El Banco del Callejón
Mikhael antes de salir deja una nota sobre el mesón, luego de ello envía un mensaje a Gabriel:
"Más tarde te enviaré un mensaje con una dirección, las respuestas que buscan están allí pero ten cuidado, estoy buscando todavía las pruebas para comprobar que esta información es verdad, deben entrar por la ventana y la escalera de incendios. Cuando te envíe la dirección seguramente las tendré en mis manos, nos veremos en la dirección que dejaré anotado sobre el mesón. Cuídense, y que la suerte nos acompañe en esta travesía."
Mikhael con ello envió el mensaje y salió, esta vez armado y dispuesto a encarar los males de Kaenyth para sacarlos a la luz, debía encontrar a Johana, era su prioridad, pero después de ver su investigación en el fondo esperaba que ella siguiera viva con esas criaturas allá afuera, o peor, podría haberse transformado en uno de ellos.
Miró la ficha escarlata, y le tomó una fotografía, tras ello se encaminó a la dirección que le había mencionado Desiré.
Esta vez tuvo la sensación que había más miradas posadas sobre él, cosa que lo tenía incómodo, pero esta vez a diferencia de la última estaba armado y listo para enfrentar lo que fuera.
Al llegar a la dirección observó un largo callejón, era escalofríante ¿Dónde habían quedado esas épocas de verano, donde se sentaban a comer helado de vainilla con Gustavo y Johana? Ahora el hielo de Kaenyth se clava en sus huesos, pero no quedaban más caminos, se estaba acercándose así que apretando los dientes se encaminó hacia el interior. La basura estaba por el suelo, y el olor era repugnante. Pronto llegó hasta una escalera que descendía, bajó por allí y encontró a un hombre atendiendo el lugar.
Por la ropa podía deducir que era un enfermero, Mikhael se acercó y él lo saludó.
"Buenas, cuéntame ¿Qué puedo hacer por ti?"
Mikhael se mostró osado.
"Dime ¿Sabes qué es esto?"
Le mostró la imagen en el celular de la ficha escarlata, él hizo una mueca un poco extraña.
"No te daré sangre si no tienes con que pagar, sabes que no puedo entregar sangre si no hay pago, está estipulado en la asociación."
Lo mencionado por el hombre llamó profundamente la atención, parecía algo molesto y eso evidenció lo que Mikhael esperaba.
"Lo cierto es que me pagarán mañana, necesito la sangre, llevo demasiado tiempo sin consumir nada, por favor... La fotografía es una fracción del pago."
El sujeto se mostró disgustado.
"Debiste pensar eso antes de gastarte todo, puedes consumir de ratas si tu suministro de sangre es poco, es asqueroso pero..."
Mikhael se echó hacia atrás y se dio la vuelta.
"Olvídalo, quería evitarme el mal sabor de boca pero veo que el banco de sangre no está dispuesto a ayudar a alguien en apuros..."
"Lo lamento, pero las reglas son las reglas, es el código de los Caídos."
Mikhael tenía razón, era un banco de sangre, lo dedujo por el aroma del bar, por el extraño vino que consumía la mujer, por las cartas, las monedas se cambian aquí por sangre, así mantienen la sociedad vampírica en secreto, seguramente roban la sangre de las personas, la enfermedad de la sangre profunda no es más que una fachada para que los vampiros puedan robar y alimentarse sin preocuparse.
Extrañamente, tenía la sensación de que las paredes se distorsionaban, parecían derretirse y la bruma marrón se había vuelto tenuemente más densa, también parecía que las luciérnagas se habían intensificado tenuemente ¿Era su impresión?
Pero, no había razón para que se intensificaran, se suponía que iba a estar mejor, debía estar mejor ¿Por qué la sensación de vértigo se volvía peor, pese a que no se sentía más débil?
Fue cuando recordó la carta.
"Esta plaga se oculta detrás de la maldición, y esta maldición a su vez, se oculta detrás de los síntomas de una enfermedad(...)"
Entendió entonces lo que quería decir la carta, la enfermedad de la sangre profunda y las alucinaciones no eran una sola entidad, esas extrañas pesadillas que tuvo no tenían nada que ver con el robo de sangre que le habían hecho los vampiros, había algo más detrás de todo, algo oscuro se escondía en las profundidades de la ciudad, por alguna razón esta revelación le erizó la piel y tuvo una sensación extraña, estaba revelando lo mismo que su hermana, algo inhumano existía allá afuera, algo que no terminaba de comprender.
Antes de salir del callejón, escuchó unos pasos y rápidamente sacó su celular, Gabriel le había contestado, escribió una dirección pero no envió el mensaje, tras ello, inició una llamada por teléfono.
Al salir, vio unos hombres, al verlos lo sabía, eran ellos quienes lo estaban persiguiendo.
"Te hemos estado vigilando, y estás caminando en terreno peligroso, te lo diré una sola vez, lárgate de esta ciudad y no vuelvas si no quieres que la cosa termine peor de lo que terminó tu hombro."
El tipo se lo mencionó acercándose de forma amenazante, fue cuando contestaron el teléfono.
"¿Aló? ¿Quién habla?"
Mikhael se llevó el celular a la oreja, y del bolsillo sacó su pistola apuntando al hombre a la cabeza.
"María, soy yo, Mikhael, nos conocimos en el barco ¿Cómo estás?"
Los hombres quedaron paralizados mirando su arma y viéndole el rostro, sus ojos eran serios, algo les decía que no dudaría en disparar si era necesario.
"Bien María, me habías mencionado si querías que nos juntáramos, te llamé para tomarme un descanso y conversar un poco."
María rió, se escuchó un poco extraña en la llamada.
"Mikhael, está bien, puedes bajar el arma, te seré franca, tenemos que hablar."
Los ojos de Mikhael se abrieron de sorpresa ¿Cómo sabía ella que estaba ocurriendo?
La respiración por un solo instante se le atoró, y su garganta se apretó de incomodidad, ella lo había estado vigilando, fue cuando recordó la voz de la mujer que escuchó cuando estaba inconsciente, de forma indiscutible era María, no sabía que estaba pasando, pero algo estaban tramando.
"Ya estoy metido hasta el cuello, hay que llegar hasta el fondo de esto."
Pensó Mikhael, y le sonrió a los sujetos en el callejón.
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