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Capítulo 14 💫

🐺

— NYSSA WALTON —

Hoy me tocaba ir al psiquiatra, pero ni loca pensaba ir. La última vez que estuve ahí, prometí que volvería y que seguiría con la medicación, pero ¿a quién engañaba? Ya no tenía ninguna intención de regresar a ese lugar. En primer lugar, la única razón por la que iba era porque mi papá me obligaba. Él era quien me arrastraba a cada cita y se aseguraba de que tomara esas malditas pastillas. Pero, sin todo eso, la verdad es que me sentía mucho mejor.

Así que, si algún día me preguntaba, simplemente le diría que seguía yendo, como siempre. Problema resuelto.

En este momento, en vez de estar en ese consultorio, me encontraba en la universidad, en el club de esgrima, entrenando y sacando toda esa energía que antes reprimía con las pastillas.

De verdad me siento mejor sin ellas...

Brielle se movía frente a mí, un poco torpe pero cada vez mejor. Le había estado enseñando algunos movimientos básicos de esgrima para que pudiera defenderse. A pesar de ser nueva, lo estaba haciendo bastante bien, pero aún le faltaba práctica. Yo estaba en un nivel avanzado, algo que me enorgullecía, y me gustaba compartir lo que sabía con ella. Era mi mejor amiga, después de todo.

—¡Vamos, Elle! Tienes que ser más rápida, más segura —dije, mientras ella intentaba imitar mi agilidad.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo. Me siento como un pez fuera del agua —respondió, tratando de mantener el equilibrio.

—Recuerda, el primer paso es siempre en diagonal. ¡Inténtalo de nuevo! —le repetí, mientras Brielle se movía con gracia, su espada trazando arcos en el aire.

—Vale, aquí voy —aseguró, intentando seguir la fluidez.

Se concentró, dando un paso adelante y levantando la espada, pero su balance se descompuso y me reí suavemente.

—No te preocupes, todos hemos estado allí.

De repente, la puerta del gimnasio se abrió y todos dejaron lo que estaban haciendo. Entró el profesor, y su rostro serio siempre indicaba que algo importante estaba a punto de pasar.

—¡Atención, todos! Tenemos un nuevo integrante —anunció, y el murmullo se apagó rápidamente.

Curiosa, solté mi espada y me giré hacia la entrada. Cuando el chico nuevo entró, sentí que el aire se detenía por un segundo. Damon. Mis ojos se encontraron con los suyos, y una ola de emoción me recorrió. No podía negar que había algo en él, algo que me atraía de una manera que no podía explicar. Sentí un cosquilleo en el estómago, y tuve que recordarme que estaba en medio de una práctica y no podía perder la compostura.

—Damon fue el mejor en su antigua universidad. Pero aquí, para demostrarlo, tendrá que enfrentarse a nuestra mejor esgrimista. —Mi mente se detuvo por un momento tratando de procesar todo. —¿Nyssa?

—¿Yo? —pregunté, incapaz de ocultar mi incredulidad.

Mis ojos se abrieron en sorpresa. ¿Yo? No podía creerlo. Sentí una mezcla de nervios y emoción. Los latidos de mi corazón se aceleraron, pero asentí, dispuesta a aceptar el reto.

—Claro, Nyssa. No hay mejor oportunidad para demostrar lo que has aprendido —dijo el profesor con una confianza que no compartía.

—Vas a hacerlo genial —me animó Brielle, aunque su voz sonaba más tranquila que la mía.

—¿Qué si me gana? —murmuré, intentando ocultar mis nervios.

—Eso no pasará. Confía en ti. —Respondió, sonriéndome.

El profesor le entregó a Damon su equipo y lo envió a los vestuarios para que se cambiara. Mientras esperaba, intentaba calmarme. Mi mejor amiga, quien estaba a mi lado, me lanzó una mirada cómplice.

—Sabes que puedes con él.

A pesar de mis nervios, asentí. Claro que podía. Pero... también estaba Damon, no sabia que tipo de oponente sería. Ese chico que me hacía sentir cosas que no lograba entender del todo. En menos de 15 minutos, Damon regresó al gimnasio, ya vestido con el uniforme blanco de esgrima, la máscara bajo el brazo y una espada en la mano. Se veía increíble, confiado, casi invencible. Cuando se detuvo frente a mí, hicimos la reverencia de rigor. Mis manos estaban sudando un poco dentro de los guantes.

—¿Lista para perder, Nyssa? —preguntó, su tono burlón desafiándome.

—¿Perder? Yo diría que estoy lista para sorprenderte —respondí, tratando de ocultar el temblor en mi voz.

La batalla comenzó. Damon era rápido, muy rápido. En cada ataque, su espada se movía con precisión, obligándome a concentrarme al máximo. Podía ver por qué había sido el mejor en su antigua universidad, pero yo no me iba a dejar vencer tan fácilmente.

Él lanzó un ataque inicial, su espada cortando el aire en un ángulo preciso. Paré su golpe con un toque rápido de mi espada, sintiendo la vibración del metal.

—Buena defensa —dijo, con una risa grave ocasionando un escalofrío en mi nuca.

¿Él estaba consciente de lo que me provocaba? Creo que no.

Avancé con un ataque en diagonal, buscando un hueco en su guardia, pero él retrocedió ágilmente, esquivando mi movimiento.

—Debes anticiparte más —me aconsejó mientras giraba en una pirueta, contrarrestando mi ofensiva.

Poco a poco, la tensión aumentaba. Una serie de ataques y paradas se desató, sus movimientos eran fluidos y controlados, mientras yo intentaba mantenerme a la altura.

—¡Recuerda, no solo ataques, también defiende! —mencionó Damon mientras volvía a atacarme, como si estuviera disfrutando de la situación.

Lo miré con una mezcla de incredulidad y diversión. Sabía que él no podía ver mi expresiones a causa de la máscara, pero poco me importaba ya.

—¿Eres estúpido? Somos rivales —le expliqué, entrecerrando los ojos.

Damon soltó una risa suave, como si mi respuesta solo lo hubiera entretenido más.

—Solo intento ayudarte, Nyssa —respondió, sin dejar de reir.

No pude evitar rodar los ojos, aunque, en el fondo, esa risa suya me desarmaba un poco más de lo que me gustaría admitir.

El choque de las espadas resonaba por toda la sala. Intenté mantenerme al ritmo, pero en un descuido, resbalé. Sentí cómo perdía el equilibrio y me preparé para caer al suelo, pero antes de que eso pasara, unas manos fuertes me sujetaron por la cintura. Era Damon. Me había atrapado, y por un segundo todo se detuvo.

Mi corazón latía con fuerza, no solo por la batalla, sino por la cercanía, por sentir sus manos sobre mí. Estaba tan nerviosa, tan consciente de su presencia, pero no podía quedarme ahí paralizada. La proximidad de su cuerpo me hizo olvidar la batalla por un segundo.

—¿Todo bien? —preguntó, su mirada fija en mí.

Aquí hacía mucho calor...

—Sí... solo un pequeño tropiezo —balbuceé, tratando de volver a la realidad. Con determinación, aproveché la cercanía, girando mi espada hacia su rostro con un movimiento rápido y decidido.

—¡Impresionante! —exclamó, riendo mientras retrocedía. —Pero eso no significa que te dejaré ganar tan fácilmente.

Con un nuevo impulso, comenzamos de nuevo. Me lancé en un ataque, pero él estaba listo, parando mi espada con una precisión increíble. Sin embargo, en su confianza, dejó un pequeño espacio. Vi mi oportunidad y, con un movimiento rápido, me desplacé a un lado, apuntando su cara con mi espada.

El sonido del golpe resonó, y el silencio se apoderó del lugar. Había ganado. La sala estalló en aplausos, y mientras la adrenalina aún corría por mis venas, la mirada de Damon me llenó de una mezcla de orgullo y emoción.

—Punto para Nyssa Walton —anunció el profesor.

Lo había hecho. Había ganado, aunque apenas podía procesarlo. Damon se quedó quieto un segundo antes de soltar una risa suave, claramente impresionado. Nos separamos, ambos respirando con dificultad. La adrenalina seguía corriendo por mi cuerpo, pero no podía evitar sonreír bajo la máscara. Había ganado, pero lo que más me había sorprendido era cuánto había disfrutado esa pelea... y la sensación de estar tan cerca de él.

—Sorprendente batalla —comentó, acercándose con una sonrisa.

—Gracias. No fue fácil, pero lo disfruté —respondí, sintiendo que la conexión entre nosotros había crecido aún más. En ese momento, supe que esto era solo el comienzo de algo increíble.

—¡Lo lograste, Nyssa! ¡Siempre confié en ti! —vociferó Brielle, acercándose a mi lado con una sonrisa radiante.

Sonreí mientras me quitaba la máscara y me arreglaba el cabello, sintiendo una mezcla de alivio y emoción.

—Gracias, Brielle. No fue fácil, pero... —empecé a decir, intentando encontrar las palabras adecuadas.

—¡Claro que no! Pero siempre lo haces ver así —interrumpió, dándome un pequeño golpe en el hombro.

—Bien, eso fue impresionante, ¡una verdadera batalla! —anunció el profesor, su voz resonando en la sala. —Muy buenos concursantes, ambos. Pero ahora, volvamos a la clase.

Miré a Damon, todavía con el corazón latiendo rápido por la emoción de la pelea, mientras el profesor comenzaba a explicar algunos nuevos pasos y técnicas. El ambiente cambió rápidamente de competitivo a educativo, y sentí que la adrenalina se evaporaba, dando paso a una mezcla de satisfacción y nerviosismo.

—Recuerden, es crucial no solo atacar, sino también defenderse correctamente —continuó el profesor, mientras nos guiaba a través de los movimientos básicos.

***

La cafetería de la universidad estaba llena de risas y charlas animadas, el aroma del café recién hecho se mezclaba con el de las galletas recién horneadas. Me senté en una mesa junto a Danna y Brielle, el bullicio a nuestro alrededor haciendo que me sintiera casi en casa después de la intensa práctica de esgrima. Tenía el corazón aún acelerado, y no solo por la batalla contra Damon.

Mientras saboreaba mi jugo de naranja, mis ojos vagaron por la sala. Fue entonces cuando vi a Damon cruzar el umbral, su cabello aún húmedo, como si se hubiera dado un chapuzón bajo la lluvia. Llevaba una camiseta oscura que se ceñía a su figura, y el agua goteando de sus puntas sólo hacía que su imagen fuera más cautivadora. Se dirigió a la mesa de Donovan, donde se acomodó con una sonrisa despreocupada, y mi estómago dio un vuelco.

¿Por qué siempre tenía que estar donde yo estaba? Era como una tentación constante, imposible de ignorar.

—¿Te gusta mi hermano? —preguntó Danna, mientras me miraba con una ceja levantada.

Me atraganté con el jugo, casi me ahogué con la pulpa, lo que me obligó a toser para despejar mi garganta. Sentía que mi rostro se encendía al escucharla.

—No, no me gusta —respondí rápidamente, tratando de sonar convincente mientras me limpiaba la boca con una servilleta. Era una mentira tan obvia que incluso yo me lo creía a medias.

—Soy muy observadora, así que no te creo. ¡No te preocupes, no le diré nada!

Brielle me miró con una expresión de escepticismo y añadió:

—Vamos, Nyssa. Eres muy mala mintiendo.

Danna se rió, divertida con la situación, mientras yo intentaba mantener la calma, sintiendo cómo la tensión se volvía latente. La risa de Donovan resonaba al fondo y, de repente, mi apetito desapareció.

—Si realmente intentas conquistarlo, será muy difícil para ti —dijo con una sonrisa juguetona, pero sus ojos azules revelaban un destello de seriedad.

—¿Por qué? —pregunté, sintiendo una punzada de curiosidad y preocupación en mi pecho.

Ella sonrió, como si hubiera acertado en algo.

—Si estás preguntando, es porque lo estás aceptando.

Me quedé en silencio, incapaz de articular una respuesta. La risa de Brielle resonaba en el fondo, pero la preocupación de Danna había capturado mi atención.

—Mira, Nyssa, te lo diré en serio. Dam una vez amó a alguien tanto que su amor parecía una obsesión.

—¿En serio? —Brielle preguntó con curiosidad, inclinándose hacia adelante.

Danna soltó una risa cansada y triste.

—Sí, Damon amó tanto a esa chica que su amor nunca fue correspondido. Desde entonces, se cierra a la idea de estar con alguien más que no sea Lunette.

—¿Lunette? —pregunté, un nudo de confusión formándose en mi estómago.

—Sí, Lunette es el nombre que él le puso a la chica que amó. Es un nombre que decidió darle a su amada, aunque no es su verdadero nombre. La cosa es que ella tuvo tantos nombres a lo largo de su vida que él decidió identificarla con uno solo, para recordarla en todas sus versiones, sean buenas o malas. Siempre el mismo nombre.

Esas palabras cayeron como una losa sobre mis hombros. Sentí una mezcla de compasión por Damon y de inseguridad por lo que eso significaba para mí.

¿Podría competir con un recuerdo tan poderoso?

Me quedé en silencio, sintiendo cómo el peso de lo que Danna acababa de decir me caía encima, como si me hubiera arrancado el aire de los pulmones. Bajé la mirada hacia mi vaso de jugo, trazando el borde con los dedos mientras procesaba la historia de Damon y Lunette.

—¿Así que... siempre ha sido ella? —murmuré, mi voz sonando más apagada de lo que me gustaría.

Ella asintió, con una expresión mezcla de tristeza y resignación.

—Siempre ella, Nyssa.

El nudo en mi estómago se hizo más grande. ¿Cómo competir con algo tan profundo, tan inalcanzable? Me sentí tonta por haber pensado siquiera que podría tener una oportunidad. Una cosa era sentir esa atracción inexplicable por él, pero esto... esto era otra historia.

—No te desanimes —Brielle intentó animarme, aunque su tono no sonaba tan convencido—. Quizá es cuestión de tiempo...

—No lo sé —interrumpí, intentando ocultar la decepción en mi voz—. Parece que siempre estará atado a ese recuerdo. ¿Cómo podría yo siquiera acercarme?

Danna me observaba en silencio, como si buscara las palabras adecuadas. Finalmente, con un suspiro, dijo:

—No tienes que competir con Lunette. No se trata de reemplazarla. Si algún día Damon decide abrirse de nuevo, será porque ve algo en ti, algo diferente.

Esas palabras no hicieron mucho para levantar mi ánimo. Me sentía pequeña, insignificante frente al fantasma de alguien a quien él amaba tanto.

—Esta noche habrá una fiesta, ¿quieren ir? —preguntó Danna, su expresión cambiando repentinamente a pura felicidad.

—Es lunes, Danna —respondió Brielle, cruzando los brazos.

—¿Y cuál es el problema?

—Que es lunes —dijimos Brielle y yo al unísono, rodando los ojos.

—¿Tienen clases mañana? —insistió ella, quitándose un mechón azul del hombro con una sonrisa despreocupada.

—No, pero sigue siendo lunes —le aclaré, sin mucho entusiasmo.

—Entonces no hay problema si están libres. ¿Van o no?

—Bueno, yo me apunto —dijo Brielle, encogiéndose de hombros.

—¡Esa es la actitud! —dijo Danna, emocionada—. ¿Y tú, Nyssa?

Suspiré. Sabía lo que venía si me negaba.

—¿Cómo podría decir que no? Si lo hago, van a hacer hasta lo imposible para que vaya. Son dos contra una... así que sí, iré.

—Me encanta que ya me vayas conociendo. Les enviaré la dirección del lugar. Un secreto: es la apertura de mi negocio, un club nocturno —dice con una sonrisa de complicidad—. Sé que no tengo la edad para abrir uno, pero está a nombre de mi padre, así que no me fallen. La dueña las está invitando, es una invitación VIP, chicas.

La forma casual en que lo dijo me dejó sorprendida. Yo ni siquiera tenía el dinero para poner un local a mi nombre, pero me alegraba por ella.

—¡Y que la noche sea la mejor! —canturreó Danna, posando sus ojos azules en nosotras con una sonrisa coqueta.

—¡Y que la noche sea la mejor! —la seguimos con entusiasmo.

Esperaba de verdad que fuera la mejor.

🐺

¡Hola a todos/as!

Les traigo el capítulo 14. Espero que lo disfruten. Seguiré actualizando pronto si todo va bien.

✨ ¿Qué les pareció el capítulo?

—Yo digo que ya necesitamos drama, ¿Qué dice el pueblo?

¡Hasta la próxima! Cuídense.

Erika M.

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