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La Ciudad de la Plaga

(Esta novela pertenece al Ciclo Narrativo de "El Que Cuida los Sellos").

Mikhael miró la carta nuevamente, entre sus dedos, cuestionándose el porque Johana se adentraría en esta locura.

"A medida que me sumergí en esta incesante investigación creí haber visto cosas que ningún hombre debe ver, creí que los horrores que ocultan la noche son solo temores de niños y cuentos de adultos, para reposar en sus aposentos sin ser molestados. Aun así, cuanto más descubría, más inquietante ese volvía los conocimientos de lo prohibido y más difícil era tocar lo que de verdad era la oscuridad, sin embargo, mi error fue creer que solo eran carroñeros de la noche cuando en realidad, la penumbra oculta horrores que escapan de cualquier símbolo y toda fuente humana, la imaginación."

No sabía que significaba, pero quien escribió esta carta, estaba detrás de la desaparición de su hermana y debía encontrarlos para saber que estaba ocurriendo, aun así, la carta no estaba firmada, no tenía ni idea de quien la escribió pero tenía una buena amiga en Kaenyth que podría ayudarlo en su búsqueda.

Había pasado más de un año en Zabrelay, las guerras se habían vuelto notablemente más intensas en las fronteras con Mazarán. El sonido de las balas todavía siseaba en su oído, y sus manos temblaban al recordarlo. Tras llegar a Lunasia después de ser enviado de vuelta, se encontró con la escena de que su hermana llevaba varios meses desaparecida, su pastelería tendría que esperar hasta volver a encontrarla.

Levantó la vista, y notó a la dama sentada frente a él. Una mujer elegante de ropa fina, podía notarse en la calidad del tejido, era una mujer indiscutiblemente adinerada, pensó Mikhael. Su piel era tan pálida que la muerte podría perfectamente envidiar una imagen tan bella como ella.

La mujer levantó la vista de su libro que traía un título enmarcado, "La Máscara de la Libertad". Mikhael seducido por el título, al chocar las miradas planteó sus pensamientos a través de su lengua.

"¿La Máscara de la Libertad? ¿De qué trata ese libro, señorita?"

Ella le sonrió, sus ojos eran profundos y desoladores, el iris parecía inyectado en la negrura pálida, por alguna razón se sentía seducido por su imagen, y a la vez incómodo.

"Es sobre un hombre que se debate entre ser aceptado por la sociedad como alguien tímido y recatado, o liberar sus pasiones más alocadas y mostrarse tal cual es, sin tapujos ni vergüenza alguna, el autor imagino quería crear una dicotomía respecto a lo que le escondemos al mundo, y que somos nosotros en realidad."

Mikhael miró su semblante, y sorprendido le contestó.

"Parece que lo está disfrutando, no se escucha tan mal."

"Me parece algo fantástico para mi gusto, y si bien entiendo el mensaje que intenta transmitir el autor, el género no es de mi particular agrado, lo leo porque me lo prestó una amiga muy cercana y quiero devolvérselo pronto. Aun así, se nota que el autor todavía era joven y tenía mucho que aprender, mucho que mejorar."

Mikhael escuchó sus palabras, ella se veía triste.

"¿No te molesta que te pregunte tu nombre? No creo haber visto jamás una mujer tan hermosa como tú."

Mikhael se notó algo embelesado, y curiosamente parecía apenas poder contener su ansiedad, su pierna derecha se movía debido a lo mismo.

"María, soy María ¿Cómo se llama usted?"

María ocultó su rostro tras las páginas del libro, y sus ojos parecían haber sido despojados de algo muy profundo, algo que estaba arraigado a la naturaleza misma de las cosas, pero Mikhael no podía entender que, y solo se dejaba lentamente consumir por esa degenerada depravación maquiavélica que se ocultaba detrás del velo de páginas, manchadas en una húmeda respiración.

"Mikhael, voy a Kaenyth, tengo algunos asuntos pendientes allí."

María descendió tenuemente el libro y detrás pudo verse una sonrisa en su cara, una sonrisa escalofriante, aunque solo fue por una fracción de segundo, el corazón de Mikhael palpitaba como si estuviera nuevamente en las trincheras.

"Que coincidencia, también voy hacia allí Mikhael, si tienes algún espacio libre podemos tomar un café en alguna cafetería, conozco varias que tienen un servicio magnífico."

Él aceptó con la cabeza aunque su instinto gritaba que era una mala idea, el momento se cortó cuando se escuchó la voz de una persona que mencionaba que el barco estaba por tocar puerto.

Ambos se levantaron, y caminaron con su equipaje hacia el exterior. María le entregó su número de teléfono para que pudieran estar en contacto, y él lo aceptó aunque no sabía bien porque.

Ella le sonrió, y se despidió dándose un beso en la mano y luego lanzándoselo. Un aire frío se deslizó por el cuello de Mikhael, subió por sus mejillas y se movió hasta sus oídos, tragó saliva un poco inquieto y la dejó ir.

"Nos vemos Mikhael, háblame cuando estés libre y podremos tener una charla divertida en algún café."

"S... Sí María, gracias."

Contestó, con la voz temblorosa.

Pronto encaminándose por Kaenyth hacia un lugar donde pudiera tomar locomoción, encontró un parque donde decidió tomarse un receso del viaje. Se sentía algo incómodo con tanto movimiento respecto al barco, y la sensación de frío todavía golpeaba su pecho.

Al sentarse, observó a la gente y el lugar. Kaenyth era un lugar de cielo gris y nublado, la fría brisa marina danzaba entre los árboles y se mantenía un lugar sombrío. Observó a la gente caminar, cavizbaja, parecía que ni siquiera los niños se alegraban de jugar entre ellos, los adultos por otra parte parecían verse algunos bastante pálidos y enfermos ¿Habría algún tipo de enfermedad? No lo sabía a ciencia cierta.

Tras revelar lo inquietante que era la ciudad, no quiso pensar demasiado y echó la vista al piso. Una vez allí notó que estaba pisando algo de color escarlata, al tomarlo con las manos notó que era una especie de moneda muy singular que nunca había visto, tenía una marca única y parecía ser valiosa.

Desde el momento en el que la agarró, tuvo la sensación de que lo estaban observando. Levantó la cabeza, y miró hacia su alrededor pero nadie parecía fijarse en él ¿Qué era esa sensación en su nuca?

Sea lo que fuese, no podía continuar así, ya era hora de reemprender el viaje y verse con Desiré que lo estaba esperando, no podía seguir posponiendo lo inevitable, encontrar a Johana era su responsabilidad, y lo sabía bastante bien.


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