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Capítulo XXII. La práctica de Aikido

Hoy dos capítulos c:

Capítulo dedicado a soylachely. ¡Gracias por llenarnos de comentarios!

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La práctica de Aikido

Alrededor de Tempura el viento agitaba los arboles recitando una candorosa melodía mañanera. Ese bosque acuoso era el lugar idóneo para acoger un mundo diferente y apenas escondido detrás de un sendero. La fachada de madera que atraía tanto a los forasteros que pasaban por Austen estaba dividida en dos, la más gran era el restaurante, y detrás, oculta de la gente, estaba el hogar de la familia Nagata y de la familia Kawamura. Vivían lejos del pueblo. Siempre fue así desde que llegaron a la región y cada uno, a su manera, se sentía parte de ese místico sitio. 

En el jardín alrededor de la casa pasaba cada temporada pintando al oleo Hachiro Nagata, un hombre acartonado que dejó atrás la época en la que con su voz aplastante disponía todo en ese sitio. No era tan anciano, pero la tristeza de perder a su hija Yoshiko le provocó tal abatimiento en el alma que desde entonces no sonreía, no hablaba y lucía avejentado. El desdichado Hachiro se levantaba desde muy temprano a pintar, sólo eso apaciguaba la culpa que sentía por no haber podido librar de la muerte a su amada hija. 

Cerca de donde estaba Hachiro, a través de una ventana de la casa, se podía apreciar una pequeña habitación que ostentaba sólo una cama en el centro y un pequeño mueble de madera arrimado a la pared. Nada más. Eso era suficiente para el guitarrista de la banda. 

En punto de las cinco de la mañana Koki despertó, y después de levantarse de su desapasionada cama, abrió su mueble y sacó de este un atavío que estaba cuidadosamente colocado en una cercha. Su equipo de práctica no podía dejarlo en un cajón; desde pequeño, Koki aprendió que la disciplina también la demostraría en el cuidado de su vestimenta. La primera prenda que componía el atavío estaba tejida con hilos de granos de arroz, era color blanco y parecía una bata, pero se llamaba: Keikogi. La segunda era su Hakama, un pantalón color negro, largo y con pliegues, cinco por delante y dos por detrás. Koki dejó el conjunto sobre su cama y se fue a bañar. Al terminar de asearse, se vistió tan pronto como pudo y después de someter su Hakama en el punto donde le enseñó su padre, metió cada pie en un par de zapatillas que llamaba: Zooris. Una vez terminó de vestirse salió al jardín. 

En el camino hacia el lugar de entrenamiento encontró a su abuelo, respetuosamente se dirigió a él inclinándose con un ceremonioso saludo japonés. Sin más distracciones a su paso, caminó por el bosque hasta llegar al lugar previsto. Su padre, Kotaro Kawamura, ya había llegado y estaba listo para empezar la práctica de Aikido. Esta vez Koki tenía que olvidarse de su guitarra y a adoptar durante el resto de la mañana el espíritu Samurái. 

El suelo estaba cubierto por hojas secas. Koki se sentó en posición Seiza, cerró los ojos y relajó su torso. Empezó a respirar lento, profundo y largo, y distendiendo cada área abdominal; porque en la disciplina del Aikido se utiliza a plenitud la energía mental y racionalmente la fuerza física mediante el desarrollo armonioso de todas las partes del cuerpo. 

Kotaro era un hombre de piel aceitunada, alto, vigoroso y con una presencia imponente. Koki físicamente se parecía a él, y sólo eso. En Japón, Kotaro fue discípulo de Hachiro Nagata y fue en el Dojo de Aikido donde conoció a Naoko, al ser ella hija de su honorable sensei. 

—Tu abuelo no me perdonaría la falta de deferencia al empezar la práctica de Aikido— dijo Kotaro e inclinó su cabeza saludando a su hijo. Koki hizo lo mismo—. La expresión de respeto y cortesía en relación al adversario, es necesaria además del entrenamiento y práctica continua en esta disciplina—añadió, sentándose también en posición Seiza—. El Aikido es el camino que reúne a todos los caminos del universo desde la noche de los tiempos. Es el espíritu universal que contiene y une a todos los seres. El Aikido es la verdad enseñada por el universo que debe regir nuestra vida en la tierra. El Aikido es el principio que une a la humanidad con la conciencia universal. El Aikido alcanzará su objetivo supremo cuando cada ser, después de haber seguido su propio camino, no sea sino uno con el universo. El Aikido también es la vía de la fuerza y la compasión que conduce a la perfección infinita y la gloria divina. Es tu deber honrar y seguir esta enseñanza—terminó de decir Kotaro, y Koki asintió respetuosamente. 

Koki ya sabía de memoria los cinco principios del Aikido, no obstante, su padre los repetía antes de cada práctica. 

—El primer principio del Katame waza, es: Ikkyo—dijo Kotaro.  

Los dos se pusieron de pie. Un segundo después de indicar su padre la técnica a practicar, Koki se lanzó sobre él intentando tomarlo con la mano derecha, pero Kotaro entorpeció el ataque al empujarlo por la muñeca, y al mismo tiempo, con su mano izquierda tomó el antebrazo derecho de Koki obligándolo a caer. Una vez logrado su propósito, el forzudo Kotaro soltó a su hijo y le permitió levantarse otra vez. 

—El segundo principio del Katame waza, es: Nikyo—dijo y esperó una vez más el ataque de su hijo. 

En afinados movimientos de caderas y rodillas, Koki se abalanzó sobre Kotaro y trató de tomarlo con la mano derecha, sin embargo Kotaro se la detuvo empujándole la muñeca usando este su mano derecha también, y fue en ese momento, cuando con su mano izquierda, agarró el antebrazo derecho de Koki al igual que la vez anterior; no obstante, en esta oportunidad lo obligó a inclinarse hasta que su cabeza casi tocó el suelo. Era una posición humillante para Koki. Acto seguido, Kotaro torció la muñeca de su hijo sin soltar el antebrazo y lo abalanzó hacia el frente forzándolo a terminar de caer al suelo. 

Teniéndole contra el húmedo suelo, Kotaro, aún con la muñeca de su discípulo sometida, le terminó de doblar el antebrazo. 

Después de doce años de practicar con su padre, a Koki ya no le dolían las técnicas de control e inmovilización. Las articulaciones de su muñeca, y también de su codo y su hombro, ya estaban acostumbradas a flexionarse. Aunque, para nadie en Tempura era un secreto que Kotaro como sensei era implacable. Sankyo, el tercer principio del Katame waza, al igual que la de Nikyo, también estaba basada en la de Ikkyo. Los tres ejercitaban las articulaciones de la muñeca y del codo. Aunque Sankyo dislocaba aún más la muñeca. Pese a eso, a la única técnica del Katame waza a la que Koki no se había acostumbrado a resistir el dolor era la última, la de Yonkyo, pues esta era la pericia que más dolor causaba en la disciplina del Aikid, y consistía en controlar al adversario utilizando sus puntos más débiles. 

—El cuarto principio del Katame waza, es: Yonkyo—dijo Kotaro con solemnidad y Koki suspiró levemente. 

Después de repetir los movimientos basados en el Ikkyo, Kotaro ejerció presión sobre un punto que se encontraba a unos cuatro dedos de la muñeca de Koki y sometió su antebrazo sin dificultad. La técnica se basaba en controlar al adversario presionando su antebrazo, con ambas manos, como intentando levantar una espada.

Naoko y Miyu siempre reprocharon a Kotaro la rudeza con la que trataba a Koki en la práctica de Aikido y por esa razón este prefería alejarse de Tempura para practicar. Para él era ridículo que las dos mujeres sintieran compasión por su discípulo. 

—Un Aikidoka no golpea a su oponente, usa su propia energía para dominarlo—repetía Kotaro como si Koki no lo supiera. 

Después de una hora de entrenamiento, recostado en el boscoso suelo y tan adolorido que no quería ponerse de pie, Koki atribuyó la dureza de su padre a que seguramente su madre ya había hablado con él para informarle que, por orden de Miyu, si podía continuar en la banda de música. De igual forma, le dejarían visitar Austen sin cuestionarlo tanto y también podía dedicar tiempo a su Gibson Les Paul sin reproches de nadie. 

—Es fácil tocar una guitarra, Kiyoshi—afirmó Kotaro mientras Koki continuaba en el suelo—. Difícil es lograr una perfecta disciplina a través de la comunión del cuerpo y la mente—agregó y caminó alrededor de su adolorido hijo.

Gracias a ese comentario de su padre Koki estuvo seguro de que la mañana sería larga para él. Se puso de pie otra vez y trató de esperar el siguiente ataque lo más digno posible. 

Kotaro de alguna manera quería castigarlo por preferir la música al Aikido y él estaba dispuesto a recibir el rencor de su padre, pues no había una peor ofensa para Kotaro Kawamura que condicionarle el cómo educar a su hijo, y aunque el Aikido proclamara la paz interior, Kotaro estaba tan molesto que no podía disimularlo. Pero una orden de Miyu era indiscutible. Todos en Tempura lo sabían. 

Cada técnica de Aikido requería de sincronización y armonía en movimientos circulares exactos. El Aikidoka es consciente que puede derrotar al Uke fácilmente si logra romper su equilibrio con la aplicación de llaves que lastimen sus articulaciones, y aunque Kotaro quería acrecentar las habilidades de su hijo mediante la práctica diaria, este prefería pasar el tiempo con su guitarra. ¡Pero cuánto le pesaría a Kiyoshi su afán por llevarle la contraría! —pensó Kotaro en respuesta a la disposición de Miyu—. Y el resto de la mañana él y su hijo, después de las técnicas de inmovilización, practicaron con el Katana, sable japonés. 

La meta del Aikido era "Evitar pelear y hacer daño", pero si el Aikidoka necesitaba defenderse podía hacerlo sin temor, eso sí, sin dar el primer golpe, porque eso iba en contra de los principios del Aikido. Esta disciplina busca agudizar los sentidos para que el Aikidoka, una vez diestro en cada técnica, adivine las intenciones del adversario y sepa que esperar de este. 

—¡La fuerza contra la fuerza no funciona en un combate! ¡El más fuerte vencería y lo que un Aikidoka hace es utilizar la fuerza de su oponente a su favor! —repetía Kotaro, mientras él y su hijo combatían cada uno con su Katana. 

Después de varios años de entrenamiento, los reflejos de Koki eran extraordinarios. Él adivinaba perfectamente cuál sería el siguiente movimiento de su sensei. 

—¡Tu deber es procurar el camino que te lleve a un encuentro contigo mismo en armonía con tu entorno! ¡No importa la competitividad! ¡la superación es personal! —continuaba señalando Kotaro mientras atacaba a Koki con el Katana— ¡Debes aprender a defenderte del enemigo, no a agredirlo!

Y terminando de decir esto, Kotaro lanzó un ataque a Koki con el que intentó cortarle la cabeza, el chico, sin pensarlo dos veces, inclinó la mitad de su cuerpo hacia atrás y evitó que el filo del Katana cortara su cuello. 

Koki estaba exhausto, las técnicas del Aikido habían sido más difíciles de enfrentar estando su padre molesto con él. Los dos decidieron dar por terminada la práctica y regresaron a Tempura. 

Caminando por el jardín notaron la presencia de Miyu y Naoko en el Kiosko a un costado del restaurante. Las dos mujeres estaban tomando té. 

—¡Kotaro!—llamó Miyu al hombre que aún estaba molesto con ella. 

—Ve a tu habitación y límpiate esa mano—ordenó Kotaro a su hijo e hizo su camino hasta el Kiosko. 

Acostumbrado a nunca contradecir a nadie en aquel lugar, Koki hizo lo que le indicó su padre. El apósito que había colocado Emma en su mano izquierda tenía un poco de sangre. 

—¿Qué tal la práctica de Aikido?—preguntó con mucho interés Miyu a Kotaro cuando este llegó al Kiosko. 

Antes responder, él saludó a las dos mujeres inclinándose frente a ellas. Ellas hicieron lo mismo.

—Muy placentera—respondió entonces a la pregunta. 

—¿Kiyoshi siente la divinidad del universo dentro de él o debo ir prepararle un baño con agua tibia?—preguntó con sarcasmo Miyu.

Kotaro caminó por el Kiosko y rió burlonamente. Naoko le sirvió un poco de té y él se sentó frente a ellas. 

—Tú sabes mejor que nadie sabes que aunque el Aikido parezca sencillo comparándole a otras artes marciales, es una disciplina difícil—contestó y bebió un poco de su té. 

—Vaya si no lo sé, no olvides que Hachiro fue tu sensei —le recordó ella con arrogancia y él asintió sin quitarle los ojos de encima. 

Naoko, como siempre, los escuchó sin interrumpir. No podía tomar partido en otra de las acostumbradas discrepancias entre Miyu y Kotaro, era una ofensa para cualquiera de los dos que lo hiciera. 

—¿Mañana es el turno de Nanami? —preguntó a su esposo con la intención de cambiar de tema. 

—Pero ella no necesitará un baño con agua tibia, Miyu—respondió Kotaro con altivez a la otra. 

*** 

Después quitarse la vestimenta y limpiar cuidadosamente la herida en su mano, Koki se recostó en su cama. Se quedó dormido y despertó una hora después cuando Miyu llegó a avisarle que le preparó un baño con agua tibia. 

—Vino a buscarte tu amigo Hugo, le dije que estabas dormido y tuvo que ir a no sé dónde sin ti—le contó mientras acomodaba algunas cosas en su habitación. 

—¿Dijo algo importante?—preguntó Koki,  aún adormitado. 

—Si—recordó ella—. Me preguntó si quería colocar un taller de Ikebana durante el Festival de la Mariposa Monarca. 

—¿Y qué le dijiste?—preguntó con mucho interés Koki y se sentó en su cama. 

—¡Hace ya tantos años que no práctico el Ikebana!—exclamó con un suspiro Miyu—. Aprovecharé esta oportunidad para desempolvar mis conocimientos. 

Koki no sabía si sentirse feliz porque Miyu aceptó participar en el festival y consiguió ayudar a Emma, o preocuparse por Emma al estar cerca de una persona que la desprecia tanto. Aunque no habrá motivo para que se acerquen —reflexionó—. Emma estaría demasiado ocupada en otras actividades y Miyu la ignoraría sin dificultad. 

—¿Y cómo sigue tu mano? —le preguntó a Miyu viendo que esta aún llevaba vendaje.

—Ya sanará —Le restó importancia la otra moviendo un poco sus dedos—. Quién diría que compartiríamos desgracia similar estos días, a qué sí —rió sin humor y Koki hizo una mueca acomodando su propio vendaje—. Por cierto, no sólo basta el permiso para visitar Austen cuando quieras, también debes hacerlo con estilo... —agregó ella antes de irse y, guiñándole un ojo, dejó la llave de su Mini Cooper sobre el mueble de Koki.

A pesar de estar adolorido, Koki sonrió al saber que tenía permiso para salir cuando quisiera, a dónde quisiera y en un vehículo. 

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Hoy nos dimos una idea más sobre cómo funcionan las cosas en Tempura :O ¿Opiniones?

Sigue otro capítulo que ME ENCANTA.

Les dejo una imagen del Aikido.

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