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Capítulo 25 💫

🐺

Danna me miró con determinación, como si pudiera hacerme sentir que todo esto tenía sentido.

—¡Ese es mi hermano! Vamos, Damon, salva a Nyssa. Ella seguro te lo agradecerá. —Dijo con una sonrisa de aliento, dándome un leve empujón para animarme. —Sé que es difícil, pero puedes hablar con ella adentro y pedirle permiso 

Me quedé en silencio, sintiendo el peso de la decisión. La verdad era que no quería tocarla, no de esa manera. Pero tenía que hacer algo. Finalmente, solté un suspiro y respondí:

—No la tocaré. Hay algo mejor.

Con ese pensamiento, me saqué la camisa y entré a la habitación. La escena que me recibió me hizo detenerme en seco. Nyssa estaba mucho más roja que antes, su piel brillaba y su respiración era irregular. Se tocaba el cuello en un gesto de desesperación, y mis ojos fueron directo al suyo. Pero entonces, los suyos bajaron a mi torso, admirándolo con una intensidad que me hizo sentir como un puberto de nuevo.

Recordé que no era la primera vez que Nyssa me veía así; ella había sido testigo de cada detalle, incluso de cómo la Diosa Luna me trajo al mundo. Esa idea, aunque risible, me provocó un torbellino de sensaciones que no sabía cómo manejar.

Sin pensarlo, la agarré con suavidad y la cargué, pasando mis manos por debajo de su rodilla y otra en su espalda. Sentí su cuerpo ligero contra el mío mientras salía de la habitación. Todos en el pasillo se quedaron mirándonos con asombro.

Marie, con una sonrisa burlona, rompió el silencio:

—¿A dónde vas con ella?

—Si creíste que no me daría cuenta de que había otra solución, estuviste equivocada... —respondí, sintiéndome seguro de mis palabras—. El lago Luminaris la ayudará. No lo recordaste solo porque querías un poco de drama en tu vida. Pero aun así querías que tocáramos a Nyssa, sabiendo que ella seguramente no quería y nos odiaría por siempre. Porque en ese estado, no está consciente de casi nada.

Diciendo esto, salí de la cabaña y sentí la brisa fresca en mi piel. La sensación fue un alivio. Pero al mirar a Nyssa, la vi tocando mi torso con una mirada lujuriosa, enviando una sensación de calor por todo mi cuerpo. Me recordé que solo estaba absorta por el afrodisíaco, que no sabía lo que estaba haciendo.

Con la pelirroja cargada en mis brazos, eché a correr, dejando que mis instintos tomaran el control. El bosque se volvía una mezcla de sombras y destellos, con las ramas arañando mi piel, el suelo lleno de raíces ocultas y hojas secas que crujían bajo mis pasos. A cada zancada, sentía las piedras y espinas rasgar contra mis zapatos, pero no me importaba; el tiempo era mi único enemigo.

Sentí que mi corazón latía con fuerza mientras corría lo más rápido que mi velocidad inhumana me permitía. Las sombras del bosque pasaban volando a mi alrededor, como si el mundo se desvaneciera a mi paso. No quería perder tiempo; Nyssa necesitaba ayuda, y el lago Luminaris era nuestra única esperanza.

El lago había estado oculto durante milenios, desde la caída del imperio del emperador Reign. Según la leyenda, él había desaparecido el mismo día en que su esposa, Briana, se suicidó. Era un lago que él mandó a construir para ella, un refugio donde su alma pudiera encontrar paz. Se decía que el agua tenía el poder de limpiar cualquier oscuridad o impureza, y solo aquellos de naturaleza sobrenatural conocían su existencia. Por eso, tenía que ser cauteloso.

Mientras seguía corriendo, sentí a Nyssa abrazarse con más fuerza a mi cuerpo, como si buscara refugio en mí. Su calor se mezclaba con la agitación que emanaba de ella, y su voz, llena de desesperación, resonaba en mis oídos.

—Damon... tengo mucho calor. No puedo respirar bien... —susurró, su aliento entrecortado. Cada palabra salía entre jadeos, y podía sentir cómo su cuerpo temblaba contra el mío.

Mis instintos se agudizaron. La preocupación me llenó, y la urgencia por llegar al lago creció como una ola descontrolada. La presión de sus brazos a mi alrededor me recordó cuán frágil se volvía bajo el efecto del afrodisíaco. Sabía que no podía permitir que su estado la consumiera.

—Todo va a estar bien, Nyssa —respondí, intentando que mi voz sonara calmada, aunque la ansiedad se colaba en cada palabra. Ella se aferraba a mí, y la fragilidad de su estado me rompía por dentro.

Cada vez que sus ojos buscaban los míos, veía un atisbo de pánico. Era como si la desesperación se reflejara en su mirada. Sabía que en ese momento, no estaba del todo consciente de lo que estaba pasando.

—Damon, por favor... —su voz era un hilo de angustia, sus ojos llenos de lagrimas—. No puedo... respirar...

La imagen de su rostro, enrojecido por el calor y la angustia, alimentaba mi desesperación. Sentí un torbellino de emociones, una mezcla de ira y miedo. No quería que le pasara nada; era un instinto protector que se apoderaba de mí.

Me adentré más en el bosque, esquivando árboles y arbustos con una agilidad que era sobrenatural. Entonces, en medio de la densa vegetación, vi una cueva. Rodeé sus paredes rocosas y, al llegar a la parte trasera, descubrí una llanura oculta. Al cruzarla, me detuve un instante, sin aliento, ante la visión que tenía frente a mí: el lago Luminaris.

Era una visión de otro mundo. El agua cristalina brillaba con un resplandor etéreo, como si estuviera tocada por la magia misma. La superficie reflejaba el cielo, pintando un mosaico de azules y verdes vibrantes, con luces danzantes que parecían salir de las profundidades. En el centro del lago, una pequeña isla de flores luminosas emergía, sus pétalos resplandecían como estrellas en la noche.

Encima, solo había un orificio en la roca, por donde la luz del día se filtraba, iluminando el lago de manera divina. Los rayos del sol danzaban sobre el agua, creando patrones hipnotizantes que cautivaban la mirada. La frescura del aire se mezclaba con un aroma dulce, como si la naturaleza misma estuviera respirando en un canto sereno.

Nyssa, aún abrazada a mí, levantó la vista hacia el lago Luminaris. Sus ojos se iluminaron de asombro y, aunque el calor todavía la envolvía, una sonrisa apareció en su rostro.

—Es... muy hermoso —susurró, su voz un poco más tranquila, aunque el tono de asombro seguía presente—. Me gusta...

Esa simple declaración me hizo sentir un rayo de alivio atravesar mi pecho. La magia de ese lugar parecía funcionar, al menos un poco. Su sonrisa, aunque tenue, me dio esperanza en medio de la tormenta que nos rodeaba.

Con una determinación renovada, avancé hacia el agua. Cada paso que daba me llenaba de la frescura que emanaba del lago, y al entrar, sentí cómo la temperatura del agua me envolvía, una caricia en contraste con la desesperación del momento.

—Voy a llevarte más adentro —le dije, con un tono firme y protector, mientras cruzaba el umbral de lo conocido hacia un mundo que solo unos pocos conocían.

Al entrar en el agua, mi alma se sintió tranquila, como si todas las preocupaciones y la angustia se desvanecieran al instante. Era como si el lago me acogiera, me limpiara de toda oscuridad, envolviéndome en una paz indescriptible. Era un refugio, un santuario donde el tiempo parecía detenerse y todo lo demás se desvanecía.

Me dejé llevar por esa sensación, con la esperanza de que el poder del lago también sanara a Nyssa. La magia del lugar envolvía cada rincón de mi ser, prometiéndome que todo estaría bien. En ese instante, supe que había encontrado el camino para salvarla, y mi determinación creció aún más.

Ella se aferró más a mí mientras descendía, el agua llegando a su cintura y, luego, a sus hombros. A pesar de su agitación, Nyssa se sentía cada vez más relajada, como si el lago estuviera absorbiendo el peso del mundo de sus hombros. La sonrisa en su rostro me decía que, por un instante, las sombras del afrodisíaco se disipaban.

—Mira cómo brilla —dijo, con su voz llena de maravilla mientras observaba las suaves olas que se formaban en la superficie del lago.

Asentí, sintiendo cómo su alegría era contagiosa. Era un momento delicado, uno que quería atesorar. Sin embargo, también sabía que no podíamos permitir que la situación se saliera de control. Con un movimiento, la sumergí suavemente en el agua, dejando que el líquido fresco la envolviera completamente, buscando enfriar la llama que parecía consumirla por dentro.

Luego de unos segundos Nyssa emergió de lago con el agua escurriéndose de su piel, sus ojos buscándome de inmediato. Nuestros ojos se encontraron, y sentí que un extraño calor comenzaba a invadirme. Su mirada recorría cada gramo de mi rostro, y sonrió. Esa sonrisa me caló hondo, calentando mi pecho como si el sol hubiera decidido brillar solo para nosotros.

Se acercó a mí, levantándose de puntillas, como si cada centímetro entre nosotros fuera un desafío que estaba dispuesta a superar. Subió el rostro, y en un susurro, me dijo:

—Sonríe, Damon. Me gusta mucho cuando sonríes.

Sin previo aviso, sus brazos se enredaron en mi cuello y sus labios se encontraron con los míos. Fue un ataque directo, inesperado, y me quedé petrificado, sorprendido por la intensidad de su gesto. La calidez de su boca y el roce de su piel eran intensos, pero mi mente luchaba por asimilar lo que estaba sucediendo.

No respondí, solo me quedé allí, con el corazón acelerado y una mezcla de confusión y deseo recorriendo mi cuerpo. El mundo giraba a nuestro alrededor, pero en ese momento, solo existía ella y ese beso que no esperaba. A medida que sus labios se movían suavemente, sentí cómo la tensión crecía entre nosotros. Sin embargo, no podía dejarme llevar; algo en mí sabía que debía frenar.

En medio de ese momento, la sonrisa de Lunette apareció en mi mente como un recuerdo que no podía ignorar. Me separé bruscamente y la observé, el aire entre nosotros volviéndose palpable. Sus ojos, de un hazel profundo, mostraban cómo el verde predominaba sobre cualquier otro tono en ellos. Un lunar en su labio superior se posaba provocadoramente, y la visión de sus pupilas dilatadas me hizo recordar que su mente seguía nublada por el afrodisíaco, y eso me asustaba.

Antes de que pudiera pensar con claridad, la tomé por el cuello y la sumergí en el lago. Sentí sus manos aferrarse a las mías, un acto desesperado por soltarse mientras el agua la envolvía por completo. Entonces, la dejé ir.

Ella emergió del lago, tomando aire y echando su cabello hacia atrás. Su mirada, primero encendida por la furia, se suavizó inesperadamente, transformándose en una sonrisa. Sin apartar sus ojos de mí, avanzó decidida, como si nada pudiera detenerla. Caminaba hacia mí con una confianza desbordante que desestabilizaba mi voluntad. Retrocedí, sintiendo cómo mi propio cuerpo respondía a su presencia electrizante.

—El afrodisíaco no se ha ido —murmuré, con la voz quebrada.

Su sonrisa se tornó más seductora, cada palabra que decía era un hechizo que me envolvía:

—Deja de huir.

Ese tono en su voz era como un canto de sirena, enviando corrientes eléctricas a través de mi cuerpo. Luchaba contra la tentación, pero el aire entre nosotros parecía vibrar con la promesa de lo que podría ser. Sin embargo, sabía que debía resistir.

Estaba siendo mal influenciado. No podía perder el control...

Dejé de concentrarme en su rostro sonrojado y, sin poder evitarlo, deslicé la mirada hacia su ropa. Ahí, entre su blusa mojada y ajustada, noté la tenue silueta de un sostén rojo, un color que parecía elegido para tentar y hacer perder el control. Se amoldaba perfectamente a sus pechos, destacando cada línea, cada detalle. La revelación me golpeó como un rayo, intensificando el fuego en mi interior y llevándome al borde de la locura.

Tragué saliva, sintiendo cómo el aire se volvía más denso entre nosotros, una tensión que crecía sin permiso, llevándome al borde de un impulso que no debía permitirme.

Nyssa caminaba hacia mí con una mirada ardiente y decidida, sus pasos firmes y llenos de una intensidad que me paralizaba. A medida que se acercaba, retrocedí, mi mente reproduciendo miles de imágenes que me advertían del peligro, una voz interna que repetía: peligro, peligro, peligro. Pero ella no se detenía; la distancia entre nosotros se cerraba, como si un imán invisible nos atrajera.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, tomó mi cara entre sus manos con una suavidad que contrastaba con la tormenta que se desataba en mi interior. Con un susurro triste, dijo:

—Tengo miedo.

—¿De qué? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

—De enamorarme de ti.

Al pronunciar esas palabras, se dejó caer de repente, como si toda su energía se desvaneciera en un instante. Mis instintos se activaron al instante; la preocupación me invadió. La había visto sonreír y brillar con una vitalidad que apenas podía contener, pero ahora su cuerpo caía como una hoja en otoño.

—¡Nyssa! —exclamé, apresurándome a atraparla antes de que tocara por completo el agua. La sostuve con firmeza, sintiendo su peso ligero en mis brazos, y por un breve momento, la incredulidad me invadió.

Sin embargo, al observarla más de cerca, noté que su rostro, aunque pálido, mostraba una tranquilidad que no había visto antes. Era como si el lago hubiera hecho su trabajo, como si sus aguas curativas hubieran comenzado a limpiar el caos que la había consumido. Sus respiraciones se hacían más suaves y regulares, su piel, antes ardiente y tensa, comenzaba a adquirir una frescura que la iluminaba.

La sostuve con cuidado, sintiendo un torrente de emociones en mi pecho: miedo, alivio y una extraña conexión que parecía atarnos de nuevo.

—¿Nyssa? —susurré, observando su rostro en busca de cualquier signo de que estuviera bien. Y en ese momento, me di cuenta de que el lago había funcionado.

Mientras la sostenía, una atracción incontrolable me envolvía, pero sabía que tenía que alejarme. Algo en ella me llamaba con tanta intensidad que me asustaba, y temía que perderme en ese abismo fuera un error del que no podría regresar.

🐺

¡Hola a todos/as!

Les traigo el capítulo 25. Espero que lo disfruten. Seguiré actualizando pronto si todo va bien.

✨ ¿Qué les pareció el capítulo?

🤍 Capítulo dedicado a unx de mis hermosxs lector/as: Majo1430

—Ojo con la leyenda de Reign & Briana 😜

Damon preocupado, tan lindo...

—Yo quedé sorprendida, así que bye, me desaparezco...

¡Hasta la próxima! Cuídense.

—Erika M.

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