Persecución
—¿Qué ha sido eso?
James ya estaba escudriñando entre los árboles, armando un escudo con una mano y colocando un hechizo de visión sobre sus ojos. Seguí su ejemplo y esperamos en silencio. Sólo en aquel momento empecé a notar el extraño ambiente. El bosque siempre tenía movimiento, incluso de noche. Sobre todo de noche. Animales, aves a la distancia, insectos… Cuando todos los ruidos se detenían, nos enseñaban que un depredador estaba cerca. Tal vez lo mejor sería largarnos de allí y volver con ayuda.
—James…
Pero nunca llegué a terminar esa frase. Algo se movió entre los árboles y volvimos la vista hacía allí. Fue visto y no visto. Emmeline Swift estaba trepada sobre los hombros de Irina, que corría hasta casi volverse una mancha difusa. Justo detrás de ellas una sombra negra las perseguía.
—¿Acabas de ver lo mismo que yo? —preguntó James.
Sin esperar que respondiera gritó un hechizo y empezó a correr. Él mismo se convirtió en otra mancha y me apresuré a imitar su encantamiento de agilidad. Corrimos sin parar por varios minutos hasta que la escena se volvió clara frente a nuestros ojos. Irina y Emmeline corrían delante. Detrás, un lobo de más de tres metros, las perseguía. El ruido que hacía por sí solo era capaz de ensordecer a cualquiera. Ni siquiera se preocupaba si había un árbol en el camino: se limitaba a destrozarlo sin perder de vista su objetivo.
Empezaba a pensar que deberíamos atacarlo para poderlo llevar a la Cofradía, cuando sucedió. Estábamos tan concentrados en aquella extraña combinación de persecución e huida que la súbita aparición del acantilado nos sorprendió a todos. Apenas tuvimos tiempo de tomar las ramas más cercanas para evitar caer al vacío. Era interminable. No podíamos rodearlo ni abarcar con la vista dónde terminaba. En la noche, las rocas que esperaban por nosotros semejaban la entrada al infierno.
Pero era evidente que el lobo lo sabía. Lo leí en su sonrisa llena de colmillos de casi veinte centímetros cada uno y tuve el extraño presentimiento de que nos dirigió hacia allí como ganado.
Sólo nos quedaba enfrentarlo y James me dirigió un asentimiento para tomar lados opuestos. La bestia sonrió, como si disfrutara que no tuviéramos otra opción. Era inmensa, casi el doble del tamaño del último hombre lobo. La única semejanza eran los ojos. Brillantes como carbones ardiendo en la noche. No, había otra similitud: la marca en el cuello.
Antes de que pudiera pensar en un hechizo, un rayo se estrelló contra su cuerpo. En el instante en que lo tocó, este se deshizo en chispas luminosas y supe que no tuvo efecto. Lo conocía. Era un hechizo de rayo de nube a tierra. O, para ser más específicos, de nube a lobo.
Irina y Emmeline aparecieron entre los árboles y sólo entonces parecieron darse cuenta de nuestra presencia.
Pero no teníamos tiempo para el momento "y-ustedes-qué-hacen-aquí". Además sospechaba que mi única ocurrencia, "perseguir conejos ", no era una respuesta muy creíble.
Tercer hombre lobo que combatimos juntos, pensé. A estas alturas, en otras culturas ya estaríamos casados.
Por la expresión de adoración de James cuando Irina se lanzó contra el lobo, supuse que a él no le habría importado. Para ser sincero, si me fijaba en las manos en llamas azules de Emmeline, a mí tampoco.
Esta vez era diferente. Me sentía como en una verdadera partida de caza, donde puedes casi saborear la muerte, donde sabes que debes usar los mejores hechizos que tengas. Y eso hicimos, durante los siguientes dos minutos.
Cuando mi hechizo de congelamiento fracasó por tercera vez, admití que algo iba mal. Había funcionado, aunque sólo fuera unos segundos, con los últimos hombres lobo. ¿Por qué ahora ni siquiera lograba un instante? Los demás tampoco tenían mucho efecto. El lobo resistía los golpes de Irina sin inmutarse, como si fuera sólo una mosca molesta. James se arriesgaba cada vez más para poder lanzarle un hechizo a quemarropa. Parecía inmune al fuego de Emmeline, a quien había visto reducir objetos a cenizas en segundos.
—Kyle —gritó James apareciendo a mi lado de repente, mientras Irina luchaba contra los intentos del lobo para quitarla de su espalda—, combinemos un hechizo.
Tragué saliva. Nunca había combinado un hechizo fuera de clase. No desde que Burchett nos lo enseñó el año pasado.
—¿Seguro?
James ni siquiera escuchó mi duda.
—Congelamiento a las tres —me gritó—. Uno, dos…¡tres!
No despegué la vista de sus manos para asegurarme de que seguíamos el mismo ritmo y gritábamos el hechizo en simultáneo. El haz de luz que proyectamos hacia el lobo impactó en la parte posterior de su cuello. Irina había desaparecido de allí y supe que nos había oído.
Pero sorprendentemente, lanzar el hechizo fue como chocar contra una pared. Mis brazos se doblaron al segundo siguiente y dejé de sentir los dedos. A mi lado, James se tambaleó. Su mirada de estupor me dijo todo.
¿Qué estaba pasando?
Fue en ese segundo que el lobo clavó las patas en el suelo y nos dirigió una mirada que me heló la sangre en las venas. Se movió tan rápido que me volví hacia todos los lados intentando encontrarlo.
—¿Dónde…?
Algo que sonaba como un terremoto me hizo girar la cabeza hacia la derecha. Irina acababa de estrellarse contra el suelo, y el lobo cerraba sus dientes con furia tan cerca de su cabeza que pensé que se la arrancaría en cualquier instante. No había tenido idea de lo mucho que confiaba en Irina para acabar con el lobo hasta que me quedé aterrorizado ante la posibilidad de que esas mandíbulas se cerraran sobre su cuello.
Emmeline estaba allí al segundo siguiente, convocando un hechizo de choque tan poderoso que brilló en una cápsula de energía. Las ondas de expansión hicieron que incluso yo, que estaba a tres metros, me tambaleara. Era increíble que sólo consiguiera que el lobo soltara a Irina.
Pero Emmeline no fue capaz de quitarse a tiempo.
Las garras del lobo la golpearon tan fuerte que barrió el suelo a su paso.
—¡No! —Irina y yo habíamos gritado al mismo tiempo. El ataque a Emmeline pareció hacer entrar a Irina en una furia asesina. Se lanzó con tanta rapidez que creí que había desaparecido. James, noté, también estaba allí, usando escudos mágicos para protegerse y lanzando puñetazos cubiertos de fuego verde.
—¡Em!
Corrí hacia ella y me detuve a su lado. Abrió los ojos y me sonrió. Incluso con la cara llena de tierra y el cabello alborotado lucía hermosa. De hecho, se veía mil veces mejor.
—Estoy bien —dijo poniéndose de pie con dificultad—. Sólo ha destrozado mi escudo.
Volvió la vista hacia el lobo. Hice lo mismo.
Las palabras volaron de mi boca cuando contemplé la escena frente a mí. Irina y James luchaban con tanta fuerza que me dieron un escalofrío. No entendía por qué el lobo seguía vivo. Y eso me dejó una sensación aún peor en la boca del estómago.
—Deja de subestimarlo —oí gritar a James.
—No lo subestimo —gritó ella en respuesta.
La desesperación en su voz hizo que James reaccionara. Sus golpes se multiplicaron de tal forma que parecía tener dos brazos más.
Si no fuera porque mi vida peligraba, tal vez hubiera admirado la rapidez con la que Irina lanzaba un hechizo detrás de otro o cómo había dejado de verla más que como una ocasional mancha blanca. No duró mucho. Cuando sentí a Emmeline correr hacia ellos, la seguí.
Algo iluminó la escena en ese momento. Desorientado, miré hacia el cielo, para ver la luna. No estaba llena, era sólo una gibosa creciente pero estaba cubierta por nubes un segundo antes.
Hubo una sacudida y algo que sonaba como un motor apagándose. James cayó contra el suelo con tal fuerza que me dio miedo cuando no se movió. Pero nuestros problemas no acababan allí. El lobo había capturado a Irina del cuello. Nos devolvió otra vez su sonrisa y oí el sollozo de Emmeline a mi lado. La bestia aulló a la luna y, con Irina aún prisionera entre sus garras, se lanzó hacia nosotros.
No iba a dejarla allí sola, incluso aunque fuera tan buena hechicera como yo. Nunca antes había lanzado tantos hechizos de choque seguidos pero el lobo ni siquiera se detuvo, nada parecía hacer efecto.
Me moví hacia un lado, para desviarlo de su camino y me impulsé en un salto para atacar su brazo y, como mínimo, liberar a Irina. James seguía sin moverse.
Di el salto más largo de mi vida y conjuré con todas las fuerzas que me quedaban un nuevo hechizo de choque. La estática hizo que los vellos de miss brazos lucharan por dejar mi piel. Sin embargo, cuando intenté visualizar mi objetivo, ya no estaba allí. Desorientado, di la vuelta. La sombra que apareció delante de mí me dijo que fue un mal movimiento. No tuve tiempo de voltear nuevamente. Sentí algo golpeándome desde atrás y mi última imagen fue la de la oscura tierra del bosque, con alguien que gritaba mi nombre de una forma hermosamente desgarradora.
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Hola a todos!!
Sé que me odian por tenerlos otra semana más en suspenso (soy tan malaaaa jajaja)
Espero que hayan disfrutado estos capis y pronto la historia va a aclararse un poco más (o volverse más confusa, depende de cómo quieran verlo). Gracias por los comentarios, y si hubiera forma de votarlos o ponerlos en favoritos, creo que lo haría con todos.
Amo esta historia y les agradezco infinitamente por leerla.
Saludos!
Vale
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