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༚dos༚

Jeon Jungkook

Había pasado una semana tal vez desde el último asesinato, todavía estábamos investigando sin tener ni la más mínima prueba o indicio de como atrapar al culpable.
El trabajo del dichoso asesino era prácticamente impecable, no cometía errores, no dejaba pistas, nada por donde empezar.

El gobierno estaba sobre nosotros, presionando para que terminaramos la investigación.

—¡JODER! —exclamé furioso mientras lanzaba algunas cosas de mi escritorio.

—Deberías relajarte más Jeon —habló una voz muy conocida para mi y le lancé un bolígrafo que había en la mesa.

—Cállate, no me puedo relajar Hoseok —dije mientras me tiraba de los pelos— Este asesino me tiene hasta los cojon.....

El sonido del teléfono me interrumpió, casi lo lanzo también si no fuera porque Hoseok lo tomó antes.

—Esto es raro —dijo Hoseok antes de colgar— No habló nadie.

—Llevan toda la puta mañana haciendo eso —dije y rompí el cable del teléfono.

—Seguro son niños fastidiosos.

La mañana transcurrió como siempre, sin ajetreo, sin noticias nuevas y con más de 20 periodistas en la puerta, sin contar que tuve que ver a los padres de la fallecida Jiwon desgastarse de tanto llorar.
Decidí parar en una pastelería para comprar algún dulce y llevárselo de regalo a mi madre.

En un pequeño estante de cristal estaban todos los pasteles y dulces posibles, de todo tipo de sabores. En la esquina había una caja de donas, arrugué la nariz al verlas. Habían muchos mitos de que los policías éramos grandes amantes de éstas, pero a mi simplemente me asqueaban.

—Detective —gire el rostro hacia al frente y ví a aquel chico pelinegro que había acompañado a su casa el día anterior.

No espera verlo allí.

Llevaba puesto el uniforme del local y estaba sentado detrás de la caja, supuse que trabajaba allí.

—¿Taehyung cierto? —el chico asintió con una de sus pequeñas sonrisas— ¿Trabajas aquí?

—Si detective, por lo que veo vino a comprar algún postre —habló mientras adoptaba su papel de empleado— ¿Unas donas?

—No gracias, las detesto —hubiera esperado ver el asombro en sus ojos pero el solo asintió como si ya lo supiera— me gustaría ese pastel, el de chocolate con fresas.

—Típico —dijo en un susurro y sólo ignoré su comentario mientras el sacaba el pastel y lo envolvía el postre en una caja con cuidado de no estropearlo.

Ya iba saliendo del lugar, cuando pensé que sería bueno pedir el número de teléfono de Taehyung, no me venía nada mal conocer un poco más a aquel chico.

• • •

—¿Entonces pediste su número?
—lo peor que hice sin duda alguna fue contarle a Hoseok sobre Taehyung. Asentí a sus preguntas e ignoré sus saltos de emoción.

Caminé hasta mi departamento con el pelirrojo detrás parloteando. Al abrir la puerta me tensé y Hoseok se calló al notarlo.

Bam no me había recibido en la puerta como siempre, ni siquiera estaba ladrando, las luces de la casa estaban encendidas y yo no las había dejado así.

Deje el dulce sobre la mesita de la sala y desenfundé el arma para dirigirme hasta la cocina. Donde sentí varios ruidos.
Caminé despacio con Hoseok detrás de mí, una figura apareció en mi campo de visión levanté el arma...

Y....

—¡Mierda! —grité asustado luego de ver que el intruso era mi progenitora— ¡Casi te disparo mamá!

—¿¡Quién más podría estar aquí Jungkook!? —mi madre me golpeó en la cabeza con la mano y me sobé la zona golpeada mientras oía a Hoseok reírse como foca agripada.

—Traidor —le dije a Bam mientras lo veía en el suelo acurrucado a una manta.

—Trajimos pastel señora Jeon —comentó Hoseok.

Nos dedicamos a comer del pastel que había comprado anteriormente, no pude evitar recordar a Taehyung mientras lo hacía.

—Kook —habló mi progenitora con cara de preocupada mientras Hoseok iba a lavar los platos, tenía esa expresión que siempre pone cuando no sabía cómo decirme algo. No hizo falta hablar para saber qué algo le estaba agobiando.

—¿Que está sucediendo madre?

—No te lo habia querido decir, no te quería preocupar —empezó y yo ya estaba nervioso— Hace una semana e estado recibiendo entregas algo extrañas —siguió y asentí para hacerla continuar— Sólo un ramo de flores y una manzana, todo los días en mi puerta. No tiene tarjeta ni remitente. Me empieza a preocupar.

Sentí como la sangre dejaba de fluir por mis venas, creo que oí un "no te preocupes" por parte de mi madre pero ya era demasiado tarde para eso, esos envíos sólo podían ser obra del asesino.

Ese desgraciado o desgraciada sabía que estaba detrás de él y estaba intentando atemorizarme.

—Solo son flores Kook

—Son de el madre —dije convencido, mi mamá tomó mis manos— Sabe que estoy detrás de él.

El teléfono de la sala sonó y me levanté a verificar quien llamaba.

—¿Hola?

Nadie respondió, sólo era silencio.

Nada más que silencio.

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