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25. Lobo gris

NamJoon suspiró con tristeza. ¿Cómo se habían torcido tanto las cosas con YoonGi? ¡Qué calamidad! Habría querido que se quedase a su lado. Habría deseado hacerle feliz junto a él, pero estaba claro que no iba a funcionar. Ahora tendría que dejar sus sentimientos por él a un lado y hacer lo mejor para los dos. Por un momento, cuando habían estado a punto de besarse, creyó que YoonGi podía sentir algo por él, pero debía haberse dejado llevar por la desesperación y la necesidad de un alfa. Sabía que no lo había hecho con maldad. De seguro no había querido dañarle, pero ahora había quedado claro que YoonGi no sentía nada por él. NamJoon había pensado mantenerlo a su lado a pesar de eso, pero ahora no se sentía con fuerzas. ¿Cómo iba a tenerle junto a él y tomarle en sus celos sin que el omega quisiera entregarse a él? ¿Cómo sería capaz de hacerlo con los sentimientos que ahora sabía que albergaba hacia YoonGi? No quería destrozar así su propio corazón. No sería feliz así, guardaría rencor y sentiría constantes celos. Si no le quería a él, ¿qué le impediría enamorarse de cualquier otro beta de la manada? No lo aguantaría, él era territorial y posesivo y si vivía en calma era porque confiaba completamente en sus omegas. Si permanecía con YoonGi y sentía que no podía confiar en él sabía que viviría atemorizado por la desconfianza, lo que destrozaría su relación con YoonGi y crearía un estado de ánimo general que afectaría a la manada. O eso pensaba. En realidad, ya no sabía si sus acciones eran egoistas o si realmente lo hacía por el bien del omega y del grupo. ¿Pero qué podía hacer si no? YoonGi había dejado muy clara su postura, aunque seguramente sin proponérselo. Si su estancia en la aldea y convivir junto al alfa ese tiempo no habían activado su instinto paterno de omega quería decir que la presencia de NamJoon no provocaba nada en él. No creía que el problema fuera realmente de YoonGi, sino, sencillamente, que no sentía nada por él, que jamás le amaría. No tenía otra explicación. No concebía el hecho de que no quisiera tener un hijo propio, pero sí que no quisiera tener un hijo suyo. Esa era la única explicación posible para que su instinto no hubiera despertado aún. Sólo veía una solución para que nadie saliera herido y darle a YoonGi una nueva oportunidad para enamorarse.

Conocía a un alfa que podría ser bueno para YoonGi. No podía decirse que fueran realmente amigos íntimos, pues sólo se veían en las reuniones de alfas que eran cada bastante tiempo. Pero cuando se encontraban, a pesar de ser radicalmente distintos, se llevaban bastante bien. Eran el apoyo el uno del otro en largas reuniones normalmente aburridas. Lee Hyun tenía unos años más que NamJoon, pero no era demasiado mayor y se conservaba bien. No creía que YoonGi tuviera mucho problema en ese sentido. También había heredado el liderazgo de su manada siendo joven porque su padre había fallecido prematuramente. Desde entonces la forma de vida de su manada había cambiado mucho. Él era un amante de la tecnología y no muy dado a las tradiciones. Aunque si bien había modernizado su aldea, no permitía en ella la entrada a humanos, eso lo tenía claro y lo había interiorizado tajantemente. Tenía once omegas, nada menos. Bastante por encima de la media a su edad. NamJoon estaba convencido de que acogería a YoonGi bajo su amparo, especialmente si el se lo pedía. Estaba más que convencido de que sería bueno con él. Le trataría bien. No era un desalmado, como algunos de los que había oído hablar, que usaban a sus omegas practicamente como criados. Podía estar en desacuerdo con sus muchos de sus comportamientos que consideraba excentricidades pero era un buen hombre. Cuidaría de YoonGi. Quizá era lo que el desorientado omega necesitaba, alguien que no fuera tan tradicional, alguien que estuviera más dispuesto a aceptar sus costumbres humanas. Con algo de suerte, YoonGi podría llevarse bien con el resto de sus omegas e incluso enamorarse de él y ser feliz. De pronto, un arrebato de celos recorrió el cuerpo del alfa al pensar en esa posibilidad aún sabiendo que no tenía ningún derecho de sentirse así. YoonGi no era suyo y él mismo había decidido que lo mejor para todos sería enviarle con Lee Hyun. Por eso estaba enviando ese mensaje. Era lo que había concluido después de su conversación con YoonGi en el hospital. En ese momento, para la compleja mente del alfa, todo se volvió sencillo, si no quería tener un hijo suyo era porque no tenía ninguna clase de sentimiento por él. Y, con el corazón débil por la desazón, NamJoon terminó de enviar el mensaje a Lee Hyun, proponiéndole la entrega del hermoso y frágil omega que había llegado a él como por cosa del destino.

- ¡NamJoon! - La entrada acelerada de Jin en la casa vaticinó un nuevo y trascendental acontecimiento. Con él, al abrir la puerta, trajo un olor sutil pero desconocido para el alfa quien conocía muy bien todos los aromas de sus tierras. - Alguien pide audiencia contigo. No vas a imaginar quien. - Declaró Jin creando en él la intriga. - Están ya en la plaza.

- No me gusta que extraños entren en mi territorio sin que se me consulte. - Gruñó un poco. De normal, no le habría molestado tanto, pero ya estaba de mal humor por lo que estaba haciendo hasta ese momento. - ¿Cómo es posible que se les haya permitido llegar hasta la entrada de mi casa? ¿Quién hace la guardia?

- El propio JiHo les ha escoltado hasta aquí. - Declaró su hermano mayor. Eso sí le resultó extraño. Se lo habría esperado de Jackson, que confiaba en todo el mundo y era muy extrovertido, pero JiHo era estricto con los intrusos. ¿Quién sería para que les hubiera dejado entrar sin consultarle?

- Son inofensivos. - Señaló Jin. - Pero, en mi opinión, conviene no ser muy feroz con ellos.

- ¿Quieres decirme quienes son de una vez? - Dijo levantándose de la silla y dirigiéndose hacia la puerta donde aún estaba Jin.

- Tan solo es una omega con su cachorro de omega. - Aseguró el mayor con cierto tono divertido que el alfa no comprendió. NamJoon entendió entonces que JiHo les había dejado llegar hasta allí porque no les había considerado ni remotamente una amenaza. Seguramente, la omega quería que acogiera a su cachorro y lo incluyera en su harén cuando se presentara, aunque era extraño que no se viniera también el alfa de su manada. No estaba seguro de si considerarlo una falta de respeto. Era algo que ocurría de vez en cuando. Cachorros omegas de varias manadas venían antes de presentarse para conocerle y proponer su compromiso. Pero entonces, ¿por qué Jin estaba tan misterioso? Esa vez tenía que haber algo más. - Son lobos grises. - Terminó diciendo Jin. Y entonces NamJoon sí que no comprendía nada.

- ¿Lobos grises? - Ahora su teoría se desarmaba. - ¿Qué lobos grises? - Preguntó. Quizá no había entendido bien a Jin.

- ¿Cómo que qué lobos grises? Sólo hay una manada de lobos grises en Corea.

- JangSan. - Susurró NamJoon muy pensativo. - ¿Qué harán aquí una omega y un cachorro del gran lobo gris de JangSan? - No podía ser para formar un compromiso con él. Ningún lobo gris se enlazaría con un lobo negro de Bukhansan, al menos no hasta dentro de varias generaciones. El motivo era sencillo. Los lobos negros de Bukhansan habían apoyado incondicionalmente a los lobos blancos de Apsan, la manada original de YoonGi, en la batalla originada por el crimen de Min SaYong, su padre. A pesar de que algunas manadas, como la de JiMin y TaeHyung, se habían esforzado en restaurar los lazos rotos en aquella guerra uniéndose a cambiaformas de manadas enemigas, los lobos negros de JangSan jamás harían algo así. El alfa gris de JangSan nunca entregaría a uno de sus cachorros al alfa negro de Bukhansan. Era cuestión de orgullo y de poder. Él siempre había preferido mantener la tensionada tregua para poder iniciar una guerra justificada en cualquier momento si le era beneficioso. Entonces, ¿qué haría allí una de sus omegas con su cachorro? Además, debía ser una de sus omegas más jóvenes para tener aún un cachorro, pues el primer vástago del actual alfa de JangSan, que era el mismo desde hacía casi treinta años, era mucho mayor que NamJoon. - ¿Qué diablos querrán?

- No lo sé. Dijo que sólo hablaría cuando estuvieras presente. - Aseguró Jin. - No lo sabremos hasta que tú le preguntes.

- Muy bien. Averiguemos que quiere entonces. - Declaró el alfa saliendo por la puerta de su cabaña.

Observó la escena con mucha atención. Media manada estaba allí reunida, aunque, de todos sus omegas, Jin era el único presente. TaeHyung acompañaba a JiMin y al pequeño TaeHyun en el hospital. HoSeok estaba con YoonGi en la escuela, con los niños. HoSeok había insistido en ello últimamente. Creía que así había posibilidades de que despertara su instinto. Claro que ese "plan" no se lo había dicho a YoonGi y sencillamente le pedía ayuda para cada vez más cosas en la escuela. Aunque para NamJoon ya era demasiado tarde, había tomado una decisión.

Cuando la mujer le vio, en el centro del semicírculo que formaban los curiosos aldeanos, incó la rodilla hacia el alfa de Bukhansan. Su cachorro, sin embargo, no hizo siquiera el amago de inclinar la cabeza y se quedó mirando fijamente a NamJoon. El alfa no pudo más que sonreír para sí. Esa altanería era digna de su padre. Efectivamente debía ser de sus hijos más pequeños y se parecía mucho a su padre. El pelo canoso de su padre, que hacía que se asemejara mucho al pelaje de su lobo, y sus facciones más suavizadas por su juventud y la herencia de su madre, que era muy hermosa, les diferenciaba claramente. Pero su actitud, a pesar de ser un cachorro de omega, era muy similar. Tenía ese porte de los cambiaformas que saben que son de un linaje noble. NamJoon lo entendía. El linaje de los lobos negros de Bukhansan era de tan alta alcurnia como el de los lobos grises de Jangsan o como lo fue el de los lobos blancos de Apsan en Daegu antes de que desaparecieran en la batalla. Jin, sus otros hermanos y él estaban orgullosos de quienes eran, pero había una diferencia entre ellos y la forma de mirarle que tenía ese cachorro. Se creía mejor que los demás. En verdad no podía culparle. Si su padre, quien debía ser su referente, era de ese modo, ¿cómo iba a comportarse él? Debía llevar toda la vida aprendiendo a ser altivo y orgulloso incluso si se convertiría en omega. Era lo que le habían enseñado. Por instante, NamJoon pensó que su actitud podía ser finjida y sólo era un cachorro atemorizado por las circunstancias que mostraba esa faceta indiferente como defensa, pero no. Su expresión era genuina. Era, sin duda alguna, un mocoso insolente. Resultaba divertido y algo tierno para NamJoon, pero también respetable de algún modo, aunque, si fuera su propio hijo no le gustaría nada que llevara esa actitud demasiado lejos.

La mujer elevó un ojo hacia su hijo y, dejando ver un muy breve impulso de furia, tiró del brazo de su hijo para que se inclinara también.

- Tengo que reconocer que me resulta muy intrigante que hayan venido hasta mi bosque una omega y su cachorro del gran alfa gris de Jangsan. - Proclamó NamJoon para que todos le oyeran.

- Gran alfa Kim. - Pronunció entonces la omega. - He venido para pediros... no, para rogaros, que aceptéis a mi hijo en vuestro harén. - Formuló sin dudar. La gente a su alrededor empezó a murmurar. Ella, elegantemente, lo ignoró. Sin embargo, NamJoon pasó todo el tiempo mirando al cachorro. Ante el ruego de su madre había puesto una expresión humillada y enfadada. Por supuesto que pensaría que alguien de su estirpe no debía ser degradado así. Y mientras se formaba un ligero bullicio a su alrededor, parecía no poder dejar de pensar que se burlaban de su madre. - He venido desde muy lejos, sin amparo ni consejo de nadie para suplicaros... - NamJoon alzó la mano con suavidad y la mujer dejó de hablar. Al cachorro pareció no gustarle que hicieran callar a su madre y NamJoon le oyó chasquear la legua con molestia.

- Mi señora de Jangsan, creo que deberíamos hablar de este tema en privado. - Opinó delicadamente. Se acercó a la mujer inclinada y le tendió la mano. - Más aún, no tendré omegas inclinados ante mi puerta. - Ella cogió la mano del alfa y se levantó. - Entrad a mi hogar, vuestro cachorro y tú debéis estar cansados del largo viaje. - Miró un momento al cachorro. Parecía un poco desconcertado. Quizá porque le había gustado la forma en la que NamJoon había tratado a su madre delante de toda esa gente. El cachorro parecía apreciarla mucho a pesar de su orgullosa apariencia y sus expresiones de humillación. No debía estar acostumbrado a que un alfa tratara bien a la omega, tal vez incluso ella misma se sorprendió. Luego se giró hacia su manada y sonrió. - No seais cotillas. Volved a vuestros menesteres. - Rodó los ojos y se dirigió a la entrada de su cabaña seguido de la omega. Algunos rieron por sus palabras, otros se avergonzaron y se fueron discretamente.

- ¿Vienes? - La sonrisa con la que Jin se dirigió al cachorro le hizo confiar al instante, y eso si debió darle miedo, por que en vez de dar un paso hacia adelante dio uno hacia atrás. Justo después, se dio cuenta de su momento de debilidad y entró en la cabaña con paso decidido.

- Bienvenidos a mi hogar. - Declaró NamJoon cuando les ofreció asiento y Jin se dedicó a preparar algo caliente para tomar. Entonces, HoSeok entró y YoonGi después de él.

- ¿NamJoon, qué es eso que hemos oído de que...? - Calló al ver a la mujer y al cachorro con ellos.

- Creo que... yo debería irme. - Mencionó YoonGi en un susurro. Aunque no sabía a dónde iría, porque su habitación estaba en esa casa también, pero podía dar una vuelta hasta que se le ocurriera algo.

- No. Quédate. - Formuló NamJoon. - Mi señora de Jangsan, deja que os presente a algunas de las personas que viven aquí. - Le dijo con un brazo extendido. - Dos de mis omegas, Jin y HoSeok, y mi... querido invitado, YoonGi. - No supo si esa forma de referirse a él le había dolido, pero, si fue así, comprobó que era lo suficentemente fuerte como para no demostrarlo. Jin sirvió chocolate y café además de unas pastas de te caseras que hacia de vez en cuando y había hecho oportunamente esa misma mañana.

- Mi nombre es Ma LiHan. Soy la decimocuarta y última omega del gran lobo gris de Jangsan. - Profirió con un destello que NamJoon no supo definir si fue orgullo o pena. - Y este es mi hijo, Jeon JungKook, el menor de todos los hijos de mi alfa y el único omega entre todos ellos. Le juro por todos los dioses del bosque que mi alfa y yo lo hemos intentado todo, gran alfa Kim. Hasta el punto de que su padre se ha dado por vencido y ha dejado su destino a su suerte. - NamJoon no entendía demasiado de lo que quería decirle, pero siguió escuchando atentamente. - Pero yo sé que ningún omega puede vivir sin un alfa y la presentación de mi hijo está cercana. Estoy asustada y después de mucho pensarlo creo que usted es la mejor elección y mi última esperanza. Hago esto a espaldas de mi alfa porque estoy desesperada. - Confesó. - Así que, se lo suplico, alfa Kim, haga de mi cachorro uno de los omegas de su harén.

Hola!!! Ya llegó JungKook!!!! ¿Y ahora qué? Se complica todo aún más!!!!
Espero que os esté gustando mucho.

Un besazo!!!!!

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