Capítulo 15. [Parte 1/1]💫
🐺
—¿Para qué es esa cinta roja? —preguntó Brielle, señalando la cuerda que bloqueaba la puerta con curiosidad.
Estábamos en la fila frente al club nocturno, y la verdad es que era interminable. Había un montón de gente esperando para entrar, todos emocionados, hablando en voz alta y riendo. Brielle y yo estábamos a mitad de la fila, bastante lejos de la entrada, donde dos guardias controlaban quién pasaba y quién no.
—Es lo que se usa generalmente para inaugurar un negocio —le expliqué mientras la observaba emocionarse más con cada segundo que pasaba. El lugar se veía increíble desde afuera: luces neón iluminaban el nombre del club, y el ambiente vibraba con música que se escuchaba incluso desde la calle.
Club Moonstone
Justo cuando pensábamos que tendríamos que esperar más tiempo, vi a Danna salir del club. Como siempre, se veía impresionante, con su cabello perfectamente peinado y una sonrisa radiante.
—¡Chicas! —nos saludó, haciéndonos un gesto para que nos acercáramos. Los guardias nos dejaron pasar sin problema cuando ella les dio la señal.
Al entrar, todo el cansancio de la espera desapareció. El lugar estaba increíblemente bien decorado. Las paredes tenían detalles en negro y dorado, con luces suaves que le daban un ambiente elegante pero acogedor. Había una barra enorme en el centro, llena de botellas relucientes, y sofás de terciopelo acomodados en cada esquina, perfectos para relajarse.
—¡Está precioso, Danna! —exclamó Brielle, maravillada mientras sus ojos recorrían todo el lugar.
—Gracias, chicas. Me alegra que les guste —respondió, riéndose con esa actitud despreocupada que la caracterizaba—. Ya casi es hora de la inauguración oficial. Vamos a tener una pequeña ceremonia y después la fiesta empieza de verdad. Así que prepárense. ¡Esta noche va a ser épica!
Danna nos llevó directo a la barra, donde el bartender ya estaba preparando cócteles sin parar. La música de fondo comenzaba a subir de volumen y el ambiente se llenaba rápidamente de gente que iba entrando al Club. El lugar empezaba a cobrar vida, luces de colores giraban desde el techo y los primeros en llegar ya ocupaban las mesas más cercanas a la pista de baile.
—¿Quieren algo de beber? —preguntó Danna con una sonrisa mientras señalaba al bartender que ya estaba listo para atendernos.
Brielle fue la primera en responder:
—¡Claro! Dame lo que tú estés tomando —dijo emocionada, apoyando los codos en la barra.
Yo, en cambio, me lo pensé un segundo y negué con la cabeza.
—Paso... no soy muy tolerante al alcohol —le expliqué a Danna, que me miró con una sonrisa cómplice.
—Como quieras, Nyssa —respondió ella, divertida—, pero no sabes lo que te pierdes.
Brielle me lanzó una mirada traviesa mientras tomaba su bebida de colores brillantes.
—Relájate, Nyss. ¡Es solo una noche! —dijo, y luego bebió un sorbo con una sonrisa satisfecha.
—Confía en mí, me relajo mejor con agua —respondí riéndome suavemente. La verdad es que prefería no perder el control, y menos en un ambiente así. El alcohol no era lo mío.
Poco a poco, más personas iban entrando al club, llenando el lugar con risas y conversaciones. La energía de la noche era contagiosa, como si todo el mundo estuviera preparado para una velada inolvidable. Desde nuestra vista en la barra, podía ver cómo la pista de baile se iba llenando de gente, y los balcones VIP ya comenzaban a llenarse con quienes preferían una vista más exclusiva del lugar.
—¡Esto está llenándose rápido! —comenté, sorprendida por la cantidad de gente que llegaba.
—Ya te lo dije, esta noche va a ser épica —replicó Danna, guiñando un ojo antes de tomar un sorbo de su cóctel.
Brielle asintió entusiasmada, ya acomodada en la vibra del lugar.
—Este sitio es alucinante. ¡Danna, te superaste con esto! —La susodicha se echó a reír.
—Gracias, chicas. ¡Y lo mejor está por venir!
Los minutos pasaban y Brielle parecía más emocionada a medida que el lugar se llenaba de gente y las luces se volvían más intensas. Cada vez que tomaba un sorbo, su sonrisa se hacía más grande, mientras que Danna, por su parte, se daba sus tragos tranquilos pero constantes, claramente disfrutando de la noche. Y ahí estaba yo, como la aburrida que era, solo observando todo, jugando con la pajilla de mi vaso de agua.
Mis pensamientos vagaban entre la música y la gente cuando, de repente, sentí una mirada fija en mí. Algo dentro de mí me obligó a buscar de dónde venía, y cuando levanté los ojos, me encontré con unos ojos grises, fríos y penetrantes, observándome desde el otro lado de la sala. Algo en esos ojos me resultaba familiar, como si los hubiera visto antes, pero no lograba ubicarlo en mi memoria. Intenté no darle importancia, bajando la mirada de inmediato y volviendo a concentrarme en lo mío.
Pero no podía sacudirme la sensación de incomodidad. Por un momento, pensé que solo me lo había imaginado. Sin embargo, cuando miré de nuevo de reojo, vi que Danna también había notado la presencia de aquel tipo. Lo observaba de una manera tensa, aunque su expresión no tardó en relajarse. En menos de un minuto, ya había recompuesto su postura y volvía a su actitud despreocupada, como si nada hubiera pasado.
—¿Segura que no quieres una bebida? —Danna me tendió un vaso nuevo, mirándome con una sonrisa cómplice, como si estuviera intentando distraerme.
Lo reconsideré por un momento. Quizás un trago me ayudaría a relajarme, a soltarme un poco. Pero luego, volví a negar lentamente, soltando una risa nerviosa.
—Nah, no quiero terminar peor que Brielle.
—Como quieras... pero te advierto, te lo estás perdiendo —dijo, volviendo a su cóctel sin insistir más.
Aún así, la sensación no se iba. No sabía quién era ese tipo, pero su mirada seguía rondando en mi mente. Había algo misterioso en él, algo que no podía sacudirme.
Danna echó un vistazo a su reloj y, en un instante, su rostro cambió. De la emoción y la confianza que había estado mostrando toda la noche, de pronto se veía un poco decaída. Como si el tiempo la estuviera alcanzando.
—Ya va a iniciar la inauguración —anunció, dejando su vaso a un lado y levantándose lentamente.
Brielle, que ya estaba en su propio mundo de emoción, saltó de la silla.
—¡Ya era hora! ¡Esto se va a poner aún mejor! —dijo, mientras daba pequeños saltos.
Danna se dirigió hacia el pequeño escenario que habían montado al fondo del lugar. Había un micrófono y unas luces que enfocaban la entrada principal. La música bajó, y las conversaciones empezaron a apagarse a medida que todos los presentes comenzaban a prestar atención. Se notaba que Danna, a pesar de su decaimiento, estaba lista para el momento.
—¡Bienvenidos al Club Moonstone! —comenzó, su voz clara y fuerte llenando el lugar—. Este es un sueño hecho realidad, y no podría estar más emocionada de compartirlo con todos ustedes esta noche. No saben cuánto significa para mí, y para mi familia, tenerlos aquí celebrando la apertura de este lugar tan especial.
La multitud respondió con aplausos y vítores, mientras Danna sonreía agradecida.
—Aquí, quiero que todos sientan que pueden ser ellos mismos, relajarse, divertirse, y por qué no, bailar un poco bajo las estrellas... metafóricamente, claro —agregó con una pequeña risa que hizo que varios en el lugar se relajaran—. Así que, sin más preámbulos, doy por inaugurado oficialmente el Club Moonstone. ¡Disfruten la noche!
Más aplausos, aún más fuertes esta vez. Las luces volvieron a encenderse con más intensidad, y de repente, la música llenó el aire otra vez, esta vez con un ritmo más vibrante, como si la verdadera fiesta apenas estuviera comenzando.
Danna se dirigió al centro del escenario y levantó una gran tijera plateada que uno de los guardias le entregó. La cinta roja, brillante y nueva, se extendía frente a la entrada del club, custodiada por los dos guardias. Todo el mundo guardó silencio mientras ella alzaba la mano, lista para cortar la cinta y hacer oficial la apertura del Club Moonstone.
—Y ahora... que comience la noche —dijo con una sonrisa llena de emoción.
Con un solo movimiento firme, cortó la cinta, y en ese instante, el lugar estalló en aplausos y vítores. Las luces centellearon, y el ambiente se llenó de una energía vibrante que parecía atravesar a cada persona allí presente.
Brielle saltaba a mi lado, sus ojos brillando de entusiasmo, mientras yo me unía al aplauso más tranquila, observando cómo el sueño de Danna se hacía realidad. Las puertas del club estaban oficialmente abiertas, y todos los invitados comenzaron a moverse hacia el interior, llenando rápidamente el espacio.
—¡Esto es increíble! —gritó Brielle, agarrando mi brazo y sacudiéndolo con emoción—. ¡Danna realmente se ha superado!
—Sí... lo ha hecho —respondí, mirando a mi alrededor. El lugar estaba espectacular, decorado con luces colgantes que brillaban como estrellas, y las mesas VIP en los pisos superiores ofrecían una vista privilegiada del escenario y la pista de baile.
Y con eso, la verdadera fiesta comenzó.
Danna bajó del escenario con una sonrisa algo más tranquila, pero sus ojos todavía reflejaban un leve agotamiento. Se acercó a Brielle y a mí, y nos dio un guiño.
—Eso fue algo, ¿no? —dijo, volviendo a su bebida, aunque noté que sus manos temblaban ligeramente.
—¿Estás bien? —le pregunté, inclinándome un poco hacia ella para que solo ella me escuchara.
—Sí, sí —contestó rápidamente, aunque no me convenció del todo. Antes de que pudiera insistir, volvió a cambiar de tema—. Bueno, ahora todo depende de la gente. El club ya está abierto oficialmente.
Brielle se emocionaba más con cada minuto, mirando a su alrededor como si fuera un sueño hecho realidad. A su lado, me sentía algo fuera de lugar. Nunca había sido la persona de las grandes fiestas, y aunque el lugar era increíblemente bonito, con sus luces tenues y su decoración elegante que le daba un aire casi místico, no podía evitar sentirme algo desconectada.
Los segundos se convirtieron en minutos, y antes de darme cuenta, las mesas VIP comenzaron a llenarse de más gente. El ambiente del club se volvía más animado, y el lugar que Danna había construido comenzaba a cobrar vida.
Sin embargo, mis pensamientos volvieron a esa mirada que había sentido antes, los ojos grises que seguían rondando en mi cabeza. Intenté apartar la sensación, pero algo me decía que esa noche todavía tenía más sorpresas guardadas.
Mientras tanto, Danna, con su sonrisa radiante, ya estaba preparando otro trago para Brielle, quien aceptaba sin pensarlo dos veces. Yo, en cambio, solo observaba, con mi vaso de agua en la mano, preguntándome si al final me arrepentiría de no haber aceptado esa bebida.
Pero una cosa era segura: la noche apenas comenzaba.
Me quedé observando el ambiente del club, preguntándome dónde estaría Damon. Hasta ahora no lo había visto, lo cual era extraño. Normalmente, creo que él estaría aquí, apoyando a su hermana en un momento tan importante. Isaac, Donovan, Karinna... todos los cercanos a Danna tampoco habían llegado.
Volteé a ver a Danna. Su sonrisa, que antes parecía sincera, ahora se sentía un poco forzada. Se le notaba una leve sombra de decepción en los ojos. ¿Tal vez era por eso? ¿Porque los más cercanos a ella no habían aparecido?
—¿Y Damon? —pregunté finalmente, fingiendo casualidad, pero mis palabras tenían un peso que no pude evitar—. Isaac, Donovan, Karinna... ¿no van a venir?
Danna suspiró y bajó la mirada por un momento antes de responderme con una sonrisa algo amarga.
—No lo sé —respondió con un tono despreocupado, pero sus ojos no ocultaban lo que realmente sentía—. Me dijeron que tratarían de venir, pero ya ves cómo es esto. Cada quien anda en sus cosas. A veces no puedes contar ni con los más cercanos.
Su respuesta me dejó una sensación extraña, algo en su voz me decía que el vacío que sentía en el fondo era más profundo de lo que dejaba ver.
—Pero bueno —dijo de repente, sacudiéndose el ánimo—, ¡eso no importa ahora! ¡Que la noche siga!
Brielle, como siempre, trató de aligerar el ambiente, pero no pude quitarme la sensación de que Danna estaba más afectada de lo que quería admitir.
***
Finalmente, después de mucho pensarlo, acepté beber un vaso de alcohol. No era mi estilo, no lo hacía a menudo, pero esta vez me sentía demasiado tensa. Necesitaba aligerar un poco el ambiente, relajarme. Con cada trago que tomaba, las luces del lugar parecían más vibrantes, los colores más intensos. Sentía una emoción creciente en mi pecho, y de repente, la noche me pareció más divertida de lo que esperaba. Había sido una buena elección, después de todo.
—¡Vamos a bailar! —me dijo Brielle, empujándome ligeramente con una sonrisa traviesa.
Sin pensarlo mucho, acepté. Bailar no era mi fuerte, pero con un poco de alcohol en el cuerpo y la atmósfera del club envolviéndome, sentí que nada podría salir mal. Danna, con su vestido blanco ajustado, se movía con gracia a nuestro lado, mientras Brielle, con un vestido blanco suelto y lleno de vida, ya estaba dejándose llevar por la música.
El código de vestimenta de la apertura era todo blanco, y yo llevaba una falda corta ajustada, un top a juego y unos tacones. Mi cabello rojizo caía en suaves ondas sobre mis hombros, y mi maquillaje, aunque simple, me daba un toque bonito. Me sentía bien.
Nos movimos al ritmo de la música, dejando que nuestros cuerpos siguieran las notas que retumbaban en el aire. La pista de baile estaba llena, pero nosotras tres, por toda la emoción que teníamos, parecíamos destacar. El ritmo de la música envolvía el ambiente, haciendo que todo fuera eléctrico, que cada paso se sintiera más intenso.
Los movimientos de Danna eran suaves, seguros, como si estuviera en total control. Brielle, en cambio, bailaba con una energía desenfrenada, como si la música fuera su forma de expresarse. Yo trataba de mantenerme en el punto medio, moviéndome lo mejor que podía, riendo con ellas, dejando que el momento fluyera.
De repente, un chico se acercó a Danna y le pidió bailar. Ella lo miró, sonriendo, y aceptó. En cuestión de segundos, se fue con él, perdiéndose en la multitud. Brielle y yo nos quedamos solas en la pista, pero no nos importó. Seguimos bailando, nuestras risas mezclándose con el ritmo de la música.
Y entonces, de pronto, los vi. Isaac, Donovan... Damon y el rubio que estaba con él aquella noche. Entraron al club con una presencia que parecía cambiar el aire a su alrededor. No pude evitar sentirme mejor al verlos, y supe de inmediato por qué. Danna. Ella se sentiría mejor al verlos aquí, finalmente. Sin saber por qué, el verlo también me dio a mí una especie de alivio. Era como si una parte de la tensión que había sentido durante la noche se disolviera de repente.
Brielle me lanzó una mirada rápida, levantando una ceja con una sonrisa cómplice. Sabía lo que estaba pensando, pero en ese momento no me importaba. Lo único que importaba era que ahora, tal vez, la noche mejoraría aún más.
La música cambió de repente a un reguetón pegajoso, el tipo de canción que te hacía querer moverte sin parar. Apenas unos segundos después, Isaac se acercó, siempre con su andar relajado y esa sonrisa pícara que lo caracterizaba. Brielle, al verlo, le lanzó una mirada divertida.
—¡Venga, Isaac! —le gritó Brielle por encima de la música—. Ya era hora de que te unieras a la fiesta.
Él rió, acercándose más. Con su bastón apoyado en la pierna, comenzó a moverse suavemente, al ritmo de la música. La risa de los tres pronto se mezclaba en el aire, envuelta en el sonido vibrante del reguetón.
—¿Qué dicen, chicas? —dijo Isaac, mirándonos a Brielle y a mí—. ¿Bailamos los tres?
—¡Por supuesto! —respondió Brielle, y sin pensarlo, comenzamos a movernos juntos en la pista.
La música pulsaba en el suelo bajo nuestros pies, el ritmo rápido y sensual llenando cada rincón del club. Nos reímos mientras nos sincronizábamos con los pasos, el ambiente eléctrico a nuestro alrededor. Isaac, a pesar de tener su bastón, se movía con una sorprendente destreza, y pronto nos vimos envueltos en una danza sin esfuerzo, riendo con cada giro.
En un momento, Brielle nos lanzó una mirada cómplice y, con una sonrisa, se excusó para ir por una bebida. Me dejó sola con Isaac. Él aprovechó el momento y se inclinó hacia mí con su sonrisa juguetona.
—¿Y qué tal, Nyssa? —me dijo suavemente—. ¿Te animas a bailar un poco más conmigo?
Asentí sin pensarlo mucho. Después de todo, estaba disfrutando del momento. Isaac sonrió aún más, y antes de que pudiera reaccionar, sentí su mano en mi cintura, grande y varonil. Por un segundo, un tipo de incomodidad se deslizó por mi cuerpo, pero decidí ignorarlo. No quería arruinar el momento, así que me dejé llevar por la música.
Nos acercamos más, bailando pegados, cuerpo a cuerpo. Pude sentir su respiración cerca de mi oído mientras nos movíamos al unísono. Los rizos de Isaac rozaban mi frente cada vez que se inclinaba hacia mí, y aunque aún notaba su bastón apoyado a un costado, eso no lo detenía. Se movía con tanta seguridad que casi me olvidaba de todo, simplemente dejándome llevar por el ritmo.
—Te mueves bien, Nyssa —comentó en un susurro, inclinándose un poco más cerca, su mano firme en mi cintura—. A veces pienso que deberías unirte más a estas cosas.
—Quizás —respondí, medio bromeando, pero no pude evitar sonreír ante sus palabras.
Seguimos bailando, la música subiendo de intensidad, nuestros cuerpos cada vez más sincronizados. El sudor comenzaba a formarse en mi piel, pero no me importaba. En ese momento, solo estábamos Isaac, la música y yo, moviéndonos como si nada más existiera en el mundo.
Mientras bailaba con Isaac, comencé a sentir una mirada pesada y penetrante clavándose en mi nuca. Al principio intenté ignorarla, enfocándome en el ritmo de la música y en cómo nuestros cuerpos se movían sincronizados. Pero esa sensación se hacía cada vez más intensa, como si alguien me estuviera observando sin parpadear, sin apartar la vista ni un segundo.
No pude más. El calor de esa mirada era insoportable. Giré la cabeza y, entonces, lo vi.
Damon estaba sentado en la barra, con una copa en mano, lleno de esa aura imponente que lo rodeaba siempre. El licor rojo en su vaso parecía aún más vibrante bajo las luces del club, y lo agitaba lentamente de lado a lado mientras no apartaba los ojos de mí. Me miraba directamente, sin disimulo alguno. Cada gesto suyo estaba lleno de una seguridad que me desarmaba.
El ambiente cambió de golpe para mí. El calor se arremolinaba en mi estómago, subiendo hasta mis mejillas. Sentí como si el aire a mi alrededor se volviera más denso, más sofocante. Damon estaba... impresionante. Ese traje blanco que llevaba resaltaba cada línea de su cuerpo, y aunque el código de vestimenta era sencillo, en él todo parecía resaltar. La luz acariciaba su piel, haciéndolo lucir casi irreal, como si la noche hubiera sido diseñada solo para él.
Lo vi levantar la copa y, con una lentitud casi provocadora, se llevó el vaso a los labios, tomando un largo trago mientras seguía mirándome. Había algo en su mirada, algo que me quemaba por dentro, como si estuviera desnudando cada rincón de mi ser sin siquiera moverse de su sitio.
Mi corazón latía desbocado. Sentí cómo el calor se expandía por mi cuerpo, pero sacudí la cabeza, decidida a no dejar que me afectara más de lo que ya lo había hecho. Ignoré la sensación —o al menos intenté hacerlo— y me volví hacia Isaac, mis mejillas sonrojadas, intentando aparentar normalidad.
—Todo bien —me dije a mí misma, aunque sabía que no era cierto.
Me obligué a seguir bailando con Isaac, moviéndome con él al ritmo de la música. Pero ahora, cada paso que daba, cada giro, no podía sacarme de la cabeza a Damon y esa mirada.
A pesar de que seguía bailando con Isaac, escuché un estruendo que rompió por completo el ritmo de la música y las risas que nos rodeaban. Giré la cabeza rápidamente para ver qué había pasado, y lo primero que noté fue el brillo de los fragmentos de vidrio esparcidos en el suelo. Lo siguiente que vi fue a Damon, sentado todavía en la barra, con su mano empuñada y cubierta de sangre. El vaso que había sostenido, ahora estaba en pedazos a sus pies.
Su mandíbula tensa, los músculos marcados de su rostro casi vibraban por la presión, y sus ojos azules, perdidos y penetrantes, no se apartaban de mí ni un segundo. Parecía examinar cada movimiento, cada respiración, cada pequeña reacción que tenía.
Mi corazón dio un vuelco, una mezcla de temor y preocupación me invadió.
¿Qué había pasado?
Sin pensar mucho, dejé a Isaac y me dirigí hacia Damon, las luces y los sonidos del lugar parecían difuminarse a mi alrededor. Solo podía enfocarme en él, en su mano empapada de sangre, y en la tensión que colgaba en el aire, pesada como una tormenta a punto de desatarse.
—Damon, ¿qué ocurrió? —le pregunté en un susurro apenas audible, mi voz temblorosa. Me detuve justo frente a él, sin saber si acercarme más o mantenerme a una distancia segura.
Su mirada azulada y penetrante se alzó lentamente hacia mí, pero no respondió de inmediato. Sus ojos eran fríos, inquebrantables, como si la explosión del vaso hubiera sido un reflejo de lo que pasaba por su mente en ese momento.
—Nada que deba preocuparte —dijo al fin, con una voz grave y cargada de oscuridad. Su mano seguía empuñada, la sangre goteaba lentamente, y aunque parecía que la herida ya no sangraba tanto, seguía siendo una imagen inquietante.
No pude evitar mirar la barra. Quedaban algunos fragmentos de vidrio sobre ella. Instintivamente, extendí la mano para recoger uno de ellos y apartarlo, pero el filo me cortó la piel en cuanto lo toqué. Un dolor agudo recorrió mi mano, y de inmediato la sangre brotó con fuerza, manchando mi ropa blanca. Intenté presionar la herida para detener el sangrado, pero por más que lo hacía, parecía empeorar.
La herida era profunda. Dolía, mucho más de lo que me esperaba, pero lo que realmente me estaba molestando era otra cosa. ¿Por qué las cosas nunca salían bien? Dios... ¿Acaso estaba maldito este lugar o era yo la que siempre terminaba en situaciones así?
El dolor era punzante, casi insoportable, y pronto sentí varias miradas alrededor. Algunas personas comenzaban a acercarse, curiosas o tal vez preocupadas, pero una mirada en particular me heló la sangre. Había un chico cerca de mí, demasiado cerca, con una expresión que no pude descifrar. Sus ojos brillaban con una intensidad que me hizo retroceder, llena de temor, sin saber exactamente por qué.
De repente, todo sucedió muy rápido. Damon se levantó de su asiento, enfurecido, y antes de que pudiera darme cuenta, su mano sana se cerró alrededor del cuello del chico. El rostro de Damon estaba lleno de una furia contenida, sus ojos brillaban con una oscuridad que nunca antes había visto.
—Atrévete a rozarla —murmuró Damon con una amenaza baja y clara, sus palabras tan frías como un cuchillo—, y te juro que no tendrás tiempo de arrepentirte antes de ver tus manos tiradas a tus pies, bañadas en tu propia sangre.
El chico abrió los ojos con pánico, incapaz de responder. La tensión en el aire era sofocante. Yo, todavía con la mano herida y sangrante, no podía apartar la vista de Damon. Mi corazón latía desbocado, no solo por el miedo, sino también por algo más que no lograba entender del todo. Algo en su protección, en su furia, me atrapaba de una manera peligrosa.
Las luces del club seguían parpadeando a nuestro alrededor, pero para mí, el mundo se había reducido a nosotros tres, rodeados de fragmentos de vidrio y de miradas que ardían.
🐺
¡Hola a todos/as!
Les traigo el capítulo 15. Espero que lo disfruten. Seguiré actualizando pronto si todo va bien.
✨ ¿Qué les pareció el capítulo?
*Inserta "fuego uterino, descontrolado e intenso"*🔥
—Ok, ok. Este capítulo es el más largo que he escrito hasta ahora. Con decirles que tiene casi 4k palabras, ¡y eso no es todo! Este capítulo es la parte 1, por lo que después de este viene una parte 2. Bueno, espero que disfruten cada segundo; la segunda parte también tiene lo suyo *inserta risa malvada*.
Me pasa JAJAJ ¿y a ustedes?
¡Hasta el próximo capítulo! Cuídense.
—Erika M.
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