Capítulo 20
-Al parecer no me viste allí. Te seguí, sabía que tú no podrías ser quien se preocupara por mi Luna, así que lo hice, y te vi lanzarla por el acantilado.
Ella se arrastra mientras se sujeta el cuello el cual no se curaba rápido porque quemé su cuello con mi parte dragón. Tardaría. Pisé su espalda para que no pueda escapar.
-¿Te crees tanto, en serio? Si para mí jamás fuiste nada, jamás fuiste más linda y mucho menos más inteligente. Por eso estás así ahora.
La pateé para darle la vuelta y que me pudiera ver, levantó su mano libre para detenerme pero agarré su muñeca y la quemé.
-Ella tiene todo lo que me fascina y me encanta, tú no tienes nada. Y ahora ni siquiera puedo verte como una amiga porque te has metido con lo que más amo y atesoro. Eso no se lo perdono a nadie.
Dejé caer su mano y ella la levanta para ver su muñeca quemada pero al no tener fuerzas la deja caer.
-Aléjate de ella, no lo volveré a decir. ¿Está claro?
-S..Sí, A..Alpha... -respondió.
Me alejé de ella y me fui de regreso al campamento, miré a todos notando que faltaba mi Luna. Fui a buscarla rápidamente, esperando que no le haya sucedido nada. Entonces llegué al acantilado del que había caído, pero al asomarme noté que estaba sentada en la orilla junto al lago. Saqué mis alas y fui junto a ella, aterrizando atrás.
Noté que tenía las rodillas juntas y abrazadas contra su pecho. Con la cabeza presionada en estas, ¿estaba llorando?
Narra Tess
¿Cómo hacer para que estos sentimientos dolorosos me dejen en paz? ¿Cómo haré para dejar de llorar todos los días sin poder evitarlo? Es molesto... no poder controlarme es molesto.
Pero más molesto es saber que Sarah tiene razón, lloro demasiado, no hago nada por los demás... mientras que Zeth necesita a alguien fuerte y merecedora del puesto de Luna de Lunas.
-Tess...
Me sobresalté cuando lo escuché atrás de mí, limpié mis lágrimas y aparté la mirada. Me levanté sacudiendo mi ropa.
-Estaba... por regresar al campamento.
Traté de pasar junto a él sin mirarlo pero coloca su brazo frente a mí sujetándome, apreté los dientes.
-Zeth, por favor...
-Tess, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así? -me sujetó el rostro y me hizo mirarlo a pesar de poner resistencia.
-¿Y lo tienes que preguntar?
Frunce el ceño confundido, aparté mi cabeza de su agarre y me alejé de él.
-¿Finges que te gusto, Zeth? Porque es horrible que hagas eso...
-¿Qué? No, claro que no. ¿De dónde... ?
Se queda en silencio abruptamente y entonces suspira.
-¿Nos escuchaste?
-Sí, ya no necesitas seguir mintiendo.
-Entonces no has escuchado todo...
Se pasa la mano por el cabello como frustrado, me hizo dudar pero aparté la mirada.
-Tessa. Yo jamás fingí nada, jamás pensaría en usarte o lo que sea. Créeme... por favor. Me gustas, ¿está bien? Me encantas, me fascinas, me traes como un perro con correa. No sé como más quieres que te lo explique.
Como no lo miraba, pareció desesperado, entonces me tomó delicadamente pero en un rápido movimiento me aprisiona contra un árbol. Me sujeta por la barbilla y no me deja escapatoria.
-Desde que apareciste no puedo ni siquiera ver a otras mujeres de la misma forma en la que te veo a ti. Y puedo asegurarte... que a ti te veo en todas las posiciones... -me sobresalté y sonrojé-. Hasta en un altar con un vestido hecho a tu medida y que te quede precioso.
Mi corazón se acelera, me sentí nerviosa y apenada.
-Sarah no es nadie. En cambio tú... lo eres todo. Eres el tesoro más valioso, la gema más preciada, la flor más hermosa, la luna más brillante. ¿No te queda claro? Te lo digo de nuevo: Eres como el tesoro para el dragón, y la luna para el lobo. No existe nadie como tú y nunca existirá.
Levanta un poco más mi cabeza para acercar sus labios y rozarlos con los míos, cerré los ojos con fuerza. Estaba temblando.
-Tienes razón, no me conoces... porque tengo miedo que lo hagas, pero a la vez quiero que me conozcas. Te diré que... si fueras alguien más, ahora mismo no te me escaparías, te tomaría y besaría si quisiera.
Solté todo el aire en mis pulmones cuando él se apartó de mí, dio dos pasos hacia atrás y resopló.
-Pero eres tú, y no quiero arruinar esto... Por eso quiero preguntarte si me dejas besarte.
Lo miré anonadada, desconcertada por completo. No tenía ni idea de que hacer, pero mi cuerpo toma consciencia propia, asentí con la cabeza. Supongo que era lo que en verdad quería. Él se queda sorprendido por un segundo antes de apresurarse a apegarse a mí de nuevo, tomarme por la cintura y besar mis labios con desesperación y sin frenos.
Lo hacía tan bien que consiguió hacerme sentir un revoltijo en el estómago y... cosquilleos en la parte más baja. Una de sus manos sujeta mi mejilla y sus dientes aprisionan mi labio inferior, solté un jadeo involuntario que terminó ahogado de nuevo en su boca. Zeth sabía lo que hacía, mientras que yo solo lo seguía como podía.
Su rodilla se mete entre mis piernas acercándose más, me aceleré y sonrojé cuando un gemido se me escapó en su boca al momento en que usó su rodilla. Bajó sus besos dejando un trazo de estos hasta llegar a mi cuello, gruñó acelerado y besó aquel lugar.
-Z..Zeth...
Era nuestro primer beso, el mío el primero de todos, y se nos estaba yendo de las manos. Apoyé estas en sus hombros y lo separé. Él tenía la mirada lujuriosa, pero cierra los ojos con fuerza y apoya su frente en mi hombro.
-No sabes cuánto he esperado por esto... Lo siento, voy a controlarme de ahora en adelante.
-Gracias...
Asiente antes de separarse, me mira un segundo, su mirada cambia a una tierna.
-¿Puedes perdonarme, Tess? Por todo...
-Solo si tú me perdonas a mí por todo...
-No hay nada para perdonarte.
Me abraza sin siquiera querer dejarme ir. Y de igual forma yo tampoco quería alejarme de él, me sentía mejor... menos idiota.
-Zeth, quiero conocerte... no importa de qué me llegue a enterar, quiero hacerlo.
Ahora fue su turno de apartar la mirada y mi turno de devolverla. Lo hice mirarme.
-Por favor...
Él me mira pensante pero termina cediendo y asiente derrotado. Sonreí por conseguir lo que quería, ambos nos fuimos a sentar a un lado del lago. No sabíamos como empezar pero lo hicimos luego de un momento, y no dejamos de hablar hasta la mañana siguiente.
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