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Capítulo 1 💫

«A veces, hasta los monstruos guardan ternura, esperando ser descubierta por aquellos valientes que se atreven a mirar más allá».

🐺

NYSSA WALTON

Tenía miedo. 

Las hojas crujían bajo mis pies mientras caminaba, apretando los puños de tanto nervio. El bosque parecía más oscuro hoy, como si el otoño lo hubiera llenado de sombras con cada rama caída y cada hoja seca que tapizaba el suelo. Sentía que algo estaba mal. Mamá nunca me dejaba sola, nunca. Y ya habían pasado dos horas. Dos horas desde que salió a recoger algo al bosque, y no volvió. Papá no llegaría hasta tarde porque estaba en el trabajo, así que me tocaba a mí.

Apreté el abrigo contra mi pecho, aunque no era el frío lo que me hacía temblar. Mis pasos se hacían más pesados a medida que me adentraba, y el eco de mi respiración parecía más fuerte entre los árboles. El viento me susurraba en los oídos, llevándose mis oraciones al cielo, esperando que, por favor, la encontrara bien. "Que no le haya pasado nada", repetía una y otra vez, como un mantra. Pero cada vez que pensaba en lo que podía haberle pasado, mi estómago se encogía más.

Los árboles se cerraban a mi alrededor, y me costaba ver con claridad. Estaba a punto de darme por vencida cuando, entre dos robles gigantes, vi algo extraño. Parecía un hueco, una especie de claro oculto. El miedo me atenazó, pero mis pies no se detuvieron. Sabía que tenía que seguir, que ahí... algo me esperaba.

El corazón se me aceleró cuando entré al hueco. Y entonces la vi. Mamá... estaba ahí, pero... no estaba bien. Algo... o alguien... le había hecho daño. No podía moverme, no podía respirar. Solo podía quedarme quieta, mirando, mientras el horror me paralizaba.

El cuerpo de mi madre yacía allí, desgarrado y ensangrentado, como una ofrenda a la oscuridad del bosque. Sus ropas rasgadas revelaban la brutalidad del ataque, y su piel estaba marcada por profundas heridas, como si hubiera luchado con todas sus fuerzas contra un enemigo invisible.

Me acerqué con paso vacilante, sintiendo un nudo de angustia apretándome la garganta. Mis ojos se posaron en el cuello de mi madre, donde dos marcas oscuras destacaban ominosamente. Eran como dos agujeros en la piel pálida, la firma macabra de un depredador.

El horror y la tristeza se enredaron en mi corazón mientras contemplaba el rostro sereno de mi madre, ahora frío y sin vida. Las lágrimas brotaron de mis ojos, mezclándose con la lluvia que comenzaba a caer sobre el bosque, como si el cielo mismo llorara la pérdida de una vida inocente.

Con el corazón hecho pedazos y los ojos nublados por las lágrimas, me arrodillé junto al cuerpo de mi madre. El miedo me envolvía como una sombra mientras observaba con horror las marcas en su cuello, dos colmillos oscuros hundidos en su piel. ¿Qué criatura podría haberle hecho esto? Un escalofrío me recorrió la espalda al contemplar la escena frente a mí.

El bosque entero guardaba el aliento conmigo, como si supiera el oscuro secreto de lo que había ocurrido. Me aferré al recuerdo del amor y la calidez que mi madre solía irradiar, pero ahora todo se sentía frío, vacío, como si la luz se hubiera apagado junto con ella. ¿Cómo podría seguir adelante sin ella?

A pesar del miedo que me invadía, una determinación feroz se encendió en mi interior. No descansaría hasta descubrir la verdad detrás de la muerte de mi madre. Me levanté con determinación, dispuesta a enfrentar los peligros que acechaban en la oscuridad del bosque. Porque aunque el miedo me paralizara, el amor por mi madre me daría la fuerza para seguir adelante.

Me di la vuelta nerviosa para regresar a casa y llamar a mi padre, pero al hacerlo cometí un grave error, porque ahí estaba él; esa persona. Me observaba todas las noches como si fuera su presa y él mi cazador, me seguía de noche o de día, no importaba el momento, era un maldito sádico.

—Nyssa, vuelve. —Escuché la voz de alguien lejano, tratando de advertirme de algún secreto del cual no tengo idea.

Su piel tan pálida, su cabello tan castaño, era un contraste hacia sus facciones, porque aunque querían darle un aspecto cálido y angelical, yo sabía que no lo era, era un psicópata.

—Nyssa, vuelve ahora. —La voz susurrante marcaba una sentencia en mis oídos, como la más suave caricia del viento, pero la liga más fina del hierro.

Tratando de pasar desapercibida ante su presencia, intenté moverme para regresar a casa pero era inútil, él podía percibir el más mínimo movimiento que hiciera, sin importar el tiempo.

Y sin pensarlo dos veces, en un abrir y cerrar de ojos, observé cómo se abalanzaba hacia mí en una velocidad inhumana, así que cerré los ojos y luego todo se volvió oscuro, no recordaba nada más...

—¡Nyssa, maldición, que vuelvas te he dicho!

Con un sobresalto, abrí los ojos y me encontré respirando agitadamente, el sudor perlaba mi frente como una fría caricia. El recuerdo del sueño aterrador aún me envolvía, como una sombra que se negaba a desaparecer. Miré a mi alrededor, confundida y desorientada, y me di cuenta de que estaba tumbada en una camilla, en una habitación desconocida y estéril.

Mis ojos se posaron en la figura del psiquiatra, quien me observaba con una mirada serena, pero penetrante. Traté de recordar cómo había llegado allí, pero las imágenes del sueño seguían atormentando mi mente, distorsionando mi percepción de la realidad.

Me incorporé lentamente, tratando de calmar mi respiración acelerada. El psiquiatra me miraba con atención, como si pudiera leer mis pensamientos. Me sentí expuesta, vulnerable ante su mirada penetrante.

—¿Estás bien? —preguntó con voz suave pero firme.

Asentí con cautela, todavía sintiendo los vestigios del miedo que me había invadido en el sueño. Traté de explicarle lo que recordaba, pero las palabras se atascaban en mi garganta, como si el terror del sueño aún tuviera un agarre firme en mi mente.

El psiquiatra me observó en silencio por un momento más, antes de hacer una anotación en su cuaderno. No dijo nada más, pero su presencia tranquila parecía ofrecerme cierto consuelo en medio de la confusión que me envolvía.

Con un suspiro, me levanté de la camilla, dejando que la calma apaciguara los restos del terror que había experimentado en el sueño. Sabía que tenía mucho que explorar y comprender, pero por ahora, simplemente decidí salir y descansar sintiendo el peso de la realidad y el alivio de estar despierta.

—¿A dónde vas? —preguntó el hombre de unos treinta años, levantando sus cejas cuando vio mi intención de querer irme.

—¿Cómo que a dónde? —pregunté con incredulidad. —A mi casa, la terapia terminó.

Tomé el pomo de la puerta sin mirarlo y antes de salir verbalicé sobre mis hombros:

—Quédese tranquilo, volveré la próxima semana y no olvidaré la cita como las demás veces. —Dicho esto, cerré la puerta y salí.

...

—¿Qué te parece? —preguntó Brielle, vistiendo un hermoso vestido azul marino de seda; le quedaba magnífico y se acentuaba a todas sus curvas, lucía perfectamente con su hermoso cabello platinado.

—Te queda de maravilla. Estás hermosa. —Acepté, sonriéndole.

—Gracias, Nyssa. Ahora te toca a ti, pruébate algo, anda —dijo, sonriendo mientras se acercaba. Me tomó suavemente de los hombros y me guió hacia el vestidor de la tienda. No estaba segura de qué me emocionaba más, si su sonrisa o la idea de probarme algo nuevo, pero sus manos firmes me hicieron sentir que no tenía opción.

—No es necesario, puedo ponerme cualquier cosa que encuentre en mi vestidor. —Dije, restándole importancia.

—No seas necia, eres la hija del sheriff del pueblo, debes estar presentable —declaró con firmeza, aunque su sonrisa radiante volvió a aparecer rápidamente. Me extendió una prenda y añadió—: Pruébate este.

Suspiré, sabiendo que no tenía escapatoria.

El vestido era rojo parecido al suyo, pero con la costura en la pierna abierta. Negué con la cabeza, odiando el color, así que me adelanté y tomé el que estaba del otro lado en color blanco.

—Bueno, también es una buena elección. Pruébatelo, quiero verte lucirlo. —Expresó, soltando el vestido rojo y cerrando las cortinas para darme privacidad.

Agradezco de corazón que haya entendido sin protestar. Brielle ha sido mi amiga desde el jardín de infantes, desde aquel día en que me salvó de una ardilla.

No me malinterpreten, era solo una niña en ese entonces, y aunque era miedosa, ella demostró ser fuerte para ayudarme.

Con manos firmes, desabroché el cierre de mi falda, dejando que caiga al suelo en un susurro apenas perceptible. Luego, con un suspiro, me deslicé la remera por los hombros, liberando mi piel al aire fresco. Un leve escalofrío recorrió mi espalda al sentir el cambio de temperatura.

Mis dedos temblaron de emoción al tomar el vestido blanco de seda que reposaba sobre el colgador. Al pasar la tela por encima de mi cuerpo, sentí cómo se moldeaba a mis curvas, abrazándolas con una elegancia natural. La espalda del vestido, con su enorme abertura, dejaba al descubierto la suavidad de mi piel, mientras la tela fluía alrededor de mí como un río de pureza y gracia.

Con un último ajuste y una mirada de determinación en mis ojos reflejados en el espejo, me admiré en silencio. En ese vestido blanco de seda, me sentía resplandeciente.

Cuando salí del vestidor, buscando la opinión de Brielle, su mirada me recibió con una aprobación palpable. Sus ojos brillaban con admiración mientras observaba el vestido blanco de seda que moldeaba mi cuerpo con delicadeza. Su sonrisa iluminaba la habitación, confirmando lo que ya sabía en lo más profundo de mi ser: con ese vestido, no solo era hermosa, era poderosa.

—Te ves radiante. Ese color te sienta perfecto, y tu cabello rojizo lo hace lucir de maravilla. Quédate con él y llévalo a la fiesta del nuevo alcalde.

—Brielle, gracias —le dije con gratitud, sintiendo cómo sus palabras calentaban mi corazón—. Realmente aprecio tu opinión. Y sí, creo que este vestido sería perfecto para la conferencia. Con tu consejo, me siento segura de que daré una gran impresión.

—Y lo harás. Ahora vámonos, tengo hambre y el estúpido de Isaac ya viene en camino —dijo Brielle mientras recogía sus cosas y se dirigía al vestidor. Yo hice lo mismo, quitándome el vestido para volver a mi ropa de siempre.

Una vez fuera de la tienda, pagamos por los vestidos y notamos que la camioneta de Isaac ya estaba estacionada afuera.

—¡Ey, chicas! —saludó con sus rizos miel oscuro alborotados por el viento.

—Hola, tonto —respondió Brielle mientras subíamos a la camioneta.

—¿Cómo les fue? —preguntó, y su mirada esmeralda se posó en mí—. ¿Cómo te fue a ti?

—Todo bien —respondí con una sonrisa—. Encontramos unos vestidos increíbles para la conferencia. Gracias por venir a buscarnos, Isaac.

—El honor es mío por tener a semejantes chicas en mi auto —dijo, poniendo una mirada subjetiva.

—Lamentablemente para ti, nunca estaría contigo, te conozco desde que ensuciabas los pañales en tu casa —comentó Brielle, y solté una carcajada.

—Haré como que no me dolió —murmuró con fingida tristeza, poniendo una mano en su pecho con dramatismo—. Será mejor que las lleve a su casa, no quiero morir virgen.

Nos reímos de las tonterías de Isaac mientras ponía en marcha la camioneta. Después de unos minutos, el ambiente tranquilo fue interrumpido por la voz de Brielle.

—¿Ya escucharon la nueva noticia?

—¿Qué noticias? —pregunté curiosa.

—Han encontrado más de diez lobos muertos en el bosque. Sin duda, un acto atroz.

Mi cuerpo se paralizó al escucharla. ¿Cómo era posible?

—¿No han encontrado al responsable? —pregunté.

—Ese es el problema, no hay un responsable. Se están matando entre ellos.

—¿Eso es posible? —preguntó Isaac, sorprendido.

—Es posible... solo si se estuviera eligiendo al nuevo Alfa de la manada —susurró Brielle.

—Sin duda, Greyson es un pueblo lleno de sorpresas —dije con un suspiro.

—No lo dudes —murmuró Isaac.

Esa noche, después de regresar a casa, me quedé en mi habitación leyendo como de costumbre, esperando a que papá llegara. Pero esta vez, no ocurrió.

Y era raro, porque no me había avisado que llegaría tarde. Tomé mi móvil y le dejé un mensaje.

Nyssa: Papá, ¿por qué no has llegado a casa? ¿Ha sucedido algo en el trabajo?

El silencio de la habitación se cernía sobre mí como una pesada manta, envolviéndome en una soledad tangible. Las paredes parecían más distantes de lo habitual, y el tic-tac del reloj sonaba como un eco en mi mente. La lluvia comenzó a caer de nuevo, trayendo consigo un frío más profundo e incómodo.

Observé mi teléfono, esperando ansiosamente algún mensaje que no llegaba. La sensación de abandono se asentaba en mi pecho, pesada y dolorosa. Con un suspiro resignado, dejé el móvil en la mesita de noche, dejando que el silencio llenara la habitación.

Pero mi mente bullía con pensamientos y emociones que no podía contener. Busqué refugio en mi cuaderno de escritura, donde podía liberar mis inquietudes.

La pluma se deslizó suavemente sobre el papel mientras me sumergía en mi propio mundo, donde encontraba consuelo en medio de la incertidumbre. En esas páginas, exploraba los rincones oscuros de mi mente, buscando la luz que sabía que aún brillaba en mi interior.

Anoche soñé, otra vez. En este sueño, me vi enfrentada a unos ojos dorados que parecían suplicar que detuviera mis acciones, pero en mi interior no había rastro de compasión ni empatía. Mis manos estaban manchadas de carmesí, y mi vestido impregnado de una sustancia viscosa y roja.

El persistente olor a hierro aún se aferraba a mis sentidos, y por más que me sumergiera bajo el agua, no lograba deshacerme de él. Pero lo que verdaderamente me atormentaba no era el aroma metálico, sino el descubrimiento de un placer oscuro y perturbador dentro de mí.

Ver cómo la mirada dorada se desvanecía por el cansancio, sentir la frialdad del acero contra su cuello... Fue una sensación embriagadora. Cada instante de aquel sueño me sumergía más en una espiral de emociones contradictorias y perversas.

Me he esforzado por entender qué significa este sueño, por desentrañar su significado oculto, pero mis esfuerzos son en vano. ¿Es acaso un reflejo de mi verdadero ser, una manifestación de mis deseos más oscuros? O tal vez sea simplemente una ilusión, una sombra fugaz en mi mente perturbada.

Sea como sea, el recuerdo de aquel sueño sigue acechándome, persiguiéndome en la oscuridad de mis pensamientos más profundos. Y mientras lucho por encontrar respuestas, me enfrento a la incómoda verdad de que dentro de mí yace una oscuridad que aún no comprendo del todo.

—¿Crees que aquella persona de ojos dorados pueda perdonarme? Sé que es un sueño, pero yo solo... —le susurré a mi tortuga, que descansaba en la mesita de noche, pero me vi interrumpida cuando, de repente, el cuarto quedó sumido en una completa oscuridad.

Maldita sea, se fue la luz...

La cortina de la ventana se agitaba por la brisa, así que me dirigí a cerrarla para evitar que las gotas de lluvia mojaran mi habitación. Caminé lentamente, temblando por el frío que se filtraba por las rendijas de la ventana. Al asomarme, vislumbré algo... o alguien, observándome desde la distancia. La tenue luz de la pequeña farola recargable no era suficiente para distinguir su rostro, pero su imponente complexión y altura bastaban para sembrar el temor en mi corazón. Cuando enfoque mi mirada, noté que sonreía de manera macabra. Un escalofrío recorrió mi espalda, sintiendo un miedo abrumador.

Cerré la ventana con manos temblorosas y me dirigí al armario, donde sabía que estaba guardada el arma que mi padre mantenía oculta. Él no sabía que la había tomado; pensaba que seguía escondida en el sótano, pero no era así. Nunca se sabía cuándo podría necesitarla, y en ese momento, ante la presencia de esa criatura misteriosa, estaba decidida a utilizarla todas las veces que sea, si era necesario para protegerme.

Cuando me giré para volver a observar por la ventana, choqué contra algo firme, mojado y duro. Subí lentamente la vista hacia arriba, pero una enorme mano me lo impidió, obligándome a volver a mirar hacia el gran armario. Nerviosa y asustada, solté un jadeo, apretando el arma entre mis manos.

¿Cómo había entrado esa criatura en mi cuarto? ¿Cómo podía ser posible si recordaba haber cerrado la ventana? 

🐺

¡Hola a todos/as!

Les traigo el capítulo 1. Estoy super emocionada de poder compartir esta historia con ustedes y que de esta manera puedan conocer a Damon y a Nyssa, quienes ya se han robado mi corazón.

✨ ¿Qué les pareció el capítulo?

—Si quieren, por aquí pueden dejar un "🐺", cuando vean una frase o momento que les guste mucho y así formamos una linda comunidad.

¡Hasta la próxima! Cuídense.

Erika M.

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