Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra 1: De cómo se enteraron de Cecilia

2030

LA CHICA DE CABELLOS RUBIOS SE REMOVIÓ EN SU CAMA, despertándose con lentitud. Abrio sus ojos y dejó salir un largo y cansado suspiro cuando volvió a encontrarse sola en la cama. Miró el reloj y vio que apenas eran las siete de la mañana. Era la quinta vez que ocurría eso en la semana y no pudo evitar el sentimiento de preocupación en ella. Había notado cómo James había estado algo distante con ella.

Se levantó y tachó otro día en el calendario. Si se ponía a ver, quedaba un mes para su boda y eso era lo que más le preocupaba. No sabía qué pasaría ahora que James estaba teniendo ciertas actitudes que le traían inseguridades. Ella no era persona de tener inseguridades y preocupaciones respecto a su relación. Todos decían que ellos habían estado destinados para estar juntos y ella se lo creía, pero ¿y si no era así?

—Odio esto —murmuró Agatha dirigiéndose al baño más apresurada que antes. Las arcadas de las mañanas la estaban volviendo loca y terminaba devolviendo, aun cuando no tenía nada en su estómago. Quizá estaba enferma y no lo sabía.

Al salir del baño, comenzó a prepararse para la reunión que tendría con su abuela. Narcissa se había estado encargando de la boda desde el momento en el que anunciaron su compromiso en octubre del año anterior. Estaba muy ansiosa de preparar la boda de su nieta, en especial cuando había sido un momento esperado para la pareja.

Muchos pensaron que ellos se casarían tan pronto terminara todo el asunto de Connor, pero no fue así. Ambos pensaban que debían disfrutar de su relación antes de unirse en matrimonio. Un mes luego del compromiso habían comenzado a vivir juntos, aunque a Draco no le gustara la idea.

Quince minutos más tarde se encontraba arreglada y lista para salir. No tenía mucho apetito para comer en ese momento, todavía podía sentir las náuseas, por lo que se dirigió a la mansión Malfoy sin desayunar. Cuando llegó, todos estaban reunidos en la mesa del comedor y Agatha se sintió hambrienta.

—Buenos días —saludó, agarrando un plato y sirviéndose una gran porción de comida.

Se podía decir que Agatha había echado un poco de cada cosa en su plato y era de esperarse que había una gran variedad de desayunos en la mesa. No muchos hicieron caso a eso por el hecho de que Agatha solía comer bastante, solo que no recordaban que ella no solía desayunar tan temprano.

—Alguien amaneció con apetito —comentó Draco, un toque de burla adornaba sus palabras.

Agatha asintió, sentándose al lado de Hermes. Le dio un beso en la cabeza a su hermano y revolcó su cabello. Segundos después se sentó a comer como si no hubiera mañana.

—Demasiado diría yo —murmuró Hermione, escudriñándola con los ojos.

—Oye, Tata —la llamó Phoenix. Ese había sido el apodo que le puso la niña a su hermana mayor—. Vas a terminar rodando si te comes todo eso.

Agatha le hizo una mueca de burla y la fulminó con la mirada. No iba a engordar si se comía toda esa comida. De hecho, ahora que lo veía era demasiada y terminó notando que había estado comiendo cosas que le causaban asco. Merlín, ella nunca había comido avena en su vida.

Sintió un sabor amargo en su boca y las arcadas de la mañana volvieron. Trató de controlarlas, pero no pudo, por lo que tuvo que levantarse y marcharse hacia el baño donde devolvió todo lo que había desayunado. Enjuagó su boca y escuchó cómo tocaban la puerta del baño en el que ella estaba. Abrio la puerta y vio a su madre observándola con un poco de preocupación.

—¿Puedo entrar? —preguntó. Agatha le dejó pasar sin pensarlo dos veces. Hermione cerró la puerta detrás de ella y, sin que Agatha la viera, conjuró un hechizo silenciador en el baño—. Agatha, tengo que preguntarte algo importante.

—Adelante —dijo, continuando con su tarea de quitarse el mal sabor de su boca. Odiaba vomitar por esa misma razón.

Hermione ladeó un poco su cabeza y pensó en cómo desarrollaría su pregunta sin sonar... ¿cómo decirlo? muy apresurada con su intuición. Si llegaba a ser lo que su instinto le estaba diciendo no sabía cómo reaccionaría y no precisamente ella, sino Agatha. Suspiró y decidió decirlo sin más.

—¿Estás embarazada? —soltó de golpe.

Agatha se ahogó con el agua y tosió desesperadamente cuando escuchó la pregunta que su madre le había hecho. ¿Qué demonios estaba pasando por la cabeza de su madre? ¿Acaso estaba loca o los cincuenta la estaban afectando? ¡Claro que ella no estaba embarazada!

—¿Estás loca, mujer? —dijo todavía sin poder creer lo que su madre le preguntó—. Claro que no.

Hermione arqueó una ceja, mirándola por el espejo.

—¿Segura?

Esa palabra en forma de pregunta hacía que las dudas crecieran en su interior. ¿Estaba segura de ello? Estaba casi segura y esa era la palabra clave de la oración: casi. Ella y James siempre tuvieron cuidado a la hora de la intimidad, ¿no? Siempre había sido de esa manera, así que no tenía razón para preocuparse.

—No estás segura —confirmó Hermione ante el silencio de su primogénita.

Agatha resopló y secó sus manos con una toalla. No pensaba seguir con esa misma conversación.

—No estoy embarazada —aseguró Agatha y se dispuso a abrir la puerta del baño.

—Eso era lo que yo decía cuando estaba embarazada de ti —escuchó decir a su madre antes de salir del baño.

ϟ

Luego de estar horas y horas escuchando a su abuela hablar sobre los planes y detalles de la boda, Agatha se marchó de la mansión. La verdad era que no había estado prestando atención a lo que su abuela le estaba diciendo, sino que su mente estaba dándole vueltas a la pregunta de su madre.

—Vengo a ver a James Potter —dijo en la recepción del hospital San Mungo.

No faltaba mucho tiempo para el medio día y habían acordado que almorzarían juntos. Quizá era su forma de disculparse por haber tenido esa actitud durante las pasadas dos semanas en las que casi ni se veían a la cara. Él se iba al amanecer a trabajar y volvía en la noche demasiado cansado.

La recepcionista asintió y le dedicó una sonrisa. Agatha trató de devolvérsela, pero seguía pensando en ello. Subió al piso de la oficina de James y tocó la puerta antes de entrar. Su prometido estaba sentado en el escritorio llenando unos documentos mientras mantenía el ceño fruncido.

Agatha aclaró su garganta para que James dirigiera su mirada hacia ella. Él la miró con el ceño fruncido sin comprender exactamente qué estaba haciendo allí.

—¿Te sucedió algo? —preguntó.

Ella sintió sus palabras en lo más profundo de su ser.

—No lo recuerdas, ¿cierto? —inquirio, rodando sus ojos.

Ya se estaba cansando de la actitud de él. Era como si su mente estuviera en otro lado todo el tiempo.

—¿Recordar qué?

—Tú mismo me dijiste que iríamos a almorzar juntos, Potter, pero claramente lo has olvidado —dijo.

—Mierda, lo olvidé. Lo siento, amore —murmuró, recogiendo los documentos que tenía sobre su escritorio—. Tendrá que ser en otra ocasión —se acercó para besarla, pero Agatha se apartó, dejándolo confundido—. ¿Estás bien?

Agatha lo fulminó con la mirada y se alejó de él con el rostro inexpresivo.

—Gracioso que lo preguntes. Ya estaré echando raíces de tantas veces que me has dejado plantada en las pasadas dos semanas —espetó, marchándose de la oficina.

Cerró la puerta detrás de sí y sintió sus ojos escocer. Ni siquiera sabía por qué lloraba y se encontraba tan sentimental. Usualmente eso ocurría cuando estaba por tener su periodo... Su periodo. El corazón de Agatha se detuvo cuando la realidad la golpeó de repente. Llevaba casi tres semanas de retraso y ella ni cuenta se había dado de eso.

La ansiedad comenzó a apoderarse de su cuerpo y supo de inmediato que tenía que salir de allí antes de que se hiciera un nudo ella misma. Ahora sí que no pensaba que su madre estaba loca. Estaba llegando a pensar que podía ser verdad.

ϟ

—Agatha, ¿estás bien? —preguntó su madre desde el otro lado de la puerta.

Agatha se encontraba sentada en el suelo del baño hecha un desastre. Su cabello estaba revolcado a causa de las muchas veces que había pasado sus manos por él en la espera torturadora y de sus ojos brotaban lágrimas. Ese era el momento que muchas mujeres describen como algo asombroso, pero para Agatha fue una experiencia totalmente diferente.

En vez de sentir felicidad, sintió miedo. Miedo de que en su interior crecía un pequeño ser al cual debía servir de ejemplo. ¿Estaba preparada para tener un bebé? No lo sabía. Sí, había cambiado de pensar respecto a los niños, pero todavía no se imaginaba teniendo un hijo. Tenía miedo de la reacción de James y de la de su padre. Temía por lo que ella podía ofrecerle a su bebé. Era suyo, su bebé.

Sorbió de su nariz y colocó una mano sobre su vientre, el cual no estaba abultado. Ahí dentro estaba su bebé, una pequeña persona que dependería de ella. Siempre había escuchado que los bebés llegaban en el momento menos esperado, pero jamás le prestó mucha atención a eso.

Se puso de pie, abrio la puerta y se aferró a su madre como si fuera lo único en la vida que fuera seguro.

—Tengo miedo, mamá —confesó.

Hermione la abrazó y le brindó el apoyo que su hija necesitaba en esos momentos hasta que estuvo totalmente calmada. Ya para ese punto Agatha tenía la cabeza apoyada en las piernas de su madre, mientras ella le acariciaba el cabello con cariño.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Hermione.

Agatha dejó salir un suspiro de sus labios.

—¿Cómo piensas que sea la reacción de James cuando se entere?

Su madre frunció su ceño ante la pregunta de su hija.

—¿Algo que necesite saber? —inquirio.

La rubia gimoteó y observó a todos lados menos a su madre.

—James y yo hemos estado un poco...distanciados. Estas pasadas semanas él ha estado frío, distante. Ocurrio desde el incidente del hospital en el que salvé a alguien. No sé si está enfadado conmigo o qué le sucede —explicó.

Hermione analizó la situación con cautela. Tenía que evaluar todo lo que su hija le había dicho para llegar a una conclusión, pero con James nunca se sabía. Él no era de las personas que podías descifrar a simple vista y Agatha solía ser la única que podía hacerlo.

—No sé cuál sea su reacción, pero si es alguien sensato sabrá que tú y tu bebé son un tesoro que no debería dejar ir nunca —manifestó.

Se quedaron unos minutos en silencio hasta que escucharon la puerta principal abrirse, anunciando la llegada de James. Hermione iba a ponerse de pie, pero Agatha la detuvo un momento.

—No puedo hacerlo ahora —susurró, refiriéndose a lo del embarazo—. Y si no le puedo decir a él, menos podré hacerlo con la diva.

—Podrás hacerlo y sino, planearemos algo para que lo hagas, ¿vale? —Agatha asintió—. Cuentas conmigo.

Dicho esto Hermione salió de la habitación, encontrándose con James de frente. Agatha lo miró entrar y él la observó con expresión preocupada. Su madre ya se había marchado y por alguna razón, su miedo volvió. Odiaba sentirse de esa manera y lo más que odiaba era que no podía controlarlo.

—¿Has estado llorando? —preguntó James sentándose al lado de Agatha. Ella no respondió, no afirmó ni negó nada—. Háblame, por favor —Agatha siguió ignorándolo—. ¿Ley de hielo?

James suspiró cuando ni recibió respuesta alguna de parte de su prometida. Agarró su mano izquierda y besó exactamente donde tenía el anillo de compromiso con ternura.

—Perdón —se disculpó y Agatha volteó a verlo—. He estado volviéndome loco con el aviso que me dieron desde el incidente.

Agatha zafó su mano de él y lo miró con incredulidad.

—No hice nada malo, James. Ayudé a una familia y no me arrepiento de ello —dijo Agatha.

James besó su frente para demostrarle que él no la estaba culpando. Él más que nadie sabía que ella había salvado a esa persona en el hospital. Solo que la junta de sanadores no lo veía de ese modo, aun cuando él trataba de hacerles ver lo contrario.

—Lo sé, amore, lo sé —aseguró, rodeándola con sus brazos. Agatha no pudo evitar aferrarse a él e inhaló su aroma, sintiéndose en casa—. Te amo.

—Te amo —susurró ella.

ϟ

—¿Todavía no le has dicho? —preguntó Hermione a sus espaldas.

Agatha dejó de asaltar la cocina y suspiró. Habían pasado cinco días y no había sido capaz de decirle a su prometido que estaba esperando un hijo suyo. No era muy fácil cuando a duras penas se estaban recuperando de su problema anterior. Sí, ella ya sabía que su bebé no era un problema, el problemas sería si él no reaccionaba de la manera esperada.

—No he tenido oportunidad —mintió.

—Estás mintiendo —canturreó su madre, ayudándola a cargar los platos vacíos hacia el comedor donde estaban los Malfoy y los Potter juntos. Bueno, algunos de ellos.

En el lugar solo estaban James, Agatha, los padres de él y los padres de ella. Toda la cena había sido un complot de Hermione para obligarla a revelar la gran noticia. En parte se lo agradecía porque si no, ella no se motivaría lo suficiente para decirle la verdad a los demás. Si fuera por Agatha, esperaría hasta que no pudiera ocultar más su embarazo.

—Agatha, ¿ansiosa por el gran día? —preguntó Ginny.

Agatha sonrió.

—Falta casi un mes —dijo.

—Bueno, en mis tiempos un mes pasaba volando —comentó Harry y todos rodaron los ojos—. ¿Qué?

Ginny se acercó a su oído y le dijo cómo les molestaba que él se pasara diciendo "en mis tiempos..." por el simple hecho de que parecía un anciano cuando claramente no lo era.

—Confieso que el día que me casé sudé como un cerdo —admitió Draco, tomando un shot de whisky.

Los demás rieron un poco ante la confesión del Malfoy.

—Todos lo hicimos —coincidió Harry, tomando un shot.

Era cierto. Los nervios terminaban traicionándolos y terminaban sudando más de la cuenta.

—Yo confieso que por poco me da un ataque de pánico antes de la boda —comentó Ginny.

Para ellos era un tema tan natural hablar de sus pasadas bodas, pero para Agatha y James no. Era normal, ellos todavía no habían pasado por ese proceso y era más que comprensible. Estaban nerviosos y entendían que el concepto del matrimonio iba más allá que un papel que los unía.

Agatha reunió todo el valor que tenía en su ser y se puso de pie, sosteniendo una copa con jugo de calabaza.

—Ya que todos están diciendo confesiones, yo confieso que estoy embarazada. Salud —dijo y tomó el resto de su jugo en un trago.

El resto de la mesa, excepto Hermione, se quedaron paralizados ante la confesión de la chica Malfoy. La primera persona en reaccionar fue Draco, el cual dio un par de pasos y le dio un fuerte puñetazo a James.

—¡Draco! —exclamó Hermione.

ϟ

Agatha trató de sanar la nariz sangrante de su prometido con manos temblorosas. Estaban en su antigua habitación encerrados, mientras que Hermione trataba de calmar a Draco y Harry trataba de procesar la información. Un moretón se estaba comenzando a formar en el ojo de James.

Ninguno de los dos había dicho una sola palabra desde el incidente, solo se escucharon los quejidos de cuando Agatha trataba de sanarlo. Fuera de eso, no se escuchaba nada en la habitación.

—¿Es cierto? —preguntó James.

Agatha bajó sus manos cuando verificó que ya estaba todo sano y dejó salir un largo suspiro de sus labios. Lo estaba mirando a los ojos sin perderse detalle de lo que estaba pasando con él. Decían que los ojos eran las puertas al alma y quería comprobarlo. Sin embargo, no pudo notar mucho, excepto un ligero brillo en ellos.

—Sí, es cierto.

James bajó su mirada y la posó sobre el vientre de Agatha. No se notaba mucho, si había aumentado un kilo en ese tiempo era mucho. Acercó sus manos a ella y levantó su camisa para pasar sus dedos con delicadeza sobre el área.

—¿Desde cuándo sabes? —prosiguió con su pequeño interrogatorio.

—Cinco días —respondió con un hilo de voz.

Él asintió.

—El día que estabas llorando. Sé que me dijiste que no lo estabas haciendo, pero te conozco —dijo, obligándola a mirarlo—. ¿Por qué llorabas?

Agatha miró a todos lados, excepto a él. No quería mirarlo a los ojos porque en esos momentos probablemente se echaría a llorar sin ninguna razón. Odiaba ese sentimentalismo que estaba teniendo desde que estaba embarazada.

—Tenía miedo —confesó y prosiguió antes de que él pudiera hacerle la pregunta—. Tenía miedo de no estar preparada, tenía miedo de la reacción de mi padre. Sobre todo, tenía miedo tu reacción... Llevabas casi dos semanas teniendo ese comportamiento extraño y yo ya no sabía ni qué pensar —James sonrió sin poder evitarlo—. No te rías, James Sirius.

James negó sin dejar de sonreír y la besó como si ella fuera aire y él no pudiera respirar. Fue un beso cargado de pasión, amor y necesidad. Él necesitaba demostrarle que la necesitaba para vivir y nunca la iba a abandonar.

—Estás embarazada —murmuró sin poder creerlo—. Tendremos un bebé.

Agatha no pudo evitar que una sonrisa se posara en sus labios. Era una sonrisa de pura felicidad y pudo sentirlo. Pudo sentir ese sentimiento del que la mayoría de las mujeres hablan. Solo lo necesitaba a él para que pudiera sentirlo.

—Sí, tendremos un bebé —confirmó Agatha, mirando cómo James acariciaba su vientre con delicadeza y adoración.

ϟ

Draco se movió de un lado a otro tratando de procesar y digerir la información que acababa de recibir. Su hija embarazada, su princesa estaba esperando un bebé ¡de un Potter! Iba a perder la cabeza. Su primer nieto se apellidaría Potter-Malfoy.

—Esto es una pesadilla —masculló, pellizcándose el brazo para ver si despertaba, pero no lo hizo—. ¡Potter, esto es tú culpa!

Harry lo miró ofendido.

—¿Mi culpa? ¡Yo no fui la persona que quedó embarazada antes del matrimonio! —exclamó.

Draco gimoteó con horror. Su primogénita había quedado embarazada antes del matrimonio. Se había comido la torta antes del recreo. Por Salazar, no había noticia que superaría esa.

—Oh, Salazar. No estoy listo para ser abuelo —murmuró, tirándose al sofá justo al lado de Harry.

—Yo tampoco, Malfoy —coincidió Harry.

Fue entonces cuando una idea cruzó la mente de Draco y sonrió con malicia. Todos conocían esa sonrisa y no era algo bueno.

—Potter, te apuesto doscientos galeones a que seré mejor abuelo que tú.

Harry lo miró de reojo.

—Hecho, pero te aseguro que ganaré esta apuesta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro