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Capítulo VII. El Omiyage de Yoshiko

El Omiyage de Yoshiko

Después de caminar por el boscaje, al llegar otra vez a Tempura Nicolás miró a Nelly y a Jack muy cómodos en una de las mesas del restaurante, estaban jugando con palillos. ¡Pero qué divertidos parecían ellos cuando él tenía que enfrentar la idea de vivir sin su iPod!

—¿Encontraste al mapache? —preguntó muy chacotero Jack cuando lo vio llegar.

—No, pero lo encontraré.

Le había declarado la guerra.

A tía Nelly le perturbaba la idea de su sobrino peleando con un mapache y prefirió cambiar de tema:

—Te pedí Sushi y yo pedí Teppanyaki. Ya sabes que no me gusta el pescado.

Nicolás tomó asiento.

Sushi está bien.

Nicolás estaba cansado de discutir con quien se le pusiera enfrente.

—¿Cansado? —le preguntó con tono irónico Jack, aún disfrutando molestar a su colérico hermano.

—Llamé a Alerta Naranja para denunciar el robo. Discutí con los dos chicos que conducen el programa.

—¿Dijiste que un mapache te asaltó?—exclamó Jack, sorprendido. Ni él se atrevería a decir eso en la radio.

—En primer lugar, estoy seguro que ese mapache —señaló el bosque— no era cualquier mapache. Y si, dije quién me asaltó. Ellos me pidieron que describiera al ladrón. ¿Qué iba a decir? "Alto, musculoso e imponente" —aseguró molesto recordando el aspecto del petulante Samuel Todd.

—¿Y por qué discutiste con ellos? —preguntó Nelly que tampoco podía creer que Nicolás hablara del mapache en la radio.

—Se burlaron de mí... y como miembros de la Reserva Ecológica, son los responsables del robo.

—Pero el mapache te robó en Tempura —criticó Nelly.

—Lo sé pero ¿dónde duermen los mapaches? ¿En árboles o en tatamis? —contestó él sintiéndose fastidiado de no contar con el apoyo de nadie. Ni siquiera con el de su hermano y su tía. Esto confirmaba su antigua sospecha de que la historia de su vida se titula: Todos contra Nicolás.

Una vez más, Nelly cambio de tema, no quería pasar la ultima tarde junto a sus sobrinos discutiendo sobre un mapache. Buscando algo mejor que hacer, admiró la decoración de Tempura. Qué peculiar restaurante, comida japonesa en medio del bosque. Ése era el principal atractivo del sitio además del paisaje boscoso y paredes decoradas con pinturas al oleo. Paneles estilo Shoji. Un techo oscuro ribeteado con lámparas en forma de Wagasa.

A Jack, no muy entusiasmado con los ambientes rimbombantes, únicamente le llamó la atención unas grullas de Origami que colgaban de algunas lámparas Wagasa. Pero Nelly concentró su interés en algo más: a través de una de las ventanas notó la presencia de un anciano que pincelaba un paisaje sentado en una silla en medio del jardín. Se veía triste. Nicolás también lo observó y se preguntó si los lienzos tan extraños que estaban en el restaurante los había pintado él.

Absortos en cada detalle de aquel excepcional sitio estaban cuando se acercó a su mesa una joven mujer japonesa que lucía un Kimono azul estilo Yukata.

—Nico, te presento a Miyu —comentó Nelly a la vez que Miyu sonreía a Nicolás—, nos ha atendido muy bien —prosiguió, pero Nicolás apenas escuchaba. Miyu le pareció una mujer muy atractiva y la miró embelesado. Dedujo que quizás tendría unos veinticinco años. La cara de ella era angosta con rasgos finos y ojos pequeños, y su cabellera era castaño rojizo no color negro como usualmente lucen las mujeres japonesas—. Por cierto dice que el mapache se llama Tanuki —añadió Nelly notando el interés de su sobrino en Miyu. No le extrañó, pues la donairosa mujer caminaba con elegancia alrededor de la mesa.

Miyu sirvió té verde a cada uno.

—Me dijeron que se llama Bribón —aseguró sutilmente Nicolás, encantado de dirigirse a Miyu.

—Quienes vivimos en Tempura lo conocemos como "Tanuki", un mapache al que le gusta hacer travesuras —aclaró con un tono amable Miyu.

Nicolás no quería escuchar algo más del mapache a no ser que le contaran que estaba enjaulado y recuperaron su iPod. Así que, olvidando ese mal rato, se dejó llevar por el atractivo de Miyu. Y aunque el galanteo era una de sus cualidades, respondió torpe al encanto de Miyu. Entre sus conquistas sólo figuraban chicas de su edad no de veinte y tantos, y en su mayoría frívolas y muy tontas. Ninguna tan fascinante y que demostrara tanta seguridad.

Miyu enseñó pacientemente a Jack a comer con palillos.

—Tenemos una duda. ¿Qué significa "el Omiyage de Yoshiko"? Está escrito en el rótulo de la entrada —preguntó Nelly demostrando ser experta en comer con palillos.

Omiyage significa obsequio —respondió amable Miyu—. Una joven que vivió aquí, de nombre Yoshiko, pintó los lienzos que están en las paredes y ése es el Omiyage que nos dejó.

—¿A dónde se fue Yoshiko?—preguntó Jack a Miyu.

—Ella es ahora un Kami— respondió cariñosamente ella, mientras servía más té a Nicolás.

—¿Un Kami? —preguntó Nelly, confundida.

Kami es un espíritu de la naturaleza —respondió poéticamente Miyu dirigiendo su mirada al bosque.

—¿Eso quiere decir que Yoshiko está muerta? —exclamó con vigor Jack y Nicolás le dio un puntapié para que no siguiera preguntando.

Él sabía perfectamente lo molesto que podía ser responder preguntas incómodas a un desconocido.

—Sí, por eso es un Kami —aclaró Miyu que no parecía sentirse incomoda con tanto interrogatorio, pero después de terminar de servir el té se fue.

—¿Tía Nelly, mi mamá es un Kami? —preguntó Jack mirando con molestia a Nicolás por el puntapié dado.

—Tú mamá no es japonesa, Jack. Ella es un ángel

El tono de Nelly dejaba entrever su molestia. Le gustaba la cultura japonesa pero para ella su hermana estaba en el cielo y no deambulando por un bosque.

—¿Pero por qué Yoshiko es un Kami y mi mamá un ángel? —continuó Jack.

—Porque si, Jack —contestó tajantemente Nicolás, y puso fin a lo que advirtió sería una lista interminable de preguntas por parte de Jack.

Nicolás y Nelly observaron los lienzos que pintó la mujer de nombre Yoshiko. Eran paisajes de bosques en los que figuraban criaturas extrañas. El cuadro más cerca de la entrada tenía un zorro color marrón con una piedra anaranjada colgando de su cuello, y no sólo ese era raro. Otro tenía unas personitas pequeñas color verde que se asemejaban a extraterrestres, cada una mostrando un gesto diferente. Ese cuadro en especial era un boscaje nocturno. El que estaba a la par de este tenía pincelado un enorme gato gris, que además de tener un aspecto feroz, lucía dos largas colas serpenteándose entre sí ¿Un gato con dos colas?, ¡Vaya rareza! —dijo a si mismo Nicolás—. Los demás cuadros estaban detrás de él y frente a Nelly que los curioseaba boquiabierta. Uno era el dibujo de cinco hombres vestidos de blanco, todos con aspecto violento. Estos portaban en su cabeza sombreros estilo orienta y arcos o dagas en las manos. A la par de ese, estaba otro lienzo con una pequeña mustela color gris pintada en un paisaje que parecía llevarse un torbellino. Sin embargo, el que estaba colocado en la pared del lado izquierdo de la mesa era el más espantoso de todos. Se trataba de una anciana en medio de una arboleda sombría, esta tenía cara deprimente, sagaces ojos rojos y largo cabello blanco enmarañado. A su alrededor volaban tres cuervos dorados mientras esta intentaba salir de la tierra apoyándose en sus dos manos. ¡Pero qué singular el arte de Yoshiko! —pensó Nelly y se lo expresó a su sobrino con una mueca de espanto. A Nicolás no sólo le parecieron estrambóticas estas pinturas, sino que se sentía observado por las extrañas criaturas. Ambos tenían curiosidad y querían saber más del "Omiyage" de Yoshiko, pero cuando Miyu se acercó a servirles un poco más de té verde prefirieron callar para evitar más preguntas incomodas de Jack.

Nicolás no le quitó los ojos de encima a Miyu hasta que la vio entrar en una de las puertas estilo Shoji, y fue en ese momento cuando descubrió otro lienzo. Este oleo era especial, no otra rareza a pesar de que el escenario también era un bosque. En este estaba pintada una mujer de larga cabellera negra, sin duda japonesa por el Kimono rojo estilo Furisode que le cubría. Muy hermosa —pensó Nicolás—. Aunque no más que Miyu para su gusto. En el momento oportuno señaló la pintura a Nelly.

—Quizá sea Yoshiko —dijo ella con pesar y se preguntó si moriría joven al igual que Pia.

Jack, que aún sostenía muy mal sus palillos, escuchó el comentario de Nelly y corrió hacía el lienzo. Después de observarlo unos minutos aclaró la duda de su tía.

—¡Si es Yoshiko, tía! —exclamó con emoción.

—¿Cómo lo sabes? —le preguntó Nelly y corrió detrás de él por miedo a que tocara algo.

Jack señaló una placa dorada colocada en el marco del lienzo. Nicolás, que también se aproximó a ver la pintura, miró con atención la placa. Los tres leyeron juntos: Yoshiko Nagata, Diciembre 1976-Abril 1995.

—Murió demasiado joven —lamentó Nelly y, sin poder evitarlo, un par de lágrimas brotaron de sus ojos.

—Sólo tenía dieciocho años —añadió Nicolás.

Distraídos por la pintura no advirtieron que Miyu se acercó a ellos:

—Sí, ella es Yoshiko —dijo, sonriendo amable.

—¡Oh! Lo siento, mi sobrino es muy curioso —se disculpó Nelly volviéndose a ella.

—No me molesta hablar de Yoshiko —aclaró Miyu—. De esa manera conservo su recuerdo y le permito continuar conmigo. La muerte no es el fin del amor hacía una persona.

—Mi hermana, la madre de Nicolás y Jack—dijo Nelly secándose las lágrimas y señalando a los dos chicos— falleció hace poco. Quizá por eso quisimos saber más de Yoshiko.

Jack suspiró. Miyu lo escuchó y se arrodilló frente a él:

—No importa si tu mamá es un Kami o un ángel, como sea ella siempre estará contigo —le dijo y lo abrazó tiernamente.

Aunque conmovidos por la gentileza de Miyu, Nelly y Nicolás se sintieron intrigados al darse cuenta que ella había escuchado la discusión sobre si Pía era un Kami o un ángel.

—¿Qué es eso? —preguntó Jack a Miyu señalando el fastuoso collar alrededor del cuello de ella. De este colgaba una piedra anaranjada.

—¿Mi collar? Oh... —Ella sonrió ella sin dar mucha importancia—. Es una vieja reliquia familiar.

Jack miró el collar con curiosidad.

Nicolás dio un codazo furtivo a Nelly y señaló el lienzo del zorro que también lucía una piedra anaranjada alrededor de su cuello. El collar de Miyu era similar a ese.

—¿Es el mismo collar? —quiso saber Nelly y se acercó a la pintura del zorro. No quería quedarse con la duda y comparó el collar dibujado en el lienzo con el de Miyu.

—Quizá es el mismo —respondió un poco nerviosa Miyu y pronto intentó cambiar de tema—: ¿Vienen de muy lejos? —preguntó.

—Ontiva.

Nicolás también miró con interés el lienzo del zorro color marrón.

—Nunca había visto un collar como este —insistió a su vez Jack.

—No es cualquier collar, la piedra tiene poderes asombrosos —sonrío Miyu y se quitó el collar para colocarlo en el cuello de Jack. También guiñó un ojo a Nelly y a Nicolás que la escuchaban atentos.

—¿Qué poderes?—preguntó emocionado el pequeño.

—¡Toda clase de poderes! —contestó con la misma emoción Miyu y continuó en un tono como si contase una historia de misterio—: Provee la habilidad de escuchar cualquier cosa sin importar el lugar en el que estés, facilita mucha sabiduría y, por supuesto —sonrió ampliamente—. También te permite hacer cosas divertidas como tomar la forma de algo.

—¿Cómo qué?— preguntó Jack con más interés.

—Sólo si es parte de la naturaleza —aclaró ella.

—¿Árboles, flores, animales?

—Piedras, pájaros... Lo que sea parte de la naturaleza —añadió y dirigió una sonrisa a Nelly y a Nicolás que la escuchaban exceptivos.

¡Vaya imaginación la de Miyu!, concluyó Nicolás con un gesto perturbado.

Miyu platicaba con ellos cuando a Tempura llegó una familia que también tenía apariencia de ser forasteros. Miyu no les prestó mucha atención porque estaba entretenida con Nelly, Nicolás y Jack. No obstante, de una de las puertas estilo Shoji salió otra mujer, también japonesa, alta y esbelta. Su cabellera si era color negro, no castaña rojiza como la de Miyu, y estaba peinada con un moño. Sus rasgos físicos eran similares a los de Yoshiko, aunque era mayor. Nicolás advirtió que quizá por eso su actitud era mucho más formal que la de Miyu, que era jovial.

—Hay otros clientes, Miyu —indicó la mujer con seriedad a Miyu.

—Y estaba por atenderlos —respondió amable Miyu e hizo espacio a sus nuevos amigos—: Naoko, te presento a Nelly, a Nicolás y a Jack. Vienen desde Ontiva.

Naoko se inclinó ante ellos con formalidad y, tras mirar con severidad a Miyu, caminó hacía la mesa que ocuparon los otros clientes. Miyu la siguió, pero antes, para despedirse, también inclinó la mitad de su cuerpo frente a ellos.

—Están en su casa —les dijo y fue a ayudar a Naoko.

—Quizá sea su mamá —opinó Nicolás mientras observaba a las dos mujeres japonesas.

—La hubiera presentado como tal —dijo Nelly.

Nicolás escuchóalgunas conversaciones de los demás forasteros y notó que sólo él había sidovíctima de Tanuki ese día... y eso le causo más molestia al respecto. 

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Gracias por estar leyendo, pero sobre todo GRACIAS por estar comentando ♥ Muchas sorpresas se vienen. ¿Quiénes leyeron Reginam? La Mariposa Enjaulada también esconde muchos sorpresas. Es una historia con muchos misterios.

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