Capítulo 13 💫
«En un mundo donde el amor se enreda con la oscuridad, mi corazón latía por quien no debería».
🐺
¿Están aquí? Si es así, digan presente.
***
—DAMON HILL—
El olor era lo primero. Ese hedor a carne descompuesta, húmeda y pútrida, que invadía todo el maldito establo. No había necesidad de seguir observando el cuerpo, porque sabía lo que había pasado. Mis ojos detuvieron la inspección, el aire se me escapaba como si alguien me estuviera estrangulando. Y ahí estaba.
El cuerpo.
O lo que quedaba de él.
—Mierda... —murmuré, bajando la mirada para examinarlo de cerca. El cadáver estaba irreconocible, disecado, la piel rota en partes donde los bichos habían hecho de las suyas. Pero eso no era lo peor. No, lo peor era el círculo de símbolos dibujados en su cuerpo, alrededor de su estómago y brazos.
Brujería.
Lo sabía al instante, aunque no lo quería admitir. Esto no era un asesinato común, no... alguien había usado ese cuerpo para sus malditos rituales. Sabía exactamente qué tipo de magia estaba viendo, y eso me revolvía las entrañas.
El cuerpo llevaba casi un día aquí, y las cosas no estaban mejorando. Anoche, Alek y yo lo trasladamos al establo, creyendo que sería un lugar discreto, pero ahora, con las moscas zumbando como locas y los caballos rebosando de ansiedad, sabíamos que tendríamos que deshacernos de él pronto.
—Esto es un desastre —murmuré, mirando el bulto cubierto de una manta que ya había empezado a apestar—. ¿Quién pensaría que un cuerpo podría causar tanto problema?
Alek se encogió de hombros, intentando mantener la calma mientras acariciaba la crin de uno de los caballos, que parecía más nervioso que nunca.
—Lo sé, pero no podemos dejarlo aquí por mucho más tiempo. Las cosas se van a complicar. No solo las moscas... la última vez que tuve que hacer esto, las cosas se volvieron caóticas.
—A veces me pregunto cómo es que terminamos en situaciones así —respondí, frunciendo el ceño mientras me agachaba para mirar al cuerpo—. Esto no es lo que imaginé para nosotros, ¿sabes?
—¿Qué pensabas, que íbamos a hacer un picnic? —rió Alek, aunque su risa tenía un tinte nervioso. Siempre sabía cómo encontrar un poco de humor en el caos.
—Iré a hablar con mis padres —dije, apretando los dientes mientras me giraba hacia la puerta—. Cierra el establo y cubre el cuerpo. Después, ve a la oficina de mis padres. Estaré allí.
Alek asintió, pero su expresión no mostraba confianza. A veces, me preocupaba que se sintiera abrumado por todo lo que estaba pasando, pero sabía que era un buen amigo.
Corrí de vuelta a casa, el frío de la noche casi me quemaba la piel mientras mis pies se hundían en la tierra húmeda. Cuando llegué, papá y mamá estaban en la oficina. Su presencia siempre era intimidante, como si controlaran cada rincón con solo respirar.
—Inspeccioné el cuerpo —dije sin rodeos, intentando que no me temblara la voz—. Brujería. Lo usaron para hacer un ritual, y no cualquier cosa. Es magia negra.
Papá se levantó del sillón, su expresión impenetrable. Mamá solo cruzó los brazos, sus ojos grises fijos en mí.
—Vete —dijo papá, su voz firme y fría—. Nosotros lo solucionaremos.
Fruncí el ceño, apretando los puños. ¿Vete? ¿Cómo podían decirme eso después de lo que vi?
—No. No me voy. Esto no es cualquier cosa, ¡alguien tiene que pagar por esto! —Mi corazón latía con fuerza, y las palabras salían disparadas como balas.
—Damon —la voz de mamá era suave, pero letal—, no es tu lugar. Deja esto a nosotros. Lo solucionaremos.
Me miraron como si no hubiera opción. Como si todo ya estuviera decidido. Quería seguir peleando, gritarles que no me iba a quedar de brazos cruzados mientras ellos lo manejaban todo como si yo fuera un niño. Pero... algo en sus miradas me hizo ceder. No ahora. No hoy.
—Está bien —gruñí, sin querer hacerlo—. Pero esto no ha terminado.
Salí de la oficina, con el pecho a punto de estallar de frustración, y me encontré a Alek subiendo las escaleras en mi dirección.
—¿Qué pasó? —me preguntó, su mirada seria, entendiendo más de lo que me gustaría.
—Lo que piensas. No van a dejar que me meta, pero tengo que hacer algo.
—Tú y tus padres... —Alek dejó la frase en el aire, como si no supiera qué lado tomar.
—Ya no importa. Hay algo más grande aquí. Necesitamos averiguar quién está detrás.
Donovan, mi hermano, apareció en el umbral, apoyado contra la puerta con esa sonrisa que siempre lleva consigo.
—¿Problemas? —preguntó como si no hubiera algo podrido en el bosque.
—Nada que no pueda solucionar —respondí, cruzando los brazos.
—Bien, porque tengo una cita —dijo, sonriendo de esa manera arrogante—. No quiero que tu drama me arruine la noche.
Lo vi marcharse, dejando solo un rastro de colonia cara detrás. Donovan siempre había sido así, desinteresado cuando las cosas se ponían serias. Pero no podía culparlo, cada quien manejaba la mierda a su manera.
Sabía quién era su cita; había estado al pendiente de sus movimientos. Últimamente, Donovan andaba más raro de lo normal, como si estuviera tratando de ocultar algo. Su cita era aquella humana amiga de Nyssa, y no podía evitar sentir un retortijón de ira en mi estómago. Era como si el mundo estuviera girando a su alrededor mientras yo lidiaba con los asesinatos.
Alek me miró de nuevo, serio, sin decir nada por un momento. Luego, con la voz baja, comentó:
—No puedes quedarte fuera de esto, Damon.
—Lo sé —murmuré, volviendo la vista al bosque oscuro a través de la ventana—. Lo sé.
Alek me observaba en silencio mientras el peso de todo lo que había pasado empezaba a caerme encima. Sabía que estaba a punto de decir algo, pero lo dejé, porque a veces, cuando Alek hablaba, no podías detenerlo.
—Sabes... —comenzó, cruzándose de brazos y con esa mirada de "esto va a incomodarte"—, Nyssa realmente se parece a Lunette.
Me detuve, soltando un suspiro y apretando el puente de mi nariz. ¿En serio? ¿Ahora?
—Alek, ya lo dijiste antes —respondí, tratando de no sonar exasperado, pero fallando rotundamente.
—No, pero en serio, Damon —insistió, con una sonrisa que no me gustaba nada—. Esa forma de mirar, de caminar... Es como si estuvieras viendo a Lunette de nuevo.
—¡Gracias por recordármelo, genio! —bufé, rodando los ojos—. ¿Algo más brillante que quieras decirme? ¿Tal vez que el sol sale por el este?
Él se rió, sacudiendo la cabeza. Siempre le encontraba el lado divertido a todo, incluso cuando yo estaba a punto de perder la cabeza.
—Solo lo menciono porque, si vas a seguir con ese plan tuyo de vigilarla, lo mejor sería que la mudaras aquí, a la mansión. Ya sabes... mientras más cerca, mejor. —Alek alzó las cejas, sugiriendo mucho más de lo que estaba diciendo.
Lo miré, entre divertido y frustrado.
—Sí, claro. Seguro que va a decir que sí sin problema. "Oye, Nyssa, ¿quieres mudarte a mi enorme y espeluznante mansión porque soy un maldito lobo obsesionado con vigilarte?" —respondí con sarcasmo—. ¡Genial idea, Alek! ¿Cómo no se me ocurrió antes?
Él no se inmutó. De hecho, parecía disfrutar de mi reacción.
—Solo digo que es más fácil tenerla cerca. Puedes controlarlo todo, asegurarte de que esté a salvo. ¿No es eso lo que quieres? Además, siempre puedes usar algo de encanto para convencerla.
—Encanto. Claro. —Sacudí la cabeza, negándome a caer en su trampa—. Mira, lo voy a pensar. Pero por ahora, no hay ninguna razón por la que ella acepte. Tiene a su padre, y tampoco quiero levantar sospechas. Así que, por ahora, seguiré vigilándola de noche.
Alek asintió, aunque no parecía completamente convencido.
—No sé, Damon. No me parece que esperar y espiarla de lejos sea lo más seguro. Si las cosas se complican...
—No lo harán —lo interrumpí, con más convicción de la que realmente sentía—. Solo necesito tiempo. Hasta que encuentre una razón para acercarla más. Por ahora, me encargaré de las patrullas nocturnas.
El rubio me miró como si supiera que iba a ser más complicado de lo que estaba admitiendo, pero decidió no discutir más. Me dio una palmadita en la espalda, como si ese gesto fuera suficiente para resolver todo.
—Está bien, jefe, lo que tú digas. Solo espero que no te metas en problemas.
—Gracias por la confianza, Alek. De verdad, tus palabras siempre me levantan el ánimo —dije con sarcasmo, sin poder evitar sonreír mientras él se reía entre dientes.
Donovan ya se había ido para su cita, y Alek y yo seguimos hablando un rato más, pero mi mente no podía dejar de volver a Nyssa, a lo que Alek había dicho. ¿Mudarla aquí? Sonaba ridículo... pero también tenía cierto sentido.
Tal vez era solo cuestión de encontrar la excusa correcta.
Bajamos las escaleras, y Alek se acomodó en el sofá frente a mí, claramente disfrutando de la conversación más de lo que debería. Yo, por otro lado, no podía sacarme de la cabeza lo que había visto hoy ni las palabras de mis padres. Pero había algo más. Algo que estaba ahí, bajo la superficie, retorciéndose en mi mente cada vez que pensaba en Nyssa.
—Hay algo en ella, ¿no? —dijo Alek, como si hubiera leído mis pensamientos—. No puedes sacártela de la cabeza.
Lo miré, pero esta vez no respondí con sarcasmo ni con bromas. Estaba siendo honesto, aunque me costara admitirlo.
—Sí... —dije, después de un largo silencio—. Hay algo en ella que me vuelve loco. Es como si, cuanto más la observo, más necesito saber. Quiero descubrir sus secretos, saber quién es en realidad... cada detalle. No solo lo que muestra, sino lo que esconde.
Él levantó las cejas, sorprendido por mi sinceridad, pero no interrumpió. Sabía que no era común en mí abrirme de esa manera.
—No sé qué es —continué, con la mirada perdida—. Pero cuando la miro, siento esa necesidad de... no sé, poseer su verdad, desenterrar lo que la hace ser quien es. Hay algo en su manera de hablar, de moverse, que me atrae, me empuja a descubrir sus más íntimos secretos.
Alek se inclinó hacia adelante, con esa sonrisa medio burlona en la cara.
—Entonces, ¿qué esperas? Ya la estás vigilando de lejos. ¿Por qué no llevas las cosas al siguiente nivel y te metes más de lleno en su vida? Sabes que cuanto más cerca esté de ti, más fácil será descubrir todo eso.
Solté un suspiro, sabiendo que tenía razón, aunque no quisiera admitirlo.
—Ya lo sé.
Alek asintió, pero no parecía convencido.
—Tú sabrás, jefe. Pero algo me dice que esa chica tiene más secretos de los que imaginas. Y si realmente quieres descubrirlos, no creo que espiarla de noche vaya a ser suficiente.
Lo sabía, lo sentía en cada fibra de mi ser. Había algo en Nyssa, algo que me volvía loco, y cuanto más lo pensaba, más intenso se volvía. No era solo una cuestión de querer protegerla; era una obsesión por descubrirla, entender cada parte de ella.
—Lo pensaré —dije, alzando una mano en señal de tregua—. Pero por ahora, las cosas seguirán como están. No hay ninguna razón para moverla aquí. Aún.
Alek sonrió y me dio una palmadita en la espalda.
—Lo que tú digas, jefe. Pero recuerda: mientras más cerca esté, más fácil será resolver ese enigma que tienes metido en la cabeza.
Lo observé mientras se acomodaba en el sofá, claramente satisfecho con la conversación, pero mi mente ya estaba en otro lado. En ella. En lo que ocultaba, en lo que aún no había revelado.
Y maldita sea, quería saberlo todo.
No sé cuántos minutos pasaron mientras mi vista y mis pensamientos estaban perdidos. Alek seguía sentado en el sofá, inmerso en sus propios asuntos, hasta que escuché pasos acercándose y la voz de Danna llamándome.
—¡Damon! ¿Estás listo para la fiesta? —preguntó, asomándose a la sala con una gran sonrisa.
Me moví de donde estaba y me senté al lado del rubio, respondiendo mientras la observaba:
—No iré.
La sonrisa de Danna se desvaneció al instante.
—¿Qué? ¡No puedes estar hablando en serio! Prometiste que irías.
—Lo sé, pero tengo cosas más importantes que hacer. Esta situación del cuerpo descompuesto es prioridad —dije, tratando de mantener la calma.
—¡Siempre es lo mismo contigo! —exclamó, cruzando los brazos y frunciendo el ceño—. Prometiste que vendrías, Damon.
—No es que quiera dejarte sola. Simplemente no puedo distraerme ahora.
—¡Estás siendo ridículo! —se quejó, dando un paso adelante.
Respiré hondo, sintiendo la presión de su mirada. No quería ser el hermano que siempre decepcionaba, pero había cosas que no podía ignorar.
—Lo siento, Danna. De verdad, no puedo ir.
Un silencio tenso se instaló entre nosotros antes de que ella se cruzara de brazos, aún enojada.
—Entonces, no puedo creer que te dejes llevar por esto. Pero... —se detuvo, suspirando—. Está bien, está bien. Si realmente sientes que no puedes ir, no puedo obligarte. Pero me harías un gran favor si cambias de opinión.
—Lo pensaré, ¿vale? —dije, sintiéndome un poco culpable.
—Buena suerte con eso. A ti también espero verte allí, Alek —agregó, girándose hacia la puerta de salida y lanzando una advertencia al aire. —Están advertidos.
—Disfrutas demasiado de esto, ¿verdad? —le lancé al rubio, frunciendo el ceño mientras él se reía.
Alek se encogió de hombros, echándose hacia atrás en el asiento como si estuviera en el mejor espectáculo de su vida.
—Vamos, Damon, me conoces. Ver cómo intentas ignorar lo obvio siempre es un buen entretenimiento.
Rodé los ojos, pero no pude evitar que mi mente volviera a lo que había visto hoy. El cuerpo descompuesto, la oscuridad impregnada en el ambiente del establo, el olor de la brujería negra... y las palabras de mis padres, diciéndome que me alejara. Pero más allá de todo eso, había algo que no podía sacarme de la cabeza. Nyssa. Cada vez que pensaba en ella, algo en mi interior se removía, como una sensación constante de que algo estaba oculto bajo la superficie, esperando a ser descubierto.
Yo lo descubriría. Claro que lo haría.
🐺
¡Hola a todos/as!
Les traigo el capítulo 13. Espero que lo disfruten. Seguiré actualizando pronto si todo va bien.
—¿Opiniones del capítulo?
—Una disculpa por toda la demora, esperemos que pueda terminar esta historia sin ningún problema.
¡Hasta la próxima! Cuídense.
—Erika M.
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