Capítulo XI. La herida de Koki
¿Qué tal les cae Koki y su familia? c:
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La herida de Koki
Hugo, muy puntual como siempre, pasó por Jayden, Max y Koki en su estropeada camioneta, que además de no tener una puerta se le estaba cayendo la lodera. Los cuatro chicos ensayaban en el garaje de Emma desde hacía ya tres meses, y como ella les pidió que tocaran en el Festival de la Mariposa Monarca, y tras pensarlo cada uno por su cuenta, decidieron ensayar más. Era su primera presentación pública y querían destacar.
Al llegar a la casa morada ubicada en la esquina de la calle Magnolias, Hugo abrió el garaje en lo que los demás bajaban los instrumentos de la camioneta. A Koki le empezó a incomodar la cortadura en su mano izquierda debido al esfuerzo que estaba haciendo y, sin querer, dejó caer al piso uno de los platillos de la batería de Hugo.
—¿Qué te paso en la mano? —le preguntó Hugo al darse cuenta.
—Me corté hace un rato —respondió Koki sin dar mucha importancia—. Estoy bien, pero sangra un poco.
—¿Te duele?
—No lo suficiente para no tocar mi guitarra —aseguró mientras levantaba el plato—. No te preocupes.
Emma, que se apresuró a salir de su casa al darse cuenta que llegaron sus amigos, escuchó a Hugo y a Koki en lo que caminaba hacía el garaje.
—Perdón, eh... Escuché sin querer —dijo con timidez a Koki—. ¿Puedo revisar la herida? —preguntó.
Al darse cuenta que Emma se dirigía a él y no a otro, Koki dejó caer una vez más el platillo de la batería; y en lugar de recuperarlo miró a Emma con desconcierto.
Hugo hizo una mueca al escuchar un pedazo de su amada batería cayendo otra vez al piso.
—Eh... No es necesario, estoy bien —respondió Koki, nervioso.
—Por favor, permíteme revisarla. No soy enfermera pero no es difícil darse cuenta de que no está vendada apropiadamente —insistió ella al notar un poco de sangre sobre el improvisado vendaje.
Koki miró el apósito que inútilmente intentó colocarse en Tempura, sabía que Emma tenía razón, pero la evitó:
— En serio, no me duele. Ya sanará —insistió, alejándose de ella. Pareciera que tuviera frente a él a un perro rabioso y no a Emma.
—Me alegra que no te duela —sonrió amable Emma—. Pero, ¿me permites revisarla? Me iré enseguida, lo prometo— insistió ella, acercándose.
—Estás en tu casa, no tienes porque irte —respondió tímidamente Koki, sospechando que Emma había dicho eso por su indiferencia diaria..
Emma le sonrió ampliamente y, sin hacer caso a sus objeciones, se acercó, tomó la mano izquierda de Koki y la revisó. Los demás chicos rieron y se aclararon la garganta para incomodar todavía más al ya avergonzado Koki. Hugo trató de no perder de vista cada reacción de su amigo.
—En mi casa tengo un botiquín de primeros auxilios. ¿Me acompañas? —le preguntó Emma.
—En serio, estoy bien—insistió Koki, respirando con dificultad.
—Escucha. En uno o dos días quizá hasta tengan que cortártela. ¿Estás seguro de que no prefieres que la tratemos a tiempo? —lo regañó ella.
—Si Koki, ve con Emma a sanar tu herida —sollozó burlonamente Jayden y puso su mano sobre su corazón, dando a entender que ése era el lugar de la herida.
Emma fingió no darse cuenta de las burlas para no incomodar más a Koki.
Aunque lo dudó una vez más e intentó dar alguna otra excusa, finalmente Koki aceptó seguir a Emma hasta la casa morada; eso sí, caminando diez pasos detrás de ella.
Antes de entrar, miró sobre su hombro y vio a los demás chicos reírse. Les dirigió una mirada asesina y entró a la casa. Después se vengaría de ellos, de momento sólo pensaba en que a su madre se moriría de un infarto si supiera que estaba dentro de la casa de los Appleton.
Koki se quedó en la puerta hasta que Emma le pidió que continuara caminando. Ella lo guió hasta la cocina.
—Siéntate, por favor —pidió, mostrándole una silla. Después salió de la cocina.
Él la escuchó subir las escaleras.
¿Iría a buscar el botiquín de primeros auxilios? Mientras ella volvía él observó la cocina. Estaba muy limpia y tenía un delicioso olor a chocolate. Por la puerta entró Moshe, el enorme y peludo gato color gris de Emma, que miró al extraño con rencor y caminó alrededor de él como si intentara intimidarlo. Koki no le puso mucha atención, ya estaba lo suficientemente nervioso. Pensó en pedirle un vaso con agua a Emma, pero eso daría pie a alguna conversación y no era lo mejor.
Moshe finalmente decidió dejar en paz a Koki y salió de la cocina saltando a una mesa y después a una ventana. Koki consideró la posibilidad de hacer lo mismo pero no quiso ofender la hospitalidad de Emma, por lo que una vez más estaba solo en aquel lugar prohibido. Quién lo diría, estaba en el cuartel del enemigo con una herida en la mano.
Emma regresó pronto e intentó iniciar una conversación:
—¿Viste a Moshe?
—Sí... creo. Si te refieres al gato acaba de salir por la ventana —respondió Koki con timidez.
—Iría a pasear por ahí, siempre lo hace —Emma secó sus manos con una toalla—. Creo que le gusta la música de la banda.
Koki rió:
—Me alegro que al menos le guste al gato —susurró como si pretendiera que no lo escucharan.
—A mí también me gusta lo que escribes para la banda —se quejó Emma.
Como si se tratara de un protocolo importante para ella, Emma acomodó el botiquín de primeros auxilios en la mesa y sacó de éste: tijeras, gasas, alcohol y vendas. Koki miró cada objeto con inquietud y continuó evadiendo la mirada de Emma, pues temía que sospechara que las canciones que él escribía para la banda hablaban sobre ella.
—Será rápido —dijo Emma para tranquilizarlo pues lo notaba demasiado nervioso.
—Em... ¿Tienes experiencia haciendo esto? —preguntó él mirando con turbación las tijeras.
—No, pero siempre hay una primera vez. Experimentaremos —contestó ella con una sonrisa mientras limpiaba las tijeras con alcohol... sólo para asustarlo.
Incauto, Koki finalmente la vio a los ojos y demostró no entender el chiste, ¡se trataba de su mano! Emma rió.
—¡No es una operación Koki! —dijo con una sonrisa e hizo a un lado las tijeras—. Cualquiera sabe desinfectar una herida.
—Cualquiera menos yo—admitió él e intentó quitarse el inútil vendaje que se colocó.
—Pero enseguida lo arreglaremos.
Emma se acercó a ayudarle y él le permitió terminar de quitar el vendaje. Emma observó con detenimiento la herida.
—¿No te molesta que te diga "Koki"? O al menos eso dijo Hugo.
—No, no me molesta —respondió él, sonrojándose—. Entonces, ¿me tendrán que cortar la mano?
—¡Dime que no te creíste eso! —exclamó ella, curiosa.
—Ahora que lo pienso es poco probable —Koki dudó—, pero lo dijiste con tal seguridad que cómo no preocuparse.
—Tuve que hacerlo, eres necio —Ella hizo una mueca y Koki se sonrojo un poco más—. Y la herida no es grave pero si está un poco profunda. ¿Qué te paso?
Con mucho cuidado, Emma tomó a Koki por la muñeca y lo llevó hasta el lavadero; estando ahí lo ayudó a enjaguar la herida mientras esperaba a que él le contara qué pasó.
Koki, además de la incomodidad que le causaba que Emma detuviera su mano, pensaba en una buena anécdota que contar. No le diría que la herida se la hizo con un cuchillo de cocina para que ella pensara que él es torpe.
— Práctico Aikido con mi padre —dijo, haciéndose el interesante—. A veces requiere el uso de Bokken, un sable de madera; pero mi padre y yo preferimos usar un Katana —Emma se mostró confundida—. Un Katana es un sable curvado que utilizan a los Samuráis. Guerreros japoneses. Hoy nos precipitamos en el combate y yo me corté...
Antes de ese día él desconocía la necesidad de impresionar a una chica.
—¿Sabes usar un sable? Impresionante. Yo soy una torpe hasta con los cuchillos de cocina —contó Emma y Koki sonrió nervioso—. Aunque debes tener más cuidado, no queremos perder al guitarrista de la banda.
Emma le secó la mano con una toalla y lo llevó de regreso a la mesa para seguir tratando la herida. La ojiverde presionó con una gasa la cortadura para que esta no se infectara y después la vendó.
—Si te aplico alcohol la irritaré —dijo—, es mejor sólo lavarla. La sangre me asustó pero después de todo la cortadura no es tan profunda.
—Si necesitas aplicar alcohol para limpiarla, por mi está bien. Estoy acostumbrado al dolor, no me afectará —fanfarroneó el otro.
Ese chico silencioso escondía a un osado guerrero sin duda, pensó Emma y lo miró impresionada.
Koki se sentía complacido. Él quería mostrarse valiente y fuerte frente a ella, pero cuando Emma hizo un poco de presión sobre la herida para continuar vendando, a él le dolió de tal manera que hizo una mueca.
—¿Te dolió? —preguntó Emma preocupada y dejó de presionar la mano.
—No, por supuesto que no —dijo él, nervioso, y fingió que no le importó que ella presionara la lesión—, ¿pareció que me dolió? No, no...
Tal y cómo recordaba que era la forma correcta de hacerlo, Emma continúo vendado la mano de mientras Koki miraba. Ella no era experta pero hizo lo mejor que pudo.
—Te cambiaré el vendaje hasta que cicatrice —advirtió, guardando todo otra vez.
—Gracias.
—Me llamo Emma Appleton —se presentó y le tendió la mano.
Koki la miró sorprendido, él sabía que ése era su nombre, sin embargo comprendió que nunca se habían presentado.
—Mucho gusto, Emma... Yo soy Kiyoshi Kawamura —se presentó él también y recibió su saludo tomando su mano.
—Prefiero llamarte Koki —dijo ella con ternura y él se sonrojo una vez más.
Salieron de la casa y él se apresuró a acompañar a los chicos, que ya habían empezado a ensayar una de las canciones que Koki escribió para Emma.
Sin mucho éxito, Koki intentó borrar la sonrisa que se le dibujo en el rostro. Era la primera vez que hablaba con Emma.
Emma se quedó escuchando el ensayo. Miraba con inquietud la casa de los Rossi esperando que Nicolás no saliera. No lo quería ver después de lo sucedido con el pastel.
Como le había prometido a Naoko que no llegaría tarde, Koki apresuró a los chicos a irse de casa de los Appleton un poco antes de las seis. Todos se despidieron de Emma, hasta Koki que antes de ese día prefería subir a la camioneta y decirle adiós sin fanfarria.
Al irse la banda Emma regresó a su habitación. Diez minutos después llegó a casa su abuela. Emma pensó en bajar a saludarla, pero como estaba molesta con ella por obligarla a llevarle un pastel a Nicolás, prefirió dar de comer a Moshe que había llegado de su paseo y ahora la acompañaba.
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En el siguiente capítulo volvemos con Nicolás. Les adelanto que el capítulo se llama "El otro pastel de chocolate". c:
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