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14. Integrarse

A cada día que pasaba, YoonGi se adaptaba más y más a su nueva vida. Había descubierto que no tenía tan buena mano con los animales como JiMin, pero era un incansable trabajador y eso a la gente de allí le gustaba. También parecía encantarles que supiera arreglar, incluso con las rudimentarias herramientas de las que disponían allí, un sin fin de muebles y artilugios de madera, la cual era la materia prima predominante allí, por razones obvias. La manada le había aceptado aún si todavía no conocían a ciencia cierta el motivo por el que estaba con ellos. La mayoría imaginaban o rumoreaban que el alfa estaba cortejándole, lo que no era del todo incorrecto aunque NamJoon evitase el tema. Además, nadie había preguntado por su origen más que un par de veces al inicio de su llegada. Tras un par de días, comprendió lo discretos que podían ser dentro de la pequeña comunidad, pues si no había respondido abiertamente de dónde venía, era porque no había tenido un pasado fácil. Lo único que les habían dicho era que había vivido en la ciudad la mayor parte de su vida, así el grupo decidió ayudarle a adaptarse en vez de agobiarle con preguntas incómodas, lo que el tímido omega agradeció enormemente. Incluso ya le conocían como el omega blanco. La primera vez que NamJoon oyó ese apodo de boca de su hermano Jackson se quedó helado. ¿Acaso todo el mundo se había enterado de la raza de lobo de YoonGi? NamJoon aún no había decidido qué hacer con esa información, pero sí sabía que podía ser peligrosa. La manada de los lobos blancos no acabó de la mejor manera ni en buenos términos con muchos otros clanes. Su corazón no dejó de latir con fuerza hasta que logró saber que se referían a YoonGi de esa forma debido al tono pálido de su rostro. Muchos decían que era el lobo con la tez más blanca que habían conocido nunca, claro que ellos creían que era únicamente por haber vivido siempre en la ciudad, donde la gente trabaja y pasa la mayor parte de su tiempo en el interior de grandes edificios muy acondicionados. Allí, en el bosque, que te calentara el Sol era lo habitual, por lo que la piel de todos se bronceaba de manera natural.

- Acabarás teniendo un color mucho más sano. - Le había dicho una dulce beta ya anciana. NamJoon no estaba tan seguro de eso, porque intuía que su pálido rostro también tenía que ver con el origen de su manada, aunque siendo YoonGi el último de los suyos, sería algo muy difícil de confirmar.

Como fuera, los días pasaban agradablemente en ese lugar hasta el punto de que YoonGi se sentía más cómodo cada vez y empezaba a luchar contra sí mismo para no mostrar la faceta despegada y distante que le había acompañado toda la vida. Hasta ahora había tenido que integrarse, así que había hecho un esfuerzo por ser lo más cercano y sociable posible, pero YoonGi jamás había vivido en manada. De hecho, todo lo contrario, siempre habían sido su madre y él. Nunca había visto que su madre tuviera ningún amigo más que alguna ocasional compañera de trabajo con la que tomar un café. Y él tampoco había conseguido conservar a ninguno, mucho menos después de todo aquello. Había terminado por apartar a todos de sí, intencionada o inintencionadamente. Por eso, quería mostrar a la manada un lado mejor de sí mismo, pero también se sentía como un hipócrita algunas veces, aceptando situaciones en las que no se sentía del todo a gusto. Había momentos en los que sólo quería un poco de espacio, estar tranquilamente en su habitación y disfrutar de la soledad que tantas veces le había hecho de compañera y de la que ahora le era difícil prescidir. ¿Pero cómo podía explicar eso a un grupo de personas que estaban acostumbradas no sólo a no tener un instante de intimidad, sino a buscar la constante compañía de sus semejantes incluso para hacer tareas individuales, como leer o estudiar? No quería ofenderles, mucho menos después de lo amables que habían sido con él. Había hablado con su madre un par de veces, pero sólo le había dicho lo que quería oír y no le había contado todas sus preocupaciones. De hecho, hablaban casi todo sobre banalidades y cuando sentían que la conversación se iba a poner intensa ambos parecían buscar una excusa para dejar de hablar. Ninguno estaba preparado para hacer ni responder la preguntas que no se atrevían a expresar en voz alta. No habían hablado de su origen, ni del pasado de ella, no habían hablado de la incertidumbre y el miedo por no saber si NamJoon sería su pareja. Había tanto de que hablar y tan pocas ganas de hacerlo, pero sabían que, eventualmente, todo les alcanzaría. Con todo aquello, se sentía bastante agobiado por la situación y no sabía cómo aliviar su estrés. Para colmo de males, su celo se acercaba cada vez más, y sentía que estaba estancado en muchos sentidos, especialmente con NamJoon. Los días pasaban y YoonGi no sacaba nada en claro con él, dándose cuenta aún más que era muy torpe en lo que a socializar respectaba.

Y entonces, una tarde cualquiera, todo empezó a avanzar muy deprisa. Terriblemente deprisa. Y si YoonGi ya se sentía estresado, aquello fue demasiado para él.

En la aldea no había fines de semana, pero buscaban la manera de tener momentos de descanso y ocio. Se turnaban con las tareas, así que encontraban tiempo para todo. Aquella tarde era uno de esos momentos y, por supuesto, los omegas estaban juntos pasando en rato. Normalmente, algunos se habrían ido a dar un paseo para despejarse y estirar las piernas pero se había levantado viento y habría resultado desagradable. Por esa razón, se habían quedado en su cabaña sin mucho que hacer, notablemente aburridos, por lo que había empezado a instigar al pobre YoonGi para que aprendiera a transfoemarse cada vez mejor.

En eso estaban cuando llegó NamJoon. Ver el hermoso e inmaculado pelaje del lobo blanco le obnuviló por un momento, pero pronto puso los pies en la tierra y tomó el mando de la situación por el bien y la seguridad de todos.

- ¿Qué hacéis? - Expresó alterado. - Nadie puede ver a YoonGi transformado. Al menos no hasta que tome una decisión.

- Lo sabemos. - Comentó HoSeok con obviedad. - Por eso lo estamos haciendo dentro de casa.

- Mira lo bien que lo está haciendo. - Añadió un risueño JiMin. - Lleva así casi 10 minutos. Le está cogiendo el truco.

- Nunca es tarde. - Rió TaeHyung.

- Pero podrían veros por las ventanas. - Miró de una lado a otro. Las cortinas estaban cuidadosamente cerradas y bien sabían que nadie ageno entra en esa cabaña sin llamar y esperar a que le permita el paso. No en balde era una casa privada. NamJoon se tranquilizó un poco.

- ¿Ya estás más calmado, amor? - Preguntó Jin sonriente como leyendo su mente.

- ¿Y los niños? Ellos son muy pequeños como para entender la importancia de guardar un secreto.

- ¿Crees que somos tontos, Nam? - Inquirió HoSeok.

- Están con Jackson. Ya sabes que adora a los niños. - Formuló JiMin.

- Y los pequeños se divierten mucho con él. - Apoyó TaeHyung.

- Eso es porque mi hermano tiene más o menos su misma edad mental. - Mencionó Jin divertido, pero NamJoon, aunque le hubiera dado la razón a Jin, ya no estaba prestando demasiad atención a sus conversaciones banales. Ahora que sabía que estaban a salvo, se había quedado mirando a YoonGi fijamente y este, en consecuencia, había bajado la cabeza avergonzado.

- Es un color muy bonito, ¿verdad, alfa? - Se burló de él TaeHyung haciendo reir a JiMin entre dientes. NamJoon tragó con fuerza. Levantó la mirada un instante hacia sus omegas. Todos allí sabían que mantener su mirada fija de esa manera en un omega ajeno a su harén suponía una falta de respeto hacia ellos. El hecho de ser polígamos no significaba que no hubiera un compromiso implacable entre ellos. Sin embargo, ellos querían que YoonGi fuera incluido en el harén, así que le devolvían a su alfa una mirada calmada, atenta y espectante. NamJoon casi podía leer su mente, estaban esperando a que diera lo mejor de sí. YoonGi se sentía vulnerable en esa forma prácticamente desconocida para él. Un extraño en su propio cuerpo, con una figura que no sabía cuanto podía mantener. NamJoon se serenó y desató el nudo de su durumagi. El lobo blanco dio un pequeño paso atrás, intimidado y tímido, pero no tenía a dónde ir, ni quería realmente huir, sólo se sentía inseguro. Apartó la mirada al ver su cuerpo desnudo. Creía que no se acostubraría nunca a esa naturalidad. La elegancia con la que NamJoon cambió le llamó la atención. Lo hizo parecer fácil. El pelaje azabache brillaba incluso con la tenúe iluminación de la cabaña. Con paso lento y cuidado se acercó al omega ante la atenta mirada de todos. A YoonGi iban a temblarle las cuatro patas sobre las que se sostenía en cualquier momento. NamJoon acercó su hocico al suyo, olfateándole y dejándose oler, pero YoonGi no sentía el instinto de hacerlo. Sería raro para un humano acercarse a otro sólo para aspirar su aroma. Pero los cambiaformas poseen ambos instintos, el humano y el lobo, por lo que su forma de comunicarse no se limita al hablar. El olfato es un medio de comunicación muy importante para ellos. YoonGi desprendía una fresca fragancia a eucalipto. Podía notar lo nervioso que estaba porque cada vez era más intenso. Su proximidad le alteraba y no podía decir que eso no le complaciese. Puesto que el olfato no era un contacto instintivo, ni significativo para él, decidió pasar a un terreno que pudiera comprender. Juntó sus hocicos y luego acarició su largo rostro con el suyo hasta enredar suavemente sus cuellos como en un abrazo. YoonGi sí entendía el significado de ese contacto físico. NamJoon era notablemente más grande, tanto por su naturaleza de alfa como por su genética, así que resultaba hermoso ver lo bien que encajaba el delicado cuerpo de lobo de YoonGi entre el enorme cuerpo del lobo negro. Se pegó más a él, restregando su hocico y su rostro en el lomo y el costado del lobo blanco. Aún respiraba su aroma sin poder evitarlo. Podía oler su inseguridad y timidez, sentir su calidez de omega. Todo lobo tiene un olor característico y único, pero hay algo común en el olor de los omegas. Algo que los identifica como seres perfectos, hechos para unirse a un alfa y albergar vida. Para NamJoon, era como estar rodeado de una criatura muy sagrada y por eso, sus omegas lo eran prácticamente todo para él. Descendió su hocico hasta acariciar ligeramente su vientre. YoonGi se acobardó un poco, pero la mirada calmada de los otros omegas le tranquilizó. Ellos estaban felices de que el alfa le estuviera reconociendo al fin de esa forma, como si fuera la primera vez que le veía como a un lobo. Comprendió entonces que NamJoon tan sólo quería saber más de él, el lobo negro intentaba relacionarse pero él sólo era capaz de pensar como humano, así que le dejó explorar un poco más aún si se sentía algo icómodo siendo olfateado por todas partes. Para NamJoon, olía a fertilidad, a vida, olía a preciado omega. Instintivamente bajó un poco más. YoonGi gimoteó cuando NamJoon se inclinó un poco y metió el hocico entre sus patas traseras. Claramente el concepto de intimidad era muy distinto entre ellos. Por instinto, metió la cola entre sus patas, tembloroso, escuchando de fondo la suave y comedida risa de Jin, quien entendía que eso estaba siendo demasiado para él. De pronto, el lobo empezó a olisquear con más intensidad su intimidad. YoonGi intentó revolverse un poco, pero NamJoon puso una de sus fuertes patas por medio, cortándole el paso para poder seguir olfateándole casi con ansia.

- Nam, ¿no crees que es suficiente para un primer contacto? - La voz de Jin sonaba divertida, pero YoonGi ya no se sentía nada cómodo. Algo extraño pasaba. ¿Por qué NamJoon hacía eso si debía saber lo mal que él se estaba sintiendo? Y de repente, NamJoon se separó de golpe y gruñó. ¿Era asco lo que había visto YoonGi, por un instante, en la expresión del alfa? ¿Asco? ¿Por qué iba a sentir asco por él?

- ¿Qué ocurre, NamJoon? - Quiso saber JiMin confundido. El alfa se había puesto a dar vueltas por la habitación de un lado para otro, como un tigre enjaulado, gruñendo constantemente. Algo repentino le tenía muy disgustado.

- ¿NamJoon? - Insistió HoSeok, quien, como todos los omegas presentes, no sabía lo que le sucedía al lobo negro.

Como no, Jin fue el primero en caer en la cuenta y entender el comportamiento de su hermano menor.

- ¿En serio, NamJoon? - Le habló incrédulo. - ¿Siempre tan listo y eso no te lo esperabas?

- ¿Por qué debía imaginarme una cosa así? - Gruñó con voz gutural.

- YoonGi tiene 21 años, lleva mucho tiempo presentado.

- ¿Y eso qué? - Parecía realmente molesto y lo único que el lobo blanco sabía era que estaba así por su culpa.

- ¿Acaso hubieras preferido que pasase todos esos celos él solo sufriendo lo inimaginable? ¿No crees que incluso así ya ha sufrido bastante? - Le preguntó el mayor algo indignado. - No podías esperar en serio que siguiera siendo virgen, NamJoon.


Hola!!!

Sí, lo sé. Me hice de rogar esta vez. La verdad no tengo demasiadas excusas que poner.

Y NamJoon pensando que era virgen. ¿Qué pasará ahora? ¿Dejará de gustarle por ello? ¿Cómo se sentirá YoonGi al ver la reacción de NamJoon?

Lo sabremos en el siguiente capítulo!!

Un besazo!!!

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