XXVI. El Festival de la Mariposa Monarca. Parte I
¡HOY ES 14 DE AGOSTO! ¡FELIZ CUMPLE, NICOLÁS ROSSI! QUIEN JUNTO CON EMMA ES EL PRIMER PERSONAJE QUE VINO A MI LOCA IMAGINACIÓN ♥
¡Amo mucho este capítulo! ¡Ya verán por qué! :')
¡Casi a la mitad hay un MULTIMEDIA que les servirá! También ya verán por qué ♥.♥
¡AY, QUÉ EMOCIÓN!
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El Festival de la Mariposa Monarca. Parte I
El primer domingo de septiembre, como tradición en Austen, se festeja a la Mariposa Monarca. El evento lo organizan los miembros de la Reserva Ecológica y el objetivo es dar a conocer la importancia de cuidar el bosque, pues la floresta alrededor del pueblo cobija a las mariposas que, en otoño, se despiden para protegerse del invierno y regresar en primavera.
En la ventana de Emma Appleton siempre perecían mariposas que volaban cerca de su casa. Ella no entendía por qué la seguían, pero ya estaba acostumbrada a encontrar los despojos de algunas sobre su tejado. Esa mañana salió de su casa en punto de las seis, Nicolás ya la esperaba, aunque tan adormitado que estaba bostezando.
—Anoche no podía dormir —dijo Emma, tratando de lucir calmada—. Te fui a buscar a la parte trasera de Lázaro y no te encontré... Me pareció extraño. No sueles dormir temprano.
El chico de la sonrisa ganadora apenas y durmió dos horas esa madrugada.
—No estaba en mi casa —bostezó—. Estuve en el bar de la pulga española hasta las dos de la mañana —añadió y, para su mala suerte, olvidando que Emma sabía que Miyu lo citó allí.
Nicolás lucía cándido en su Vespa amarilla 1985, y una vez más bostezó lo suficiente como para tragarse el cielo y, distraído, no advirtió cuando el blanquecino rostro de Emma se enrojeció de celos.
—¡Me alegro que te la hayas pasado bien, Nicolás Rossi! —gritó y empezó a caminar hacia el festival... sola.
Nicolás pasó ambas manos sobre su cara en un intento de alejar el sueño, se sentía cansado. Claro, había sido una estupidez decirle la verdad a Emma, pero ya lo había hecho. No obstante, tenía una cuartada. Arrancó a Vita y la siguió.
—¡Tu cita duró mucho tiempo! ¡Tenían mucho que decirse, supongo! —continuó alegando ella, indignada.
—No te enojes —le pidió él, estacionando a la Vespa junto a ella—. No estuve en el bar hasta las dos de la mañana por Miyu, Gino y los Rebeldes del Flamenco terminaron de ensayar a esa hora. Betty, Jack y yo nos quedamos a esperarlo.
—¡No estoy enojada! ¿Parezco enojada? —preguntó Emma, ofendida y Nicolás dudó en responder—. ¡Me preocupé por ti! Pensé cualquier cosa, menos que si irías a tu cita. ¡Claro, por qué no habrías de ir!
—Miyu se fue rápido —mintió—. Yo estaba escuchando a Yago, a Gino... —Nicolás trató de no reírse—. ¿Estás celosa? —quiso saber.
—¡Ah, no! ¡No! —negó ella, avergonzada—. Ya te dije que estaba preocupada.
Él no insistió en saber más, pero se prometió retomar esa conversación más tarde. Emma cruzó los brazos sin mirarlo. Él aceleró a Vita para recordarle que continuaba esperándola, y ella, aunque un poco rogada, por fin subió.
Al llegar al antiguo campo de fútbol, Emma se despidió de Nicolás y le aconsejó participar en algunas actividades. Ella tenía algunas a su cargo, pero no disponía de mucho tiempo.
Cuando Emma se marchó Nicolás indagó el lugar. Había escuchado tanto del Festival y finalmente estaba ahí. Todo era nuevo para él. Lo primero que comprobó es que cuando Emma se expresaba del festival como si fuera algo impresionante, tenía razón. Aún era temprano pero ya había mucha gente. Carros repletos de personas empezaban a aparcar a las inmediaciones, la mayoría forasteros.
—¡Me encanta este pueblo, es tan vistoso y tranquilo! —opinó una mujer cerca de él.
—Si yo le contara, señora —masculló Nicolás, recordando los últimos acontecimientos.
Ahora opinaba diferente de Austen.
Los niños iban y venían con globos, algodones de azúcar y algunos, más excéntricos, se pintaron en la cara el rostro de algún mamífero o insecto.
—Atención, mucha atención. A todos los ciudadanos y forasteros se les informa que "Bribón", el ladrón más famoso del pueblo, continúa en libertad. Deben tener precaución porque es veloz y muy astuto. La recompensa para quien ayude a capturarlo es de quinientos dólares —repetía Hank Pearman desde su patrulla, utilizando un altavoz. Los forasteros al escucharlo temían al imaginar a un ladrón similar a "Al capone", pero cuando advertían que Pearman se refería a un mapache hasta les pareció jocoso y le tomaron como otra atracción más.
El oficial, pese a las bromas, se tomó muy en serio su papel como rastreador de "El ladrón más famoso del pueblo". Cada cinco metros bajaba de su patrulla y colocaba afiches de "Se busca" por el festival. A Nicolás no le preocupó que alguien delatara Tanuki. Aventajándose, había pedido a su amigo que durante el festival correteara por el bosque y que volviera a casa hasta caer la noche.
—¡Cuántas mariposas, papá! —escuchó reír a una niña.
Las Monarca volaron más cerca de Austen ese día, quizá agradeciendo la celebración en su honor. Muchas organizaciones ambientales también visitaron el festival. A su paso, Nicolás leyó: Cuidemos los pinos, Salvemos a los pingüinos, S.O.S Calentamiento Global, Cuidemos el Agua, Alto a la tala... Eran hippies, muchos hippies, entre todos destacaban una chica de apariencia asiática, un chico con cara de listillo y una pelirroja pecosa que vestía de forma tan estrafalaria como Emma.
—¡Todos somos hijos del amor y la naturaleza! —escuchó gritar a la pelirroja. Los tres decían venir de la ciudad.
En el centro destacaba una enorme mariposa de madera. Ese era el escenario y frente a este estaban colocadas doce filas de sillas. Ahí tocarían Los Rebeldes del Flamenco y Sin una puerta. A la derecha habían comercios que ofrecían todo referente a las Monarca: gorras, camisetas, disfraces, globos; o cosas más pequeñas como: joyeros, collares, anillos, imanes, figuras de cerámica o vidrio... solo faltaba verlas en ropa interior, pensó Nicolás.
La comunidad de Austen siempre ha colaborado durante el festival, los comerciantes como Gino y Betty vendían gelatos de Bacio, Mandorla, Nocciola, Fragola, Limone, Fior di latte y también de Mela. A la derecha de Gino, se ubicabaYago Almanza. Él sabía que estaba prohibido vender licor, por lo que su negocio ese día era de comida. Debbie y la señora Dupont, por el contrario, ofrecían postres.
—¿Quieres un pedazo de pastel, Nico? —le preguntó amablemente Debbie, asomándose para saludarle. Nicolás, que no había desayunado y sentía necesitar mucha azúcar, se comió todo rápido.
Al final del espacio de ventas encontró tiendas con talleres. Laila tenía a su cargo el de manualidades. La chica utilizaba botellas plásticas, latas y restos de papel para elaborar animales y adornos mientras hablaba de reciclaje. A su alrededor, tenía cinco mesas repletas de niños. Cerca de ella, Samuel y Hugo ofrecían recorridos para visitar el lugar donde estaban la mayor cantidad Mariposas Monarca.
El programa en el escenario inició a las diez de la mañana, dos payasos en zancos empezaron pese a que muchos niños prefirieron ir los juegos: el carrusel, carros locos, un pulpo, un barco pirata y una montaña rusa con forma de oruga. Nicolás, siendo ya un adolescente, no sintió ganas de subir.
—Al fin te encuentro —dijo una melodiosa voz detrás de él al cabo de un rato.
Nicolás se giró y sus ojos se toparon con los de Miyu. Ella traía puesto un Kimono azul.
—¿Me estabas buscando? —preguntó él, resistiéndose.
—Quizá —Ella lo rodeó.
—¿Para contarme el resto de la historia?
—No seas impaciente —coqueteó ella, mirándole como si le perteneciera hace mucho. Nicolás tragó saliva—. Por el momento tengo que ir a mi taller de Ikebana. Es el único que no ha empezado.
—Lo vi cerca del taller de reciclaje —Él intentaba alejarse.
—Sí, ahí está —asintió Miyu, acariciando su mejilla. La piel de Nicolás se erizó y la mujer sonrió triunfal. Habían pasado suficientes hombres por su cama como para ver fácil el seducir a un adolescente.
—Ya —gruñó él.
—Será peor si te resistes —amenazó ella, aunque procurando sonar seductora.
En la que me he metido...
Naoko y Nana la alcanzaron, ambas traían flores. Detrás venía Kotaro, cargando unas cajas y una mesa.
—Adiós, Nicolás —se despidió Miyu y él la perdió de vista entre el mar de gente.
¿Y Koki?
O no iba con ellos o aún no había llegado al festival, concluyó Nicolás al no verle.
A mediodía, Gino y Betty le llamaron para que los alcanzara en la tienda de Yago Almanza. Gino había pedido una paella.
—Ya vi a la competencia y vamos a ganar, Betty —anunció Jack, refiriéndose a los demás niños que vio disfrazados.
—Al terminar de comer te pondremos tu disfraz.
—¿A qué hora es el concurso? —quiso saber Gino.
—A las tres de la tarde. El premio es una sorpresa —saltó Jack en su asiento, sintiéndose ya el ganador.
—¿Cuál es el premio? —preguntó Nicolás.
—No lo sabemos, pero lo dará Emma. Ella organizó el concurso —contestó Betty.
Al terminar de comer Jack y Betty se alejaron para meter a Jack en su disfraz.
—¿A qué hora cantarán Los Rebeldes del Flamenco? —preguntó Nicolás a Gio, en lo que un asistente de Yago recogía su mesa.
—A las seis. Eso le explicaron a Yago. Con nosotros empezará el concierto —dijo Gino, palideciendo. Se veía nervioso.
Un grupo cuarenta niños disfrazados se acercaron al escenario. Naoko, junto a Nana que vestía de mariposa, se mantuvo lejos. El disfraz de la hermana de Koki tenía mucho detalle, sin duda Naoko se esmeró para ganar, concluyó Nicolás que, de haber sido juez, le hubiera dado el primer premio. Sin embargo, Jack era su competencia. El disfraz de oruga también destacó.
Los disfraces se asemejaban a animales que en sus bocas tenían cabezas de niños. De eso se estaba riendo Nicolás cuando alguien le cubrió los ojos.
—¿Miyu? —preguntó inmediatamente y escuchó un resuello.
—Emma —contestó Emma, pretendiendo no dar importancia a la ilusa equivocación.
—¡Cuántos niños! —exclamó Nicolás para cambiar de tema y suavizar su error. Estaba sintiendo que se le regurgitaba la paella.
—Sí, y me encanta el disfraz de Jack —asintió Emma, aparentemente indiferente.
—Aunque pareciera que la oruga se lo traga, ¿quiénes son los jueces?
—Samuel, el oficial Pearman, la señora Dupont y Yago.
—Ojalá la pulga favorezca a Jack.
—Ganará el mejor —suspiró Emma, que por ser la organizadora debía ser ecuánime.
Emma subió al escenario pues los niños esperaban con impaciencia.
—¡Buenas tardes a todos y bienvenidos al Festival Anual de la Mariposa Monarca! —saludó al tomar el micrófono y todos, excepto Naoko, aplaudieron—. Este día es especial porque nuestras mariposas emprenderán un viaje. Volarán al sur y regresarán hasta la primavera —El público le aplaudió—. Ahora quiero invitar a subir aquí a todos los niños y niñas que se inscribieron en el concurso. Los jueces que decidirán quiénes son los primeros cinco lugares.
Emma presentó a cada uno de los jueces y el público aplaudió otra vez.
Los niños subieron al escenario acompañados de sus padres. Naoko, que ignoraba que Emma era la organizadora, rezongó y en todo momento procuró colocar a Nana lejos de ella. Por el contrario, Betty situó a Jack cerca de los jueces.
Jack no era la única oruga sobre el escenario, pero sí el más orgulloso de su disfraz. Nicolás, en medio del público, le hizo la señal de victoria. Finalmente llegó el momento de anunciar al ganador y los jueces entregaron una hoja a Emma con el resultado. La ganadora fue Nana.
...
—Jack está muy contento a pesar de ser segundo lugar —dijo Emma a Nicolás al bajar del escenario.
—Sí, aunque tenemos que admitir que el disfraz de Nana era mejor.
—Ella mereció el primer lugar —Emma esbozó una mueca—. Su madre se mostró emocionada de tener que tomar el premio de mis manos.
—Esa fue la mejor parte —admitió Nicolás, viendo a Naoko alejarse muy molesta. Ya quería saber por qué odiaba tanto a Emma.
El sol cayó pero el festival continuó igual de concurrido. Nicolás y Emma se escurrieron entre la gente buscando qué hacer... Él intentó sujetar la mano de ella, pero esta se la negó. Un golpe al ego de Nicolás Rossi.
—¡Nico, quiero ir a los juegos! —le suplicó Jack al encontrarlos entre la multitud, Gino estaba ocupado con su grupo y Betty ayudándole, por lo que el niño solo contaba con el bolsillo de su hermano.
—Espera a que Gino esté libre —se negó Nicolás, no queriendo alejarse de Emma. Jack le dirigió una mirada piadosa a la chica.
—Quizá tu hermano prefiera visitar el taller de Ikebana, Jack —dijo esta, en tono acusador.
Nicolás disfrutó ampliamente de esos celos.
—No te preocupes por mi clase de Ikebana, Emma —dijo, celebrando en silencio que su ego continuara intacto—. La programé para más tarde... Acompañemos a Jack.
—Caminemos de prisa, Jack, no queremos que tu hermano llegue tarde a su clase —dijo ella a Jack en respuesta, castañeando sus dientes, pese a que el niño no tenía la menor idea de qué estaban hablando.
El juego mecánico más cercano era la montaña rusa oruga. Los tres hicieron una fila, sin embargo los vagones eran tan pequeños que sólo Jack pudo montar. Su disfraz era tan grande que se veía gracioso dentro.
—Una oruga encima de otra oruga —comentó Nicolás y le tomó una foto.
Emma no puso atención al comentario, cerca del juego caminaban Naoko y Nana que, cuando miraron a Emma, se alejaron. Nicolás decidió interrogar.
—¿Por qué te odian?
Emma suspiró con pesadez. —Culpan a mi papá de la muerte de una mujer llamada Yoshiko. Sólo eso sé... Aunque mi abuela asegura que él es inocente.
—Pero...
—¿Qué sentirías por mí de enterarte que soy hija de alguien que, supuestamente, le quitó la vida a alguien de tu familia? —le preguntó ella, interrumpiéndole—. No sé qué sucedió, pero esa familia no perdona a mi papá. No los culpo... A veces pienso que yo también me odiaría en su lugar.
"Y me odiarías a mí si supieras que soy el responsable de la muerte de mi mamá", pensó Nicolás, pero sólo lo reflejó en su mirada.
—Yo no podría odiarte, Emma —Fue lo único que dijo.
Él aún tenía pendiente la plática con Miyu en la que esta le contaría lo que sucedió entre Yoshiko y Daniel Appleton.
—¡Aca-acabamos de terminar el último recorido! —celebró Hugo, acercándose a ellos, tartamudeando más que de costumbre.
—Ahora sólo queda esperar el concierto —dijo Emma.
—Nicolás, vi a tu papá, a Yago Almanza y sus demás amigos subir sus instrumentos al escenario —recordó Hugo—. Ya van a tocar.
—¡Ya van a tocar! —exclamó Nicolás, sintiéndose culpable por no recordarlo, Gino le había dicho muchas veces la hora.
—No-nosotros tocamos a las ocho —contó Hugo, ya que nadie se lo preguntó.
—Ahí estaremos —respondió tranquilamente Emma. En opinión de Nicolás en su tono reflejaba las pocas ganas que tenía de ver a Koki.
—Tengo que reunir a todo el grupo —dijo Hugo—. Max y Jayden están comiendo; y Koki, la última vez que lo vi, estaba con Miyu en el taller de Ikebana.
Emma puso los ojos en blanco. Miyu, Miyu, Miyu... Nicolás escondió una risita.
Jack quería subir en cada juego, pero Nicolás y Emma lo tomaron cada uno de un brazo para llegar pronto al escenario. Estaban por debutar Los Rebeldes del Flamenco. Hugo, sin mucho interés en ese tipo de música, fue a buscar a sus amigos.
La animadora del concierto era Emma, por lo que volvió a subir al escenario cuando la cuadrilla de Gino estuvo lista para empezar.
—Ya está anocheciendo —dijo, en el micrófono—. Y llegó el momento de que empiece el concierto. Dos grupos musicales debutaran hoy, empecemos con... ¡Los Rebeldes del flamenco! —anunció y el público aplaudió sin muchas ganas. No sabían que iban a escuchar.
La música, sin embargo, fue bien recibida a pesar de ser particular. Amelia Almanza, hija de Yago, bailó sobre el escenario portando un vestido rojo. Betty y Jack, también mostrando su apoyo, abrieron la pista de baile... Como Jack aún vestía como una oruga, de lejos parecía que Betty bailaba con una almohada verde gigante.
Nicolás les aplaudió.
—¿Olvidaste tu clase de Ikebana? —le preguntó de pronto Emma, sin mirarlo a los ojos.
Nicolás dibujó una sonrisa en su rostro y la miró unos segundos antes de pedirle bailar con él. Ella le miró incrédula, y como una vez más no le quiso dar la mano, él mismo la alcanzó y la llevó hasta la pista de baile. Había anochecido pero si alcanzó a ver el rubor en las mejillas y cuello de Emma.
—Tengo algo mejor que hacer que ir a mi clase de Ikebana —dijo él, empezando a bailar.
Yago Almanza notó la presencia de la nueva pareja de baile y quiso ayudar al chico:
—¡Pero si es el torito embelesado por la niña de las dos lunas! —exclamó con tono de voz agitanado.
Emma apretó sus ojos queriendo que le tragara la tierra. Nicolás, en respuesta, sonrió más ampliamente y besó con fuerza su mejilla.
—Tengo la canción perfecta para ustedes dos —añadió Yago y empezó a tocar lentamente su guitarra.
Multimedia por si quieren saber mejor de qué va la cosa ♥.♥ El capítulo sigue abajo.
https://youtu.be/XBa1eTgSG1k
...
—La luna se está peinando... en los espejos del rio —empezó a cantar Yago—...y un toro la está mirando entre la jara escondido...
¿Entre la jara qué?
Nicolás no tenía idea, pero dio una vuelta a Emma tratando de bailar de alguna forma aquella canción, por lo que también decidió imitar los movimientos flamencos que Amelia zapateaba sobre el escenario.
—¡Y ese toro enamorado de la luna, que abandona por las noches la manada! —cantó a todo pulmón el hombre.
Otras parejas de baile se formaron, Los Rebeldes del Flamenco eran un éxito. El oficial Pearman, que tocaba una de las guitarras, hasta lanzó besos a sus nuevas admiradoras.
Nicolás y Emma se acostumbraron al ritmo y empezaron a divertirse, él le dio tantas vueltas que la hizo marear y reír...
—¡Bailas bien! —lo felicitó.
—Estoy inspirado —contestó él, besando las comisuras de sus labios... cosa que hizo jadear un poco a Emma.
Nunca la han besado, dedujo él acertadamente.
—...Las estrellas y luceros lo bañan de plata, y el torito que es bravío y de casta valiente...—continuó cantando Yago con los demás haciendo de coro— abanicos de colores parecen sus patas.
Cuando por fin terminó de esconderse el sol y la luna, bella con su vestido de plata, hizo brillar más la noche, fuegos artificiales saltaron hacia el cielo. Otra sorpresa de los organizadores para quienes aún se encontraban en el festival. Nicolás, resuelto a aprovechar el momento, se acercó lentamente a Emma, le soltó las manos y llevó las de él hasta el rostro de ella para acariciar con sutileza su mejilla. Los ojos de Emma, pestañeando, lo miraron como si intentaran reconocerle y sus labios temblaron... El estómago de Nicolás se encogió, se acercó más y Emma comprendió lo que quería hacer.
Era el momento del día en el que el sol y la luna se encuentran, un crepúsculo. Era... el momento perfecto. Emma, saltando un poco ante la lacerante anticipación, no esperó a que Nicolás diera el siguiente paso y cerró sus ojos para besarle primero. Él la recibió feliz.
Había amor ahí..., mucho.
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Dejémoslo aquí, en un momento feliz ♥.♥ Pronto seguímos.
Me causa mucha nostalgia que escribí esto hace cinco años y que hasta hoy hay gente que lee, de verdad apreciándolo ♥♥♥ Hasta siendo ganas de llorar...
Gracias de corazón.
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