Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra nunca publicado


La verdad no planificaba publicar esto, ya que era una escena que escribí como regalo a un concurso que hice hace muchísimo tiempo (y por eso me refiero a mucho antes de siquiera empezar a editar LHDDMYHG, lol).

Pero hoy me topé nuevamente con ella y, ¿saben qué? Quiero compartírselas a ustedes porque merecen saber que estos dos sí tuvieron un cierre, que no es un antagonista y que sí le tiene mucho amor a Agatha y a Hermione, incluso si ya no tienen las mismas vidas.

Espero que les guste, incluso si es corta.




Agatha se encontraba caminando por el callejón Diagon sosteniendo la mano de Hermes con cuidado, evitando que saliera corriendo por cada cosa que veía. Su hermano menor había crecido bastante en los pasados dos meses luego de que ocurriera todo el enredo de Connor Dumbledore. Desde que esa pesadilla había culminado Agatha se veía distinta, renovada, estable. Estaba agradecida de no haber caído en otro pozo de oscuridad como luego de la batalla contra Lyra. Por más retorcido que sonara, prefería los juegos de Connor antes que volver a atravesar toda la pesadilla del Oastori nuevamente.

Se sobresaltó al sentir dos pequeños brazos rodeándole las piernas y, al bajar la mirada, suspiró con alivio al encontrar a su hermana, Phoenix, abrazada como un koala. Miró sobre su hombro, topándose con Scorpius, quien solo alzó las manos, dejándole a ella la tarea de cuidar a los pequeños diablillos.

Agatha rodó los ojos y le mostró el dedo del medio disimuladamente, rezando internamente para que Phoenix no la viera y quisiera imitar ese acto.

Tata, quiero que me compres un helado —pidió Phoenix haciendo pequeños pucheros, sus ojos azules suplicantes.

—Phoenix, tienes manchas de chocolate en la camisa, no te pienso dar más azúcar —protestó Agatha colocando una mano en su cadera, reprochándole.

Phoenix se ponía extra incontrolable cuando tenía exceso de azúcar en el sistema y era divertido de ver cuando no le tocaba a ella manejarlo.

—Pero yo quiero otro —replicó y batió sus pestañas de forma tierna para lucir irresistible.

Phoenix sabía que esa era su arma mortal para convencer a todos.

—Yo te doy del mío, Nix —ofreció Hermes con inocencia, empujando el cono en dirección a su hermana.

Phoenix arrugó su nariz e hizo una mueca de asco cuando su hermano le ofreció compartir su helado.

—Ew, está todo babeado, Hermes —se quejó la niña con altivez.

Como efecto inmediato, los ojos grises de Hermes se humedecieron haciendo que varias lágrimas rodaran por sus mejillas rosadas. Agatha quiso matarse. Por esa misma razón no podía salir con ambos niños al mismo tiempo. Phoenix siempre se antojaría de algo, Hermes sería bondadoso con su hermana y ella se comportaría de esa forma. Era un patrón sin fin.

—Phoenix discúlpate con tu hermano —ordenó Agatha luego de haberle secado las lágrimas a Hermes—. Ahora.

Con un bufido, Phoenix murmuró una disculpa y los tres emprendieron el camino hacia la heladería antes de que Agatha se volviera loca al escuchar el berrinche de su hermana. Una vez volvió a la mansión sin darle a Phoenix lo que quería para ver si aprendía la lección, pero su padre cayó en la trampa mortal de su hija menor y le compró lo que quería...¡tres veces más grande!

Al llegar, Agatha pidió el helado que Phoenix deseaba y pagó con un par de galeones. Había pretendido marcharse del lugar cuando fue detenida cuando chocó con alguien que conocía muy bien.

—Lo siento —murmuró Agatha, sintiéndose incómoda de repente.

Habían pasado años desde que se topó directamente con él. En las reuniones familiares habían mantenido su distancia, pero era muy distinto a ello. Su cabello estaba menos rojo y una incipiente barba estaba cubriéndole el mentón. A pesar de los años, todavía no encontraba la forma de mirarle la cara a Ronald Weasley.

—Em...—tosió—. ¿Podríamos hablar?

La sorpresa se pudo ver en cada centímetro del rostro de Agatha al escuchar la pregunta de Ron.

En medio de su impresión, Agatha asintió.

—Estoy con los niños —avisó, señalando a los pequeños que la rodeaban—. No sé si te moleste —añadió.

No estaba segura si estar junto a Hermes. Entendía que el niño no tenía culpa alguna, pero también sabía que era el hijo de su ex esposa con el hombre que en el pasado fue un enemigo.

—No me molesta —respondió Ron al instante, ofreciéndoles una sonrisa amable y tranquila, ya acostumbrado a la presencia de los pequeños en las reuniones familiares.

Encontraron una mesa libre en la que podían hablar con más tranquilidad y, sorprendentemente, Phoenix no había pronunciado palabra alguna. Era extraño considerando que la niña era parlanchina, pero seguramente era capaz de percibir la incomodidad del ambiente. Después de todo, era intuitiva para su corta edad.

—Siempre vi el parecido que había entre Mione y tú —mencionó Ron, rompiendo el silencio incómodo que los rodeó por un minuto—Son muy parecidas en muchos aspectos, ¿sabes?

Agatha sonrió un poco, sintiendo sus mejillas calentarse.

—Me lo han dicho —murmuró sin querer decirle que había sido su padre quien le recordaba frecuentemente que ella compartía muchas cosas con su madre.

Ron asintió y jugueteó con sus manos durante un segundo antes de mirarla fijamente.

—Creo que de algún modo yo sabía lo que estaba ocurriendo, pero nunca lo quise ver y cuando recibí la confirmación fue un poco duro —dijo y apartó la mirada hacia la nada, tratando de sentirse menos avergonzado—. Solo quiero decir que me disculpo por todo lo que hice en el pasado. Fui un imbécil de primera.

Agatha sintió la empatía florecer en su pecho y extendió su mano, colocándola sobre la de Ron para darle un apretón reconfortante.

—Todos cometimos muchos errores, Ronnie. Yo misma hice cosas de las que me arrepiento. Te mentí mientras tú solo me habías acogido en tu hogar como si fuera un miembro más de la familia, como si fuera tu hija también y te agradezco por ello. Me diste una familia cuando más lo necesitaba.

—Agatha...

—Yo también me disculpo por toda la red de mentiras a la que te arrastré —lo interrumpió Agatha con toda la sinceridad del mundo—. Fue mi culpa. A mí se me ocurrió la idea y Herms estaba tan preocupada que se dejó llevar por mis locuras. Lo lamento tanto, y perdóname tú a mí por haber arruinado tu hogar. Soy la que debe disculparse.

Al igual que ella, sabía que Ron tenía mucha culpa sobre sus hombros. La realidad era que todos y cada uno de ellos habían cometido errores. Hermione y Agatha le habían mentido durante mucho tiempo cuando él solo fue un apoyo para ellas, un esposo que aceptó la bondad de su esposa, un hombre que acogió a una adolescente sin familia y le brindó la suya.

—Gracias —susurró y frunció los labios en una mueca—. ¿Es feliz?

Agatha asintió, sabiendo a lo que se refería.

—Lo es y espero que tú también lo seas.

Ron asintió nuevamente.

—Lo soy —admitió—. No es lo que era antes y Susan no es tu madre, pero sí estoy feliz. Ambos nos entendemos a nuestra forma —comentó y le echó un vistazo a su reloj, percatándose de que iba a llegar tarde a su cita si no se apresuraba—. Agatha, fue bueno verte sana y salva una vez más.

Antes de que Ron pudiera marcharse, Agatha decidió dejarse llevar por el impulso del momento, poniéndose de pie para poder alcanzarlo. Lo rodeó con sus brazos, apretándolo en un fuerte abrazo que lo tomó por sorpresa.

—Mi madre me dijo que una vez le sugeriste que me adoptaran y créeme que si las condiciones hubieran sido completamente distintas, yo hubiera aceptado a ello gustosa —murmuró de manera apenas audible. Se apartó del abrazo, notando que los ojos de Ron se cristalizaron, y le dedicó una sonrisa cálida—. Espero que la vida tenga planeada muchas cosas buenas para ti, Ronnie.

—Lo mismo para ti, Agatha.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro