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7. Conocidos

AGATHA SUSPIRÓ CUANDO SU MADRE LA CONVENCIÓ DE IR AL BAILE. Estaba cometiendo un gran error al ir, especialmente con James, pero no pudo resistirse a las súplicas de su madre. Iba a ser una noche muy larga y lo sabía. De hecho, todo el día iba a ser largo en general. Tenía que bañarse para comenzar a prepararse y ni siquiera había terminado de desayunar.

Tragó la comida que tenía en la boca y se levantó de la mesa dándole los buenos días a Trinky. El elfo la miró confundido, puesto que ya sería buenas tardes. No obstante, ignoró ese detalle y recogió el comedor, dejándolo impecable. Esa noche sería difícil y cargada para todos.

Si la cocina era un caos total, el salón principal estaba tres veces peor. Decoradores corriendo de lado a lado, llevando flores, candelabros, manteles y sillas. Narcissa estaba discutiendo con Pierre, un decorador italiano que se encargaría de seguir las órdenes de Narcissa al pie de la letra. La discusión era en italiano, por lo que Agatha no entendió ni la mitad de lo que decían, solo supo que su abuela estaba bastante molesta con Pierre.

Si esto es solo por un baile, no me quiero imaginar en una boda, pensó Agatha.

—Agatha, ¿por qué no estás arriba arreglándote? Solo tenemos miró si reloj de mano— cinco horas para que estés lista. Es muy poco tiempo —finalizó Narcissa.

Agatha entornó los ojos. Cinco horas era más que suficiente para arreglarse, pero estaba claro que su abuela no pensaba de la misma manera. Asintió y obedeció. No era buena idea retar a Narcissa cuando estaba de ese humor.

Subió las escaleras y decidió hacer una parada en el cuarto de su hermano, Scorpius, antes de irse a arreglar. Quería tener una charla con él. Que no se creyera que no había visto aquel anillo que Lily traía en su dedo anular izquierdo. Abrió la puerta sin tocar y deseó haberlo hecho, puesto que se encontró una escena algo subida de tono.

Scorpius y Lily se besaban apasionadamente sobre la cama de él, mientras ella estaba sentada a horcajadas en su falda. Agatha tapó sus ojos y golpeó la puerta con fuerza para que se dieran cuenta de su presencia en la habitación. Eso fue suficiente para que ambos se separaran como si sus cuerpos quemaran.

—Con ustedes dos quería hablar —dijo Agatha en un tono amenazante.

Merlín, sueno como una mamá gruñona, pensó. Se pegó mentalmente de tan solo pensarlo.

—Habla —dijo Scorpius en un tono neutral.

La calma del chico sorprendió un poco a Lily, que estaba roja como tomate. Se podía decir que los habían cachado en pleno manoseo, aunque era mejor Agatha que cualquier otra persona. Si hubiese sido alguien como Hermione o Phoenix, ya estuviese muerta.

Agatha por poco ríe ante la expresión de Lily porque le recordó a cuando tenía diecisiete años y fue cachada en pleno manoseo con James, solo que fue por su propio padre. Esa sí que había sido una vergüenza. Sin poder controlarlo, las mejillas de Agatha se pusieron color carmesí al pensar que si su padre hubiera entrado unas horas antes seguramente la historia hubiera sido muy distinta.

—Eh —balbuceó sin poder recordar lo que iba a decir. Ese pensamiento la había dejado un poco desconcertada—, demonios —masculló—. Ya, recordé lo que vine a decir. ¿Qué mierdas significa ese anillo Scorpius Hyperion Malfoy Greengrass?

El chico apretó sus labios en una fina línea. Todos se imaginaban que él ya le había pedido matrimonio. Bueno, en pocas palabras casi lo hace, pero Lily le había dejado claro mucho antes que no pensaba casarse pronto. Él entendió a la perfección, ya que tan solo tenían dieciocho y veintidós años, eran jóvenes y les quedaba una larga vida por delante.

—Es una promesa, Agatha —respondió Scorpius, tomando la mano de su novia entre las suyas. Agatha arqueó una ceja—. No es de matrimonio, aún. Es un anillo de promesa.

Tampoco iba a explicarle todas las promesas que eran puesto que era cosa de Lily y de él mismo. Su hermana mayor ladeó la cabeza y asintió, antes de darle en la cabeza.

—¿Y a tu hermana no le dices? —preguntó—. Ya, me cambiaste, lo he entendido. Ya no soy tu hermana favorita -dijo haciendo un puchero de manera infantil.

Scorpius dejó salir una risa ronca y se paró de la cama. Caminó hacia su hermana y la abrazó.

—Tú eres mi hermana favorita —murmuró—, pero no dejes que Phoenix se entere.

Agatha le dio un codazo en las costillas y rió.

—Traidor, apuesto a que le dices que ella es tu favorita, pero tranquilo porque Hugo es mi hermano favorito —dijo saliendo de la habitación con una sonrisa maliciosa.

Paró en seco cuando recordó a Hugo, a quien no había visto desde que se fue. Recordó que tampoco había visto a Rose y se sintió mal. Ya se había sentido mal antes, pero Hermione le aseguró que era mejor que se reencontraran en el baile.

Sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos y se encaminó a su habitación donde Lía, Skylar y su madre la esperaban junto a Ginny, Molly y una señora que no conocía.

—Agatha, ella es mi madre, Jane —presentó Hermione a la señora.

Agatha abrió los ojos con sorpresa y sonrió un poco. Le tendió la mano, pero fue negada. No obstante, segundos después estaba rodeada por los brazos de su abuela materna.

—Dios, estás tan grande —dijo Jane con ojos cristalizados—. Lo siento, me pongo sentimental al saber que fui la primera en saber de tu existencia, fuera de Hermione.

—De hecho... —vio que Hermione negaba efusivamente con los ojos abiertos como diciendo 'ni se te ocurra decirle que Narcissa lo supo primero'—...ya lo sabía —mintió.

Hermione suspiró, aliviada.

—Bueno, ya basta de sentimentalismo. Tenemos mucho trabajo por hacer —dijo Ginny emocionada.

Agatha no llegaba a comprender como eso de los bailes les llamaba tanto la atención, pero no dijo nada al respecto.

Mientras las otras mujeres arreglaban a Skylar y a Lía, Ginny y Hermione arreglaban a Agatha.

—Es genial arreglar a tu futura nuera —comentó Ginny con una sonrisa.

Agatha frunció el ceño y ladeó la cabeza.

—No estás arreglando a Skylar —dijo Agatha.

Ginny sonrió.

—No hablaba de ella —susurró, guiñándole el ojo.

La chica se removió en su lugar, incómoda. Ella ya no tenía nada con James como para ser su nuera y tampoco tendría algo de nuevo con él. James la despreciaba y el sentimiento se podía decir que era mutuo. Claro está que el destino estaba en su contra y siempre terminaba emparejada con él, lo cual resultaba muy extraño.

Suspiró y se dedicó a observar como su madre y Ginny la arreglaban para el baile. La habían sentado en contra del espejo, por lo que no sabía nada de lo que le hacían. Después de lo que parecieron siglos, habían terminado de arreglarla.

Se puso de pie y observó a Lía. Su maquillaje era colores dorados y suaves, haciéndole resaltar sus ojos verdes. Su cabello castaño estaba recogido en un moño francés, provocando que sus facciones aristocráticas se vieran elegantes, pero delicadas.

Luego miró a Skylar. Su maquillaje era sencillo con colores claros, dándole un toque de inocencia. Su melena pelirroja estaba alisada y tenía una trenza de cascada en su peinado. Era algo sencillo, pero que resaltaba su belleza natural, algo que querían destacar.

Finalmente, Agatha se observó a sí misma en el espejo y se llevó una gran sorpresa. Su maquillaje era todo lo opuesto a Lía o Skylar. Los tonos negros de la sombra resaltaban sus ojos grises, haciéndolos ver más intensos de lo que ya eran. Sus labios estaban pintados de un color carmín que la hacía ver coqueta y elegante. Su cabello estaba semi recogido y caía sobre su hombro izquierdo con algunos bucles. Era diferente, pero iba acorde con su personalidad y lo amaba.

Agradeció a su madre y a Ginny por arreglarla y estas negaron, diciendo que no había sido nada. Tampoco habían terminado ya que faltaban los vestidos. El de Lía era un vestido color beige con estilo griego. El de Skylar era un vestido de palabra de honor color azul eléctrico. Y el de Agatha era un vestido negro, elegante y de seda. Los accesorios eran rojos, al igual que los zapatos de tacón alto.

—Se ven hermosas —les dijo Hermione con una sonrisa maternal—. Bueno, ya casi no queda tiempo para prepararme. Nos vemos luego chicas.

Tanto como Hermione, Jane, Ginny y las otras mujeres, salieron de la habitación de Agatha para dejarlas vestirse y arreglarse ellas mismas. Solo tenían poco tiempo, una hora y media para estar totalmente listas.

—Agatha —la llamó Skylar cuando estuvieron vestidas—. Tienes que usar esto.

Le entregó un fino antifaz negro con varios rubíes. Agatha frunció el ceño y fue cuando comprendió el tema del baile: era de máscaras. Levantó la mirada del antifaz y vio como Lía y Skylar ya tenían los suyos puestos. Se miró al espejo y se colocó el antifaz con una sonrisa. La noche acababa de empezar.

ϟ

Llegada la hora del inicio del baile los invitados llegaban con sus costosos vestidos y trajes de los diseñadores más caros del mundo, tanto muggle como mágico. En ocasiones así muchos magos optaban por comprar sus ropas en el mundo muggle, porque sabían que nadie más tendría su mismo vestido.

Se podía decir que fácilmente había trescientos invitados en la mansión, aunque no era de esperarse. Nada más entre familia eran unos cincuenta o más. El resto se dividía entre las personas que iban por negocios, las que iban solo por asistir a una fiesta y emborracharse y las que iban solo para los chismes. No era secreto alguno que Agatha había vuelto y que Skylar había despertado, pero querían verlas con sus propios ojos y hacerles preguntas. Aunque esa tarea no sería fácil porque todas las chicas iban acompañadas.

La decoración del salón era elegante y fina. Del techo colgaba una gran lámpara de diamantes, había mesas redondas repartidas por casi todo el lugar, con excepción de la pista de baile, y las decoraciones eran más finas de lo que cualquier persona pudiese imaginar. No se esperaba menos de su anfitriona, Narcissa Malfoy.

Agatha jugueteaba con sus dedos, algo nerviosa por la situación. No sabía con todas las cosas que se podía topar allá abajo, pero pronto iba a descubrirlo.

—¿Estás lista? —preguntó Draco observando a su hija.

Ella se encogió de hombros y sonrió.

—Soy una Malfoy, tengo que estarlo —respondió.

Draco le dio un beso en la frente y bajó las escaleras, dándole inicio a tan esperado baile.

Por orden de Narcissa la primera en bajar tenía que ser Lía, la segunda Skylar y la última Agatha. No se le hacía lógico a esta última, pero no iba a desobedecer a su abuela así porque sí. A veces pensaba que respetaba más a Narcissa que a su propio padre.

Lía bajó las escaleras, encontrándose con Lysander al pie de la escalera dado a que él sería su acompañante durante esa noche. Era más que obvio que Hermione y Narcissa tenían todo cuadrado para que saliera como ellas querían. Skylar fue la siguiente y como era de esperarse, Albus la esperaba con una hermosa sonrisa que alegraba a cualquiera. Y por último, Agatha bajó sabiendo que abajo le esperaba su desgracia llamada: James Potter.

Entrelazaron sus brazos sin dirigirse la palabra y caminaron con la frente en alto. Los invitados no podían descifrar quién era más orgulloso, ¿James o Agatha? Era una pregunta que rondaba en sus mentes, pero no tenían respuesta alguna. Quizás el tiempo les daría una contestación.

—Siento un déjà vu —comentó James cuando desfilaron entre las personas que los miraban estupefactos.

—Déjame adivinar —habló Agatha—, quinto año de Hogwarts.

James la miró de reojo y sonrió mientras asentía. Era como si tuviesen que vivir por las mismas experiencias, solo que ahora los problemas eran diferentes.

—Tenemos que bailar, ¿lo sabes? —interrogó James.

Claro que lo sabía, pero él tenía que decirle primero como buen caballero que no era. Al menos esa noche se estaba comportando y eso contaba mucho. Se acercaron a la pista de baile y James colocó sus manos en la cintura de Agatha, mientras que ella rodeó el cuello de él con las suyas. La canción que sonaba era más que adecuada para ese momento que parecía tan íntimo, pero tan normal al mismo tiempo.

—Te ves hermosa —susurró James mientras se balanceaban de lado a lado.

—Lo sé, pero para no ser mala diré gracias —dijo Agatha.

James rodó los ojos.

—Siempre con ese ego tan grande, señorita Malfoy —murmuró.

—¿No dijiste que había cambiado?

La cara desconcertada de James fue épica. Había sido un golpe bajo, pero era justo. Él dijo que Agatha había cambiado y ella se estaba dedicando en demostrarle que no había cambiado tanto como pensaban. Solo estaba herida y ahora estaba volviendo a ser ella porque todo volvía a caer en su lugar.

—Lo hiciste —pronunció cuando salió de su trance.

Agatha dio por terminada la discusión cuando la canción se terminó y tuvieron que volver a sus mesas.

ϟ

—Entonces, ¿te dijo que te veías hermosa? —preguntó Alex.

Habían salido a tomar un poco de aire luego de estar varias horas en el baile. Estaba haciendo frío y se acercaba la media noche.

—Eso dijo —habló Skylar.

—Todavía no entiendo cómo no te lo has tirado —comentó Lía con el ceño fruncido. Todas las miradas se dirigieron a ella—. ¿Qué? Es la verdad.

Agatha tuvo que reprimir la verdad de que sí había tenido sexo con James cuando eran adolescentes. En esa misma mansión. Justamente en la misma cama en la que se encontraba durmiendo todas las noches. Tenía el recuerdo grabado en la cabeza, imposible de sacárselo de la mente.

—Casi se lo tira cuando tenía diecisiete, en esta misma mansión, pero fueron interrumpidos por tío Draco —explicó Alex, ganándose una mirada asesina de Agatha.

Era una pequeña mentira. Todos pensaban que aquella mañana habían sido atrapados con las manos en la masa, pero solo Hermione sabía lo que pasó en esa habitación. Lamentablemente no tenía ánimos de decirle a sus amigas lo que verdaderamente había pasado.

—Lía, que tú te hayas tirado a Lysander no quiere decir que yo me vaya a tirar a mi ex —dijo Agatha.

«De nuevo», añadió mentalmente.

Lía enrojeció hasta la médula cuando Agatha le dijo eso. A veces olvidaba el poco filtro verbal que tenía.

—No me esperaba eso —dijeron Skylar y Alex al unísono.

Agatha bufó.

—Alex, nadie se esperaba que tú te tiraras a Marcus y aun así lo hiciste —dijo la rubia.

—¿Cómo es que terminamos hablando de a quiénes nos hemos tirado o a quiénes debemos tirarnos? —preguntó Skylar con el ceño fruncido.

—Bueno, antes éramos unas crías y ahora somos adultas que se comportan como crías —explicó Alex encogiendo los hombros para restarle importancia—. Volviendo al tema principal, ¿lo quieres? A James, ¿te gusta, te atrae, tienes sentimientos hacia él?

Agatha quiso tirarse de algún lugar muy alto antes que contestar esa pregunta. ¿Lo quería? No. ¿Le gustaba? Era una pregunta estúpida cuando ella despreciaba. ¿Le atraía? A la mitad de la población femenina le resultaba atractivo el muchacho. ¿Tenía sentimientos hacia él? Esa era una pregunta más complicada.

Como no supo qué contestar, se limitó a negar y se marchó con la excusa de que le prometió a sus hermanos estar con ellos al menos unos minutos. Entró al salón de nuevo, sintiéndose observada de nuevo por las personas. Caminó entre las personas hasta llegar a la mesa de pelirrojos donde estaban sus hermanos.

—Demonios, no puede ser cierto que este chico sea mi hermano —dijo Agatha mirando a Hugo con expresión sorprendida.

Hugo había cambiado notablemente, era alto y musculoso, sin ser exagerado, y muy guapo. Su cabello rojo caía sobre su frente de manera despeinada, pero se veía más guapo de esa manera. Agatha pudo sentir la vejez al saber que vio a su hermano por primera vez cuando él solo tenía once años.

Inmediatamente se abrazaron con fuerza y Hugo la levantó unos centímetros del suelo.

—Ha pasado tanto tiempo —dijo Hugo.

Su voz era más grave de lo que recordaba, pero se debía a los cambios por la adolescencia. Se separaron y Agatha pudo mirar a su hermana que tenía el vientre un poco abultado y abrió los ojos con sorpresa. Rose encogió los hombros y sonrió.

Agatha miró a Lorcan que se encontraba detrás de Rose y le dio un golpe en el brazo.

—¿Cómo te atreves a dejarla embarazada cavernícola? ¿No sabes que existen métodos anticonceptivos o, mejor aún, la abstinencia? ¡Solo tiene veinte por amor a Merlín! —medio gritó Agatha ganándose la atención de muchos en el lugar.

Rose bufó. Ya había tenido bastante con los gritos de su padre cuando le dijo la noticia. Ron estuvo a punto de tener un infarto cuando Rose le dijo: "Estoy embarazada". Estuvo un largo rato repitiendo: "¿qué he hecho para merecer esto?".

—¡Eh, yo no hice el hijo solo! —exclamó Lorcan.

—Pero tú metiste la salchicha en el pan —protestó Agatha.

—Porque la dueña del pan quiso que metiera la salchicha —se defendió el chico levantando las manos.

Rose estaba roja como un tomate al escuchar esa conversación entre su hermana y su prometido frente a mitad de la comunidad mágica.

—Ya —intervino Rose antes de que siguieran diciendo otros ejemplos—. Ha pasado un largo tiempo, ¿no es así, hermana?

Agatha inmediatamente se distrajo de la conversación con Lorcan y miró a su hermana. Rose era una hermosa pelirroja de ojos azules con varias pecas en el área de la nariz y las mejillas. El embarazo le favorecía, puesto que le hacía resaltar ese brillo que tenían las mujeres cuando se van a convertir en madre.

Iba a hablar cuando le tocaron el hombro, distrayéndola. Agatha se giró para encontrarse con James.

—Tu madre quiere que bailemos una última canción, mínimo —le susurró al oído.

Agatha asintió. Se giró hacia sus hermanos e hizo una mueca.

—¿Hablaremos más tarde u otro día? —preguntó.

—Claro —respondieron al unísono.

James tomó la mano de Agatha y ambos se dirigieron hacia la pista de baile. Se sentía que iban a tener una conversación intensa durante ese baile, pero ninguno quería iniciarla. Quizás tenían miedo de dañar la noche o miedo de confundirse más de lo que ya estaban. Nadie podía describir lo que sucedía y lentamente fueron abandonando la pista de baile para observarlos a ellos.

Sus miradas se encontraron y tenían esa batalla que ninguno quería perder. Plata contra café. Un león valiente y una astuta serpiente.

—Habla, estoy preparada para escucharlo —soltó Agatha.

James hundió el entrecejo y suspiró.

—¿Qué quieres que diga? —preguntó—. Yo no te entiendo, Agatha.

Ella negó mientras mordía su labio. Él decía que no la entendía, pero ella tampoco lo entendía a él.

—Yo no sé —respondió—. No sé nada.

James le dio una vuelta a Agatha y volvieron a estar pegados el uno del otro.

—¿Siempre tiene que ser tan difícil contigo?

Agatha suspiró.

—La vida no es fácil —susurró— y nosotros no hacemos nada para hacerla más sencilla.

—Yo no quiero seguir peleando contigo, no después de todo lo que hemos pasado —comentó James.

—Inconscientemente terminamos discutiendo, es parte de ser nosotros.

James esbozó una pequeña sonrisa y volvió a mirarla a los ojos.

—¿Podemos... hacer una tregua? —interrogó—. ¿Amigos?

—Conocidos.

Eso fue suficiente para ambos. No eran amigos, no podían ser amigos, pero tampoco querían seguir discutiendo y peleando por cualquier tontería. Eran conocidos, porque a pesar de todo ambos habían cambiado y no se conocían como antes.

Se quedaron mirando el uno al otro, sin decir una sola palabra, sin moverse. Como si la gravedad los mantuviera en esa misma posición.

—Eres hermosa, realmente lo eres —susurró James en medio de su trance por segunda vez en la noche.

Agatha volvió a la realidad con esas palabras porque sabía que él no se había dado cuenta de ello.

—James, la música se terminó —dijo.

Ambos se separaron y salieron de la pista de baile con el corazón latiéndoles tan fuerte que podría salirse de sus pechos. Así, tomaron caminos diferentes como siempre hacían.

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