Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XX. Borracho y ladrón


Capítulo dedicado a una chica que siempre está pendiente de todo lo que publico: flaquiis13

------------

Borracho y ladrón

Nicolás llevó a Emma hasta la calle Magnolias y después regresó al centro del pueblo. No quería llegar a su casa o pensar en su madre; y sabía que si se quedaba con Emma tendrían que hablar de lo sucedido esa tarde, y eso era aún menos tentador. Por otra parte, pronto anochecería para ir hasta el lago, por lo que decidió esconderse en el bar de Yago Almanza. Sólo había ido una vez para comprar licor, pero el momento era idóneo para visitarle de nuevo.

Llegó al Rincón Europeo y estacionó a Vita frente a la tienda de su padre. Gino ya no estaba ahí. Nicolás no tenía que preocuparse de que le mirara ebrio.

—¡Nicolás Rossi! —exclamó alegre Yago cuando lo vio entrar—. Te llamé con la mente.

—¿A mí? —preguntó Nicolás, sarcástico—. Eres el único que solicita mi presencia en este momento, creo.

—¿Un mal día? Te vez reventao'.

—Terrible.

—¡Acabas de llegar al lugar indicao'! Peo' cuidaó, cuidaó. Ya sabéis que la casa sólo te ofrece vino.

—Lo que quieras servirme, Yago —resopló Nicolás y ocupó un asiento en la barra. 

Yago, que estaba limpiando todo con un trapo sacó una copa limpia para el nuevo cliente. 

—El vino es un licor pa' mujeres, en mi opinión. Aunque empinarse la botella completa y tomarse una pechá equivale a degustar un bucho de Whisky.

—Sólo sírveme, Yago —dijo Nicolás, mirando de reojo lugar. Era demasiada palabrería y él aún esperaba llenar hasta el tope su copa—.¿Para qué me necesitabas? —preguntó al recordar el caluroso saludo.

—Tengo algo que os puede interesar —Yago le sirvió el vino y se acercó más a él para no tener que hablar en voz alta—. Nico... lo tengo —añadió, misterioso.

Nicolás se echó un poco hacia atrás al sentir el intenso olor a Vodka que salía de la boca de Yago.

—¿Qué cosa tienes? —preguntó, sin mucho interés.

—Mejor dicho "a quién" —insistió la pulga con tono opaco.

—No entiendo, Yago.

—Vale, ya la cogerás. Ahora bebe el dulce vino que tanto ansias. Ya después te lo enseñaré —dijo con una sonrisa de triunfo y se apresuró a atender a otros clientes.

Nicolás ya había tenido suficiente esa tarde. No tenía ánimos de adivinar nada. Esperaría a que Yago le mostrara el por qué de tan misterio.

—Sígueme, chaval —le pidió después de un rato.

Nicolás siguió a Yago hasta un cuartucho escondido detrás del salón principal del bar. Dentro había un escritorio y sobre este Yago exhibía una colección de fotos suyas, más joven pero aún así resollando su usual habano. El lugar era oscuro, pero Nicolás entrevió una lámpara vieja que con dificultad ayudó a encender a la pulga.

—¡Me ha encojonao' este cacharro, peo' ya está! ¡Pero qué va! A otra cosa mariposa. Chaval, pensé en darte un telefonazo peo' no tenía pruebas. El pequeñín tenía ratos de no venir a visitarme. No sé quién lo abasteció este tiempo.

—No entiendo nada, Yago—insistió Nicolás.

—Me dejaré de rodeos. Ven pa' cá —le pidió y abrió uno de los cajones de su escritorio.

Sin comprender nada, Nicolás miró dentro y sólo pudo ver lo que parecía un peluche o una gran bola de pelos.

—¿Qué diablos es eso? —preguntó..

—El mapache...

—¿Bribón? ¿Tanuki?

—¡OLÉ! ¡Cogedlo ahí! Turuki, tintiki, tanati... cómo queráis llamarle. Aunque casi en todo Austen lo llaman Bribón.

—¿Por qué está ahí? ¿Está muerto?

A Nicolás no podría importarle menos, pero quería saber.

—No, el bisho está cegao'. Está ebrio.

—¿Ebrio?

—Te explicaré, Nico —Yago adoptó una actitud de estar a punto de dar una noticia de interés global—: Ese mapache al que llamáis Tanuki me ha buscao' durante años pa' darle licor, pues sabéis que el que no tiene padrino no se bautiza. Al principio no comprendí qué necesitaba de mí y se marchaba. Pero empezó a traerme objetos de valor y me di cuenta que sería mi mejor cliente.

—¿Estás hablando en serio, Yago? —Nicolás apena podía creerlo.

—¡Por los cojones de mi difunto abuelo que si! —exclamó animoso el otro, abriendo otro cajón y colocando el contenido sobre el escritorio—. Echa un ojo a esto. Hay lentes, billeteras, pequeños aparatos electrónicos. Por cierto...

—¡Mis iPod!

Nicolás cogió sus cosas y miró a Yago con enojo.

—Si... eso también —Yago Almanza se sintió un poco avergonzado—. Y hoy se ganao' las habichuelas trayendo un collar que al parecer es bastante valioso.

—Es el collar de la señora Benson —dijo Nicolás observando todas las cosas sobre el escritorio, desde joyas hasta objetos no tan valiosos—. Yago, todo esto es robado

—Sí, eso dicen —admitió el otro sin dar mucha importancia—. Pero, ¿qué debo hacer? Míralo... —señaló al mapache— es un títere del vicio.

Yago cogió con cuidado a la criatura para sacarla del cajón, y con sumo cuidado colocó a "su mejor cliente" sobre el escritorio. El mapache abrió lentamente sus pequeños ojos, sin embargo, cuando se percató de la presencia de Nicolás como pudo se paró sobre sus dos patas traseras para hacerle frente. Aún así no conseguía estar del todo erguido, estaba ebrio.

—Borracho y ladrón ¿No te da vergüenza? —le preguntó Nicolás con enfado.

Inmediatamente el mapache cubrió sus ojos con sus patas delanteras.

—Si le da, si le da —aclaró Yago, defendiéndolo—. Pero el vicio es el vicio... Si lo sabré yo...

Yago encendió uno de sus habanos y Nicolás suspiró:

—Hace algunos días hubiera querido disecarte, pero ahora —Nicolás observó a Tanuki y contó mentalmente del 1 al 10— me da igual. No tienes idea del lío en el que me has metido... pero al parecer tienes tus propios problemas.

Avergonzado, Tanuki "el Bribón" se recostó otra vez sobre el escritorio y miró a Nicolás suplicando un poco de compasión.

—Me visita en el transcurso de la noche. Entra por el techo —explicó Yago, señalando una abertura sobre su cabeza—. Y se va por el mismo lugar.

—Yago, no puedes continuar recibiendo cosas robadas.

—Lo comío' por lo servío'. No puedo darle al pequeñín producto gratis. Su gusto es el de los dioses.

—¿Por qué? ¿qué le das? —preguntó Nicolás, curioso.

¿Qué licor podría gustarle tanto a un mapache? Yago suspiró y ladeo la cabeza recordando:

—La primera vez le di un centímetro de Whisky peo' no estaba contento. Entonces decidí colocar frente a él copas pequeñas que contenían un poco de cada licor que tengo y ¿sabéis que eligió? Nicolás negó con la cabeza—. Sake. ¡Le encanta! Ese néctar es su gloria bendita. Es el licor de Japón.

—¿Japón? —repitió Nicolás y tras meditar un par de segundos recordó—: ¡Tempura!

—¿El restaurante de comida japonesa? ¡De qué vas tonto! Ahí estáis dando la jarilla ¿Qué relación tiene eso? —dijo Yago, confundido y continúo—: En mi opinión, Bribón prefiere el Sake porque éste es a base de arroz y yo estoy casi seguro que a los mapaches les mola el arroz.

Eso no tenía sentido para Nicolás que trató de recordar el día que visitó Tempura. ¿Por qué no lo pensó antes? Entre los cuadros que vio colgando de las paredes había uno de un zorro con una piedra anaranjada colgando de su cuello ¿Sería el Kitsune? Kitsune sonaba a una de esas palabras que Miyu explicaría su significado. Y el hecho de que a Bribón le gustara el Sake no podía ser casualidad.

—No lo había pensado —dijo—. Mañana iré a Tempura, y si no te importa llevaré a este —Miro con desagrado al mapache— conmigo.

—¿Ese giro lleváis? Bien, saludadme a Kotaro y a Miyu.

—¿Conoces a la familia Nagata?

—Nagata-Kawamura, sí. Suelen visitarme. Por Kotaro y el pequeñín conservo Sake en mi bar. Miyu también lo prefiere, peo' ha pedio' más cosas.

A Nicolás le sorprendió que Miyu frecuentara un bar.

—Quizá Emma pueda hacer algo por Tanuki —aseguró.

—¿La niña de las dos lunas? Esa tía es una bendita peo' lo ayudará sólo si tiene sake en su despensa. Te daré un saco pequeño pa' que te lleves al pequeñín. No será difícil porque se quedó sobao'. Aunque en algunas horas correrá tan rápido que, como ya sabéis, no podrás alcanzarlo.

—No me recuerdes eso porque volveré a considerar la idea de disecarlo o colgarlo por ahí —respondió entre dientes Nicolás, pero algo que dijo Yago también llamó la atención—: ¿Por qué te refieres a Emma cómo "la niña de las dos lunas"?

—Porque la noche en la que esa belleza nació yo vi dos lunas en el cielo.

Sin duda la noche Emma nació Yago estaba ebrio, contradijo en su mente Nicolás y Yago, advirtiendo que él tampoco le creyó, añadió:

—Chaval, sé que no me creéis, pero yo no soy un señorito de pan pringao'. Eso fue lo que vi.

Yago entregó un saco pequeño a Nicolás y entre los dos colocaron al bribón dentro. El mapache no se rehusó. Nicolás pudo sacarlo del bar, llevarlo con él y conducir a Vita sin ningún problema.

Estaba anocheciendo cuando llegó a su casa. Afuera estaba estacionado un carro viejo que reconoció, pues lo había visto en la Reserva esa tarde. Se acercó y observó el interior del vehículo. No pasó mucho cuando en los vidrios de las ventanas vio el reflejo de un hombre de pie junto a él

—Que gusto volver a verlo, señor Rossi —saludó Paul Hackett con su voz nasal.

—¿Usted? ¿Qué rayos hace aquí? —preguntó Nicolás molesto y se viró para verle de frente.

—Vine a contarle que los señores Benson fueron acompañados por mi persona a interponer una denuncia en contra de los miembros de la Reserva Ecológica de la Mariposa Monarca.

—¿Cómo?

—Tras lo ocurrido con el zorro esta tarde se convencieron de que el grupo que lidera Samuel Todd es responsable de los robos.

Nicolás notó que Paul Hackett llevaba con él una grabadora pequeña. No sólo era molesta su presencia, sino que, gracias a la grabadora, era definitivamente intolerable.

—¿Cómo supo donde vivo?—quiso saber inmediatamente.

—Investigué y algunas personas lo identificaron como hijo del dueño de la tienda "El italiano". Me presenté con su padre y él me guió hasta acá.

Gino no tenía la menor idea del lio en el que le había metido, pensó Nicolás e intentó buscar una solución.

—No tengo nada que decirle. Váyase —pidió y caminó hacia su casa, dejando a Paul Hackett con la palabra en la boca.

—Señor Rossi, comprendo su molestia. Debe haber sido traumática la experiencia de esta tarde, ¿Qué explicación de lo ocurrido le dieron en la Reserva? —preguntó Hackett persiguiendo a Nicolás y sosteniendo cerca de él la grabadora.

—No voy a darle una entrevista —negó Nicolás, continuando su camino.

¡Pero qué hombre tan insoportable! Nicolás estaba consciente de que llevaba con él al mapache, aún dentro del saco, así que trató de tener el mayor cuidado para que Hackett no notara que algo inusual. Aún así, el fastidioso reportero sacó una cámara de su bolsillo y corrió detrás de Nicolás hasta que se interpuso entre él y la puerta de entrada a la casa. 

—¡Señor Rossi, diga Whisky! —exclamó con tono burlón, y sin su permiso le sacó una fotografía.

Nicolás se apresuró a llegar a la puerta de su casa, se hizo de su llave y trató de abrir lo más pronto posible.

—¡No voy a robarle más de cinco minutos, señor Rossi! —insistió Paul Hackett.

—¡LÁRGUESE!

—Sólo quiero saber si formalizará su acusación y denunciará lo ocurrido.

Nicolás consiguió abrir la puerta y entró de prisa a su casa. Estaba por cerrar cuando Hackett interpuso su pie para impedirlo. Cansado, a través de la abertura que quedó en medio de los dos, Nicolás trató de explicar su lamentable acusación anterior por bien de Emma, y por que quizá de esta manera lo dejaría en paz el reportero.

—No fue mi intención acusar a los miembros de la Reserva. Ese día estaba molesto. Y no hay nada más que decir. 

—Entonces acepta, señor Rossi —dijo Paul Hackett, acercando la grabadora a Nicolás—, que usted acusó a los miembros de la Reserva Ecológica de la Mariposa Monarca como los responsables de entrenar a un mapache para robar.

—Lo dije en aquel momento—admitió—. Pero yo no quise...

—¿Y considera necesaria una investigación para encontrar al responsable? —lo interrumpió Paul Hackett.

—Sí, eso sería lo mejor para aclarar todo. La Reserva no será un lugar seguro hasta que atrapen al responsable.

—¡Muchas gracias por la entrevista, señor Rossi! —dijo Hackett echándose hacia atrás y apagó la grabadora—. Quizá nos veamos pronto para platicar sobre el resultado de la investigación de la policía local.

Retiró su pie y Nicolás cerró la puerta.

—¡Idiota! —protestó mientras subía las escaleras camino a su habitación.

Cerró con llave la puerta y colocó el saco sobre su cama. Con mucho cuidado sacó de este al mapache y lo acomodó cerca de una almohada, este bostezó y continúo durmiendo. Acto seguido, Nicolás cogió una de las botellas que le compró a Yago y la abrió para beber un poco. Buscó dentro del saco y también cogió la botella cortesía de Yago. En la etiqueta se leía: Sake. Nicolás la abrió por curiosidad e inmediatamente la pequeña nariz del mapache se percató del aroma, se arrastró y acercó su puntiaguda nariz a la boquilla de la botella.

—¿Es en serio? Pero si acabas de beber —se quejó Nicolás.

El mapache lamió la boquilla de la botella pero Nicolás la cerró. Alguien estaba tocando a la puerta.

¿Nico? —preguntó Jack—. ¿Estás ahí? Betty quiere saber si vas a cenar.

—Ya cené, Jack—mintió—. Dile a Betty que gracias.

¿Puedo entrar? —preguntó Jack.

Nicolás escondió las botellas, cogió el saco y con señas le pidió al mapache que se metiera dentro. Este obedeció sin chistar.

—Igual no te daré la botella—le susurró y abrió la puerta a Jack.

—Mi papá quiere saber dónde estabas—le preguntó su hermano con más ímpetu que un interrogatorio de Paul Hackett.

—Con Emma... —mintió Nicolás.

—No es cierto. Emma vino a buscarte hace una hora.

Rayos.

En plan de detective, Jack miró cuidadosamente a Nicolás como si tratara de averiguar algo.

—Salí por ahí, Jack... ya me conoces. Intenté conocer a algunas chicas.

—Pero Emma es tu novia.

—¿Emma? —Nicolás rió—. No... Ella sólo es mi amiga.

—Te advierto que te estaré vigilando —le advirtió Jack y salió otra vez de la habitación.

Nicolás volvió a sacar la botella de vino del improvisado escondite debajo de su cama. cogió el saco que escondía al mapache y salió sigilosamente de la casa. 

Afuera buscó su escondite en la parte trasera de Lázaro.

El saco se movió y de este salió el "Bribón" a acompañarlo.

—Sabes  —le dijo—. No necesito que me vigilen. Yo puedo cuidarme solo —Abrió la botella de vino—. No soy un niño. Ya tengo edad hasta para ir a la Universidad.

Se empinó la botella, bebiendo un cuarto de su contenido.

El mapache, erguido sobre sus dos patas traseras, ladeó su cabeza hacia un lado y vio a Nicolás con curiosidad. Sus pequeños ojos negros brillaban como si dentro tuvieran una estrella pequeña.

No te juzgaré si tú no me juzgas —le dijo Nicolás y abrió la botella de sake para darle un poco—. Es más, creo que nos vamos a llevar muy bien.

El mapache estaba de acuerdo.

Nicolás se quedó en la parte trasera de Lázaro hasta que el reloj marcó media noche. Emma no bajó a acompañarlo y eso le dolió.

—¡Si ella no quiere venir que no venga! —dijo, ya bastante ebrio. Eso era evidente al estar ya una hora dialogando con un mapache—. ¡No la necesitamos!, ¡Que se vaya a consolar al idiota de Samuel si lo prefiere! ¡Que se vaya con él!

Cuando ya no lo quedó una gota de vino, regresó a su habitación. Jack ya estaba dormido. Nicolás se recostó y acomodó al mapache cerca de su almohada.

—Ten cuidado, nadie debe verte —le susurró.

—¿Dijiste algo? —preguntó Jack, adormitado.

—Nada... Duérmete.

***

El Mustang convertible de Margueritte Dupont aparcó en la calle Magnolias ya muy tarde. Del vehículo, además de la señora Dupont, bajaron Debbie y Emma.

—¡Adojo las fiestas! —exclamó Margueritte—. Gracias por acompañagnos, Emma.

—Fue un placer.

Una amiga de Margueritte Dupont y Debbie estaba de manteles largos y las señoras celebraron hasta tarde. Emma aceptó acompañarlas, pero deseaba volver pronto para ver a Nicolás. No habían podido platicar después de lo sucedido esa tarde.

—Emma, ya es tarde. Es hora de entrar —indicó Debbie cuando le vio caminar hacia la casa de los Rossi.

—Sólo quiero ver algo —dijo Emma, que acercó a Lázaro advirtiendo que Nicolás ya no estaba.

—Emma... —la llamó otra vez Debbie.

—Ya voy.

Emma quería pensarque Nicolás ya estaba descansando en su cama. Estaba preocupada por el daño quepudieron hacerle las palabras de Samuel y el resto.

--------------

La conversación entre Yago y Nicolás reveló mucho xD ¿Se queda el mapache con Nicolás? 

Hey, lo estuve pensando y ¿qué opinan de colocar un reparto en la historia? No lo he hecho con ninguna hasta ahora y siempre he tenido la inquietud. ¿Qué opinan? Ayúdenme a buscar a los personajes. Emma tiene 17 años y es rubia, muy rubia. Eso es importante. No olviden que se describe su pelo como un rubio casi blanco. Nicolás tiene 18 y es de porte italiano y Koki pues es de ascendencia japonesa. Dejen en el grupo de Facebook a los posibles candidatos y ahí eligiré a los que se quedan. Como Emma, por ejemplo, me encanta Annasophia Robb, pero pueden haber otras candidatas.    

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro