
10. Caballero del drama
TODOS ENTRARON AL DESPACHO APRESURADOS. Había algo extraño entre todo lo que estaba ocurriendo desde que Agatha había vuelto y era momento de poner todas las cartas sobre la mesa. Agatha se sentó en una de las sillas frente al escritorio y Lía se encontraba a su derecha, junto a James.
Hermione hizo un movimiento con su varita e invocó una pizarra donde llevaría cuenta de todos los detalles. Ella era la persona más adecuada para eso, siempre lo sería. No por nada fue llamada la bruja más inteligente de su edad.
Draco apoyó sus manos en el escritorio de caoba con un tope de cristal y desanudó su corbata negra. Observó a su primogénita que mordía sus uñas distraídamente, como si estuviese incómoda de estar allí.
Lucius entró al despacho como alma que lleva el diablo y cerró la puerta luego de que Narcissa entrara. Mínimo tenía que tener una pizca de caballerosidad con su mujer. Se acercó a su hijo y miró a las demás personas presentes.
—La persona que entró logró desactivar los hechizos de protección —dijo, rompiendo el silencio—. No tengo ni idea de cómo, pero lo hizo. Tuve que utilizar los medios antiguos para proteger la mansión.
Lía frunció el ceño y miró a su amiga, esperando respuestas que no consiguió. Se puso de pie y cruzó sus brazos sobre su estómago.
—¿Por qué tengo el presentimiento de que esto no es la primera vez que ocurre? —preguntó y el silencio le respondió su pregunta.
Habían pasado muchas cosas que su mente no era capaz de imaginar. Quizás porque desconocía gran parte de ese mundo o porque no se acostumbraba a la idea de que existiesen magos y brujas, cosas que siempre pensó que era un mito. Lo aceptaba, realmente lo hacía, pero le resultaba extraña la idea. Vivió veinte años de su vida creyendo que la magia solo ocurría en cuentos de hadas, no iba a acostumbrarse de la noche a la mañana.
—Hay muchas cosas que ocurrieron en el pasado —contestó Scorpius.
La castaña asintió, aceptando su respuesta y se sentó nuevamente, dejando que las personas continuaran con la intervención.
—Primero —comenzó a decir Draco—, ¿qué ocurrió la noche que llegaron?
Agatha se removió en su silla y trepó los pies en ella. Era una pose que solía hacer cuando todavía estaba en shock y lo estaba. Había escuchado a Dakota sin necesidad de que estuviese soñando y Dianne hubiese estado de por medio. Pensaba que solo Dianne tenía ese poder.
Estuvo cuatro años sin escucharla y su voz le causaba escalofríos. En su mente se repetía una y otra vez las palabras de Dakota el día de la batalla contra Lyra: "Se necesita un sacrificio para volver y otro para irse". Si eso era cierto, ¿cómo era capaz de comunicarse con ella? ¿Cómo la había escuchado?
—¿Quién va a empezar a hablar? —preguntó Narcissa con voz firme.
Todos miraron a Agatha, pero esta apartó la mirada. Lía suspiró y supo que ella era la que tenía que hablar.
—Era mi día libre —comenzó con el relato—. Agatha trabajaba un turno completo y volvía a las siete de la noche, hora que habíamos acordado para ver una película —unió sus manos y tragó—. Cerca de las siete y diez el apartamento quedó en total oscuridad, cosa que me asustó, pero pensé que solo se había cortado la electricidad. Fui a la cocina para buscar una linterna, sin embargo, ninguna prendía cosa que era extraña porque le había acabado de cambiar las baterías.
—¿Qué sucedió luego? —preguntó Hermione, mientras escribía varios mensajes en el pizarrón tales como "falta de electricidad".
—Escuché ruidos de pisadas en el apartamento, pensé que era Agatha. No obstante, supe que no era ella porque suele dejar las llaves en la mesa de la sala, haciendo un característico ruido cuando el metal choca con la madera. Fue cuando sentí que me agarraban del cuello y me arrastraban dentro de la habitación de Agatha. Traté de zafarme del agarre, pero no pude. La persona que me sostenía era demasiado fuerte, ni se inmutaba con mis golpes —dijo Lía—. Unos segundos después llegó Agatha al apartamento y el resto es historia.
Draco asintió y miró a Agatha, esperando que ella hablara y continuara con el relato, pero no hizo nada. Solo se puso de pie y le quitó el marcador a su madre. No iba a hablar, pero iba a rellenar las piezas que faltaban.
"Persona de ojos color sangre que maneja dos lobos enorme a su antojo"
Tragó y se armó de valor para escribir lo siguiente. Nadie sabía de eso, excepto James. No entendía cómo podía confiar en él sobre ese detalle, pero era algo que siempre hacía.
Trazó una línea aparte del mapa conceptual que Hermione había estado haciendo y escribió su nombre en letras mayúsculas.
"Escucha voces y ve cosas que no pasan"
Mordió su labio y apretó sus manos, tratando de controlar el temblor que estaba sintiendo en ellas.
"Escucha personas muertas"
Cerró los ojos para concentrarse en los detalles. Recordó que la primera vez que comenzó a escuchar voces incomprensibles fue en el hospital cuando vio a Skylar de una manera que no era, aunque eso en realidad no sucedió. Todo fue en su mente.
"Epicentro de las voces: el hospital"
Ladeó la cabeza y se concentró en el último detalle, el más importante de todos. Aquel que le asustaba, pero que tantas veces le habían repetido. Acercó el marcador al pizarrón y dejo salir un suspiro involuntario.
"Es el ancla"
No comprendía lo que era ser un ancla. No tenía ni la menor idea de lo que era, pero estaba segura de que era algo muy importante. La buscaban por eso, quizás la querían matar por ese detalle del cual desconocía su significado.
"¿Qué es un ancla?"
Tapó el marcador y lo dejó el en borde del pizarrón, provocando un ruido sordo. Se dio la vuelta y vio a todos mirándola con el ceño fruncido. Agatha también lo frunció cuando no veía expresión en los rostros de ellos. De hecho, ni lograba reconocer sus caras. Era como si no tuviesen facciones.
Quiso hablar, pero ni una sola palabra pudo salir de sus labios. Trató de moverse, mas sus piernas no se movieron ni un centímetro. Las preguntas que se formaban en su mente la estaban abrumando.
Comenzó a sentirme mareada y un hormigueo recorrió sus piernas. No tenía las fuerzas necesarias como para sostenerse en pie. La vista se le tornó borrosa y no veía absolutamente nada.
—Agatha —escuchó muy a lo lejos.
La voz se le hacía conocida, pero su mente no lograba formular un nombre ni un rostro. Un fuerte chillido ensordecedor la hizo perder por completo el balance y estuvo a punto de caer, pero la sostuvieron.
Le agarraron el rostro, tratando de que mirara a alguien en específico, pero no lograba ver a nadie. No podía quejarse, no podía hacer nada.
—Esto va a dolerle —escuchó a lo lejos.
¿Doler? ¿Qué le iba a doler? ¿Qué le iban a hacer? Quería preguntar, pero la respuesta llegó a ella sola cuando sintió su antebrazo derecho escocer como si su vida dependiese de ello.
Su garganta le quemaba y sentía sus cuerdas vocales vibrar. Estaba gritando, pero no había sido capaz de darse cuenta de eso hasta que sintió dolor. Fue en ese momento que su vista regresó por completo y supo que estaba en el suelo, siendo sostenida fuertemente por James. La manga de su camisa estaba arremangada hasta el codo, dejando al descubierto la marca.
Entonces comprendió que el dolor siempre te traía de vuelta a la realidad y era algo que la aterraba.
ϟ
Hermione terminó de pasar el cepillo por su cabello y se quedó en silencio mientras observaba el espejo. Estaba muy pensativa desde lo ocurrido en el despacho y Draco se había dado cuenta de ello.
—¿Estás bien? —preguntó Draco en su oído.
Hermione se sobresaltó un poco cuando lo sintió tan cerca. No lo había sentido llegar, pensaba que seguía hablando con su padre en el despacho.
—Estoy bien, solo...pensativa —respondió. Miró a la cama y vio a Phoenix con Hermes durmiendo en ella. Tenían la costumbre de dormirse allí—. Hay que sacarles esa malacostumbre o terminaremos comprando una cama más grande.
Draco rió y depositó un beso en la frente de Hermione. La rodeó con un brazo y apoyó su mentón en la cabeza de ella. Adoraba que ella fuese lo suficiente baja como para darle el poder de hacer eso.
—Muchas cosas suceden de golpe, ¿no?
Asintió. Demasiadas cosas habían sucedido desde que Agatha había regresado. Estaba preocupada de lo que pudiese significar todo eso, pero tendrían que esperar y ser pacientes. No podían apresurarse en el proceso de las cosas porque eso era lo que les daba el tiempo para averiguar lo que sucedía.
—Demasiadas diría yo —susurró—. Estoy preocupada, Draco. ¿Qué va a suceder si pasa lo mismo de la otra vez? Me refiero a que, Agatha está en riesgo de nuevo y muchas de las veces no podemos hacer nada para protegerla —dijo—. Es nuestra hija, Draco. Ya la hemos perdido muchas veces y no quiero hacerlo de nuevo.
Draco suspiró ante las palabras de Hermione. Ella tenía razón, la habían perdido demasiadas veces y no querían hacerlo de nuevo. La estrechó entre sus brazos y depositó otro beso en la frente de Hermione. No tenía mucho que decir y el silencio en ese momento era suficiente.
Miraron a sus hijos que yacían en la cama dormidos y no pudieron evitar pensar en lo mucho que Phoenix se parecía a Agatha. Tenían la misma actitud, eran igual de traviesas y alegres. Lo único que las diferenciaba era el color de los ojos. Los ojos de Agatha eran de un profundo color gris en el que fácilmente te podías perder viéndolos atentamente. Sin embargo, los ojos de Phoenix eran azules como el mar, grandes, brillantes y expresivos. Toda emoción se reflejaba en ellos.
—¿Qué vamos a hacer con ellos? —preguntó Draco—. Al menos están silenciosos.
Fue callado por un fuerte ronquido de parte de Hermes que le sacó una risa a Hermione. Hermes podía ser parecido a Hermione en el físico, pero tenía muchas cosas de su padre.
—Ronca como el padre —murmuró tratando de aguantar la carcajada.
—Muy graciosa —espetó entre dientes.
—Así me amas —provocó la castaña.
Draco la miró de reojo y sonrió de manera ladina. Le dio un casto beso en los labios y se alejó.
—Tienes razón, así te amo y te amaré.
ϟ
La chica pelirroja se sentó bajo del árbol que estaba en el jardín de su casa y dejó reposar el manuscrito en su falda. Estaba agotada, su trabajo le gustaba, pero era realmente agotador. Tenía que estar pendiente del más mínimo error que estuviese presente.
Desde que salió de Hogwarts comenzó un negocio con Amanda, una editorial. Ambas amaban los libros con sus vidas y estaban más que contentas con los resultados que estaban obteniendo. Durante los años que estuvieron en Hogwarts llegaron a escribir un libro basado en lo ocurrido con Agatha y Lyra. El libro era desde sus puntos de vista y abarcaba más el suspenso de cómo iban descubriendo las pistas y resolviendo las incógnitas.
Suspiró y volvió a su proceso de editar el libro. Era extraño leer algo que ella misma había escrito a su corta edad, pero estaba orgullosa de él.
—Lils —su voz le causó escalofríos, como siempre ocurría.
Se reprendió mentalmente por seguir sintiendo lo mismo por él luego de tantos años. Recordó que antes todos pensaban que era solo un amor de niños porque nadie esperaba que ella teniendo doce años se enamorara con tal intensidad. Su madre siempre le contó historias sobre cómo se había enamorado de su padre desde que era una niña y pensó que eran tonterías. Claro que estaba equivocada, porque llevaba tantos años enamorada de Scorpius, quizás desde que se hablaron por primera vez.
—Scor —dijo en voz baja.
Levantó la vista y lo vio frente a ella. Tan elegante y guapo como siempre. Su cabello rubio estaba levemente despeinado, dándole un toque más juvenil. Un suspiro se escapó de sus labios en cuanto lo vio.
—¿Podemos hablar? —preguntó Scorpius.
Lily asintió y él se sentó a su lado. Un silencio los rodeó por largos segundos y se hizo incómodo. La tensión que había en el ambiente se podía cortar con un cuchillo.
—¿De qué quieres que hablemos? —preguntó Lily rompiendo el silencio.
Scorpius la miró fijamente, con intensidad.
—Tú sabes de qué quiero hablar, Lily —dijo—. No puedes ir por ahí y actuar de manera normal. No puedes ir a mi casa e ignorarme cuando sabes que quiero arreglar las cosas.
Lily cerró el manuscrito de golpe y lo fulminó con la mirada. Su cara se estaba tornando color carmesí, de coraje.
—¿Estás tomándome el pelo? —preguntó con furia—. ¡No confiaste en mí! ¿Qué querías que hiciera? Dímelo porque no te entiendo, eres incomprensible Scorpius Malfoy. No puedes pretender que yo lo arregle todo cuando no fue mi culpa, mínimo tuviste que haberme escuchado.
Se puso de pie y se alejó unos metros de él. Scorpius imitó su acto, pero se acercó a ella y la agarró por los brazos, pegándola completamente a él.
—¿Qué hubieses hecho si te enseñan una foto de mí besando a otra chica? —la pregunta dejó a Lily desconcertada.
No tenía ni idea de cómo reaccionar. No podía ni imaginarse lo que hubiese hecho si le enseñaran algo así. Le causaba repulsión solo el pensamiento de su chico besando a otra.
—Probablemente te hubiese mandado a limpiar calderos y hubiese arrastrado a la chica de los cabellos —respondió con toda la sinceridad del mundo.
Sintió la furia desaparecer de su cuerpo lentamente y ya no forcejeaba por zafarse del agarre de Scorpius. Un escalofrío la recorrió cuando los dedos de Scorpius rozaron la piel de su cara, apartando un mechón de cabello.
—¿Comprendes ahora? Casi muero de cólera al ver la foto. Ese maldito estaba besando lo que es mío —murmuró—. Llámame posesivo si quieres, corre en mis venas ser así, pero eres mía Lily.
—Sé que eres posesivo, yo también lo soy —susurró—. Pero no te puedes dejar llevar por los celos porque terminamos hiriéndonos los dos.
Scorpius asintió, dándole la razón. Él lo sabía, pero fue algo que no pudo evitar. Sin embargo, trataría.
—¿Juntos? —susurró muy cerca de sus labios.
—Merlín, sí —dijo Lily y unió sus labios con los de él.
Se alejaron lentamente y sus pechos subían y bajaban, recuperando el oxígeno. Scorpius buscó algo en su bolsillo del pantalón y se lo entregó a Lily, poniéndoselo en el dedo de nuevo.
—No tienes ni idea de lo difícil que fue buscar el anillo en ese lugar —bromeó.
Lily soltó una carcajada.
—Creo que un accio hubiese bastado.
Scorpius hizo una mueca.
—No hubiese sido tan dramático si lo hubiese hecho así —comentó Scorpius con una sonrisa.
Ella rodó los ojos y rodeó el cuello de Scorpius con sus brazos.
—Seguro, mi caballero del drama.
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