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Capítulo 3 💫

«Un día me preguntarás que es más importante, si mi vida o la tuya. Yo diré que la mía y tú te irás sin saber que tú eres mi vida».

🐺

Opté por ignorar al hombre de mirada fría. No iba a permitir que me arruinara esa noche.

El repiqueteo de un bastón se escuchaba en el piso, y sabía muy bien de quién se trataba. Brielle y yo volteamos a ver la cara de nuestro querido amigo Isaac.

—¡Mis damas! —exclamó Isaac con una reverencia, su voz resonando con una cadencia propia de la época medieval. —Permítanme decir que su presencia ilumina este salón con una belleza incomparable. Si la elegancia pudiera tener forma, seguramente tomaría la de ustedes dos, mis queridas amigas.

Brielle y yo sonreímos, conmovidas por las palabras caballerescas de Isaac. Su elocuencia y su galantería me transportaron a la vez que veíamos las películas de príncipes y princesas. Con un gesto de agradecimiento, aceptamos sus palabras con gratitud, sabiendo que provenían del corazón de un verdadero caballero.

Con una sonrisa cálida, Brielle y yo intercambiamos una mirada de complicidad antes de responder a Isaac.

—Isaac, siempre tan gentil y cortés —dijo Brielle, con un destello de gratitud en sus ojos—. Sus palabras nos llenan de alegría y nos hacen sentir como verdaderas damas de la corte.

Asentí con agradecimiento, agregando:

—Verdaderamente usted es un caballero en todo sentido, Isaac. Su amabilidad y su espíritu noble es un tesoro que valoramos profundamente.

Isaac inclinó la cabeza con humildad, su rostro iluminado por una sonrisa amable.

—Es un honor para mí servirles, mis queridas amigas. Que esta noche esté llena de alegría y felicidad, como ustedes merecen.

Con cada paso, su presencia inspiraba respeto y admiración, mientras que su bastón, más que un simple apoyo, parecía ser un símbolo de su fortaleza y determinación. A pesar de su condición, su elegancia no se veía comprometida, sino que resplandecía aún más en contraste con su pequeña discapacidad física.

—Isaac, estás guapísimo —declaré y lo abracé.

—No más que ustedes, chicas —dijo después de separarnos, moviéndonos a una mesa con un mantel en un lindo color beige—. Por cierto, Nyssa, vi a tu papá, está por allá.

—¿De verdad? —pregunté y miré hacia donde me señalaba. A lo lejos lo observé enfrascado en una animada conversación con tres personas; dos mujeres y un hombre.

—Mi tío es uno de ellos, no sabía que estaría aquí, pero vino desde Francia. Dijo que fue elegido para ser el alcalde, una sorpresa en verdad. ¿Qué haría un hombre como él en un pueblo como este?

—Wow, eso es impresionante —respondí, tratando de ocultar mi sorpresa. Mi mente se agitaba con preguntas sobre cómo un hombre tan importante como su tío terminó en nuestro modesto pueblo. ¿Qué lo habría llevado a dejar atrás todo lo que conocía para asumir un cargo tan significativo aquí? Las posibilidades me desconcertaban, pero también me intrigaban.

—Ahora, mi querido amigo es el sobrino del alcalde. Las cosas en verdad cambian de un día para otro —dijo Brielle sonriéndole de manera pícara, e Isaac la ignoró—. Creo que me gustas.

—Hace un día, recuerdo que no querías nada conmigo. ¿Qué te ha llevado a cambiar las cosas? —preguntó, y comenzamos a reír.

—Solo... mi corazón dice que eres mi alma gemela —comenzó, y volvimos a reír.

Antes de que el tema de su tío se desvaneciera por completo en mi mente, noté a mi padre y sus amigos en la distancia. De repente, mi corazón dio un vuelco cuando vi que se dirigían hacia nuestra mesa. Rápidamente me levanté, murmurando a mis amigos un "Vuelvo en un momento" antes de salir en su búsqueda.

—¡Nyssa, cariño! —exclamó mi padre con una sonrisa, mientras me acercaba—. Permíteme presentarte a unos viejos amigos.

Las dos mujeres, elegantes y llenas de vida, intercambiaron sonrisas conmigo mientras mi padre comenzaba a presentarlos.

—Este es Dalton Hill, un viejo amigo mío que también fue muy cercano a tu madre —dijo con orgullo mi padre. Luego, se dirigió a las mujeres a su lado—. Ella es Claudia, amiga de toda la vida y esposa de Dalton, y la hermosa joven a su lado es su hija Danna.

Mi corazón latió con fuerza mientras estrechaba la mano del Sr. Hill, la conexión con mi madre añadiendo una capa de nostalgia y calidez al encuentro. Aunque no recordaba mucho sobre ella, saber que este hombre compartió una parte de su vida con ella me hacía sentir más cerca de alguna manera.

Dalton irradiaba un aura de tranquilidad que contrastaba con su mirada dura y poderosa. A pesar de que suponía debía tener la misma edad que mi padre, seguía luciendo sorprendentemente joven. Su presencia imponente estaba equilibrada por una sonrisa cálida y acogedora, que transmitía una sensación de calidez y cercanía. Era evidente que Dalton era un hombre de muchas facetas, capaz de transmitir fuerza y amabilidad al mismo tiempo.

Las dos mujeres no se quedaban atrás en cuanto a belleza. Claudia irradiaba elegancia con su rostro sin arrugas y un vestido rojo que resaltaba su figura. Su confianza y gracia sugerían una edad más joven de lo que podría suponerse para alguien en sus cuarenta años, y su presencia dominaba la habitación con una autoridad tranquila pero innegable.

A su lado, Danna era una visión de audacia y encanto. Su cabello negro caía en cascada hasta su cadera, con las puntas teñidas de azul que parecían arder como llamas de fuego. Sus ojos azules brillaban con una intensidad igual a la de su cabello, y su sonrisa contagiosa iluminaba la habitación con una energía vibrante y cautivadora. Juntas, Claudia y Danna formaban un dúo imponente, cada una con su propia belleza única pero igualmente deslumbrante.

—Es un placer conocerlos a todos —respondí con una sonrisa mientras cada una se acercaba para besar mis mejillas a modo de saludo.

—Es un placer conocerte también, Nyssa. La última vez que te vi apenas eras una chiquilla, ¡y mírate ahora, toda una mujer! —expresó Claudia, agarrándome de los antebrazos.

—Gracias —murmuré apenada, con una sonrisa tímida en mi rostro.

—¡Hola, Nyssa! Mi papá y mi mamá siempre nos han hablado de ti. Es genial finalmente conocerte en persona. Eres muy bonita —mencionó Danna, su rostro iluminado por una sonrisa.

¿Había más personas en la familia? Puesto que Danna había dicho "nos han" en vez de "me han", pero decidí no preguntar y simplemente contestar a sus palabras.

—Muchas gracias. También debo decir que tienes una sonrisa contagiosa y una vibra muy acogedora —dije mientras notaba cómo ella se acercaba a mí para tomarme del brazo y alejarnos de su familia.

—Me la robo por un momento, ¡sigan con sus asuntos de adultos! —vociferó ella, mientras nuestros padres simplemente hacían un ademán de que estaba bien.

—De verdad estaba nerviosa por dejar Francia y venir aquí, ya que no conocía a casi nadie. Pero creo que contigo podré sobrellevarlo. Me caíste bien desde que te vi. Espero haber causado la misma impresión en ti —sus ojos azules escudriñaban mi rostro, esperando algún indicio de negatividad. Sentí un cálido sentimiento llenar mi pecho. Era como encontrar a la hermana que nunca tuve.

—¡Definitivamente! Me alegra mucho escuchar eso. Estoy segura de que nos llevaremos genial juntas.

—¡Genial! Ahora puedo estar tranquila —sonrió y carraspeó—. ¿Quieres algo de tomar? porque yo sí, aquí hace mucho calor.

—No, estoy bien.

—Bueno, ¿puedes esperarme frente a esa gran pecera? —preguntó, señalando un lugar—. Vuelvo enseguida.

—Está bien, Danna, te espero —respondí con una sonrisa antes de que se alejara.

Me volví y me dirigí hacia la gran pecera que destacaba en medio del enorme pasillo, brillante y hermosa con luces en colores claros que iluminaban a los lindos pececitos que nadaban dentro. Al acercarme, el espectáculo acuático me recordó a mi tortuga Molly, descansando en su pecera de agua dulce que estaba en mi mesita de noche en casa.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras me acercaba a la pecera y comenzaba a observar a los peces con gran interés. Siempre me había fascinado el mar, lo que se reflejaba en mi elección de estudiar biología marina. Empecé a contar los diferentes tipos de peces que veía: un pez guppy, un oranda, un pez telescopio con sus característicos ojos grandes y bonitos. La vista del pez telescopio me hizo reír como una tonta y había muchos más.

Entonces, coloqué mi mano en el vidrio de la pecera y el pez oranda, curioso, se acercó y se posó en mi dedo. Le di un suave toque al vidrio con mi otro dedo y el pez se alejó asustado.

Continué observando fascinada mientras los peces nadaban grácilmente frente a mí. Cada uno de ellos parecía tener su propia personalidad, sus colores vibrantes y su elegante movimiento me hipnotizaban. Me sentí en paz, como si estuviera sumergida en un pequeño fragmento del océano que tanto amaba.

Estuve tan sumergida en la hermosa pecera, observando a los peces, que apenas noté un destello de movimiento en el reflejo del vidrio de la pecera. Enfoqué mi vista y vi el reflejo de una persona al otro lado. Mi corazón dio un vuelco cuando vi a un chico sonriendo hermosamente. Su sonrisa parecía irradiar una calidez que me conmovió profundamente.

Una sensación de conexión inexplicable me invadió, como si hubiera algo más allá de esa sonrisa encantadora. Sin dudarlo, me encontré caminando en su dirección, sintiendo una atracción inexplicable hacia él. Cada paso aumentaba la sensación de que había algo especial entre nosotros, algo que trascendía el simple encuentro casual en una fiesta.

Al llegar a su lado, noté que él aún no me había notado, lo que me sorprendió, pero también me permitió apreciar su tranquilidad.

Decidí posarme a su lado, compartiendo silenciosamente el espacio frente a la pecera mientras observábamos juntos a los peces. Mis ojos se posaron en un pez blanco que nadaba elegantemente entre los demás. Con una sonrisa, señalé hacia él y comenté:

—Ese de allá, es un pez Ángel en color blanco. ¿Es bonito, verdad?

Esperaba iniciar una conversación, pero también disfrutaba del momento compartido en silencio, sintiendo una conexión especial con aquel chico.

Toda mi vida, mi corazón había permanecido intacto; nunca había latido por nadie. Sabía que era algo raro, pero nunca me había enamorado ni sentido atracción por alguien. Brielle había mencionado que era una persona asexual, alguien que no experimentaba atracción sexual por otros. Sin embargo, no se trataba solo de eso. No podía enamorarme de nadie; no podía sentir atracción romántica por otra persona. ¿Qué significaba eso?

Isaac había sugerido que cuando me ponía nerviosa delante de alguien, era porque me gustaba. ¿Entonces, cuando mi papá me regañaba y me ponía nerviosa, eso significaba que me gustaba? Desde luego, Isaac no tenía idea de nada. Era asqueroso pensar de esa manera sobre mi papá.

Luego, Brielle había explicado que cuando te gusta alguien, quieres seguir viendo su cara sin importar cuándo o dónde, sientes esa necesidad de querer estar a su lado y conocer más sobre esa persona. Y eso era exactamente lo que sentía en ese momento. Quería seguir viendo al chico, estar a su lado y conocerlo mejor, saber su nombre, su edad, todo sobre él.

Brielle tenía razón; algún día llegaría esa persona destinada para mí.

🐺

 ¡Hola a todos/as!

Les traigo el capítulo 3. Espero que lo disfruten. Seguiré actualizando pronto si todo va bien.

✨ ¿Qué les pareció el capítulo?

¡Hasta la próxima! Cuídense.

—Erika M.

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