Capítulo 2 💫
🐺
Lo que fuera que estaba detrás de mí descendió sus manos mojadas por mis brazos, dejando un recorrido de caricias que ponía mi piel de gallina, su calidez impregnándose en mi cuerpo tembloroso.
Su cabeza recayó sobre mis hombros y sus labios fríos tocaron mi cuello, dejando un beso sobre él. Mi cuerpo temblaba ante sus caricias, mientras mi mente se nublaba por cualquier indicio de razón. Su nariz tomó el lugar en donde estaba su boca anteriormente y aspiró profundamente; por alguna razón, mi cuerpo se tranquilizó, pero mi corazón era completamente otro, latiendo desquiciadamente.
—Lunette... —susurró de manera suave y grave contra mi oído, haciendo que mi cuerpo se estremeciera de manera sobrenatural.
Su voz, cargada de dolor y decepción, volvió a hablar:
—No eres ella. —Dicho esto, se alejó de mi cuerpo, dejándome ahí, parada, sin saber qué había pasado, analizando poco a poco la situación.
Volví a girar, pero ya no había indicio de nada, no había nadie en mi habitación; todo volvía a estar en su normalidad, pero mi corazón ya no era el mismo, porque, por primera vez en mi vida, sentí atracción y, aunque fuera difícil de aceptarlo, mi cuerpo respondió gustosamente.
Abrí los ojos rápidamente, sin comprender ese sueño; normalmente soñaba con imágenes en las que me encontraba bañada en sangre o donde algo oscuro me atrapaba, pero nunca de esta manera.
¿Qué había sido eso? Todo había sido tan... vivido.
Mi cuerpo sentía su presencia detrás de mí, sus dedos acariciando mis brazos, su nariz inhalando mi cuello y sus labios...
No podía estar recordando esto, pero mis mejillas calientes eran la prueba de que sí.
Me levanté de la cama, dándole la bienvenida al nuevo día, pero al hacerlo, algo cayó de mis manos ruidosamente sobre el piso de mármol. Observé lo que había caído y mis ojos se agrandaron sorpresivamente.
Era un arma, la misma pistola de mi padre.
—Nyssa, hija, ¿qué ha sido eso? —se escuchó la voz de mi padre acercándose a mi habitación. Así que ya había vuelto.
—¡Nada, papá! —grité, intentando controlar el miedo dentro de mí. Si descubría el arma, estaría en graves problemas.
Vi cómo la perilla de la puerta comenzaba a moverse, así que toqué el arma con los pies y la pateé por debajo de la cama.
—Como que nada; claramente escuché algo duro caer al piso, como de metal —explicó, entrando a mi cuarto y dejándome observar su cabello alborotado.
—Ah, eso, no es nada. Debió ser el gato —verbalicé, dejando que la mentira saliera de mi boca rápidamente. —Además, ¿dónde estabas anoche? Te marqué y no contestabas.
—Solo... tenía mucho trabajo; debí quedarme hasta tarde —suelta rápidamente, tocándose el cabello.
Era mentira; cuando tocaba su cabello de esa forma, era porque había gato encerrado.
—Tenías mucho trabajo... ¿Y qué pasó con el teléfono? ¿Por qué no contestaste? —pregunté, lanzándole otra pregunta y observando cómo todo su cuerpo comenzaba a tensarse.
—Se quedó sin pila a último momento —dijo, y se volvió para irse, pero logré ver algo extraño, así que enfoqué la vista hacia él.
—¿Qué es eso? —murmuré, acercándome para agarrarle el cuello de la camisa y vislumbrar la marca de unos labios rojos en ella.
—No es nada —negó, extendiendo una sonrisa apenada en sus labios.
—¿Quién es? —pregunté, sonriendo cómplicemente. —Claramente son los labios de una mujer, ¿verdad, papá?
—Bueno... sí, pero apenas nos estamos conociendo.
—Se están conociendo, y ya te besó el cuello —rebatí, haciéndolo sentir incómodo, mientras sonreía pícaramente.
—La verdad es que ya tenemos meses de habernos conocido; no te lo quería decir porque pensaba que no te iba a gustar —dijo, y eso solo hizo que abriera la boca con desdén y un fingido dolor.
Lo tomé del antebrazo, sintiendo el calor familiar de su piel, y con voz entrecortada, expresé mi desconcierto:
—¿Cómo puedes pensar eso de mí, papá? —pregunté y seguí. —Verás, estoy más que orgullosa de que hayas podido abrir tu corazón a otra mujer —expresé con voz suave, dejando que las palabras fluyeran con serenidad de mi boca. —Han pasado más de siete años desde la muerte de mamá, y sé que encontrar la felicidad nuevamente no ha sido fácil para ti. Me reconforta ver que el amor puede renacer después de tanto dolor.
—¿Entonces estás bien con este nuevo paso que quiero dar en mi vida?
—Sí, estoy bien y más que feliz por ti —dije, recostando mi cabeza en su hombro—. Pero eso sí, me gustaría conocerla.
—Gracias, princesa, y lo harás muy pronto —dijo, y pensé que debería ser una gran mujer porque tenía a mi padre tan feliz que incluso ahora sonreía de manera radiante—. Recuerda ir a la fiesta de conferencia; alguien quiere conocerte.
—¿Quién es ese alguien? —pregunté, levantando mi cabeza de su hombro, extrañada.
—Un viejo amigo de tu mamá —se levantó de la cama, me dio un beso de buenos días en la frente y se fue.
Rápidamente, al observar cómo salió de mi cuarto, saqué el arma de debajo de la cama y la volví a guardar en su lugar.
Observé la ventana cerrada y me asomé hacia ella, intentando encontrar algún indicio de la bestia de ayer. Al no ver nada, di por sentado que todo debió ser una ilusión.
Recorrí mi cuarto tranquilamente, pero algo en la mesita de noche llamó mi atención: mi cuaderno de escritura estaba abierto.
Al acercarme, observé la forma de mi letra pulcra y real que decía:
¿Quién eres y por qué entraste a mi habitación?
—Todo había sido real... —susurré, el miedo colándose en mis huesos de mala manera.
...
Ese día no le conté nada a nadie porque, aunque había pruebas, podría estar loca y haberlo imaginado todo. Como aquella vez.
Mi teléfono vibró con un mensaje de dudosa procedencia, así que fui a ver quién era:
Brielle: ¡Hola, Nyssa! ¿Estás lista?
Nyssa: ¡Hola! Sí, solo me pongo los tacones y estaré lista para esperarte.
Brielle: Muy bien, ya voy para allá.
Dejé el teléfono en la mesa y comencé a colocarme los tacones nuevos en color dorado que me había regalado mi padre en diciembre.
Por último, me acerqué al espejo y me estudié detenidamente: el maquillaje básico aplicado con precisión, mis labios embellecidos con un vibrante tono rojo vino, mi cabello ondulado cayendo en cascada hasta alcanzar mi cintura. Los aretes dorados complementaban a la perfección el vestido blanco ceñido a mi figura, mientras que la abertura en mi espalda realzaba la belleza del collar que caía hacia atrás, como la fluidez de un manantial.
—Hoy me veo y me siento exactamente como quiero ser: segura, radiante y lista para conquistar la noche —repetí como frase de motivación.
Después de unos minutos, el sonido del auto de Brielle resonó en la calle. Rápidamente, salí de casa y aseguré la puerta con llave antes de dirigirme hacia la Corvette blanca de mi amiga.
Mi padre ya se había ido para asistir a la conferencia, dejándome instrucciones claras de que nos encontraríamos más tarde en la fiesta.
—Ya te lo había dicho en la tienda, pero ahora te ves radiante como una maldita perra caliente; te ves sexy, amiga —dijo ella una vez estuve dentro de su auto.
La observé detenidamente, recorriendo su figura desde arriba hasta abajo. Su cabello platinado caía elegante sobre sus hombros, enmarcando su rostro con un aura de sofisticación. Sus manos, engalanadas con pulseras plateadas, sostenían con confianza el volante.
Sus labios lucían un tono rosado radiante, resaltando su belleza natural. El maquillaje, impecablemente aplicado, realzaba aún más sus delicados rasgos. La abertura en su vestido azul revelaba unos tacones plateados exquisitamente combinados, mientras que un escote pronunciado añadía un toque de seducción a su elegancia innata.
—¡Atraerás las miradas de todos; estás guapísima! Ya sabía que eras hermosa, pero ese vestido resalta cualquier parte sensual que tengas —exclamé con admiración.
Ella sonrió y corrigió con astucia, diciendo:
—No, corrección, atraeremos. ¿Y qué tal si enamoro al hijo del alcalde? Sería un buen partido —musitó, y comencé a reírme.
—Lo dudo; muy bien dicen que todos los hijos que pertenecen a la alta sociedad son unos mimados, hijos de papás. —Verbalicé, atrayendo
—Lo sé, soy lo mejor que puedes tener en tu vida —afirmó, poniendo el auto en marcha—. Si fuera un hombre, ya te hubiera hecho mía con ese vestido. Y antes de que digas algo, no lo superaré, estás de muerte.
—Por favor, Brielle. ¿Siempre serás así? —pregunté, soltando una carcajada estruendosa.
—Siempre y para siempre. Y no lo niegues, sé que te gusta mi carácter y mal humor. —Asentí y volví a reír.
Después de unos minutos, ella puso su playlist a reproducir, logrando que sonara una canción de Ariana Grande, específicamente "7 rings".
—¡Me encanta esta canción! —exclamó ella mientras comenzaba a cantar, y yo rodé los ojos en señal de burla.
Después de unos minutos, sin tranquilidad, ya que la voz de Brielle dominaba todos los semáforos, llegamos a la gran mansión.
Mientras me acercaba a la entrada, me envolvía una atmósfera de emoción y anticipación. La música suave flotaba en el aire, creando una banda sonora elegante para la noche. Las luces titilantes iluminaban el camino, guiando a los invitados hacia la majestuosa entrada.
Los autos relucientes estaban alineados con precisión a lo largo del camino de entrada, sus faros brillando como estrellas en la noche. Los valet, vestidos con impecables uniformes, recibían a los huéspedes con una sonrisa y un gesto de bienvenida.
Al entrar, me encontraba rodeada de belleza y refinamiento. La mansión estaba decorada con un gusto exquisito, con detalles ornamentales que daban un toque de elegancia a cada rincón. Las flores frescas embellecían cada espacio, llenando el aire con su fragancia embriagadora.
Dentro, la multitud bullía con una energía contagiosa. Los invitados iban vestidos con sus mejores galas, charlaban animadamente mientras disfrutaban de exquisitos cócteles y canapés. El sonido de las risas y las conversaciones llenaba la habitación, creando una atmósfera de camaradería y alegría.
En el salón principal, una pista de baile invitaba a los asistentes a moverse al ritmo de la música. Parejas elegantes giraban con gracia mientras las luces parpadeaban en colores suaves, creando un espectáculo deslumbrante.
Al entrar, Brielle y yo notamos que las miradas se posaban en nosotras de inmediato. No era que estuviéramos buscando llamar la atención, pero algo en nuestra manera de caminar juntas parecía captar los ojos de todos en la habitación.
La gente dejaba de hablar y giraba para mirarnos mientras avanzábamos con paso seguro. Algunos nos sonreían, otros murmuraban entre ellos, pero todos parecían intrigados por nuestra presencia.
Aunque nos sentíamos un poco abrumadas por la atención, también nos divertía saber que habíamos causado un pequeño revuelo al llegar. Caminábamos con una mezcla de emoción y humildad, simplemente disfrutando del momento y de la compañía mutua.
Una mirada gélida y pesada se posó en mi espalda, enviando un escalofrío por mi columna vertebral. Sentí la presión de unos ojos curiosos y expectantes que me observaban desde la multitud, como si estuvieran escudriñando cada uno de mis movimientos.
Instintivamente, giré la cabeza para enfrentar la fuente de esa mirada penetrante. Entre la multitud, mis ojos se encontraron con los de un hombre de semblante sombrío, cuya mirada parecía atravesarme con una intensidad inquietante. Su expresión impasible envió un escalofrío por mi espalda, y me sentí momentáneamente atrapada por su mirada fría y penetrante.
🐺
¡Hola a todos/as!
Les traigo el capítulo 2. Espero que lo disfruten. Seguiré actualizando pronto si todo va bien.
✨ ¿Qué les pareció el capítulo?
👀 ¿Quién creen que es la persona que la observa?
¡Hasta la próxima! Cuídense.
—Erika M.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro