No sabes nada del dolor de una madre al mirar el cuerpo sin vida de un hijo, Nicolás.

—Sé del dolor de mirar muerta a una madre —dijo él con pesadez.

—Entonces quizá comprendas por qué odiamos a los Appleton —concluyó Miyu.

—¡NICOLÁS! ¡EMMA! ¡NICOLÁS! —gritaba la voz de una chica muy cerca de la tienda.

Nicolás, de pie en la tienda, al escuchar que alguien lo llamaba con desesperación, salió. Laila y Koki corrieron hasta él.

—¿Emma está contigo? —le preguntó Laila, sin dejar de mover los pies para continuar corriendo.

—No, la última vez que la vi estaba cerca del escenario —respondió Nicolás intentando recordar—. Aún tocaban los Rebeldes del Flamenco.

—¡Entonces si entró al bosque! —gritó Koki con todas sus fuerzas para que las personas que venían tras ellos también escucharan.

—¿En el bosque? ¿Por qué está en el bosque? —Nicolás sintió terror.

—La vi seguir a Moshe —respondió Koki—. Ya la buscamos por el festival pero está ahí.

—Y creímos que quizá estaba contigo —añadió Laila.

—Tenemos que buscarla —se apresuró a decir Nicolás, mirando el boscaje a su izquierda.

—Creo que sé por dónde entró. ¡Vamos! —pidió Koki, y Laila y Nicolás corrieron tras él. Al mismo tiempo, aunque sin tanta urgencia, Miyu también los siguió.

A pocos metros tropezaron con Samuel, Hugo, Jayden y Max, que también buscaban a Emma. Llevaba desaparecida tiempo suficiente.

—¿La encontraron? ¿Estaba con Nicolás? —preguntó Samuel.

—No. Tenemos que entrar al bosque —respondió Koki pasando una mano sobre su cara,

—¡Pero ya! —exclamó Nicolás y empezó a correr lo siguieran o no.

—¡Esperen! —llamó Samuel a todos los que empezaba a adentrarse en el boscaje. Nicolás se detuvo a regañadientes—. ¡Son casi las ocho de la noche —señaló—, el tiempo está contra nosotros! ¡Iremos pero nos separaremos para abarcar más!

Entregó a cada uno un radio y una linterna.

Cuando todos se preparaban para marcharse, Miyu se acercó a Nicolás.

—¿Quién dijo Kiyoshi que encaminó a Emma hacia el bosque? —preguntó, intrigada.

Moshe, su gato —explicó Nicolás, ocupado en probar si funcionaba la radio que le entregaron.

—¿Un gato? —preguntó Miyu, arrugando su entrecejo—. Dime que es blanco, con machas negras, ojos celestes y muy pequeño —agregó.

—No —contestó Nicolás en un hilo de voz, levantado su mirada para dirigir toda su atención a Miyu—. Es gris, lanudo, tiene ojos zarcos... y es mucho más grande que cualquier otro gato —recordó, con su voz temblando.

El Nekomata —concluyó Miyu.

Nicolás, sin esperar a los demás, y pese a que Samuel insistió en que probara la radio y la linterna, corrió hacia el bosque llamando con todas sus fuerzas a Emma.

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Ahora sí estamos hablando :O ¿Impresiones? ¿Conclusiones? :/ En los últimos capítulos los tendre al punto de la taquicardia. 

Les presento al Nekomata con esta imagen y me despido agradeciéndoles infinitamente dejar su voto y comentarios 

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